Secretos, envidia, poder, dinero y traiciones, son el ingrediente perfecto para un desenlace trágico.
La traición aveces viene de la propia sangre, y la lealtad se paga con ella también.
El día que descubrió la verdad, el mundo de Érika se tambaleó.
La traición de una persona querida, la muerte de su padre y la revelación de que ella era la heredera de aquel secreto familiar tan bien guardado, la empujaron a una nueva realidad, todo es nuevo y peligroso para ella, podrá lograr seguir su vida?
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Capitulo 14 - La última voluntad.
Mientras Javier y el comisario se alejaban del almacén, y Erika solo esperaba el final de su cruel destino.
A varias cuadras de distancia, un auto negro avanzaba sigilosamente por una calle paralela, sus faros apagados para no delatar su presencia. El conductor, un muchacho joven, con cara de preocupación y desesperación, mantenía la distancia justa para no ser visto, pero lo suficientemente cerca como para no perder a su objetivo de vista.
Se trataba de Alejandro, el hijo de Carlos, quien era la mano derecha de Roberto. Alejandro había sido encargado de la seguridad de Erika, el último mensaje que recibió fue de Roberto y decía lo siguiente:
"Alejandro, soy Roberto, todo se fue a la mierda, tu viejo está muerto, y posiblemente me maten a mí también, nos metimos en un quilombo bárbaro, quiero que me hagas un favor, cuida a Erika, me preocupa que alguien le haga algo, bueno eso es todo, vos sabes qué hacer después"
Alejandro luego de recibir ese mensaje fue directamente a la mansión, pero se mantuvo a una distancia prudente. Vio llegar a Erika, y vio como se la llevaban, no podía contra Javier y Valdez, el era inexperto, ni siquiera sabia disparar un arma.
Desde que Javier salió de la mansión junto a Valdez, había seguido cada uno de sus movimientos con precisión calculada. Sabía que Javier y el comisario estaban planeando algo jodido, además se llevaban a Erika ¿Se trataba de un secuestro? No tenía sentido, pero aun así, Alejandro siempre tenía presente que no podía confiar en nadie.
Javier y el comisario finalmente desaparecieron en la distancia, dejando el almacén en una inquietante calma. Alejandro esperó unos minutos más, asegurándose de que el camino estuviera despejado antes de avanzar con cautela hacia el lugar abandonado.
Alejandro se acercó para entrar al almacén, viendo un lugar lleno de muerte, cosa que Javier y Valdez habían ignorado.
Cuando llegó a la mitad escucho un ruido, como un quejido casi agonizante. Era Erika, que había despertado, para volver a desmayarse al ver la sangre salir de su cuerpo.
—Erika —murmuró Alejandro, su corazón se aceleraba mientras se apresuraba hacia donde ella estaba.
La encontró tirada en el suelo, mal herida, rápidamente presionó su herida para evitar que siga perdiendo sangre.
—¡Erika! ¿Qué te hicieron? —preguntó desesperado, tratando de mantener la calma mientras evaluaba la situación.
Ella no respondía, estaba inconsciente nuevamente, seguía perdiendo mucha sangre y si no era atendida con urgencia iba a morir.
Alejandro se desespero, un poco, perdiendo la calma, pero intento pensar rápido. Apurado sin notar el escenario en el que se había metido, se llevó a Erika hacia su auto.
—No te preocupes, Erika, yo te voy a sacar de acá—dijo, levantándola con cuidado en sus brazos.
Mientras la sacaba del almacén, Alejandro no podía dejar de pensar en el por qué, ¿Por qué Javier y el comisario querrían matar a Erika?. Roberto no le había dado suficiente información, luego de ese mensaje ya no volvió a contestar, y al ver a tantos policías cerca de la mansión, supuso dos cosas...
O Roberto había sido atrapado por la policía, o lo habían asesinado. Cualquiera de las dos significaba algo terrible, Alejandro sabía que todo iba a quedar en manos de Erika. Siempre escuchaba de padre eso, que un día, Erika podría ser su líder, en caso de que Roberto no le diera el mando a Eduardo su sobrino.
Nunca la había visto de cerca, solo por fotos, pero estaba seguro de algo, debía salvarla y protegerla hasta que ella fuera capaz de tomar el control. Ahora la principal amenaza era Javier y Valdez.
... ..........
Erika abrió los ojos lentamente, su visión era borrosa enfocándose en una pequeña ventana en la parte superior de la pared. El cuarto donde se encontraba era austero, con paredes de cemento desnudas y una puerta de madera. Sentía un dolor agudo en su costado izquierdo y al mirar, vio una venda empapada en sangre cubriendo una herida de bala. Desorientada, trató de recordar cómo había llegado a ese lugar.
Al girar la cabeza, vio a un hombre sentado en una silla al otro lado de la habitación, observándola con preocupación. No lo reconoció y su primera reacción fue intentar levantarse, pero el dolor la hizo caer de nuevo sobre la cama.
—Tranquila —dijo Alejandro levantándose y acercándose a ella—. No te voy a hacer nada. Soy Alejandro, tu viejo me pidió que te cuide, te salvé la vida, tu hermano y un milico corrupto te quisieron matar.