Tercera parte! En emisión asique no se desesperen que vamos a paso lento pero seguro. Escribo con mucho amor asi que espero lo mismo de ustedes 🖤
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CAP 14
Dia 4
El sol golpea violentamente mi rostro, porque olvidé cerrar las cortinas anoche. Intento moverme para taparme hasta la cabeza, pero la tarea se complica cuando los brazos de Vlad no me dejan mover ni un centímetro. Quiero dormir un poco más o levantarme para hacer pipí y volver a la cama después de cerrar las malditas cortinas.
—Al fin despiertas, dormilona —la voz de Vlad en mi cuello me hace cosquillas—. Buenos días, señora Volkova. ¿Cómo te sientes?
Sonrío como una boba. Supongo que debo acostumbrarme al término "señora" y no sentirme extraña al escuchar el apellido Volkova.
—Buenos días, esposo. Me siento bien, solo un poco entumecida porque un gran pulpo me atrapó durante la noche y no me dejó moverme ni un centímetro. Además de que ese pulpo es muy grande y mi cama es algo pequeña.
Vlad suelta una risita, y con un movimiento ágil de su brazo, termina girándome para que quedemos frente a frente, justo antes de darme el primer beso del día.
—Pero qué pulpo tan malo y posesivo —se hace el tonto, pero me pierdo en sus ojos grises y en su piel bañada por el sol matutino—. Tranquila, porque ese pulpo tiene una cama más grande que la tuya y te promete que vas a dormir con un poco más de comodidad esta noche, aunque no creo que quiera soltarte.
—Creo que puedo acostumbrarme a eso —sonrío, justo cuando mi estómago gruñe, rompiendo el momento.
—Creo que la esposa del pulpo tiene hambre... y además necesita hacer pipí y darse una ducha antes de bajar.
—Me parece bien, cariño, porque en una hora y media nos vamos. Aunque te juro que no quiero levantarme y dejarte ir.
—Lástima, porque debes acompañar a tu padre a la empresa para arreglar el lío que han hecho tus hermanos.
Vlad niega con una sonrisa mientras me suelta, dándome espacio para que pueda levantarme.
—Mi padre y mi hermana se fueron temprano, y tu padre los ha acompañado. Supongo que, a más tardar, volverán por la tarde.
Me siento más relajada al saber que la mañana no será tan apresurada, pero la realidad de nuestra situación empieza a asomarse entre las sonrisas y la luz del sol.
Salgo de la ducha y me detengo un momento frente al espejo, admirando mi cuerpo. No hay marcas ni indicios de que anoche Vlad y yo tuvimos sexo. Respiro con tranquilidad, me envuelvo en la toalla y salgo para vestirme.
Vlad ya está bañado y vistiéndose. Como siempre, va todo de negro, pero hoy su look es más casual: jeans, una camiseta de mangas cortas básica y unos tenis del mismo color.
—Si me das dos minutos, te hago una trenza —le digo mientras camino hacia mi closet para buscar algo que ponerme... pero entonces me detengo—. ¿Dónde demonios está toda mi ropa?
Miro a mi alrededor y parece que una banda de ladrones ha vaciado mi armario, llevándose todas mis cosas.
—No lo sé —responde Vlad encogiéndose de hombros—. Antes de entrar, vi a tu madre y a las empleadas llevándose tus cosas. Supongo que para empacarlas.
—¿Y qué se supone que voy a ponerme?
Vlad sonríe mientras se acerca lentamente, tomando mi cintura para atraerme hacia él.
—Si es por mí, no te pongas nada —dice, sonriendo de nuevo—, pero... dejo un vestido claro sobre la cama, con unos zapatos que combinan.
Me giro hacia la cama y veo un horrible vestido color crema, acompañado de unos zapatos del mismo tono.
—Qué horror —pongo mala cara, y eso basta para que Vlad se ría de mi desgracia.
—Complácela por última vez. Después de todo, es tu último día aquí y abajo todos te están esperando para despedirse. Además, no habrá cacería, y están algo... molestos.
Suelto un suspiro de resignación mientras miro el vestido nuevamente. Parece que tendré que usarlo, ya que no veo nada mas que me pueda poner.
Había olvidado completamente la cacería, mi cumpleaños, y la fiesta que mi madre había organizado con tanto esmero. Entre casarnos de forma tan apresurada, los problemas en la empresa de la familia de Vlad, y la preocupación por lo que sus hermanos puedan estar tramando, todo se me había desvanecido de la mente. Ahora, una punzada de culpa me invade al recordar lo entusiasmada que estaba mi madre con los preparativos.
—Vlad, ¿Qué tan apurado estás por ir a casa? —pregunto mientras me visto rápidamente, intentando no hacer un drama de mis pensamientos.
