Cazada Por Mi Prometido

Eran casi las siete y cuarenta cuando baje a recepción, no podía negar que me sentía un poco incómoda, pero no era nada que no pudiera sobrellevar, recalcando lo sucedido al menos ya estaba abierta a conocer gente, era inmaduro de mi parte seguir atada a Alexander cuando ni siquiera había posibilidad de que él realmente lo sintiera.

Tenía los nervios a flor de pie, no recordaba la última vez que salí para algo que no se relacionará con el trabajo o con Erick, no soy una persona de amigos y por estar detrás de Alexander jamás tuve citas con alguien más que no fuese él y mis recuerdos a su lado no eran muy buenos.

Aún faltaba un poco para que Félix llegará por lo que me quedé quieta y comencé un hablar con la recepcionista para entretenerme un rato, hasta que repentinamente sentí como era jalada fuerte, cuando vi quien me sujetó del brazo pude notar que era Alexander con un rostro de pocos amigos.

—¿Estás loco? –Dije enojada– ¿Por qué me estás jalando?

Alexander se detuvo y me soltó cuando estuvimos un poco lejos de la recepcionista.

—¿A dónde vas Diana?

Su pregunta me confundió un poco por lo que me quedé mirándolo fijamente en señal de que me diera un poco más de información.

—Estás arreglada y según sé tu reunión fue temprano ¿Con quién saldrás?

—¿Cómo sabes sobre mi horario? En primer lugar, no debería importante y segundo yo no debo darte explicaciones, mucho menos cuando yo nunca te las pedí ¿Estás loco o qué? Puedo salir con quien quiera a donde me plazca mientras tenga tiempo.

–No me dejas demostrarte mi arrepentimiento, pero si le das la oportunidad a otro de conquistarte.

—Déjame recaer en tus palabras ¿No tengo derecho de estar con nadie? Te recuerdo que tú ya tienes a alguien, no me interesa si tu amor no duro nada, esa es la prueba de que no se puede confiar en ti.

—Te amo Diana… no existe duda de eso, me equivoque y me deje llevar por una aventura, sí, pero estoy arrepentido y quiero recuperar tu confianza, por eso no debes darle ninguna oportunidad a nadie.

—¡Estoy cansada de tu egoísmo! ¿Crees que te daré una oportunidad? Jamás, mucho menos cuando me dejas en claro de que yo no puedo ser feliz, no quiero estar atada a ti, debes superar esto Alexander, hazlo y déjame hacerlo también, cada vez que abres la boca me haces odiarte y créeme que no quiero hacerlo.

—Es que no lo entiendes…

—Si lo entiendo, lo entiendo mejor que tú.

—¿Esta es tu venganza, verdad? –Preguntó con un rostro dolido– Yo te hice sufrir y ahora debo sufrir ¿No es cierto?

—Por favor Alexander, no seas ridículo, tus palabras ni siquiera suenan convincentes, mucho menos tus disculpas patéticas, además de que tus acciones son mucho peores, actúas como si no me conocieras, no, estoy segura de que no me conoces y es lo que más me sorprende.

Alexander iba a hablar, pero en ese momento Félix entró al edificio y aproveché la oportunidad para alejarme de Alexander, honestamente, ya me estaba hartando de él y su actitud pesada.

—¡Diana! –Dijo amablemente Félix mientras se acercaba a mí– te ves increíble, me gusta mucho el vestido que llevas.

—Gracias –Sonreí– también te ves bien.

—¿Saldrás con el segundo heredero de los Miller? –Dijo con Alexander con rabia– no entiendo la razón para darle una oportunidad.

De verdad quería ahorcar a Alexander hasta dejarlo morado, sin embargo, suspiré y lo miré con amargura.

—Si lo haré ¿Algún problema o debo pedir permiso?

—¿Alexander? –Preguntó Félix– ¿Conoces a Diana?

—Sí, es mi prometida.

—Ya no lo soy Alexander –Miré a Félix– ¿Nos vamos?

—Si –Sujetó mi brazo– mi chófer está afuera.

Salimos intentando ignorar a Alexander, ¿Cuándo se volvió tan inmaduro? Siempre fue un hombre que pensaba y consideraba mucho las cosas, pero desde que entregó su “corazón” a Emily había cambiado tanto que parecía una persona diferente.

Félix me abrió la puerta del auto y después se sentó junto a mí, se notaba que estaba un poco nervioso.

—Es fue un poco incómodo –Dijo mientras se rascaba la nuca– es extraño que tu ex pareja estuviera en el mismo hotel.

—Si lo fue… lo siento, ni siquiera sé que hacer aquí, es fastidioso verlo todo el tiempo.

—Recuerdo que tu misma dijiste que nadie debía pedir perdón por algo que no hizo… de todos modos te debe ir peor a ti viéndolo todo el tiempo.

—Es un tormento que estoy dispuesta a soportar, claro, al menos por ahora.

—Sabes… sé que sonará grosero, pero ¿Por qué terminaste con tu compromiso con Alexander? Según sé él es una buena persona y su historial familiar es impecable.

—Me fue infiel, muchas más veces de las que puedo decir, además, tampoco es que tuviéramos una buena relación más allá de lo laboral, no entiendo su insistencia ahora.

—Bueno, se nota que le gustas, pero… lamento haber preguntado algo así… no creí que esa sería la razón.

—No importa, honestamente mientras más analizo o hablo sobre el tema se vuelve día a día más fácil, supongo que es porque mientras más fácil sea hablar sobre eso más fácil es superarlo.

Cambiamos el tema de forma radical hasta llegar al restaurante, a pesar de ser un restaurante de lujo no era un lugar muy extravagante y tenía un ambiente agradable.

Nos sentamos y el mesero nos atendió rápidamente, la comida tenía buen sabor y el vino que escogió Félix era de mi gusto, era muy agradable estar con Félix, claro que hablamos mucho sobre trabajo, pero la charla no era monótona ni aburrida, además de que compartía varias visiones con Félix.

—Sabes, venir fue más agradable de lo que pensé, hace mucho no salía a distraerme.

—Yo creí que no aceptarías venir.

—¿Entonces por qué me pediste venir?

—No perdía absolutamente nada intentándolo, además, si viniste y es lo que cuenta, bueno, al menos es lo que pienso.