Guardian Deluxe

Aka no dejaba de escapar de los Vorus, que se alteraban aún más por su presencia durante la noche. Una de las reglas que Aka y Markel establecieron al vivir en los bosques era no salir bajo ninguna circunstancia después del anochecer. Aka apenas lograba esquivar los ataques de los Vorus. De repente, un Voru camuflado lo atrapó en una trampa. Este Voru, con aspecto de simio, utilizaba lianas para capturar a sus presas. Aka estaba inmovilizado y no podía moverse, mientras el Voru se acercaba lentamente hacia el.

—¿Shadow, me das una mano? —preguntó Aka, quien se encontraba completamente inmovilizado. Shadow, que estaba a punto de desistir, intercambió de lugar con Aka. Lo extraño fue que el Voru pareció notar el cambio y se puso alerta de inmediato.

—¡Oye, mono de mierda, espero que no creas que te voy a dejar escapar! —exclamó Shadow burlonamente. Canalizó su energía para liberar su habilidad de Alma y crear una jabalina que usó para cortar las lianas y atravesar al Voru, liberándose así. Mientras caía, vio a un Voru terrestre al acecho, preparado para devorarlo entero. Shadow se alteró y formó otra jabalina para atravesar al Voru terrestre en el tronco y detener su caída. Sin embargo, el Voru no se detuvo y gruñó ferozmente, atrayendo a un Voru aéreo. Este vio a Shadow y decidió lanzarse en picada para atraparlo. Shadow no perdió ni un segundo y se impulsó con su jabalina hacia otro extremo de un árbol, saltando de rama en rama hasta que su camino fue detenido por un Voru de aspecto serpiente, que sorprendentemente salió de su escondite y atrapó a Shadow en un descuido.

—¡Maldición! —exclamó Shadow mientras era envuelto con fuerza por el Voru serpiente. Shadow utilizó otra jabalina y logró atravesar al Voru, que lo soltó por el dolor y se marchó. Pero antes de que pudiera tomar un respiro, unas raíces atraparon a Shadow. Se dio cuenta de que el árbol en el que estaba era uno que absorbía energía de los seres vivos a través de sus raíces, y contenía esqueletos de todos los animales que había consumido. Shadow usó toda su fuerza para liberarse antes de que fuera demasiado tarde y finalmente se liberó del maldito árbol, solo para ser embestido por un Voru de jabalí.

—¡Maldita sea, no paran de venir uno tras otro! —pensó Shadow, dándose cuenta también de que un Voru humanoide se dirigía hacia él a toda velocidad.

En la capital de Fénix, los demás estaban en el palacio analizando la situación, derrotados y cabizbajos. Los Guardianes Deluxe de la capital, junto con Yeico, estaban dolidos por la pérdida.

—¿Todavía hay esperanzas de que mi hermana siga viva? —preguntó Yeico desanimado.

—No lo sé, han pasado varias horas desde que Aka fue en busca de Meily. Si lo comunicamos, corre el riesgo de que lo detecten. Debemos esperar a que él decida llamar y avisar de la situación —exclamó Markel.

Yeico no pudo aguantar más y tomó el comunicador para llamar a Aka, pero los demás lo detuvieron con fuerza. Afortunadamente, en ese preciso momento, Aka llamó, y Alex contestó a toda prisa.

—¡Aka! ¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras? —preguntó Alex. Un jadeo cansado de Aka se escuchó por el comunicador.

—Aka, por favor, dime que al menos aún tienes el rastro de la princesa Meily —pidió Daniela.

—Aún es leve, pero puedo sentir a Meily... —exclamó Aka, exhausto.

—Claro, los Guardianes Deluxe pueden sentir el estado en el que se encuentra su príncipe. En este caso, si aún la sientes, significa que está cerca. ¡Aka, no te detengas, por favor! —exclamó Yeico.