Le explico todo lo que me había olvidado, la fiesta, la cacería, lo que significaba para mi madre y cómo había planeado cada detalle durante meses. Vlad me escucha atentamente, sin interrumpir, dejando que su mirada me envuelva con calma y comprensión.
—Apurado no estoy, amor —responde tranquilamente, ajustándose el reloj en la muñeca—. Pero quería pasar unos días contigo antes de volver al trabajo. Aunque, no me opongo a que quieras quedarte un poco más. Ana puede hacerse cargo de todo por unos días si se lo pido.
Su tono es sincero, y aunque sé que le gustaría irnos cuanto antes para estar solos, su disposición a quedarse me alivia. No quiero decepcionar a mi madre, ni hacer sentir a Vlad que está quedando en segundo plano. Pero saber que podemos quedarnos un poco más y disfrutar de la fiesta me hace sentir mejor.
...
Mañana, después de la fiesta, podremos irnos. Cancelaremos la estúpida cacería y tendremos unos días solo para nosotros dos.
Me acerco a él, que ahora está sentado en la cama, y paso mis dedos por su cabello algo enredado, lista para hacerle la trenza de los Volkov. Pero dos golpes suaves en la puerta me hacen suspirar.
—Adelante —autorizo después de que Vlad asiente, y es mi madre quien entra con mala cara.
Su expresión es de preocupación y frustración. Las cejas fruncidas y la mandíbula tensa delatan lo que está sintiendo.
—¿Pasó algo? —pregunto, mi tono es preocupado.
—Tu padre está aquí, y no quiero dejarlo entrar. Peter no está, y no quiero que haga un drama.
—Déjalo pasar, Sam. Están los tíos de Dess y estoy yo. No te preocupes, estarán bien.— Sugiere Vlad con tranquilidad.
Mi madre niega con la cabeza, y una profunda exhalación escapa de sus labios mientras cruza los brazos sobre su pecho, una postura defensiva que me dice que no está dispuesta a ceder. Su mirada se endurece, y veo cómo su frustración se acumula.
—No sabe cómo es, Vladimir. Él... ni siquiera debería estar aquí.
—Bueno, nunca es tarde para conocer a mi suegro.
Escucho el intercambio entre ambos, mi madre claramente molesta por la llegada repentina de mi padre, mientras Vlad habla con total tranquilidad sobre conocer al hombre que ha sido un grano en el trasero de mis padres y mío, por supuesto.
Siento algo de rabia. No hablo con él desde hace meses; no llama, no escribe, y solo se encarga de depositar en mi cuenta bancaria una gran cantidad de dinero que no necesito. Cada vez que aparece es para causar problemas y no acepta que mi madre asesinó a la suya cuando intentó secuestrarme en el centro médico donde recibía mis controles de salud. Yo tenía apenas cuatro años, y fue traumático.
—Déjalo pasar, mamá. Hay unas cosas que quiero decirle.
Mi madre frunce el ceño, y el brillo de sus ojos se apaga momentáneamente mientras Vlad toma mi mano. Su tono es firme, pero hay un toque de ternura que me reconforta.
—Estarán bien, se los prometo a ambas. ¿Theo sigue aquí?
—Theo, Nik y Connor están planeando prácticamente desaparecer el cuerpo, pero Eliot y él son amigos, y puedes imaginarte que muy feliz con las bromas no está.
Mi tío Eliot y mi progenitor son amigos desde mucho antes de mi nacimiento, y mi tío se ve dividido en ocasiones por la amistad que tiene con mi madre. Es todo un lío.
—No pasa nada, relájate y dile a mi madre que esté atenta por si se pasa de listo.
Mi madre suspira, derrotada, y no, mejor dicho, está harta. Sus brazos caen a los lados, y su cabeza se inclina levemente hacia atrás como si estuviera pidiendo paciencia al universo. Este es un cuento que nunca acaba, y yo ya estoy tan harta como ella.
—Bien, bajen, que ese imbécil no tardará nada en aparecerse en la puerta montando un nuevo show.
La frustración en su voz es palpable, y se puede ver en su postura que está lista para enfrentarse a cualquier cosa que venga. Sus ojos se llenan de determinación, como si estuviera preparándose para una batalla.
—Iremos een un minuto.
Desenredo mi cabello rápidamente y me hago una coleta alta. Vlad hace lo mismo, pero se hace un moño despreocupado que le queda genial, y bajamos los tres pisos a la velocidad de la luz.
Como era de esperar, toda la familia está reunida, y puedo ver a Derek al fondo. No se espera que los hombres más peligrosos del planeta estén reunidos en un solo lugar, listos para hacerlo picadillo en menos de nada.
