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Mi Sumiso Incubus

Mi Sumiso Incubus

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Dominación / Equilibrio De Poder / BDSM / Demonios / Chico Malo
Popularitas:5.5k
Nilai: 5
nombre de autor: AC MirikaVerena

Balvin, un joven incubus, se encuentra en su última prueba para convertirse en jefe de territorio: absorber la energía sexual de Agustín, un empresario enigmático con secretos oscuros. A medida que su conexión se vuelve irresistible, un poder incontrolable despierta entre ellos, desafiando las reglas de su mundo y sus propios deseos. En un juego de seducción y traición, Balvin debe decidir: ¿sacrificará su deber por un amor prohibido, o perderá todo lo que ha luchado por conseguir? Sumérgete en un mundo de pasión, peligro y decisiones que podrían sellar su destino. ¿Te atreves a entrar?

**Advertencia de contenido:**

Esta historia contiene escenas explícitas de naturaleza sexual, temas de sumisión y dominación, así como situaciones que pueden ser sensibles para algunos lectores. Se recomienda discreción.

NovelToon tiene autorización de AC MirikaVerena para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Un Juego Peligroso

—Tengo que ser franco, eres diferente, eso es obvio. Pero sigues siendo chamán; no es que te odiemos, simplemente... —Siwel sonrió con suavidad, mirándolo con una expresión de advertencia— hay que ser precavidos con los tuyos. Seguramente Bal tampoco te lo ha dicho, pero si un solo sonar reporta irregularidades en esta área, una manada de chamanes estaría repartiendo los pedazos de Balbin , justo ahora.

Agustín frunció ligeramente el ceño, sintiendo la presión en el ambiente, y respondió:

—No busco prolongar nuestra situación. Estás aquí por eso mismo.

—Simplemente, no lo parece. —Siwel inclinó la cabeza, observándolo con curiosidad penetrante— ¿No poder hacer nada al respecto...? ¿Eso... te frustra?

La pregunta resonó en la mente de Agustín como un susurro lejano, reverberando en su interior de forma inquietante. La atmósfera se volvió sofocante y sombría, un peso invisible le oprimía el pecho. De repente, exhaló y dejó escapar lo que sentía, casi sin comprender por qué lo hacía:

—Sí... así es.

No entendía del todo qué estaba sucediendo; era incapaz de mentir o resistirse a responder. Sentía una sinceridad forzada, como si hablara con alguien a quien podía confiarle sus pensamientos después de años de silencio.

Siwel lo observó atentamente, sus ojos relucían con un interés que incomodaba a Agustín.

—¿Qué es Balbin para ti? —preguntó, su tono más serio.

Agustín parpadeó mientras sentía una gota de sangre deslizarse desde su nariz hasta las sábanas. Le costaba concentrarse, pero la respuesta emergía inevitablemente de sus labios:

—Bal es... alguien. Bal... es... mío.

Siwel arqueó las cejas, sorprendido por la respuesta.

—¿Tuyo? ¿De qué manera? ¿Qué es para ti? —inquirió, acercándose hasta quedar a pocos centímetros, sus ojos perforando los de Agustín. La sangre continuaba escurriendo lentamente.

—Mi... mi... o él es, para mí… Es tt.

—Humj'fret Siwel —interrumpió Balbin , pronunciando el nombre completo de su amigo con una severidad que congeló el aire. Siwel se giró, su expresión de disgusto evidente ante el llamado demoníaco. Balbin ya estaba sentado, y Agustín, algo desorientado, se llevó la mano a la nariz y miró alrededor, tratando de comprender qué había pasado. Apenas recordaba el motivo del dolor punzante en su cabeza. 

—Agustín, tu nariz está sangrando ve a limpiarte. Señaló Balbin y Agustín se puso de pie y se fue.

Balbin miró con seriedad a su compañero mientras este sonreía, levantando las manos en un gesto de disculpa.

—No pude evitarlo —dijo Siwel, con una expresión de culpabilidad burlona—, quería asegurarme de que no fuera una amenaza.

Balbin  suspiró, cansado.

—Que nadie pueda superar tus sugestiones no te hace inmune a las consecuencias, Siwel. Tarde o temprano lo recordará. Es un chamán.

—No me da miedo este Vesh'tar.

—Como sea... No lo subestimes.