—Sí, allá voy, dame un segundo... —pero antes de terminar su diálogo, fue descubierto por un Voru lagarto que detectó su temperatura. No tuvo más opción que escapar con agilidad y seguir el rastro.

—¡Demonios! —exclamó Markel, golpeando la mesa con impotencia.

—Entiendo cómo te sientes, Markel, pero no podemos... —intentó tranquilizar Ane, pero Markel interrumpió sus palabras, exaltado.

—¡No, Ane! Realmente nadie sabe cómo me siento en estos momentos... —Un incómodo silencio se apoderó de la sala. Markel nunca se había mostrado de esa manera con los demás; realmente valoraba más la vida de Aka que la de Meily.

En la guarida de los Paladines, Kate seguía una ruta que revelaba la magnitud del lugar: una edificación de cinco pisos rodeada por criaturas antropomórficas que no eran Vorus. Eran Basanderes, Gárgolas, Brujas, Minotauros y Basajaun. Kate se dirigió a la cocina, su estómago rugía, sintiéndose como si no hubiera comido en días. Sin embargo, una incertidumbre mental la acechaba, una incertidumbre tan singular que solo podía ser aliviada con alimentos.

—Por favor, ¿puedes revisar que Isaac vuelva? Llámame cuando esté aquí para que podamos comunicarnos con Ronan y anunciar que la misión fue un éxito —dijo Kate mientras se retiraba.

—Llevaron a la princesa a la celda del quinto piso. ¿Podemos divertirnos con ella hasta que Ronan venga a por ella? —preguntó su compañero.

—Por supuesto, hagan lo que quieran con ella, me da igual, solo no la maten —mencionó Kate mientras se alejaba.

—Menos mal, ya la están torturando justo ahora. Por si la vuelven a ver, no se les haga extraño que tenga una apariencia más deplorable —comentó el Paladín.

A las afueras de la guarida, Isaac estaba aburrido esperando a que pasara el tiempo. Reflexionó sobre la situación en la capital de Fénix. Nunca había visto a Kate comportarse así; tenía una personalidad juguetona que le encantaba, pero el enfrentamiento con el Guardián Deluxe llevó eso a un nuevo nivel. Quizás, si no fuera por él, Kate hubiera seguido luchando indefinidamente. Ella disfrutaba la pelea como nunca antes, o quizás disfrutaba de luchar con ese Guardián Deluxe que había hecho que su pasión se desbordara. Este carácter era lo que Isaac deseaba tanto corresponder.

El tiempo se acabó, así que Isaac se dirigió a su guarida.

—Es lista, pero algo insegura. No entiendo qué le hizo pensar que alguien podría estar acechando —pensó Isaac, hasta que un Voru humanoide fue lanzado a escasos centímetros de él, provocando un creciente pánico en Isaac. Escuchó un crujido de una rama detrás de él.

—M-Mei...ly —jadeó una voz desde atrás. Isaac giró lentamente para observar a la persona; sus ojos no podían creer lo que veían. Un Guardián Deluxe se asomaba apoyándose en un árbol, con una mano presionando un costado herido recibido por un Voru. Aunque visiblemente estaba herido, sus ojos eran blancos y su boca no reflejaba una sonrisa, sino una molestia inaudita.

—¡Es el Guardián Deluxe de la capital Fénix! —exclamó Isaac sorprendido—. Realmente logró atravesar la barrera antes de que esta se activara. No... eso da igual. De hecho, es aún más extraño. Logró atravesar el bosque en constante cambio y sobrevivió a innumerables Vorus al acecho todo el tiempo. De alguna forma, siguió meticulosamente el rastro de la princesa y el nuestro. Es imposible...

—¡Tú! ¿Dime qué eres? —preguntó Isaac. Aka se tomó un momento para responder, volviendo sus ojos a la normalidad hasta que finalmente respondió la pregunta del Paladín.

—Soy Aka, un Guardián Deluxe de la capital Fénix, y voy a rescatar a mi princesa —respondió en voz alta Aka. En ese momento, Isaac reconoció a Aka como el Guardián Deluxe con quien había luchado Kate, lo que hizo que su sangre se hirviera.

