Mi Historia Entre Tus Manos

Emma había pasado la semana entera debatiéndose internamente. No había logrado ver a Ethan ni una sola vez, a pesar de sus intentos. Alex, siempre el amigo leal, había sido un gran apoyo, aconsejándola y escuchando sus preocupaciones, también solía pasar por ella para llevarla a almorzar, o simplemente iban al departamento de él a charlar y hacerse compañia. Una noche, mientras ambos estaban en la sala de estar del apartamento de Alex, Emma expresó su frustración.

-¡No puedo creer que no lo haya visto en toda la semana!- dijo Emma, exasperada- Es como si se lo hubiera tragado la tierra o si estuviera evitándome a propósito.

Alex asintió, apoyando la espalda en el sofá.

-Puede que lo esté haciendo, Emma. Tal vez no sabe cómo dar la cara después de lo del bar- replicó él- No debe saber como enfrentar la situación.

-Pero yo tampoco sé cómo enfrentarla- le dijo Emma, suspirando- No puedo seguir así, Alex. Necesito hablar con él, aclarar las cosas de una vez por todas.

Alex la miró con seriedad.

-Mira, nena, tienes razón. Necesitas enfrentar esto- le dijo su mejor amigo- Así que, si Mahoma no va a la montaña, entonces la montaña debe ir a Mahoma.

Emma sonrió débilmente, sabiendo que su amigo tenía razón.

-Gracias, Alex.¡Eres el mejor, te amo inmensamente!- le dijo ella dándole un abrazo.

Alex, retribuyó el abrazo y luego se puso de pie. Minutos después se metió en su habitación y regresó con un vestido para Emma, ella lo miró extrañada.

-¿Qué?- dijo él.

-¿Y eso?- preguntó ella.

-Es para que lo uses y vayas a ver a Mahoma- respondió su amigo.

-¿Qué? ¿Ahora?- indagó ella, Alex hizo un gesto afirmativo, y sin darle oportunidad de replicar la tomó de la mano y la empujó hacia la habitación para que se cambiara.

Y sin discutir nada, Emma se preparó para ir al departamento de Ethan. Se miró al espejo, tomando una profunda respiración para calmar sus nervios. Sabía que esta conversación era necesaria, pero eso no la hacía menos aterradora.

-Buena suerte, nena. —dijo Alex, dándole un abrazo antes de que ella se marchara- Estaré aquí si necesitas hablar después.

-Gracias, Alex.- respondió Emma, sintiéndose un poco más valiente gracias al apoyo de su amigo.

Minutos después, Emma llegó al departamento de Ethan y se detuvo frente a la puerta, tomando otro profundo respiro antes de levantar la mano y llamar. Esperó, pero no hubo respuesta. Tocó nuevamente, pero el silencio continuó.

-¿Ethan?- llamó la muchacha, tratando de no sonar desesperada, debido a que recordó aquella vez luego de la cual ella se marchó- Soy Emma. Necesito hablar contigo.

Después de unos momentos, decidió que tal vez él no estaba en casa. Se giró para irse, sintiéndose decepcionada, cuando un vecino que pasaba por el pasillo se detuvo.

-¿Estás buscando a Ethan?- preguntó el hombre, curioso.

-Sí, ¿sabe si está en casa?- respondió Emma, esperanzada.

-Lo vi salir hace un rato. Creo que mencionó algo sobre una fiesta- dijo el vecino, encogiéndose de hombros- No estoy seguro de dónde.

-Gracias- respondió Emma, sintiéndose desanimada mientras el hombre se alejaba.

Regresó al apartamento de Alex, su mente llena de pensamientos contradictorios. Al entrar, Alex la vio y se levantó del sofá.

-¿Cómo te fue?- preguntó, notando la expresión de Emma.

-No estaba en casa- dijo Emma, dejándose caer en el sofá- Uno de sus vecinos me dijo que oyó algo sobre una fiesta.

-Lo siento, Emma- dijo Alex, sentándose a su lado- Pero al menos lo intentaste.

Emma asintió, tratando de mantener la calma.

-Sí, pero aún necesito hablar con él. No puedo seguir así. Alex la miró con empatía.

-Quizás puedas intentarlo de nuevo mañana. No te rindas.

-No lo haré- dijo ella, con la determinación brillando en sus ojos- No puedo, no quiero hacerlo.

El domingo por la mañana, Emma se levantó temprano, decidida a intentar de nuevo. Después de un desayuno rápido, se dirigió nuevamente al departamento de Ethan. Esta vez, estaba decidida a esperarlo si era necesario.

Llegó a la puerta y tocó con firmeza, esperando. Esta vez, después de unos momentos, escuchó pasos acercándose. La puerta se abrió y Ethan apareció, luciendo sorprendido al verla.

-Emma, ¿qué estás haciendo aquí?- preguntó, sin poder ocultar su sorpresa.

-Necesito hablar contigo, Ethan- dijo Emma, con voz firme pero llena de emoción- He intentado verte toda la semana, pero al parecer nos des encontramos.

-Sí, seguramente- replicó él, sabiendo que no era así.

Ethan la miró, visiblemente incómodo, la invitó a pasar y tomar un café.

Mientras él estaba en la cocina, ella lo observaba desde el sofá, Ethan estaba descalzo, despeinado y solamente llevaba puesto un pantalón de pijama, los músculos de su cuerpo estaban claramente marcados y se veía muy distinto a cuando eran adolescentes, sin darse cuenta la muchacha se mordió el labio.