Siwel sonrió confiado, dándose unas palmaditas en el pecho. —¿Quieres mi opinión al respecto?

—No —respondió Balbin, cortante. Bajo de la cama y estiró su cuerpo 

—Sí tengo que decir que, conjuro muy bien al darte la mitad de Magna.. ¿él está…?

—interesado en romper el vínculo, ambos lo estamos. — Bal cambio de tema—Ya amaneció, partiremos mañana al alba.

—No te veo en buen estado, si lo posponemos hasta que estés mejor— Siwel murmuró,mientras lanzaba una mirada cautelosa a Balbin —Si algo llega a pasar…

 Balbin suspiro — si pasa algo, ve por Nephil.

La reacción de Siwel fue instantánea; sus ojos se abrieron con sorpresa, congelado en su lugar. Justo en ese momento, Agustín regresaba a la habitación con un viejo libro en las manos, lanzándolo hacia Siwel, quien lo atrapó aún en shock.

—Esa porquería solo dice cosas sin sentido —gruñó Agustín, acomodándose la ropa, buscando un puro y su encendedor entre sus ropas.

Balbin se puso de pie y caminó hasta él, inclinándose un poco. Notó con cierto desconcierto lo elegante que se veía Agustín en ese momento. Sus miradas se cruzaron, y Balbin  intentó disimular su interés desviando los ojos rápidamente.

—Humano inepto —masculló Balbin, con una sonrisa despectiva—, no puede ser que tenga que rebajarme a leerte en Kalkuné. Tus antepasados deben querer revolcarse en sus pilastras.

Agustín levantó una ceja, curioso.

—¿Conoces esa lengua muerta?

—La única lengua muerta es la tuya.

—...¿Estás seguro?

—Tss. —Balbin se dio vuelta, tratando de disimular el leve sonrojo que comenzaba a teñir sus mejillas. Siwel, apenas recuperado de su sorpresa anterior, volvió a quedarse atónito al ver a Balbin ruborizado.

Balbin se aclaró la garganta y continuó con más fuerza—. ¿Con quién crees que hablas? Manejo millones de idiomas.

Agustín sonrió, encendiendo el puro mientras dejaba escapar una bocanada de humo—. Que alivio; mientras haces tu trabajo, si me disculpan, tengo asuntos más importantes que resolver.

—¿Eh, qué? —Balbin frunció el ceño.

Siwel observó a su amigo ir tras el humano, y una leve sonrisa melancólica se formó en sus labios al recordar cuánto tiempo hacía que no veía a Balbin tan relajado, siendo tan natural con alguien más que él.

—Por Luci... esto es peor de lo que pensé.  —murmuró, sacudiendo el libro en sus manos y notando las páginas en blanco.

Agustín cruzó la puerta, recibió una llamada y, en un estallido la puerta se abrió y el teléfono salió volando contra la pared.

—Claramente no tienes idea de cuán difícil es conseguir un teléfono —balbuceó Agustín, mirándolo con una mezcla de incredulidad, Balbin lleno de impaciencia fue hasta él.

—Escucha atentamente, ese libro solo puede ser leído fácilmente por tu gente. Puedo ayudarte a traducir si me dibujas los...

—¿Significa que hay una manera difícil de lograrlo?

—Es más que difícil, y no tengo tiempo para...

Agustín lo interrumpió, su tono cortante—. Creo haberte dicho que soluciones tus problemas tú mismo.

Dicho esto, Agustín cerró la puerta en la cara de Balbin, dejándolo absorto en su frustración reprimida. Los músculos de su mandíbula se tensaron, y un destello de furia cruzó por sus ojos.

—¿Mi... problema? —repitió entre dientes, mientras se giraba con una mirada que habría congelado el mismo infierno. Siwel, que venía hacia él, se detuvo en seco al ver los ojos desorbitados de Balbin, reluciendo con una sed apenas contenida.

—Baal... —lo llamó suavemente. La mirada furiosa de Balbin se suavizó, y Siwel suspiró, eligiendo sus palabras con cuidado—. Imagino... que lo enviaste lejos.

—Sí, estaba estorbando —aseguró Balbin , pasándose una mano por el cabello para calmarse.

—En hora buena. Tenemos que irnos.

—Volver al Limbo ahora mismo sería un desperdicio.

—Lo sé, lo sé, andando —respondió Siwel, transformándose de nuevo en una sombra espectral.