—¡Tú eres el que combatió con Kate! No sé cómo llegaste hasta aquí, pero me encargaré de sepultarte bajo tierra aquí mismo. ¡Te voy a aniquilar! —exclamó Isaac con furia.

—¿Dónde está Meily? —preguntó Aka, pero Isaac se lanzó hacia él a toda velocidad, conectándole un fuerte golpe en el rostro. Aka se levantó solo para darse cuenta de que el Paladín lo atacaba desde otra dirección, dificultando su capacidad para seguir sus movimientos.

—¡Ah! Tiene la misma habilidad de Daniela —pensó Aka. Decidió llamar a la capital.

—¡Aka! ¿Cómo sigues? —preguntó Daniela.

—¡Chicos, encontré el lugar! —exclamó Aka, alegrando a todos. Pero notaron cómo Aka era atacado por un Paladín.

—¿Aka, qué ocurre? —preguntaron los demás, preocupados.

—Estoy combatiendo contra un Paladín que es igual de veloz que Daniela. ¿Cómo puedo ganarle? —respondió Aka, con dificultad.

—¡Deja de hablar y lucha, miserable interesado! —exclamó Isaac, dándole un puñetazo en la boca del estómago.

—Aka, escucha, un golpe de él es poderoso, pero tiene que frenar para hacerlo. Debes encontrar la manera de soportar un golpe y contraatacar al instante —aconsejó Daniela. Aka entendió, pero se le hacía imposible contraatacar. Estaba agotado y cada ataque que recibía del Paladín venía desde distintas direcciones.

—¿Qué sucede, Aka? ¿Es todo lo que tienes? ¿Cómo es que Kate se emocionó contigo? —preguntó Isaac. Esa pregunta dejó desconcertado a Aka. Intentó cambiar con Shadow, pero el Paladín no se detuvo en su ataque. En un momento, se posicionó encima de él, con Aka en el suelo y ambas manos atrapadas. El Paladín comenzó a golpearlo en la cara, desahogándose completamente con cada golpe. Tras varios impactos, Aka reaccionó y le dio un fuerte cabezazo en la frente a Isaac, dejándolo desconcertado. Aprovechó para sujetar el brazo del Paladín y arrojarlo lejos de él.

—Oye, Shadow, ¿no puedes volverte tangible y atacar al Paladín sin tomar mi cuerpo? —preguntó Aka, intentando recuperar fuerzas.

—Por supuesto que sí puedo, pero solo si tengo una sincronización especial contigo, formar un lazo profundo que no me interesa formar contigo —respondió Shadow con indiferencia.

—Ash... gracias por nada —exclamó Aka.

Dentro de la guarida, Kate no pudo encontrar nada de comer, pero eso no le importó debido a que perdió el apetito. Lo único que quería ahora era darse un baño.

—¿Qué me sucede? Ya no sé ni lo que quiero —pensaba Kate mientras paseaba por la guarida rumbo a su habitación. —Realmente me hubiera gustado haber platicado con Aka un poco más...—pensó Kate, pero se detuvo y agitó su cabeza de un lado a otro, recapacitando en el acto. —No, no, no, ¿Qué estoy diciendo? Ni siquiera estoy segura de que lo volveré a ver. Es mejor simplemente darme un relajante baño y dejarlo pasar—

Mientras preparaba la tina, decidió revisar la cámara para observar el estado de la princesa. Vio cómo uno de sus compañeros salía de la celda donde se encontraba Meily y cerraba la puerta. Kate les avisó por el comunicador que la dejaran descansar; no podían arriesgarse a matarla por accidente, y todos obedecieron la orden. Kate llamó a Isaac para decirle que regresara, pero no contestaba. Le pareció extraño, pero supuso que se había quedado dormido y prosiguió con su ducha.