El primero en acercarse a mí es León, y lo sigue Christopher de cerca hasta que llega a mi lado. Mis abuelos tienen cara de pocos amigos, mis tíos parecen haber salido de una película de gánster, y mis tías están a la defensiva, al igual que mi madre. Mis primos junto a sus padres observando todo, listos para dar un par de golpes si son necesarios.
Linda forma de empezar el día, un pececito con la boca muy grande metiéndose en un estanque lleno de tiburones.
Unos minutos después, Derek se presenta rodeado de nuestros hombres que, al decir verdad, intimidan muchísimo. Son hombres grandes, armados y con cara de asesinos.
—Parece que llegué en mal momento, pero no sé por qué no me sorprende encontrar aquí a un nido de delincuentes —dice, comenzando mal, insultando a quienes lo quieren tres metros bajo tierra o haciendo compañía a Klaus en el árbol de los ciruelos de mi madre—. Supongo que están aquí para celebrar el cumpleaños de mi niñita.
No entiendo la necesidad de entrar y expulsar veneno de esa forma. Nosotros, los "delincuentes", tenemos modales y ética y un código de honor; aunque seamos enemigos, siempre nos dirigimos con formalidad y respeto.
—Derek Johnson, ¿cierto? Un placer conocerlo —interviene Vlad, manteniendo la calma—. Te sugiero que seas más cuidadoso con tus palabras. Aquí no solo está tu hija; también hay familias que se preocupan por ella.
León y Christopher se colocan a mis lados, listos para protegerme si es necesario. La tensión en el aire se puede cortar con un cuchillo. Mis tíos intercambian miradas rápidas, evaluando la situación, y mi madre frunce el ceño, lista para intervenir si la situación se agrava.
—Supongo que eres el hijo del ruso, ¿verdad? Te pareces mucho a él y tu acento te delata, incluso esa mirada arrogante que portas con tu apellido.
La sonrisa siniestra que le enseña Vlad me paraliza.
—¿A qué viniste, Derek? —ataco con enojo marcado en mi tono de voz—. ¿Acaso olvidaste mi número de móvil o qué carajos te pasa? No eres bienvenido, te lo dejaron claro; mi padre te advirtió la última vez que te apareciste por aquí. ¿No recuerdas su advertencia?
—¡Yo soy tu padre! ¡No él! —Suelto una risita camuflada por la ira, cayo en nanosegundos en mi provocación, porque si él insulta a mi familia, me insulta a mí, y es algo que jamás voy a permitir.
—¿Ah, sí? ¿Desde cuándo, Derek? Porque no lo recuerdo. Lo único que sé de ti es que solo apareces para hacer problemas, que poco te has ocupado de mí y que no has podido continuar con tu vida desde que mi madre te dio una patada en el culo para después casarse con un mejor hombre. Dicho hombre es el padre que tú no fuiste. Tú solo fuiste un donante de esperma, Derek.
Los ojos de mi padre biológico se abren más de la cuenta y frunce el ceño.
—Si te hubiera educado yo, sería una niña educada, amable y de alta alcurnia, no la maleducada y arrogante que eres ahora. Eso es lo que te ha enseñado el simio que te ha criado. Yo no estaría tan orgulloso si fuera tú, hija.
Respiro hondo cuando León y Chris dan un paso al frente, mostrando la misma cara de asesinos que los hombres que rodean a Derek.
—Yo, que tú, tendría mucho cuidado de cómo hablar sobre mi padre, maldito bastardo sin vida. No eres bienvenido, pero te empeñas en volver a molestar a mi madre y a mi hermana. ¿De verdad tienes tantas ganas de morir? Porque estoy dispuesto a hacerte el favor.
Lleva su mano a su espalda al igual que Chris y sacan sus armas, listos para volarle los sesos a la primera que diga algo más sobre nuestro padre.
—No le tengo miedo a un niño.
—Pues deberías tenernos más miedo a nosotros que si somos adultos y sabes perfectamente quiénes somos. ¿No, Derek? —La voz de mi tío Theo se escucha fuerte y clara en el salón—. Da la vuelta y regresa por donde has venido, porque mi sobrina y su madre no están cómodas en tu presencia.
—Mi hija es menor de edad y yo estoy en todo mi derecho de venir a verla cuando quiera. ¿Quién eres tú para decirme que me vaya, maldito italiano?
—Vete, Derek; tú no tienes más derecho sobre ella —dice mi madre con la voz tranquila, pero sé que por dentro arde de ira.
—¿Quién lo dice? —desafía mi padre.
—Yo... —dice Vlad, dando un paso al frente para tomarme de la mano—. Tu hija ya no es tu asunto, así que no podrás volver a esta casa a joderlas porque ahora me pertenece a mí.
—¿Acaso compraste a mi hija para decir que te pertenece?
