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El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad / Yaoi / Amor a primera vista / Romance
Popularitas:6.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Arim Dan Kim Gwon, un poderoso CEO viudo, vive encerrado en una rutina fría desde la muerte de su esposa. Solo su pequeña hija logra arrancarle sonrisas. Todo cambia cuando, durante una visita al Acuario Nacional, ocurre un accidente que casi le arrebata lo único que ama. En el agua, un desconocido salva primero a su hija… y luego a él mismo, incapaz de nadar. Ese hombre es Dixon Ho Woo Bin, un joven biólogo marino que oculta más de lo que muestra.

Un rescate bajo el agua, una mirada cargada de algo que ninguno quiere admitir, y una atracción que ambos intentan negar. Pero el destino insiste: los cruza una y otra vez, hasta que una noche de Halloween, tras máscaras y frente al mar, sus corazones vuelven a reconocerse sin saberlo.

Arim ignora que la mujer misteriosa que lo cautiva es la misma persona que lo rescató. Dixon, por su parte, no imagina que el hombre que lo estremece es aquel al que arrancó del agua.

Ahora deberán decidir si siguen ocultándose… o si se atreven a dejar que el amor, como los latidos bajo el agua, hable por ellos.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Un parecido muy peculiar

La noche en la casa de huéspedes H2O tenía un aire festivo. Los viajeros, después de la cena, se habían acomodado en la terraza con tragos en la mano.

—Sakura, no corras. Ya casi es hora de dormir.

—No tengo sueño, papá.

Al cabo d media hora ya estaba agotada y rendida. Arim regreso para seguir compartiendo con el grupo d turistas igual que él.

El mar rugía cerca, como un telón sonoro que acompañaba las risas y las charlas de aquel grupo variado. Dixon, aunque cansado, se había dejado arrastrar por la camaradería, bebiendo más de la cuenta.

Arim no lo perdía de vista. Había algo en ese muchacho que lo mantenía en un vaivén entre el deseo y una ternura peligrosa. Cuando Dixon, con voz suave y un bostezo escondido, pidió permiso para retirarse, todos lo despidieron con un “buenas noches, delfín”, ese apodo que a Arim le hacía temblar de recuerdos.

Siguieron conversando un rato más hasta que, entre vasos y risas, Arim notó el teléfono olvidado sobre la silla de Dixon. Lo tomó con cuidado, como si fuera un pedazo de su dueño, y tras pedir permiso, se excusó del grupo.

El pasillo del hostal estaba casi a oscuras. Subió la escalera hacia el ático, donde Dixon se alojaba, caminó con pasos lentos. Cada peldaño parecía empujarlo hacia algo que no estaba seguro si debía enfrentar.

Tenía tantas preguntas pero solo su presencia lo ponía muy nervioso. Sus minis vacaciones habían terminado, pero con la excusa de la niña las había extendido un par de días más. Pronto debía volver a su realidad.

Cuando llegó a la puerta entreabierta, golpeó suavemente.

—¿Dixon? Te dejaste tu móvil… —dijo en un susurro.

La respuesta no llegó de inmediato. Empujó un poco la puerta, y lo que vio lo dejó helado.

Dixon estaba de pie, descalzo, solo con el pantalón puesto. Su torso desnudo brillaba bajo la débil luz de la lámpara, y parecía que se había sobresaltado al escuchar la voz. Se llevó instintivamente las manos al pecho, como si con ese gesto pudiera cubrirse, pero enseguida soltó una risa nerviosa.

—¡Me asustaste! —exclamó, llevándose una mano al corazón—. Pensé que era la gerente o alguno de los chicos molestando.

Arim se quedó mudo un instante, sosteniendo el móvil en la mano como una excusa que ya no era suficiente. Sus ojos se deslizaron por aquel cuerpo joven, marcado por el mar y la vida, y un recuerdo punzante lo atravesó: la noche de tragos, el cuerpo de Dixon arqueándose, sus labios gimiendo su apodo secreto. Se puso rojo como tomate.

—Disculpa por asustarte. Solo… vine a devolverte esto —dijo al fin, tendiéndole el teléfono.

Dixon lo tomó con una sonrisa tímida.

—Gracias, Arim. —Su voz se quebró un poco, quizás de cansancio, quizás de otra cosa.

Arim no se movió. El silencio entre ambos era demasiado denso, cargado de todo lo que no se habían dicho. Sus ojos no podían despegarse de la curva de su nariz, del brillo en sus labios húmedos, del desorden de su cabello. Y sí, aunque trató de evitarlo, su mirada descendió hasta esas caderas y el estómago firme que recordaba con demasiada claridad.

Dixon bajó la vista, incómodo pero también consciente de lo que ocurría.

—Deberías volver con los demás… —murmuró, aunque no dio un paso atrás.

—Lo sé… Pero creo que ya se fueron a dormir, así que no tengo más coro —susurró Arim, sin moverse tampoco.

El aire se tensó, como si en cualquier momento alguno de los dos fuera a cruzar una línea que se mantenía frágil, hecha de recuerdos y deseos reprimidos.

Dixon lo observó quedarse quieto en el marco de la puerta, como si algo lo retuviera allí. Sus ojos pedían más, aunque su boca no lo dijera. Al final, suspiró y dio un paso hacia atrás.

