La vida de Camila en Florencia se convierte en una pesadilla cuando es víctima de un secuestro y un brutal asalto. Dos semanas después, vive atrapada por el terror y el silencio junto a su flamante esposo, Diego Bianchi, el poderoso CEO de una de las dinastías más acaudaladas de Italia. Para proteger la estabilidad de su nueva vida, Camila le oculta a Diego la verdad más oscura de aquella noche, catalogada oficialmente como un "secuestro normal".
Diego, un hombre que la sacó de su humilde vida como camarera, la ama con una posesividad controladora, pero al mismo tiempo la avergüenza por su origen, viéndola más como un trofeo que como una esposa. Esta mentira es el cimiento quebradizo de su matrimonio.
La tensión explota en la cena familiar de los Bianchi, donde Diego presenta a Camila sorpresivamente como su prometida. En medio de la fría y juzgadora élite, la belleza de Camila impacta profundamente al hermano menor de Diego, Alejandro, quien queda irremisiblemente atónito.
A medi
NovelToon tiene autorización de Isa González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Encuentro Prohibido
Camila al ver a Alejandro se turba inmediatamente. Un escalofrío helado le recorrió la espalda y, sin poder controlarlo, sintió un golpe en el pecho: su corazón empezó a latir muy fuerte y muy rápido, resonando en sus oídos como un tambor de guerra.
Alejandro la miró fijamente, con una intensidad que casi la hacía arder, mientras tomaba un sorbo lento y deliberado de su copa. Con una seguridad aplastante, se acercó a Camila y a su hermano, Rodrigo.
—Buenas noches, qué agradable encuentro —les dijo Alejandro con una voz tranquila y pausada, pero que para Camila sonó como un rugido.
—No pensé que vendrías, estos eventos nunca han sido de tu agrado —le contestó Rodrigo, visiblemente sorprendido.
—Necesitaba venir. Hay un asunto que tengo que resolver esta noche —respondió Alejandro a su hermano, clavando sus ojos en Camila de manera disimulada.
Entendiendo el mensaje cifrado y sintiendo la necesidad urgente de huir, Camila intervino:
—¿Me disculpan? Voy al tocador.
Rodrigo la miró intrigado y con suspicacia. Camila estaba visiblemente nerviosa, con las mejillas encendidas.
—¿Qué haces aquí, Alejandro? —le preguntó Rodrigo, con el tono ya muy serio.
—Ya te dije, tengo un asunto que resolver —le contestó él.
—¿Qué asunto? —insistió Rodrigo.
—Es algo personal, hermanito, no seas curioso —le respondió Alejandro, poniendo su mano sobre el hombro de Rodrigo, una muestra de afecto que no hizo más que aumentar la tensión.
Mientras tanto, en el tocador, Camila trataba desesperadamente de calmar el caos en su interior.
"Si hubiera sabido que Alejandro iba a estar aquí, me hubiera inventado cualquier excusa para no venir," se dijo Camila, viendo su reflejo pálido y angustiado en el espejo.
Intentaba forzarse a respirar profundamente, pero el aire se le atascaba en los pulmones. ¿Cómo iba a disimular frente a Rodrigo? ¿Cómo iba a hacer para que él jamás se diera cuenta de que entre ella y Alejandro había pasado algo? La culpa y el deseo la estaban volviendo loca.
Camila tomó una última bocanada de aire e intentó salir. Pero justo cuando abrió la puerta, Alejandro la empujó suavemente, haciéndola entrar de nuevo.
—¿Qué haces? —le preguntó ella, con la voz quebrándose por el nerviosismo.
Alejandro echó el seguro a la puerta con un clic definitivo. La tomó firmemente por la cintura y la llevó contra la pared. La desesperación se palpaba en el aire.
—No. ¿Qué estás haciendo tú? No respondes mis llamadas ni mis mensajes. Llevo semanas sin verte. Me estoy quemando de las ganas de hacerte el amor —le susurró él, rozando sus labios con los de ella, encendiendo una chispa que Camila temía.
—¿Eso es lo único que quieres? ¿Meterme en tu cama? —le preguntó Camila, sintiéndose un poco indignada por la brusquedad de la situación.
—No, pero sí tengo muchas, muchísimas ganas de hacerlo. ¿Qué te pasa? —preguntó él, con un matiz de desesperación en su voz.
—Me pasa que me di cuenta de que esto es una locura. ¿No entiendes? ¡Soy la esposa de tu hermano, Diego! —le gritó Camila, angustiada.
—No me recuerdes eso —le respondió él, cerrando los ojos por la frustración.
—¡Eso jamás se olvida, Alejandro! Allá afuera está Diego esperándome. Esa es la realidad. Y si yo sigo acostándome contigo, solo seré una mujerzuela que engaña a su esposo.
—¿Una mujerzuela? No, mi amor. Serás una mujer valiente que no tiene miedo de ser feliz, de ser mujer en los brazos del hombre que logra llegar hasta lo más profundo de su ser. Del hombre que te hace vibrar, que te hace hervir la sangre como lava volcánica. Eso serás.
mendigo infiel
son fuego