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"Infancia Robada, Poder Sellado"

"Infancia Robada, Poder Sellado"

Status: En proceso
Genre:Venganza / Familias enemistadas / Secretos de la alta sociedad / Mundo mágico
Popularitas:3.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Vic82728

En las tierras frías del Reino de Belfast, un niño fue arrancado de los brazos del amor y lanzado al abismo del desprecio. Victor, de apenas ocho años, sobrevive bajo el techo de sus propios enemigos, el Rey y la Reina que arrasaron su pasado. Lo llaman débil, lo humillan, lo marcan con su odio… sin imaginar lo que realmente duerme en su interior.

Esta no es la historia de un héroe elegido. Es la travesía de un alma quebrada que se arrastra por los escombros del trauma, el dolor y la soledad. Cada mirada de desprecio, cada palabra cruel, cada herida invisible es una chispa que alimenta una tormenta silente. Y cuando el momento llegue… ni el trono ni la sangre real podrán detener lo que ha nacido del silencio.

Un cuento oscuro donde no hay luz sin sombras, ni infancia sin cicatrices. Un viaje que transforma al niño temeroso en la incógnita más temida por todos.

NovelToon tiene autorización de Vic82728 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 16 – A Través del Silencio del Bosque

El tiempo no corría igual en Seiri no mari.

Los días eran largos, los atardeceres eternos. El sol parecía detenerse en lo alto del cielo, como si se negara a abandonar un lugar donde la armonía aún existía.

Y sin embargo, el silencio que envolvía la aldea no era paz…

Era vigilancia.

Víctor, con sus cabellos oscuros enmarañados y los ojos profundos como un abismo aún sin explorar, crecía lentamente bajo la sombra del gran árbol sagrado. A sus nueve años recién cumplidos, ya no parecía el mismo niño tembloroso que una vez cruzó los umbrales de ese bosque escapando del infierno. Pero su cuerpo aún llevaba cicatrices… algunas visibles, otras mucho más hondas.

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—Otra vez —dijo un anciano con rostro de zorro, lanzándole un pedazo de madera con rapidez.

Víctor lo atrapó con torpeza, trastabilló, cayó de rodillas… pero no se quejó.

—Bien. Al menos no lloras como antes —dijo el anciano con indiferencia.

Las jornadas eran duras. Lo hacían correr, cargar agua, cortar madera, moler granos. Cualquier tarea que templara sus músculos y distrajera su mente del pasado. Pero el pasado… no se olvidaba tan fácilmente.

Por las noches, Víctor despertaba empapado en sudor, con gritos apagados atascados en su garganta. Las imágenes volvían: su madre gritando su nombre, su padre derribado en el suelo, la risa cruel de Vanessa, los ojos vacíos de Carlos.

Y entonces, una noche, el árbol lo llamó.

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Lo encontró de pie frente al gran tronco, en silencio. Las hojas susurraban algo que no entendía, pero que sentía con cada latido.

—¿Por qué no puedo olvidar? —preguntó en voz baja, apenas un susurro para sí mismo.

Pero el árbol no respondió con palabras. Respondió con presencia. Con una sensación en el pecho que le recordó que aún estaba vivo… y que eso tenía un propósito.

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El Consejo de Ancianos comenzó a observarlo más de cerca. Dryas, la figura enigmática de belleza antigua y ojos infinitos, se reunía a solas con él de vez en cuando. No le hacía preguntas. Solo lo miraba. Como si esperara algo.

—Estás creciendo —dijo una vez, mientras el viento le movía los cabellos plateados—. Pero aún estás dormido.

Víctor frunció el ceño.

—¿Dormido?

Dryas le sonrió con compasión.

—Ya despertarás. Cuando llegue la hora… y el dolor sea más fuerte que el miedo.

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A medida que pasaban los meses, el cuerpo de Víctor se fortalecía. Su mente se agudizaba. Pero su alma… su alma se oscurecía poco a poco. Ya no sonreía. Ya no reía. Se limitaba a observar el mundo, en silencio, como si esperara algo que ni él sabía explicar.

Y una semilla en su interior empezaba a germinar.

No era de bondad.

Era de rabia…

Y de propósito.

Afuera, el mundo seguía girando. La cacería no se detenía. Los hombres seguían buscando.

Pero Víctor…

Él estaba esperando.

Creciendo.

Transformándose.

El bosque lo estaba moldeando.

Y tarde o temprano, saldría de nuevo.

Capítulo 16 – A Través del Silencio del Bosque (Continuación)

Pasaron las estaciones…

Y con cada hoja que caía de los árboles milenarios, Víctor crecía un poco más.

A los diez años, su cuerpo había comenzado a cambiar. Los huesos se le marcaban más, su resistencia había aumentado y los ojos… sus ojos ya no eran los de un niño. Había en ellos algo quebrado, algo que se negaba a sanar.

La gente del bosque lo observaba de lejos. Algunos aún lo despreciaban por su origen humano. Otros, con el paso del tiempo, comenzaban a percibir que no era un simple niño perdido. Aunque él seguía sin entender por qué lo habían dejado vivir, por qué lo toleraban entre ellos… una parte de sí sabía que todo tenía un precio.

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Una noche, mientras ayudaba a recoger agua en la fuente exterior, una figura encapuchada se le acercó. No llevaba armas. No hizo ruido. Solo se sentó junto a él en el borde de piedra.

—Te estás haciendo más fuerte —dijo con voz ronca—. Pero sigues mirando hacia abajo cuando hablas.

Víctor bajó la mirada aún más, incómodo.

—¿Quién eres? —preguntó.

