El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.
Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.
Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.
¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?
¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?
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CAPÍTULO 16
Erin seguía escuchando en silencio las palabras que su nana le decía, en un intento de terminar por convencerla. Desde que era niña, vivió, al igual que sus demás hermanas, la discriminación de los demás por su maldición.
Aunque no entendía tampoco como ella había nacido siendo la más seria de todas, con poca emociones y sentimientos. Había dudado mucho que fuera hija de los duques. Cansada de estar viviendo, muchas veces había caído en una depresión profunda, orillándole a acabar su vida.
No obstante, la quinta princesa, al ver la tristeza y angustia que vivía su familia, decidió esconder su depresión y distraerse en los libros.
Teniendo el sueño de ser una erudita, deseaba al menos poder ejercer un tiempo, la única carrera que iba con sus gustos, antes de ella misma matarse y evitar así que el demonio destinado a matarla le tocara un solo cabello.
—Desde que madre permitió que Anastasia entrara al ejército—le dijo a la anciana—se está volviendo más flexibles con nosotras. Si haces que ella acepte que yo estudie para ser erudita y me dé permiso para trabajar, lo haré.
—¡Muchas gracias, princesa Erin!—expresó contenta la abuela Baba.
—Nana—continuó hablando Erin—no es que no desee el bien para mis hermanas, tampoco sé si sea bueno expresar mis conjeturas, teniendo en cuenta que no tengo la experiencia ni los años que usted tiene. Solo puedo decirle que, el éxito de Ana, no significa que Betty o las demás tengamos esa misma "suerte".
—Estoy segura de que sí, princesa—intentó hacerla cambiar de opinión—solo hay que tener fe.
—¿Fe en quien? ¿En los dioses?—la cuestionó un poco molesta—en primer lugar, ¿por qué los dioses permitirían que doce inocentes bebés nacieran con tan temible maldición? Lo lamento, abuela Baba, pero yo solo tengo fe en las probabilidades y estas no son favorables...
La anciana observó sorprendida y helada, como la quinta princesa se despedía antes de salir de la biblioteca con la enciclopedia que tenía. Muy pocas veces, como en esta ocasión, Erin la asustaba como lo había hecho.
Cada palabra que ella dijo, si bien reflejaba un posible futuro si no lograban romper la maldición, también mostraba como esta había renunciado a la vida y como se movía con el deseo de morir.
Llevando sus manos a su pecho, para calmar un poco su corazón, juró encargarse de lo que estuviera pasando con Erin mientras ella estuviera al lado del visir, ahora lo más urgente era ayudar a Beatrice y para eso debía convencer a la duquesa de que su quinta hija partiera a tierras extranjeras.
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Samuel, una vez llegó al palacio real, estuvo siendo tratado por las heridas que tenía y mientras buscaban a un curandero capaz de arreglar su hombro dislocado, estuvo explicándole todo lo ocurrido tanto a sus padres, como a los duques de rosaria.
¿Amor?—preguntó Jeremy preocupado.
Los reyes, quienes estaban preocupados por el estado de su segundo hijo, observaron con expectativa el rostro de la duquesa de rosaria, esperando una resolución por parte de esta.
Ya que la heredera del título ducal era ella y no Jeremy, en comparación al resto de familias nobles donde era el padre de familia quien daba la última palabra, era Serena quien tenía ese poder.
—Jeremy, no puedo—dijo observando por la ventana—enviar a mi hija a tierras lejanas, para salvar a la otra, colocándola también en peligro es...¡ser egoísta! Es como si mandara a una de ellas a zona de guerra para salvar la vida de su hermana mayor, no pienso perder a Erin. Debe de haber otra forma...
—Nada le pasará a la quinta princesa—juró el rey—si ha de ir, se quedará en la embajada y será altamente custodiada. Decretaré un estado de protección para ella, tocarla sería declarar la guerra.
—Y al hacerlo sería afectar al resto de personas que se han visto mal por la misma—refutó la duquesa—tampoco quiero que Erin sea motivo por el cual el tratado de paz sea destruido.
—Si la reina regente Elizaveta desea que sus hijos permanezcan en el poder—ahora fue Irene quien tomó la palabra—deberá proteger a Erin como si fuera oro.
Serena no sabía qué pensar, estaba molesta, eso sí, con la nana de sus hijas por no hablar primero con ella. Ella amaba a todas, inclusive a Anastasia quien fue la primera en liberarse de su maldición, de la misma forma. No podía, su corazón no se lo permitía, poner en riesgo una para salvar a la otra.
—El anillo de protección, que hizo el vaticano, ¿es posible dárselo a Erin aun si no cumple la mayoría de edad?—preguntó directo a su esposo—solo si ella tiene la protección de la santa sede, aceptaré dejarla ir. Su majestad, no es que dude de su poder, dudo de la oscuridad que hay más allá de la frontera. Como padre, usted me entiende, ¿cierto?
El rey asintió en silencio, observando a su hijo aún herido. No había podido descansar, aun después de días sin dormir, tras enterarse de lo ocurrido con Samuel. El miedo de perder a un hijo era comprensible para él.
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Mientras tanto, cerca de la costa de la capital, el barco donde había sido rescatada Beatrice y el sultán se había detenido para que los tripulantes observaran la belleza del paisaje. En uno de los camarotes más lujosos del enorme barco, Beatrice observaba preocupada como el sultán aún no despertaba.
—¿Señorita Corinne?—la voz de la nana de la niña se escuchó—¿Ya despertaron los gatitos?
Beatrice desvió su mirada a la mujer, extrañada y confundida de que estuviera refiriéndose a su hermana Cosette, quien estuvo desaparecida por casi dos meses, con el nombre de Corinne.
Fue así que unió algunas piezas, y su mayor temor se hizo presente: su hermana o había huido y cambiado su nombre, o había sufrido de perdida de memoria.
—¡MAMI!—la niña llamó emocionada—¡El otro gatito despertó!
Beatrice se emocionó al ver que el sultán por fin despertó, aunque él había sido quien recibió la peor parte, por lo que seguía desorientado y con un dolor terrible a causa de su fractura.
Cuando esté la miro, con aquellos hermosos ojos, la segunda princesa no pudo evitar acercarse y acariciar la cabeza de este con la suya, agradecida de que él había sobrevivido.
BEATRICE Y MURAD
Porque siempre los dioses caprichosos y los demonios malditos hacen con los hombres no se les antoja su gana...
aaaag. que coraje
teníamos que saber esto???!!!
y al regresar baba aseguró que habian perdido su virginidad...
ahí ya no entendí.
ahora lo desoreciaran por flaco y feo jajajaja
o la que se suicidó??/Skull/
sublime
hermoso
maravilloso...
Ojalá le hagas justicia a este héroe...
será en defensa propia
por eso corrompe y laceraba el cuerpo de Beatriz?
como venganza. por su hermano maldito demonio
suena que está madre tiene mucho que ver con la maldición de sus hijas
alguien me puede informar?
será épico este novelon
ya que acabe la masacre
parece los pasajes de Edgar Allan poe
me estoy confundiendo