LA MESERA DEL BAR.

Ambos se despidieron con un cálido abrazo, al salir el señor Alejandro se topó con Soledad la cual lo saludo con la amabilidad que la caracterizaba.

Alejandro aprovechó para pedirle que cuidara bien de Ariel en su ausencia, Soledad Asintió meneando la cabeza.

El señor Alejandro le sonrió cálidamente y se marchó.

Ariel se había quedado sumido en sus pensamientos recordando las palabras de su padre.

- Acaso es tan obvio, acaso lo que siento por Soledad realmente es amor.

- Ariel!, Ariel, le hablo un poco más fuerte Soledad para sacarlo de su ensueño.

- Si dime, necesito que firmes estos documentos.

- Si claro!, ¿dónde firmo?.

Pregunto Ariel mientras miraba a Soledad y una calidez recorrió todo su cuerpo.

Soledad le indico donde tenía que firmar mientras tanto Ariel no le quitaba la vista de encima, al terminar tomo los documentos y se disponía a marcharse.

Pero Ariel le tomó la mano impidiéndole que saliera, Soledad volteo intrigada.

- pasa algo.

Le dijo casualmente.

- No, no es nada ya puedes irte.

Por la Mente de Ariel paso la idea de decirle que la amaba, pero al tenerla frente a él y ver esos hermosos y profundos ojos negros no pudo hacerlo.

- No, no es posible que me haya enamorado de Soledad, Ariel estaba confundido. Esto no puede ser amor solo siento pena por todo lo que ha sufrido.

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La noche había llegado Soledad, ceno sola como todos los días, se preparó para dormir solo con un pequeño short y una blusa de tirantes, era una noche como muchas otras de verano y aunque en la recámara el clima se sentía fresco.

Había algo que le impedía dormir tranquilamente, Soledad daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño finalmente decidió salir al balcón a despejarse un poco al ver la hermosa noche llena de estrellas brillantes en el cielo, quiso salir a caminar un rato por el jardín, tratando de acallar su pensamiento.

Soledad caminaba tranquilamente apreciando las hermosas y diferentes flores del jardín que ala luz de la luna parecían aún más lindas de lo que eran.

Ariel esa noche no había salido al bar, sin embargo, tampoco podía dormir él estaba en el balcón tomando bebiendo de su copa cuando le pareció ver a alguien caminar por el jardín, se espabiló para ver y se dio cuenta de que era Soledad.

Pensó que tal vez ella tampoco podía dormir, Ariel dejó su copa y se dispuso a bajar para ir donde Soledad.

- ¿Puedo acompañarte en tu paseo nocturno?.

Pregunto Ariel al acercarse, Soledad que sábado sumida en su pensamiento volteo para ver de donde provenía la voz y se encontró con ese rostro tan bello que parecía esculpido muy detalladamente, haciendo cada facción algo singular que en conjunto era perfecto.

Soledad sonrió y ambos comenzaron a caminar.

- Tampoco podías dormir?.

Pregunto Soledad curiosa.

- Me costaba un poco así que salí al balcón a tomar un trago y pude ver que paseaban por el jardín.

- Es muy agradable, me relaja caminar y sentir la frescura del jardín y disfrutar del aroma y de la belleza de las flores.

A la luz de la luna perecen aún más hermosas.

Dijo Soledad acercándose a un lugar lleno de rosas blancas y perfumadas.

- No me había tomado el tiempo para apreciarlas, pero tienes razón se ven muy hermosas, pero no tanto como tú. Tu belleza es singular solo espero que no se pongan celosas por opacar su belleza.

- Creo que eres exageras.

- No, no exagero eres una mujer muy hermosa y ti belleza es única porque tú eres bella por dentro y por fuera. Ten es para ti.

Ariel corto Una rosa y se la regalo a Soledad. Ella la tomó y le sonrió, agradeciendo su gesto.

Soledad invitó a Ariel a sentarse en una banca cerca de la fuente.

- Este lugar es uno de mis preferidos, ay noches que paso mucho rato en este lugar disfrutando de la suave brisa de la fuente.

- Es muy agradable. ¿Son muy frecuentes tus paseos nocturnos?.

Pregunto Ariel intrigado.

-Algunas veces cuando me cuesta conciliar el sueño salgo a caminar o cuando necesito pensar tranquilamente.

- ¿Cómo es que nunca me había dado cuenta?.