Volviendo a la lucha, Aka sabía que debía acabar con esto rápidamente. Planeó intercambiar de conciencia con Shadow, pero Isaac lo adivinó y no lo dejó reaccionar. Se abalanzó sobre él para darle el golpe de gracia, forzando su puño tan fuerte que parecía que atravesaría a Aka. Este último se quedó completamente quieto, visiblemente malherido, con los ojos medio cerrados e hinchados. Isaac no dudó ni un segundo en abalanzarse contra Aka.

—Realmente luchar sin mi hermano es tan doloroso...—pensó Aka desconsoladamente. Justo en ese momento, un Voru aéreo se dirigía a atrapar a Aka, interponiéndose entre el ataque directo de Isaac y recibiendo el daño completamente. El Voru murió, y Aka, debido a la presión, retrocedió unos metros y cayó al suelo.

—¡Demonios! —pensó el Paladín, enojado.

—Aka, esto no se ve bien. Si tomo tu cuerpo, posiblemente colapse completamente y te mate —exclamó Shadow.

—Tengo que derrotarlo de algún modo... pero no sé qué hacer —exclamó Aka. Algo puso alerta a Aka; sintió unas vibraciones en la tierra fuera de lo normal. Se le ocurrió una idea.

—¡Oye, Paladín! ¿No vas a ser capaz de acabar conmigo? ¿No me digas que en serio piensas que si me dejas ir no iré tras Kate? Será la primera por la que iré —mencionó Aka, provocando la ira de Isaac.

—¡Ya deja de hablar! —exclamó Isaac, sin pensarlo dos veces. Se abalanzó sobre Aka, empujándolo al suelo, a merced de Isaac.

—¡Vete al infierno! —mencionó Isaac en voz alta mientras preparaba el golpe, pero notó que Aka sonreía burlonamente.

—De hecho respondete tú, ¿Quién se irá al infierno? —respondió Aka en voz alta. En ese momento, un Voru enorme de oso salió de entre los árboles, directo hacia donde estaban ellos. Isaac se alteró, supo de inmediato que el Voru iba hacia Aka, por lo que se iba a mover, pero Aka lo sujetó del brazo y, con sus piernas, lo empujó hacia el Voru. El Voru de oso lo desgarra y muerde con mucha fuerza, mientras Isaac solo podía gritar por el dolor que recibía. Aka sacó de su bolsillo una fruta durian aplastada y la arrojó directamente hacia el Voru, causándole daño por las espinas. El Voru, en defensa, mordió la fruta, llevándose un sabor pegajoso y amargo, soltando a Isaac y largándose del lugar. Isaac estaba agonizando, con múltiples heridas y un brazo desmembrado.

—Aka, eres un maldito genio —exclamó Shadow.

—Sí... tuve suerte de que fuera un Voru enorme y de que aún tuviera esa fruta en mi bolsillo...—exclamó Aka, quien estaba exhausto y adolorido.

—K-Kate... —murmuró Isaac. Aka se acercó a él y lo miró en silencio. —N-n-no le hagas nada —fueron las últimas palabras que el Paladín pudo exclamar.

Aka estaba exhausto, pero prosiguió con el plan. Sabía la entrada de la guarida, que estaba en un agujero en el suelo, como si fuera una madriguera. Pero sabía que si entraba, lo descubrirían y lo ejecutarían. Decidió ponerse la ropa de Isaac y usarla: unas botas negras, pantalón verde, una chaqueta elegante y una bufanda.

—Aun se te reconoce el rostro, ¿Qué harás? —preguntó Shadow. En ese momento, Aka rasgó su anterior buzo y lo usó como un pañuelo para ocultar su boca y nariz.

—¿Qué tal luzco? —preguntó Aka a Shadow.

—Entre lo uno y lo otro, sigues viéndote igual de débil —respondió Shadow, provocando una señal molesta de Aka.

Aka se dispuso a comunicarse con los demás para avisarles sobre su plan de rescate. El comunicador sonó, alertando a todos. Markel contestó y le preguntó a su hermano cómo se encontraba.