—Pasa si no tienes sueño… no muerdo. —Levantó una ceja y, señalando una neverita pequeña junto a la cama, añadió—. Tengo un par de cervezas guardadas.

Arim entró, cerrando la puerta tras de sí con un gesto torpe. Se dejó caer en el borde de la cama, que cedió bajo su peso. El colchón de agua lo hundió hacia un lado y lo hizo rebotar.

—¡Ah, diablos! —se quejó, tratando de enderezarse.

Dixon soltó una carcajada abierta, natural, que llenó la habitación.

—Oh, lo siento... debí advertirte… cama de agua. No es para cualquiera.

El sonido de esa risa le caló hondo a Arim. Intentó disimular con una sonrisa mientras Dixon le pasaba una cerveza abierta. La tomó y bebió de un trago largo, casi ansioso.

—Gracias… por todo. No solo la cerveza. —Arim bajó un poco la voz, como si confesara algo íntimo—. Gracias por cómo tratas a mi hija. Antes tenía muchas pesadillas con fantasmas y desde que te conoció ya no tiene pesadillas ni habla sola. Ahora solo habla de delfines, del océano. Su maestra y su psicóloga están sorprendidas.

Dixon se acomodó a su lado luego de darle otra cerveza, mirándolo con una calidez distinta.

—Es una niña maravillosa. Tiene tu carácter… y tu terquedad —dijo con un brillo juguetón en los ojos.

Arim sonrió apenas, pero el ambiente se volvió más espeso. De pronto, Dixon, casi sin pensarlo, alzó la mano y le cubrió en parte el rostro sin tocar su piel. Cómo si en el viera a alguien más.

—¿Qué…? —Arim se tensó, sorprendido.

El corazón de Dixon golpeaba fuerte. Miraba de cerca esos labios carnosos, la sombra de sus pestañas contra la piel, esa mirada verde oscura que había visto antes en otro tiempo, en otra piel.

Apartó la mano de golpe y bajó la cabeza.

—Perdón… pensé una tontería.

—¿Qué tontería? —Arim se incorporó, molesto.

—Me recordaste a alguien… —balbuceó Dixon, mordiéndose el labio medio borracho—. No tiene sentido. Esa persona debe estar muy lejos. No puedes ser tú.

La ofensa atravesó a Arim como un dardo.

—¿A qué tipo de persona te refieres? —preguntó con la voz grave, mirándolo fijo. Tomó la cerveza de un trago.

—Olvídalo… —Dixon intentó levantarse, pero Arim lo tomó fuerte de la muñeca y en ese forcejeo ambos cayeron sobre la cama de agua. El vaivén los hizo reír nerviosamente por un segundo, hasta que quedaron peligrosamente cerca, respirando el mismo aire.

Arim no se contuvo más.

—¿Del tipo de hombre que te gusta? ¿Otro hombre? —susurró con los ojos clavados en él—. ¿Y qué si tengo una hija? ¿Eso significa que no puedo sentir? ¿Que no puedo enamorarme?

Y sin esperar respuesta, lo besó.

Fue un choque ardiente, desesperado. Dixon intentó apartarse porque no entendía ni mierda lo que estaba pasando, empujaba un poco su pecho, pero Arim lo sostuvo con firmeza, devorando su boca, lamiendo su labio inferior. El cuerpo de Dixon respondió antes que su mente.

—Arim… —jadeó entre beso y beso—. Esto no es…

—¿No es qué? —Arim lo miró, ojos encendidos—. En la subasta no intentaste apartarme.

Dixon se quedó petrificado. Sus pupilas se dilataron como si alguien le hubiera revelado un secreto imposible. Sintió bajo su cuerpo la erección inconfundible de Arim presionando contra él, caliente y real.

El pasado, el presente y ese deseo prohibido se fundieron en un solo instante y Dixon se preguntaba si realmente había escuchado bien o era el alcohol haciéndole una jugarreta muy pesada.

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Maru19 Sevilla
Todo está muy bien y va estar mejor cuando Arim se sacuda a su perniciosa familia 😂😂😂
Maru19 Sevilla
Arim está muy manipulado
Maru19 Sevilla
Cuánta pasión 🥰🥰
Maru19 Sevilla
Que descanses autora🥰
💖
La nana quiere al jefe
💖
Ya entendí es homosexual
💖
Una protagonista vestido de hombre /CoolGuy/
Erika Estrada
me encanta ojalá puedan estar juntos los tres 🤭
Maru19 Sevilla
Que bonito capítulo 👏
Maru19 Sevilla
Que posesivo! 🤭🤭🤭
Erika Estrada
entiendo a Sergey pero en el corazón no se manda y espero que ahora sí el domador de Delfines saque la casta que debe🤭
Erika Estrada
OMG por qué no hay hombres así en mi pueblo ☺️☺️
Yandi Perea Maturana: esos hombres solo existen y están en noveltoon🤣😂🤣😂🤣😂
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Jajajaja que buen capitulo
Mckasse Escritora
🥰🥰🥰🥰🥰gracias por leer
Maru19 Sevilla
Me encantan tus novelas autora /Heart/
Maru19 Sevilla
A poco no le tentación, saber quién es /Slight/
Maru19 Sevilla
Ni modo a recetearse Alfa
Mckasse Escritora: jajaja está buena esa
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Ah, pillines/Drool/
Maru19 Sevilla
Picarones/Chuckle/
Mckasse Escritora
muchas gracias
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