Es la historia de una mujer que se niega a dejar a su pareja luego de descubrir sus mentiras, organiza la forma de conocer a su rival buscando respuesta....
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CAPITULO 20
LA DUDA ESTABA SEMBRADA.
Billy pasó dos semanas en su hogar antes de reiniciar sus viajes. Como era habitual, Donna se despidió de él en el aeropuerto con una sonrisa y un beso en la mejilla. Mientras lo observaba alejarse por el pasillo, sintió un extraño malestar en el estómago que no podía explicar. A pesar de eso, no permitió que la tristeza la dominara; Tenía que cumplir con un día de trabajo.
Condujo hacia la editorial, pero en el camino recibió una llamada de la clínica de FRIDA. Su cita con Frida había sido reprogramada porque la terapeuta estaría de viaje y había tenido que cambiar todas sus sesiones. Donna tomo la nueva cita sin objeciones, pero al colgar, una inquietante sospecha la invadio. ¿Estaba Frida viajando con Billy? ¿Él aprovecharía su tiempo en Los Ángeles para estar con ella? ¿O era simplemente un viaje separado?
Se sintió de mal humor, y sin pensarlo demasiado, aprovechó un alto en el semáforo para enviarle un mensaje a Billy, recordandole que debía llamarla y expresándole cuánto lo quería. Para su sorpresa, él le respondió al instante con un emoticono de corazón y un mensaje cariñoso donde decía que la extrañaría y que la llamaría cada día. Esto la tranquilizó, pero enseguida otra pregunta la asaltó: ¿No se suponía que ya estaba a bordo del avión? ¿Cómo pudo contestar tan rápido?
No tenía tiempo para pensar en eso. Estaba cerca de la editorial y tenía una reunión importante. Se forzó a tomar una respiración profunda y mostrar una actitud profesional antes de entrar al edificio. Su asistente ya había preparado todo, y una vez en la sala de juntas, su estado de ánimo cambio de inmediato. Se entregó al trabajo, mostrando su dedicación y liderazgo. Al concluir, Fabricio, lleno de entusiasmo, sugirió salir a celebrar su primer mes en la editorial.
—Vamos, un poco de desahogo nos hará bien después de tanto estrés —dijo con una sonrisa convincente.
Donna estuvo a punto de rechazar la propuesta, pero Daniel la animó a unirse a ellos.
—No tienes excusas, además, hace tiempo que no compartes con nosotros.
Finalmente, ganó, aunque sin mucha energía. Luego, después del trabajo, el grupo se dirigió a un restaurante elegante que, para sorpresa de todos, Fabricio había reservado por completo. El lugar estaba bellamente adornado, con una iluminación acogedora y una vista impresionante de la ciudad. Los platos eran de un chef reconocido con una estrella Michelin, y la música ambiental creaba un ambiente refinado.
Donna, sin embargo, se limitó a hablar con su asistente mientras saboreaba su vino. No tenía ganas de festejar ni de prestar atención a los intentos de Fabricio por hacerla sentir impresionada. Por su parte, él comenzó a sentir impaciencia a medida que avanzaba la velada. No solo Donna lo excluía totalmente, sino que también debía enfrentarse a las insinuaciones de la directora de diseño, quien no se separó de su lado durante toda la noche.
Finalmente, Fabricio consiguió acercarse a ella cuando su asistente se alejó un instante. Con una copa en la mano y una sonrisa segura, se inclinó ligeramente hacia Donna.
—Espero que estés disfrutando de la velada —dijo con un tono seductor—. Todo esto lo planeé para que te sintieras especial.
Donna levantó la vista de su vino y lo miró con tranquilidad, mostrando una pequeña sonrisa.
—Es un lindo detalle, Fabricio, pero no es necesario que hagas tanto para impresionarme —respondió de manera suave pero decidida—. No son los lujos lo que me atrae.
Él frunció un poco el ceño, sorprendido por su sinceridad.
— ¿Qué es lo que realmente te atrae? —preguntó con interés.
Donna dejó su copa sobre la mesa y lo miró directamente a los ojos.
—Sinceridad —contestó antes de levantarse—. Y ahora, si me disculpas, mi niñera me ha llamado, no puede quedarse hasta tarde.
Era una mentira clara, pero nadie cuestionó su razón. Fabricio la observo salir del restaurante sin siquiera mirarlo, dejándolo con un sentimiento de frustración. Donna simplemente no estaba en el ánimo de festejar ni de lidiar con su persistencia esa noche.