—Casi muero, pude acabar con el Paladín y tomé su atuendo para infiltrarme, ir a buscar a Meily y largarme de aquí deprisa, no noto ninguna montaña o una entrada por dónde pueda entrar a menos que esté en el suelo, asi que debe ser como una especie de madriguera—exclamó Aka.

—Hermano, ¿te sientes bien? —preguntó Markel, preocupado.

—Yo... realmente no, Markel. Estoy algo asustado, me siento muy cansado y no sé con qué me encuentre adentro. Estoy solo en esto, pero Meily debe estar peor. Ella ni siquiera creo que sepa que alguno de nosotros fue en su ayuda, por eso no me rendiré todavía.

—Aka, más te vale volver con mi hermana a salvo —le mencionó Yeico con una voz tenue pero intensa a la vez.

—Sí... es por eso que no los volveré a comunicar hasta que salgamos Meily y yo de aquí. Si uso mi comunicador adentro, quizás me descubran, por ende quiero que lo tengan en cuenta.

—Yo sé que puedes, Aka —exclamó Daniela.

—Después de todo, eres nuestro líder —mencionó Alex.

—Si hay alguien que puede rescatar a Meily, eres tú. Yo lo sé muy bien —exclamó Ane.

—Hermano, yo... la verdad no sé si debas hacer esto —mencionó Markel, sorprendiendo al resto.

—¿Pero qué dices, Markel? —exclamó Yeico, enojado.

—Aka, ¿entiendes realmente que estás solo en esto, cierto? Aunque estemos apoyándote, dime, ¿estás preparado? —preguntó Markel. Aka se quedó en silencio, sin saber qué responder.

—Claramente no estarás solo, estoy yo —la voz de Shadow dejó conmocionado a Aka.

—¿Se les olvida que no tengo intención de que mi huésped fallezca tan rápido? Además, mi huésped no es tan débil como parece. Aún en las últimas, eres capaz de luchar aunque estés acorralado, y eso es más que suficiente —dijo Shadow con firmeza.

—Shadow... —murmuró Aka levemente, atónito por las palabras de Shadow. Aunque no lo admitiera, las palabras de Shadow le daban ánimos para no rendirse. Markel también sonrió levemente ante tales palabras de Shadow.

—¡Bien dicho, Shadow! Tienes toda la razón. ¡Ve, hermano, y demuéstrales qué sucede cuando se meten con nosotros! —exclamó Markel con felicidad, acompañado de la sonrisa de todos. La noche comenzaba a llegar, y en medio de la oscuridad, la presencia de quienes acompañaban a Aka era un rayo de luz que lo motivaba a seguir adelante. Sin perder más tiempo, Aka se recompuso y continuó rumbo a la guarida, no sin antes despedirse. Fue un largo trayecto a través de la entrada hasta que finalmente aterrizó. Lo primero que hizo fue observar la magnitud de la guarida. Era una caverna enorme, adornada con estructuras de cristales y tierra. Pero lo más importante eran unas criaturas humanoides extrañas que lo notaron al ingresar. Antes de que pudiera reaccionar, su visión se tornó borrosa y cayó arrodillado; había llegado a su límite y no podía más. Lo último que alcanzó a ver fueron unas gárgolas aterrizando frente a él, rodeándolo hasta que finalmente perdió la conciencia.

Kate, finalmente salia de la habitación y arreglada con el mismo atuendo, se dispuso a buscar a Isaac debido a que no lograba comunicarse con él.

—Ese tonto, ¿Dónde estará? —se preguntaba Kate. Decidió irse a la entrada, hasta que vio un charco de sangre. En ese momento, temió lo peor y llamó al resto de los Paladines. Todos, menos Isaac, se reunieron y se dieron cuenta de que él faltaba. Una gárgola se acercó a ellos para señalar el cuarto de cuidados. Todos se dirigieron hacia allí a socorrer a su camarada.