—Solo un espíritu que vigila lo que duerme —respondió el hombre-bestia—. Todos aquí llevamos cicatrices, chico. Pero no todos nacimos con rabia en el alma como tú.

Víctor no respondió.

No sabía qué decir.

Porque era cierto.

Dentro de él, esa rabia crecía. Se alimentaba del recuerdo, del dolor, del abandono.

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A los once años, Víctor ya no necesitaba que lo despertaran. Se levantaba antes del amanecer. Entrenaba solo. Corría por el bosque sin perderse. Comenzó a cazar con la tribu, aunque sin arma, usando solo su ingenio y velocidad. Pero nunca tocaba a las presas. Solo las marcaba. Como si probara su poder sin ceder al instinto de matar.

Dryas lo observaba desde lejos.

—Está cambiando —dijo al consejo, reunido en el interior del árbol sagrado—. Ya no es un niño. Y aún no es un guerrero. Pero su mirada es la de un sobreviviente… y eso es más peligroso que cualquier arma.

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Cierta tarde, mientras Víctor recogía ramas cerca del río, vio su reflejo en el agua por primera vez en mucho tiempo.

Y no se reconoció.

Su rostro era el de alguien mayor. No por edad. Por vivencias. Tenía los ojos hundidos, la piel curtida, una expresión endurecida que no correspondía a alguien que apenas dejaba la niñez.

—Pronto… —murmuró—. Pronto seré lo suficientemente fuerte. Y cuando eso pase… no tendré piedad.

Pero en lo profundo de su corazón… algo le susurraba que aún no estaba listo.

No todavía.

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Y mientras el sol se ocultaba detrás del gran árbol, y las barreras mágicas seguían protegiendo la aldea, Víctor se acostó sobre la hierba húmeda, con los ojos abiertos, mirando las hojas danzar.

Pensó en su madre.

Pensó en su padre.

Pensó en Carlos… en Vanessa… en Lilith.

Y por primera vez, no sintió miedo al recordarlos.

Sintió odio puro.

Frío.

Afilado.

Imparable.

—Algún día… me verán de frente —susurró.

Y ese día… se arrepentirían de no haberlo matado cuando tuvieron la oportunidad.

Capítulo 16 – A Través del Silencio del Bosque (Parte Final)

El invierno cayó sobre el bosque con una crudeza que pocas veces se veía en esas tierras. La nieve cubría los senderos y los techos de las viviendas de la aldea espiritual. El aire olía a hielo, a tierra congelada, y a leña quemándose en el interior de las casas de piedra y madera viva.

Víctor cumplió doce años ese invierno. Nadie le celebró, y él tampoco esperaba que lo hicieran.

Cada día, sus manos estaban más ásperas. Ya no le dolía levantarse con los huesos entumecidos por el frío. Había aprendido a encender fuego, a construir refugios temporales en la intemperie, a trepar árboles más altos que cualquier edificio en el castillo de Belfast.

Pero más que el cuerpo, lo que crecía en él… era el silencio.

Un silencio denso.

Inquietante.

Que lo envolvía incluso entre risas ajenas, incluso en las comidas comunales.

Lo llamaban “el chico fantasma” entre los más jóvenes del poblado. Porque estaba, pero no estaba. Porque cuando alguien hablaba con él, se sentía como si una parte de él estuviera ausente. Lejana. Como si todavía caminara por un lugar invisible donde el horror aún no terminaba.

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Una noche, Dryas bajó del gran árbol, más seria de lo normal. Su silueta etérea se difuminaba entre la niebla nocturna.

Se dirigió sola hacia el claro donde Víctor se entrenaba, practicando con una rama como si fuera una espada. Sus movimientos eran torpes, pero insistentes. Como un eco que no cesaba.

—No luchas por defenderte —dijo Dryas desde la sombra—. Luchas como si quisieras golpear al mundo entero.

Víctor se detuvo. No la miró.

—No quiero defenderme —susurró—. Quiero destruir algo.

—¿Qué?

—Todo lo que me hizo esto.

Dryas lo observó en silencio, y por un instante, pareció dudar. Pero no intervino. Solo dejó una semilla en el suelo frente a él.

—Cuando estés listo, plántala. Y si crece… hablaremos.

Víctor asintió. No preguntó nada.

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El tiempo siguió avanzando. La primavera trajo nuevos colores al bosque, pero dentro de él, seguía todo gris. Sin embargo, su cuerpo ya no era el mismo de un niño. A los trece años, era delgado, pero firme. Con músculos tensos por el entrenamiento constante. Con reflejos desarrollados por el instinto de sobrevivir.

Los ancianos del Consejo comenzaron a notarlo.

—Ese muchacho… —murmuraban—. Algo se está forjando en su interior. Algo que no podemos controlar.

Pero Dryas solo respondía con una advertencia:

—Y aún así… no es tiempo de detenerlo.

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Una noche, mientras caminaba por el límite del bosque, vio a lo lejos las luces de unos forasteros acampando. Humanos. Armados. Portaban un símbolo que Víctor reconoció de inmediato.

Un estandarte negro. Con un lobo plateado.

Era el sello de los cazadores del reino de Belfast.

Carlos lo buscaba.

Aún después de todos esos años.

Víctor sonrió por primera vez en mucho tiempo.

No era una sonrisa feliz.

Era fría. Calculadora.

Como una grieta en una máscara de piedra.

—Ya no soy ese niño al que golpearon —susurró para sí—. Que me encuentren… si se atreven.

Y se desvaneció entre los árboles, como un espectro silencioso.

1
Rubi Cuerbo
mui bien
Vic
No se preocupen ya subí el capítulo 36 y 37 mañana a la 7am se sube el capítulo 38
Rubi Cuerbo
quiero ver más capitulos
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