Mary es una chica muy alegre y llena de sueños, aunque desde pequeña enfrentó muchos obstáculos, siempre es optimista y está con una gran sonrisa, buscándole siempre el lado bueno a todo, una día su vida cambiará, aunque al principio todo parece ir de mal en peor, pronto todo eso pasará a ser parte del camino para su felicidad, pues conocerá a su gran amor, aunque eso todavía no lo sabe, acompañame a vivit esa increíble historia, llena de dolor, lágrimas y felicidad.
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La llegada de Antonio.
Antonio llevaba semanas intentando recomponer su vida en Canadá, tras la muerte de su padre y la avalancha de responsabilidades que heredó, se encerró en el trabajo para no pensar y no deprimirse más, pero por mucho que se ocupara, había noches en las que la soledad lo golpeaba con fuerza, se quedaba mirando el techo, recordando la presión, la ausencia… y aquella sombra del pasado que nunca pudo borrar, y era aquel día en la cabaña, aquella chica que lloraba desconsolada, nunca supo lo que en realidad pasó, pero eso le dejo una huella en el corazón.
Justo esa tarde, cuando terminaba una reunión agotadora, su celular vibró, miro el nombre en la pantalla y, por primera vez en mucho tiempo, se le iluminó el rostro, era su gran amigo, Carlos.
Sin pensarlo dos veces, contestó.
—¡Hermano! —exclamó Carlos con el entusiasmo de siempre— ¿Todavía te acuerdas de mí o ya te olvidaste en ese país frío?
Antonio soltó una risa sincera, algo que no le salía desde hacía meses.
—¿Cómo me voy a olvidar, hermano? ¿Cómo estás, viejo?
—Ahí… sobreviviendo —respondió Carlos—. Oye, ya ni sé cuando fue la última vez que hablamos relajados, sin problemas ni trabajo.
La llamada se extendió como si el tiempo jamás hubiera pasado. Hablaron de tonterías, de sus días de adolescentes, de los líos en los que se metían, era una conversación ligera y más que nada necesaria, en medio de las risas, de pronto, Carlos cambió el tono.
—Antonio… necesito contarte algo.
Antonio se acomodo en la silla, sabía que era algo importante, por eso pregunto sin más:
—¿Qué pasó amigo?
—Es sobre una amiga —comenzó Carlos—, ella se llama Mary.
Antonio frunció el ceño.
—¿Mary? No me suena.
—Claro que no… tú no la conoces, pero para mí es alguien especial, muy especial —añadió Carlos, con un toque de vulnerabilidad—, la vida le dio duro, y ahora… peor su hijo está muy enfermo, el pequeño necesita un trasplante y de manera urgente.
—Carajo… lo siento mucho, hermano —respondió Antonio—¿Y qué puedo hacer para ayudarte amigo?
—Mira… —Carlos suspiró—, la verdad es un poco complicado, pero me vendría bien tu ayuda, pero no quiero presionarte más, aunque… me encantaría que vengas a Ecuador., amigo tómalo como vacaciones, como un descanso, te vendría bien despejarte un poco, después de lo de tu papá.
Antonio cerró los ojos, lo que más quería era escapar un poco de la carga que arrastraba, cambiar de aires, pero también sentía que Carlos le pedía algo más profundo.
—¿A Ecuador, ah? —murmuró—. Hace años que no voy.
—Precisamente por eso —insistió Carlos— vente unos días, te prometo que te hará bien y … bueno… de paso, quizá me ayudes a entender mejor qué hacer, Mary es buena, es trabajadora, es fuerte… pero está sola en esto.
Antonio no tenía idea de quién era Mary, ni lo que le esperaba allá, solo escuchaba la voz quebrada de su amigo y eso le bastaba para tomar una decisión:
—Está bien —dijo finalmente—, iré, necesito un nuevo ambiente, uno más tranquilo, y si puedo echarte una mano, lo haré, querido amigo.
Carlos dejó escapar un suspiro de alivio.
—Hermano, no sabes cuánto te agradezco esto, te voy a recibir con bolón, encebollado y todo lo que extrañabas.
Antonio sonrió.
—Con eso ya me convenciste.
Pronto llamo a su asistente y le pidió que reserve un vuelo privado para el siguiente día, que sea a primera hora le dijo.
Esa noche, mientras hacía su maleta, un recuerdo volvió a su mente sin permiso, era el olor a madera húmeda de la cabaña, una risa suave, una chica con ojos profundos y temblorosos que lo miró como si lo conociera desde siempre, aunque al mirarla despertar todo en ella cambió y todavía se preguntaba qué pasó.
Al siguiente día, en la tarde, ya casi la noche el avión aterrizó en Guayaquil, Antonio llevaba esa noche sin dormir, nervioso pero sin entender por qué, quizá era el cansancio acumulado o quizá era un presentimiento extraño que lo acompañaba desde la llamada con Carlos.
Apenas salió del aeropuerto, Carlos lo esperaba con los brazos abiertos.
—¡Hermano! —exclamó, abrazándolo con fuerza—, no sabes cuánto necesitaba esto.
—Yo también —respondió Antonio, sonriendo—es bueno verte, viejo.
Subieron al auto y en el trayecto Carlos le habló de su trabajo, de la nueva ciudad, de las oportunidades… pero su voz se volvió más seria cuando mencionó a Mary.
—Ella es fuerte, pero… está en una situación complicada —murmuró—, tenemos poco tiempo.
—Haré lo que pueda —aseguró Antonio, sin imaginar lo que estaba a punto de vivir.
Llegaron a la clínica donde Tony estaba hospitalizado, Daniela esperaba en recepción, al ver a Antonio, lo saludó con amabilidad, aunque lo veía cansado y era cierto, él estaba cansado por el viaje y la mala noche.
—Hola, Carlos —dijo ella, para luego mirar al acompañante—. ¿Y él es…?
—Un amigo que vino a ayudarnos—respondió Carlos.
Daniela sonrió, era evidente que ella también estaba agotada, pero hacía lo posible por mantenerse firme.
—Mary está arriba con Tony, pero el pequeño está dormido, lo mejor será que regresemos mañana en la mañana, ellos están muy agotados, lo mejor es dejarlos que descansen está noche, ya mañana hablaremos a ver cómo nos puede ayudar.
Carlos y Antonio, estuvieron de acuerdo, ya se hacía muy tarde y él también necesitaba descansar para tener sus pensamientos claros para ayudar a su amigo de la mejor manera.
Carlos subió a ver a Mary y a contarle que un amigo venía de Canadá a ayudarlos, pero que lo conocería el día de mañana, que se iba a dejar a su amigo instalado y regresaba a acompañarla, Mary asintió y le agradeció por todas las atenciones, se despidieron con un fuerte abrazo.
Antonio quien esperaba con Daniela en la recepción, vieron llegar a Carlos, se fueron en el auto, dejaron a Daniela en casa y se fueron al departamento de Carlos, Antonio se instaló, su amigo le dijo que se sienta como en casa, que tome lo que desee y se ponga cómodo.
Que la rescaten.