Balbin suspiró y sacudió la muñeca, desmaterializando su caparazón. Le dio una última mirada a la habitación antes de salir juntos del departamento. Afuera, la luz del día les resultaba agobiante, drenando su energía mientras volaban en busca de su destino.

El día no era el mejor momento para que dos íncubos deambularan; la energía del sol era agotadora para seres provenientes del Infierno. Durante un buen rato, volaron en silencio hacia su destino, el sonido del viento acompañándolos como único testigo.

—No tiene sentido. ¿Fulder? —Bal negó con la cabeza, sus cejas fruncidas. —¿Qué ganaría él?

—Yo tampoco le encuentro sentido. —Siwel soltó un suspiro y se encogió de hombros—. Es supervisor, y su última prueba lo convertirá en jefe de toda Roma. Sus influencias ya se encargaron de eso.

—Fulder es más que eso.

—Sí... —Siwel señaló hacia el río, inquieto, y se sumergieron en las aguas frías. Su voz bajó a un susurro—. Pero, la forma en que esa súcubo se lo dijo... Está metido en algo grande.

—Encontrar al humano de la prueba final… —murmuró Bal, recordando las palabras de Siwel. Una ira intensa comenzaba a crecer en su pecho; sin querer, un brillo preocupado cruzó su mirada. La idea de que alguien pudiera ir tras Agustín le causaba una inquietud difícil de ocultar.

—No te preocupes, amigo. —La mano de Siwel lo hizo volver al presente y le brindó una sensación de calma—. Si algo le pasa, al menos ya no habrá evidencia.

Siwel parecía distraído, como si todo aquello le importara menos de lo que aparentaba. Bal, en cambio, no podía evitar sentirse ansioso.

—¿Olvidas mi posición si algo le pasa? Si existe la mínima posibilidad de que yo sobreviva, seré el primero que cazarán.

—Algo se nos ocurrirá —respondió Siwel con una sonrisa despreocupada, mientras emergían del río. Frente a ellos, la ciudad de Roma brillaba, llena de vida, majestuosa y vibrante. Siwel abrió los brazos, como si intentara abarcar la grandeza de la escena—. ¡Ah, Roma vitàle magna!

Con el río a sus espaldas, cruzaron las transitadas calles hasta llegar a un hotel de lujo. La construcción era imponente, un edificio de veinte pisos de clase extravagante, rodeado de jardines paradisíacos. Mientras Bal analizaba la entrada, se aseguraba de no atraer la atención de otros íncubos. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un Sonar les bloqueó el paso en el estacionamiento. La figura del Sonar era alta y resplandeciente, emanando una autoridad serena y poderosa; su mirada calmada y vigilante irradiaba paz.

Ambos íncubos inclinaron la cabeza en señal de respeto, y el Sonar respondió del mismo modo.

—No me informaron de la llegada de dos íncubos menores. Identifíquense.

—O'olkij —dijo Bal primero, extendiendo la mano y mostrando un símbolo geométrico que brillaba en su palma como un holograma. El Sonar lo examinó y luego observó a Siwel, quien añadió con una sonrisa:

—Humj'fret.

—Balbin y Siwel, pupilos de la “7 puertas”. Les repito: no me informaron de su llegada.

—Revisa de nuevo —ordenó Bal, cruzándose de brazos con una ceja levantada en desafío. El Sonar lo miró, reprendiéndolo con la mirada hasta que Siwel, entre risas, empujó suavemente a su amigo hacia atrás.

—Jaja, él está un poco entusiasmado. Aquí tengo el permiso —dijo, entregando un pergamino.

El Sonar tomó el documento y lo leyó detenidamente, analizando cada símbolo tallado en la piedra al final del papel que sostenía. Alzando la vista, fijó sus ojos en los jóvenes íncubos.

—¿Expedición escolar?

—No es precisamente el término... —comenzó Siwel.

—...Humano —dijo el Sonar, observándolos con una ceja levantada.

—Jaja, no sé en qué estaba pensando el Arcaico.

 Tras un momento, el sonar añadió—: Tienen una hora. Un segundo más, y los reportaré al rey.

—Tss, si lo encuentras primero —murmuró Bal, mientras Siwel lo interrumpía.

—¡Ah! ¡Qué divertido! Nos vamos, nos vamos. Fue un gusto, Sonar.

