La Sombra Del Dragón

El día había amanecido radiante en Eldoria, un reflejo del optimismo que había surgido tras la reunión del consejo. Elara, Kael, Lila y Thalion se encontraron en la plaza, listos para llevar a cabo su plan de establecer el altar del dragón, un símbolo de unidad y esperanza para su comunidad.

“¿Está todo listo para el altar?” preguntó Elara, observando a su alrededor para asegurarse de que todo estuviera preparado.

“Sí,” respondió Kael, acercándose con una gran losa de piedra que habían encontrado en el bosque. “Esta piedra tiene una energía especial. Creo que será perfecta para el altar.”

“Es hermosa,” dijo Lila, tocando la superficie de la piedra con delicadeza. “Podemos adornarla con flores y otros elementos naturales para hacerla aún más significativa.”

“También necesitamos un espacio central,” mencionó Thalion, mirando a su alrededor. “Quizás frente al gran árbol en la plaza. Es un lugar de reunión natural, y simboliza la vida en nuestra comunidad.”

“Eso suena perfecto,” asintió Elara. “Vamos a mover la piedra y prepararlo todo.”

Con esfuerzo conjunto, el grupo comenzó a trasladar la piedra hacia el árbol. La tarea era pesada, pero la emoción en el aire les daba energía. A medida que avanzaban, la gente del pueblo comenzó a acercarse, atraída por la actividad.

“¿Qué están haciendo?” preguntó un niño con curiosidad, mirando a Elara con ojos brillantes.

“Estamos construyendo un altar para honrar la luz del dragón,” respondió Elara, sonriendo. “Un lugar donde todos podamos venir a recordar lo que hemos logrado juntos.”

“¡Quiero ayudar!” exclamó el niño, corriendo hacia ellos. “¿Puedo traer flores?”

“Claro que sí!” dijo Lila, animada. “Cuantas más flores, mejor. Queremos que este lugar sea hermoso.”

El niño sonrió y corrió hacia su casa, mientras otros aldeanos comenzaron a acercarse. “¿Puedo ayudar también?” preguntó una mujer mayor. “Puedo traer algunas hierbas y decoraciones.”

“¡Por supuesto!” respondió Kael. “Cuantos más, mejor. Esto es un esfuerzo comunitario.”

A medida que el grupo trabajaba, la energía en la plaza se volvía palpable. Los aldeanos comenzaban a unirse, trayendo flores, hierbas y otros adornos. El ambiente se llenó de risas y conversaciones animadas mientras todos colaboraban para crear el altar.

“Este lugar se está llenando de vida,” comentó Thalion, observando cómo las flores comenzaban a adornar la piedra. “Es un verdadero reflejo de nuestra comunidad.”

“Y de nuestra unidad,” añadió Elara, sintiendo una oleada de gratitud. “Cada uno de ustedes está aportando algo especial a este altar. Esto es lo que significa trabajar juntos.”

Con el tiempo, la piedra se cubrió con una variedad de colores y texturas. Flores frescas, hojas verdes y hierbas aromáticas llenaban el espacio, creando un ambiente vibrante y acogedor.

“Ya casi hemos terminado,” dijo Lila, admirando su trabajo. “Solo falta una última cosa: el símbolo del dragón.”

“Podríamos dibujarlo en la piedra,” sugirió Kael. “O incluso esculpirlo si tenemos tiempo.”

“Creo que sería mejor si lo pintamos,” dijo Elara. “Así podemos hacerlo más visible y colorido.”

“Entonces, ¡a buscar pintura!” exclamó Lila. “Podemos utilizar pigmentos naturales. Hay algunas bayas que podemos aplastar para hacer un color rojo brillante.”

“Voy a buscar algunas,” dijo un joven que se había unido al grupo. “¿Alguien más quiere venir conmigo?”

“Yo voy,” respondió el niño que había traído flores. “Puedo ayudar a buscar.”

Mientras el grupo se dispersaba para encontrar los materiales, Thalion se acercó a Elara. “¿Cómo te sientes con todo esto?” preguntó, su mirada profunda.

“Me siento... esperanzada,” respondió Elara, sonriendo. “Esto es más de lo que esperaba. Ver a nuestra comunidad unirse y contribuir a algo tan significativo es increíble.”

“Es un testimonio del impacto que ha tenido nuestra lucha,” dijo Thalion, asintiendo. “La luz del dragón ha despertado algo dentro de cada uno de nosotros.”

“Sí,” dijo Elara, sintiendo una conexión profunda con su amigo. “Estamos construyendo no solo un altar, sino un futuro. Un futuro donde la luz siempre prevalezca sobre la oscuridad.”

Poco después, el grupo regresó con los materiales, y comenzaron a trabajar en el diseño del dragón. Con cuidado, aplastaron las bayas y mezclaron los pigmentos, creando colores vibrantes que aplicaron a la piedra.

“¡Mira el rojo!” exclamó el niño, mientras pintaba una parte del dragón. “Es como el fuego.”

“Sí, y el azul puede representar el cielo,” agregó Lila, mientras aplicaba un tono azul brillante. “Juntos, simbolizan la energía y la vida.”

