En "En las profundidades de este mar oscuro," la protagonista, una exitosa pianista y escritora, se despierta desorientada en una cama con un hombre mirándola con desprecio. Al intentar recordar cómo llegó allí, se desvela una cadena de eventos espantosos: huía de su prometido, Ian, quien planeaba asesinarla. Tras descubrir una conspiración entre Ian y su amante para sacrificarla, es apuñalada y apenas logra escapar del edificio donde sucedió el ataque. Durante su huida, llama a su madre para alertarla sobre la traición de Ian y pedirle que investigue. Finalmente, gravemente herida, es rescatada por paramédicos y se enfrenta a una enigmática figura de otro mundo, aceptando una nueva vida para proteger a sus seres queridos.
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El Plan Perfecto
Después de despedir a todos, me propuse relajarme. Tomé un baño prolongado, disfrutando del lujo de un momento de paz sin interrupciones. Sentía una felicidad serena que no experimentaba desde hacía mucho tiempo, como si cada gota de agua me lavara las preocupaciones. Pedí una botella de vino a una de las doncellas, anticipando el placer de disfrutarla mientras leía una novela de suspenso. Luego de un rato, decidí caminar hacia la terraza de mi habitación.
Al salir, la brisa fresca golpeó mi rostro, llenándome de una calma renovadora. Me quedé allí por un buen rato, observando las estrellas, hasta que escuché la voz de mi guardaespaldas junto con unos golpes en la puerta.
—Mi señor, es hora de cambiar su vendaje —dijo Jack, esperando permiso para entrar.
Había olvidado por completo que estaba herido. Observé mi pie, ahora sin vendaje, y sentí una punzada de dolor que me hizo recordar la gravedad de mi situación.
—Adelante, Jack —dije, invitándolo a entrar.
Jack entró con su habitual eficiencia, pero al notar mi pie descubierto, frunció el ceño y se acercó rápidamente para vendarlo con cuidado.
—No pongas esa cara —le dije sonriendo, intentando aliviar su preocupación—. No me va a dejar una cicatriz.
—Si usted lo dice, mi señor —dijo Jack mientras terminaba de aplicar la medicina—. Solo quiero su bienestar.
Antes de que terminara, el cansancio me venció y me quedé dormido. Lo último que escuché fue su voz susurrando: "Buenas noches, mi señor".
Habían transcurrido alrededor de cinco meses desde mi llegada a este mundo. Durante ese tiempo, sucedieron varias cosas interesantes. Una de ellas fue la ausencia de Dick debido a un "viaje" de negocios. Esto resultó ser beneficioso para mí, ya que no tendría que ver su odiosa cara. Lara se hizo muy amiga de Lady Ross, lo que facilitó su permanencia a mi lado. Junto a mi asistente, pudimos sacar provecho a los negocios, avanzando rápidamente sin contratiempos.
Mientras revisaba candidatos para el puesto de gerente en el nuevo restaurante, unos golpes en la puerta llamaron mi atención.
—Mi señor, acaba de llegar la señorita Mancini —me avisó Jack desde el otro lado.
Dejé lo que estaba haciendo y me levanté para recibirla.
—Hazla pasar —le dije.
Jack, siempre atento a mi seguridad, no dejaba pasar a nadie sin mi permiso, incluso si era Lara. Su eficiencia era admirable; a veces sentía que tenía un asistente las 24 horas.
—Buenos días, jefe. Aquí tengo los reportes sobre su prometido —me saludó Lara, apoyándose en la esquina de mi escritorio.
—Lara, ya hablamos de que no me digas jefe y menos con esa cara tan seria —dije, invitándola a sentarse.
—Pero lo eres —replicó mientras tomaba asiento—. No nos desviemos del tema, esto es muy interesante —dijo, entregándome un USB y una carpeta con información.
—Claro que no lo soy, soy tu hermano —dije, conectando el USB a la computadora—. Hace tiempo que no tenemos información sobre ese tonto.
Desde mi accidente, no había vuelto a ver a Dick. Lady Ross mencionó que estaba en un viaje importante de negocios, pero hace tres meses, en medio de la noche, vino a decirme que había perdido contacto con su hijo. A partir de entonces, poco a poco, me involucró más en los asuntos de su empresa familiar.
—Interesante —dije mientras revisaba los documentos—. ¿Qué tan cierto es esto?
—Totalmente cierto —respondió Lara, recostándose en un sofá—. Son fuentes muy confiables —dijo mientras comía uno de los chocolates de mi escritorio.
La información era sorprendente. Según los documentos, Dick había hecho una escapada romántica a una ciudad cercana. Además, Lady Ross estaba furiosa porque él planeaba volver a casarse conmigo.
—Ha, ha, ha —reí con incredulidad—. ¿En serio cree que puede humillarme de esa manera? —dije mientras tecleaba en mi ordenador—. Le mostraré lo que es una verdadera humillación.
Más tarde, en mi habitación, tomaba vino mientras enviaba algunos correos. Jack entró con unas fotografías en la mano.
—Mi señor, encontré lo que buscaba —dijo, entregándomelas.
Después de verlas, sonreí. Mi plan sería perfecto.
—No te preocupes, Jack —le dije—. Nadie imaginará que tuviste algo que ver con esto.
Invité a Jack a tomar una copa de vino, pero él declinó amablemente y, al hacerse tarde, procedió a recoger la botella y mi copa.
Mientras Jack salía, el eco de una risa siniestra se mezclaba con la brisa nocturna, y en mi mente, una trama de venganza se hilaba con cada detalle revelado.