Mientras Siwel lo arrastraba, Bal ponía los ojos en blanco, incómodo por la situación. Justo cuando estaban por entrar al edificio, el Sonar los llamó nuevamente, señalando la muñeca de Bal.

—Revisa tu caparazón; presenta alteraciones.

Bal asintió, tratando de mantener la compostura. El comentario del Sonar lo inquietó, y el ascensor que los llevaba al piso doce intensificó su preocupación.

—Podría ser que sea muy, muy sensible —intentó aliviar Siwel, notando lo pensativo que estaba su amigo.

Bal recordó su reciente reunión con seis Arcaicos. Aunque había protegido su cuerpo con pura magna, la duda sobre si habían notado algo no lo dejaba en paz. "Un Sonar" podía detectar rastros incluso de otras dimensiones; tal vez solo percibió un leve rastro de Agustín, pensó Bal. Al observar a Siwel, este abrió la boca para hablar, pero Bal levantó una mano en señal de silencio. Ambos sintieron el cambio en la atmósfera al alcanzar su destino.

—¿Conjuros? —preguntó Siwel.

Bal negó con la cabeza y tocó la puerta del ascensor, liberando una pequeña descarga.

—Sellos… Noctis.

Siwel se acercó, evitando rozar las paredes.

—Te dije que estaba metido en algo grande. ¿Qué hacemos, huir?

—De todas formas, ya están al tanto de nuestra presencia.

El ascensor se detuvo. Bal miró a su amigo y asintió. Al abrirse las puertas, sostenía una daga blanca, mientras Siwel se armaba con brazaletes rojos rodeados de filosos dardos. Entraron en una suite lujosa, pero energéticamente densa. Los símbolos alrededor parecían absorber cada ápice de humanidad.

Bal negó en su mente la posible locura de Fulder mientras observaba a Siwel con recelo. Se preguntaba cómo su amigo había conseguido esa información. "De no ser por esa cara, no sería nada", pensó con ironía, reconociendo que la belleza y la astucia de Siwel le permitían salir de muchas situaciones con elegancia.

Sin necesidad de recorrer la suite, fueron recibidos por Fulder, quien mantenía su compostura impecable.

—No son los invitados que esperaba, pero, por favor, sean bienvenidos. ¿Gustan algo de beber?

Luego de asegurarse de la única presencia, Siwel habló primero.

—Dos copas de sinceridad absoluta, íncubo. Aclara nuestras dudas y nos iremos sin mencionar las normas que has infringido.

Fulder soltó una risa burlona. Bal lo observó, firme.

—¿Estás en posición de amenazarme? Uno no debe deducir demasiado para saber que robaste el permiso de un arcaico.

—Sellos Noctis.

—Soborno a Sonares.

—Pff, un arcaico sobornando a otro, ¡qué cómico!

—¡Suficiente! —Bal fulminó a ambos con la mirada—. ¡Siwel! —Su amigo asintió y fue a vigilar. Cuando Bal volvió a Fulder, este lo miró profundamente.

—¿Ahora sí te interesa compartir experiencias?

—Bueno, resultaste más interesante de lo que había pensado. —dijo Balbin mientras recorría la sala, observando los dibujos en las paredes, sellos muy antiguos.

—Un halago viniendo de ti, pero créeme, no busco ser interesante.

—Habla entonces, ¿qué estás haciendo?

—No estoy obligado a responderte.

Balbin frunció el ceño, severo.

—¿Así vas a ensuciar tu reputación y la de la academia? Siwel te escuchó; estás enredado con un jefe y un arcaico mayor. Si nosotros lo sabemos, tarde o temprano alguien más podría enterarse.

Fulder sonrió amargamente. Esperó un rato antes de continuar.

—La familia es... increíble a veces, ¿no? Todo esto es por mi arrogancia; es injusto que un antiguo juego amenace con destruir mi reputación.

—¿Antiguo juego?

—Fue hace muchos años… apenas ingresaba a la academia.

Bal miró a Siwel, quien asintió: Fulder no mentía. Sin embargo, cuando Fulder se arrodilló, aferrándose a las ropas de Bal, este retrocedió, impactado.

—Balbin, dime, ¿qué más puedo hacer? ¡Mi vida está colapsando! ¿Qué hubieras hecho tú?