A medida que el dragón tomaba forma, la emoción en el aire se intensificaba. Los aldeanos se detenían a admirar la obra, algunos incluso ofreciendo palabras de aliento y elogio.

“Es hermoso,” dijo una mujer mayor, con lágrimas en los ojos. “Esto representa todo lo que hemos superado.”

“Y todo lo que podemos lograr juntos,” añadió un hombre, sonriendo.

Finalmente, después de horas de trabajo, el dragón estaba completo. Sus colores brillaban bajo la luz del sol, y el altar se convirtió en un símbolo de unidad y esperanza para toda la comunidad.

“Es perfecto,” dijo Elara, admirando su trabajo. “Gracias a todos por su esfuerzo y dedicación.”

“¡Sí! ¡Hicimos un gran trabajo!” exclamó Kael, sintiéndose orgulloso.

“Ahora, lo que falta es una ceremonia para inaugurarlo,” sugirió Lila. “Deberíamos reunir a todos y compartir nuestras intenciones para este altar.”

“Eso sería maravilloso,” dijo Thalion. “Un momento para reflexionar y agradecer. Podría ser un símbolo de nuestro compromiso con la luz.”

“Vamos a hacerlo,” propuso Elara. “Asegurémonos de que todos estén presentes. Quiero que cada uno de ustedes comparta algo en la ceremonia.”

Los aldeanos comenzaron a murmurar, emocionados por la idea. “Podemos hacerlo al atardecer,” sugirió un anciano. “Cuando la luz sea más hermosa.”

“Me parece perfecto,” asintió Elara. “Volvamos a la plaza y preparemos la ceremonia.”

Con un nuevo sentido de propósito, el grupo comenzó a organizar la ceremonia. Se dispusieron sillas alrededor del altar y decoraron el área con más flores y luces naturales.

“Vamos a necesitar música,” dijo Lila, mirando a su alrededor. “¿Quién puede tocar algún instrumento?”

“Yo puedo tocar la flauta,” dijo un joven que se acercó. “Y algunos amigos pueden unirse con otros instrumentos.”

“¡Genial! ¡Eso hará que la ceremonia sea aún más especial!” exclamó Lila, sintiéndose emocionada.

A medida que el sol comenzaba a descender, el aire se llenó de una energía vibrante. Los aldeanos se reunieron alrededor del altar, y Elara sintió una mezcla de nerviosismo y entusiasmo.

“Bienvenidos a todos,” comenzó Elara, mirando a la multitud. “Hoy nos reunimos para honrar la luz del dragón y celebrar nuestra unidad como comunidad. Este altar es un símbolo de lo que hemos logrado juntos y de nuestro compromiso con el futuro.”

La multitud asintió, y un murmullo de aprobación recorrió el grupo.

“Quiero invitar a cada uno de ustedes a compartir sus intenciones para este altar,” continuó Elara. “Lo que significa para ustedes y cómo podemos seguir adelante juntos.”

“Hoy, elijo la luz,” dijo un anciano, su voz temblando. “No solo por mí, sino por todos nosotros. La luz es lo que nos une y nos da esperanza.”

“Y yo elijo la sanación,” dijo una mujer joven. “Quiero que este lugar sea un refugio para aquellos que han sufrido. Que encuentren paz y apoyo aquí.”

“Yo elijo la unidad,” dijo Kael, sintiendo el calor de la comunidad. “Juntos somos más fuertes, y juntos enfrentaremos cualquier oscuridad que se presente.”

A medida que cada persona compartía sus intenciones, la energía crecía. Elara sintió que la luz del dragón brillaba en el corazón de cada uno de ellos.

“Yo elijo la esperanza,” dijo Lila, su voz llena de emoción. “Quiero que este lugar sea un recordatorio de que siempre hay un camino hacia la luz, sin importar cuán oscura sea la situación.”

“Y yo elijo la valentía,” concluyó Thalion. “La valentía de enfrentar nuestros miedos y seguir adelante, sin importar las dificultades.”

Con cada intención compartida, el altar parecía cobrar aún más vida. El ambiente estaba impregnado de amor y esperanza, y Elara sabía que habían creado algo realmente especial.

“Ahora, vamos a cerrar esta ceremonia con música,” dijo Elara, sonriendo. “Celebremos juntos la luz que llevamos dentro.”

Los músicos comenzaron a tocar, llenando el aire con melodías suaves y alegres. La multitud se unió, moviéndose al ritmo de la música, sintiendo la conexión entre ellos.

Elara miró a su alrededor, sintiendo una profunda gratitud. En ese momento, comprendió que Eldoria no solo había renacido, sino que estaba más unida y fuerte que nunca.

La ceremonia continuó durante horas, con risas, historias compartidas y música resonando en el aire. El altar del dragón se convirtió en el corazón de la plaza, un símbolo eterno de la luz que habían invocado y de la comunidad que habían construido.

A medida que la noche caía, Elara sintió que su corazón se llenaba de esperanza. El futuro era incierto, pero sabía que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se presentara. La luz del dragón los guiaría, y la unidad de Eldoria sería su mayor fortaleza.