Luego de preparar los cafés e ignorando los pensamientos de Emma, Ethan se acercó y le extendió una taza, luego se sentó a su lado.

Necesitamos hablar, aclarar las cosas.

- Tú dirás, Emma- dijo él, ella se quedó viéndolo, sus pensamientos eran una mezcla de sensaciones, emociones y deseo.

Luego de un buen rato de silencio incómodo, la muchacha se puso de pie, Ethan la observó ahora con detenimiento, antes no lo había hecho pudo ver lo bella que era y lo mucho que deseaba tenerla entre sus brazos. Pero no dijo nada, ni hizo ningún movimiento, esperó y esperó mientras la veía caminar de un lado al otro frente a él, hasta que finalmente ella se detuvo, lo miró y sin siquiera darle un indicio de lo que iba a hacer, se sentó a horcajadas sobre sus piernas.

-Emma, ¿qué haces?- balbuceo él pasando saliva, ya que tenerla así era un sueño cumplido para él, pero no sabía los motivos que ella tenía para tal acción.

-Lo que debí hacer hace años- respondió ella, cruzando los brazos detrás del cuello masculino para después tomar su boca de manera voraz y anhelante.

Él aferró sus manos a la cintura de la muchacha, profundizando aquel beso, un beso que se había tardado años y que no estaba dispuesto a dejar pasar. La escuchó ronronear sobre sus labios, cuando una de sus manos fue a parar sobre la curva de sus caderas y eso terminó de descontrolar cualquier pensamiento que pudiera tener en la cabeza. Las manos de Emma fueron directamente sobre su pecho, lo acariciaba mientras se besaban, un gruñido bajo escapó de la garganta masculina cuando los labios de la muchacha descendieron por ella, entonces él cerró los ojos, dejándose llevar por todas las sensaciones que ese solo contacto le producían.

Mientras tanto, Emma, se dejaba llevar por lo que su instinto le decía. Bueno su instinto y las lecciones de su amigo Alex, quien le había enseñado como tratar a un hombre enamorado.

Y haciendo caso a los consejos de su amigo, la muchacha se removió en su sitio provocando aún más la excitación y el deseo de Ethan.

-Emma, detente- murmuró él cuando la sintió recorrer su pecho con la lengua y luego morder sobre una de sus tetillas- nena, tenemos que hablar- balbuceo entre jadeos.

-Ajá- dijo ella con suavidad- pero lo vamos a hacer luego- afirmó categóricamente y no le dio derecho a réplica, ya que de nuevo la muchacha se apoderó de su boca.

Las dos manos de Ethan viajaron hasta el cierre del vestido de Emma, lo deslizaron con suavidad y mientras lo iban bajando sus dedos trazaban un camino de fuego sobre su espalda hasta llegar a la suave curva de sus nalgas. Después de eso, el beso se interrumpió debido a que ambos se quedaron sin aire, entonces al estar un tanto alejados, se miraron, se reconocieron, y los dos sonrieron entendiéndose sin palabras. Ethan bajó los tirantes del vestido de la muchacha descubriendo sus senos, ella se mordió el labio cuando sintió sus dedos delineando sobre ellos y a partir de ahí él se hizo una fiesta con ellos. La escuchó jadear, susurrando su nombre mientras se aferraba a su cabello suavemente.

Sus bocas volvieron a encontrarse, y entonces él ancló sus manos a las nalgas de la muchacha, se puso de pie levantándola consigo haciendo que ella colocara sus piernas alrededor de su cuerpo, y caminó así hasta su habitación, con un pie cerró la puerta y luego con cuidado la depositó sobre la cama, se quedó de pie frente a ella observándola, le parecía increíble que aquello estuviera sucediendo, se inclinó hacia la cama y tirando de la falda del vestido se lo quitó por completo, su mirada la recorrió nuevamente, pudo notar la excitación en sus ojos, su respiración agitada, y comprender que ella tenía la misma necesidad que él.

Con cuidado, se posicionó sobre el cuerpo de Emma que trago saliva al volver a sentirlo tan cerca, la muchacha se lamió los labios cuando sus dedos fueron a dar en el elástico de aquel pantalón de dormir, que por cierto le quedaba tan bien al condenado. Ethan sonrió de lado y tomó su barbilla con la punta de los dedos.

-¿Estás segura de esto Emma?- le preguntó mirándola a los ojos, ella asintió con un movimiento de su cabeza- No, nena- se quejó él- necesito que lo digas con todas sus letras- aclaró- Lo necesito, porque si después de un beso no pude olvidarte en años, después de hacerte mía, ya no voy a dejarte ser de nadie más.

Aquella afirmación le sonó a la muchacha de tantas maneras distintas y le hizo sentir tantas cosas a la vez que no dudo un segundo en hablar.

-Si, si quiero esto Ethan- le dijo con voz suave acercando sus labios al oído masculino haciendo que a él se le erizara la piel- Quiero que me hagas tuya y que seas mío para siempre.

Y después de allí, las palabras ya no hicieron falta, todo fue besos, jadeos, sudor, gemidos de placer y sobre todo amor, mucho amor, un amor que había estado detenido en el tiempo esperando a que esos dos corazones tuvieran el suficiente valor para amarse definitivamente.