Bal, atónito, vio en él una posible versión de su propio futuro, consumido por las consecuencias de su vínculo. El corazón se le oprimió. Antes de perderse en sus pensamientos, Siwel lo ayudó a apartarse.

—¿Dime, qué hiciste?—Balbin algo ansioso 

Fulder, aún de rodillas, se recompuso con una sonrisa rota.

—Prometí prestar mi objetivo final.

—¿Y el jefe que nombró? —cuestionó Bal.

—¿Él? Es un ex compañero de mi primo— respondió Fulder y Siwel volvía a confirmar que el incubo no mentía. Podía asegurarlo y Bal agradeció que no tuviera nada que ver con Agustín. Fulder continúo —Sé que no es un crimen tan grave, pero esto destruiría mi vida para siempre. Si deseas entregarme, lo aceptaré. Hasta lo entiendo; tu desempeño es impecable. Pero yo, yo…

Siwel y Balbin se miraron antes de que Fulder notara sus expresiones. Bal, se acercó.

—Tranquilízate. Si reaccionas así, quedarás en ridículo. Prestar a tu humano es algo grave.

—No debería… Lo sé. Ayúdame, y yo te ayudaré. Estas pruebas han sido difíciles. A veces siento que estoy siendo saboteado.

—Levántate, íncubo. Tienes suerte de que solo Siwel te escuchó. Lo convencí de no decir nada.

Fulder asintió, sus ojos humedecidos. 

—Gracias… Yo te debo todo.

—No puedo ayudarte si no me dices toda la verdad.

—Es lo único… lo único respecto a mi situación. Te lo dije todo.

—No pretendo involucrarme ni delatarte; simplemente te advierto que no deberías arriesgar toda tu vida por una simple apuesta. Ve con tu primo y dile lo que hay en juego. Si no cambia de opinión, ve con Bashba al cuarto territorio. Ella todavía manipula los conjuros más antiguos; te ayudará.

—Gracias… gracias. Te debo todo. Voy a pagarte… te recomendaré con—

—Basta. No es necesario. —Siwel lo golpeó en el costado—. Bueno, podrías ayudarme con algo.

—Sí, lo que sea.

—Necesito una lista.

Fulder, en mejores ánimos, recompuso su semblante, aún preocupado pero sintiéndose seguro gracias a las palabras de su compañero. Hablaron un rato más, hasta que Balbin y Siwel decidieron irse. Justo antes de entrar al ascensor, Fulder agradeció una vez más y preguntó:

—¿Entonces solo viniste a advertirme?

Quizás el lenguaje corporal de Bal lo traicionó, no puedo evitar ponerse a ala defensiva.

—Con todo lo que hablamos, ¿no es obvio?

—Sí, sí… —se rascó el cuello, algo pensativo— pero, cuando entraste, sentí que realmente estabas preocupado…

Fulder dijo esto con un par de ojos atentos, brillante y muy intrigados. Siwel intervino.

—Si ensucias tu nombre y el de la academia, nos arrastras a todos. —Siwel sonrió y dio un empujón a Balbin. El ascensor no tardó en descender, aunque ambos ya habían pasado a su forma espectral y abandonado el edificio. Balbin miró hacia atrás para ver a Fulder en el balcón, asintiendo. Algo se sentía… horrible.

—Ya no te molestes; la duda se aclaró. Al menos conseguimos la lista.

—Wel…

Siwel, sorprendido de escuchar su sobrenombre, se volvió para ver a un Balbin destruido y agobiado.

—Fulder tiene razón… estas pruebas… ya ni siquiera puedo disimularlo. Mi caparazón se hace pedazos… Agustín despertó como chamán. Tengo miedo de que algo peor suceda. Y si debo ser despedazado por esto, no se te ocurra hacerte el valiente y…

El abrazo silenció a Balbin. Era cálido y seguro, un refugio. Siwel sonrió y suspiró, hablando tan suave y complacido.

—No eres Fulder, jaja. Tienes la suerte de ser arrogante y temerario a más no poder, pero también la fortuna de tenerme como amigo. Haz lo que tengas que hacer, yo estaré aquí si me necesitas.

Balbin se aferró con fuerza, hundiendo su rostro en el hombro de su amigo.

—Jaja… ahora vamos a hacer la peor de las locuras. ¡Si no podemos doblegar la voluntad de los cielos, nos alzaremos en el infierno!