Vlad sacude la cabeza lentamente, sin perder la sonrisa siniestra de los labios.
—No, nada de eso. Ella es mi esposa —levanta mi mano para enseñarle el anillo de rubíes en mi dedo anular—. Lamentamos no avisarte antes, pero se nos olvidó que existías.
El rostro de Derek se transforma y se enrojece.
—¡Yo no autoricé nada! ¡Ella aún es menor de edad! —grita furioso, y todos se ven complacidos por la ira que emana de Derek. Pensó que iba a venir a joder y terminó siendo jodido él.
—No necesitamos tu firma para una mierda, Derek; tu hija renunció a tu asqueroso apellido, para portar el del único y verdadero padre que tuvo toda la vida —ataca mi madre con desdén.
—¡Tú eres una perra maldita, asesina de cuarta... vas a pagar caro lo que has hecho!
—Amenaza a mi madre una vez más y veré cómo tu carne se desprende de tus huesos mientras eres comido por los gusanos. Si estás vivo, es solo por mí; todos ellos respetan tu insignificante vida solo por el amor que me tienen, sin saber que en mi vida no significas una mierda. Te acuerdas de mí cuando te acuerdas de mi madre, y eso es lo único que te recuerda que existo y que usas, pero ya no más, Derek. ¡Me harté de ti, de tus juegos y de todo lo que tenga que ver contigo y tu apellido! ¡No tienes hija, no tienes una mierda, así que vete!
Mis palabras queman mi garganta y suelto todo lo que tenía acumulado hace años.
—Si no fuera porque eres idéntica a mí, diría que no tienes mi sangre. Pero la tienes.
—Lamentablemente la tengo, pero eso no nos hace familia, ¿sabes? Me casé porque quise, pude y se me antojó. No necesité el permiso de nadie, porque en la mafia no hay edad para ser la persona más poderosa del puto mundo, un mundo en el que tú vives rodeado de ganado y caballos. Olvídate de mí, Derek; no has sido un buen padre conmigo. Es hora de que lo aceptes de una buena vez para seguir adelante.
Suelta una risita resignada.
—Venía a contarte que nació tu hermanito, hace tres meses, y está afuera con su madre. Pensé que querías conocerlo.
—¿Te casaste con ella?
Asiente y sonríe, esa sonrisa que nunca le he visto en mí.
—Qué bueno, Derek, me alegro mucho de que al fin decidieras seguir con tu vida. Y es una suerte que la bruja de tu madre no esté viva para joderle la vida y el matrimonio como lo hizo con mi madre. Porque estoy enterada de que por tres años la abandonaste y el día antes de divorciarse llegaste borracho metiéndote en su cama, y el resultado de eso fui yo. Sé bien, padre, esta vez cuida de ese niño y olvídame de una jodida vez que ya estoy grande y no te necesito.
—Yo sí te necesito, hija; no pienses por ningún momento que no eres importante para mí.
—Pues nunca me demostraste una mierda. Y te vas para no volver, Derek, porque aquí se acaba nuestra relación de padre e hija.
—Vete, no vuelvas a venir, o la próxima vez no llegarás a la ruta porque mis hombres te matarán.
—¿No quieres conocerlo al menos?
—No, no quiero. Algún día, si me nace hacerlo, lo buscaré, pero lo dudo, porque ya tengo hermanos y son los más maravillosos que pude haber tenido.
—Se llama Derek, como yo. —Lleva su mano al bolsillo trasero de su pantalón y abre su billetera para sacar una fotografía.
Me la enseña y lo veo a él, en lo que parece una habitación de hospital, con un pequeño bebé recién nacido en brazos. Sonrío al verlos; el bebé tiene cabello rubio también.
—Muy bonito; se parece a ti. Ponla junto con la mía —digo con sarcasmo—. Ah, cierto, no tienes por qué; en la puta vida nos tomamos una fotografía, Derek. ¡Largo de aquí!
—Te amo, Desiree; siempre te quise y siempre te voy a querer —dice con voz lastimera, pero no me da pena.
—No me sirve tu amor, porque no lo siento; no llega a mi corazón. Por última vez te pido que te vayas o haré que te saquen a la fuerza.
Asiente y deja en el suelo una bolsa de cartón.
—Feliz cumpleaños, mi amor.
—¡QUE TE VAYAS DE UNA VEZ, MALDITA SEA!
Se vuelve y mis hombres lo rodean nuevamente, pero se detiene para ver a Vlad.
—No me importa que seas un maldito mafioso; si la hieres, te mato.
—Mi primer acto de amor hacia ella es dejarte con vida, Derek; no mereces ser el padre de una persona tan hermosa. Ahora vete, porque yo no tengo tanta paciencia.
No dice nada, solo sigue su camino y se va.
:(
POBRE MI DESS!