Pregunto Ariel, Soledad bajo la mirada y le dijo.

- Tú sales todas las noches, y regresas ya de madrugada.

Ariel la tomó por la barbilla para levantar su rostro.

- Es verdad, desde el momento en que nos casamos yo nunca he estado en casa tú has estado sola la mayor parte del tiempo. Lo siento aunque en un principio te odiaba después eso cambió, sin embargo, mis salidas nocturnas nunca han cambiado.

Aunque no seamos una pareja como tal, debía de respetarte un poco más y estar más al pendiente de ti.

- No te disculpes, yo entiendo y te agradezco todo lo que has hecho por mí, y siempre te voy a agradecer que a pesas de haberte engañado tomando el lugar de Camila tú me perdonarás y ahora me estés ayudando.

- Tú eres una buena persona Soledad, ¡cómo podría yo odiarte!.

Ariel se acercó un poco más para sellar sus labios con los de ella y darle un delicado beso que poco a poco fue subiendo de intensidad, Ariel se abrió paso para explorar cada parte de la boca de Soledad.

Después de dejarla casi sin aliento se retiró un poco para besarle el cuello y volvía a su boca para seguirla besando, Soledad disfrutaba cada beso al máximo haciendo que su boca emitiera algunos ruidos, Ariel disfrutaba escucharla y cada vez deseaba un poco más de ella.

Soledad reaccionó a tiempo para retirarse y aunque unos días antes deseaba estar con Ariel ahora ya había comprendido que él nunca la amaría y no permitiría que solo la usará para satisfacer sus necesidades.

Soledad se levantó y acelero el paso para volver a su habitación, Ariel la detuvo para preguntar que le pasaba porque salía huyendo de él.

- Solo somos amigos, recuerdas y creo que el estar aquí así contigo no está bien. Y aunque yo sienta algo más por ti no quiere decir que tú sientas lo mismo por mí.

- Soledad yo también te amo, aunque me ha costado trabajo aceptar mis sentimientos ya no puedo seguir negándolo, poco a poco te fuiste metiendo muy dentro de mí. Y ahora no puedo estar sin ti yo te amó.

Y si no te había dicho nada antes es porque tú y David.

- ¿Qué?, entre David y yo nunca ha habido nada solo somos buenos amigos, yo a David lo quiero como aun hermano.

- Yo creo que David no piensa lo mismo y muchas veces me ha insinuado que si yo no te quería él estaba dispuesto a conquistarte.

- ja, ja, ja, como puedes creer eso.

- Muero de celos cada que te veo tan cercana a él sonriendo cosa que conmigo no haces.

Soledad se soltó de la mano de Ariel para dar unos pasos molesta, por lo que le acababa de decir Ariel.

- Como es posible que me digas eso cuando tú te la pasas todo el tiempo con Brenda, y ella descaradamente te coquetea y tú pareces muy feliz.

-ja, ja, ja, ella tiene bien claro que solo somos amigos y nunca habrá nada más entre ella y yo.

Ariel se acercó y la abrazo por la espalda y hablándole al oído le dijo, que la amaba y que si ella le daba una oportunidad él lucharía para merecer su amor.

- Déjame hacerte la mujer más feliz del mundo, yo sé que no te he tratado de la mejor manera y te pido perdón.

Soledad se dio la vuelta y mira dolo a los ojos le dijo que no tenía nada que perdonarle.

Y parándose de puntillas se acercó para darle un beso en la mejilla y decirle.

- Mi corazón es tuyo solo no lo lastimes.

Ariel le acaricio la mejilla y le dijo que no lo haría, que únicamente viviría para amarla y hacerla feliz.

Ariel la abrazo y Soledad hundió la cara en el pecho de Ariel embriagándose de su fragancia respiro profundo tratando de comprender por qué se le hacía tan familiar ese exquisito aroma.

Así estuvieron por un momento hasta que Soledad dio un largo bostezo, ya era tarde Ambos tenían que dormir Ariel la cargo y entre besos la llevó asta su recámara para depositar la suavemente en la cama Ariel le dio un profundo beso a Soledad y aunque tubo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad, no era el momento de continuar.

Ariel salió dejando a Soledad en su recámara, Soledad le sonrió y Ariel salió.

Soledad se acurrucó para dormir no sin antes darse un ligero pellizco para confirmar que realmente era real y no era solo un sueño o producto de su imaginación.