—Deja de gritar.

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De regreso en el hotel, Fulder observaba el lugar donde Balbin y Siwel se habían desvanecido. Una figura femenina emergió de entre las sombras: una súcubo de cabello rubio y presencia imponente. Era la misma prefecto con la que Balbin había hablado en el Limbo, alguien que no debería estar en ese lugar bajo ninguna circunstancia.

Fulder le dirigió una sonrisa torcida y, con una mezcla de desprecio y fascinación, se acercó a ella.

—¿Así que has venido a vigilarme nuevamente? ¿En qué puedo servirle? —su voz era un susurro cargado de ironía y un toque de resentimiento.

La súcubo lo miró con frialdad, sin inmutarse.

—Se te pidió mantenerte al margen, Fulder. ¿Por qué insistes en llamar la atención?

Él ladeó la cabeza, como si las palabras lo divirtieran y enloquecieran al mismo tiempo. Sus ojos brillaban de una manera oscura, y de pronto, sin previo aviso, sujetó a la súcubo por el cuello y la alzó hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros.

—¿Llamar la atención? —dijo con una voz cargada de veneno y una sonrisa que casi parecía infantil—. Yo fui el que puso todo en riesgo y, gracias a Siwel, tuve que enredarme en una red de verdades incompletas. ¿Sabes lo difícil que fue para mí mantener la compostura? Que Balbin y Siwel me acorralaran… él es tan… —Fulder se interrumpió, perdiéndose en un pensamiento oscuro y privado antes de recuperar el foco—. Balbin lo entiende. Él lo entendería...

Ella lo miraba, sin emoción, como si fuera un espectáculo que ya había presenciado antes. Fulder la soltó con rudeza, y ella se recompuso con elegancia, arreglándose el cuello sin apartar sus ojos de los de él.

—Ve y entrega este mensaje —ordenó, su tono bajo y mordaz—: Balbin y Siwel están planeando algo. Pero no tienes que decirles que fui yo quien te envió… aún no.

La súcubo lo observó con desdén, cruzándose de brazos.

—Se me pidió no intervenir, Fulder. Pero si insistes en jugar con fuego… acabarás ardiendo.

Fulder soltó una risa que era más un murmullo. Por un instante, pareció casi vulnerable, pero la locura regresó a su mirada.

—¿Fuego? —dijo, su voz cada vez más baja y enigmática—. No sé qué es más frustrante, si tú o Siwel y esa capacidad suya de detectar mentiras. Me gustaría ver lo que ustedes, los supuestos superiores, harían si por una vez se vieran atrapados como yo.

La súcubo rubia, sin pronunciar una palabra más, desapareció entre las sombras. Fulder observó el lugar por donde ella se había ido, la sonrisa irónica esfumándose lentamente de su rostro, hasta que lo único que quedó fue una mezcla de ansiedad y una obsesión apenas contenida.

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AC MirikaVerena
Se trata de una sigla que combina las letras iniciales de las palabras Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo. Osea, Bal y Agus en todo su esplendor :v
Dalys Jan: interesante 🤔🤭😋😉🤭
total 1 replies
J.G.A
por favor autora necesito más
J.G.A
no que muy muy pues
J.G.A
jajajaja
J.G.A
nmms con este vato
J.G.A
me caes muy bien jaja
J.G.A
jajajaja dando apoyo moral
J.G.A
jajajajajaja me dio risa
J.G.A
oo dijo que te esperes
J.G.A
jajajaja
J.G.A
que es BDSM alguien ne explica por favor
J.G.A
a ver si entendí osea que quiere saber si se lo pueden cojer en ese forma
AC MirikaVerena: Jajajaja!
total 1 replies
J.G.A
aaaaa me encanta es como cuando vas hacer una pendejada con tus amigos y el responsable les da permiso
Dalys Jan
☆☆☆☆☆《}
J.G.A
es un el amigo y lo deja seco
J.G.A
me encanto
J.G.A: estaré más encantada para que no dejes de actualizar ame tu novela
AC MirikaVerena: ¡Gracias!
total 2 replies
J.G.A
necesito más fe esta historia me emgancho
J.G.A
te dejo con ganas
J.G.A
jajajajaj xd
J.G.A
le salio el tiro por la culata hahajaja
J.G.A: jajjajajaja
AC MirikaVerena: .......
total 2 replies
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