Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 15
Cuando los tres estuvieron nuevamente a solas, Stefan fue el primero en hablar.
– ¿Qué está haciendo aquí señorita Lauren?
Dayana miró al hombre confundida y contestó.
— No lo sé, usted fue quien me trajo.
Stefan – No juegue con mi paciencia... me refiero al hecho de que usted huyó de su hogar para venir detrás de nosotros... ¿por qué vino?
— Por qué quería aprender más...
Stefan — Pues parece que no es así, la primera prueba que le di la acaba de reprobar. Le di una orden y como el oficial a cargo, usted tenía que acatar mis órdenes...
– No me dio una orden, me encerró y esperaba que me quedara allí pasando frío y hambre al igual que los bandidos que trajimos esta tarde.
Stefan — Le di la orden de esperar allí, porque sus acciones no estuvieron bien. Usted no puede intervenir en asuntos militares...
— Lamento si mis acciones resultaron salvarle la vida a usted y a su escuadrón. En verdad siento mucho no haberme quedado encerrada en esa celda a la espera de alguna enfermedad por mis heridas... y en verdad siento mucho el estar aquí...
Stefan — Es suficiente...
Cristian — Hermano cálmate, la señorita Lauren tiene algo de razón, ella arriesgó su vida para ayudarnos y tú la estás tratando como una criminal...
El ministro miró a su hermano ofendido, pero antes de poder decir algo más las puertas de su oficina sonaron y un médico ingreso a la habitación.
— Con permiso señor, ¿Me mandaron a llamar?
Stefan miró enojado tanto a su hermano como a Dayana y solo contesto.
— Así es, curé el brazo de la señorita, cuando termine avíseme, estaremos esperando afuera.
Tanto el conde, como el ministro salieron para darle al médico privacidad y en cuanto Dayana vio que ya no estaban presentes suspiro y dijo.
– Vaya, esto sí que será difícil... nada salió como me lo imagine.
El médico se acercó a ella y cuidadosamente la reviso para luego proceder a curar sus heridas. El haber peleado con más de quince hombres sola no solo habían logrado herir su brazo, en sus piernas y espada tenía también algunos cortés que necesitaban sutura, pero al ver que el ministro estaba tan furioso con ella por ponerse en riesgo así, no quiso darle más motivos para que siguiera regañanandola. Solo soporto el dolor y en cuanto este se había vuelto más intenso salió de su celda en busca de un médico, al pasar por el gran salón la comida llamó mucho más su atención, así que decidió comer algo primero y luego buscar a alguien para que la atendiera, pero no paso mucho cuando los hermanos fueron a buscarla y todo sé salió de control. Odiaba el hecho de que la tratarán como alguien tan frágil y que no sintieran nada de respeto hacia ella por haber salvado sus vidas, si supieran que de no haber sido por su ayuda, el conde muy probablemente ya no estaría allí, seguramente estarían agradeciéndoles lo que había hecho.
El médico al ver la cantidad de heridas que la joven tenía, se alarmó y vendado cada una de ella dijo.
— ¿Señorita no siente dolor?
Dayana volvió en sí al escuchar eso y contestó.
— He estado peor... solo deme algo que calme el ardor y...
El médico al escuchar esto miró mejor las heridas de la joven y limpiando con varias gasas la zona pudo notar que algunos cortés tenía una leve inflamación junto con un color rojizo que rodeaba los cortes. Sin más coloco un líquido claro en su herida y al ver como este tornaba un color blanco lechoso se alarmó y rápidamente coloco su mano en la frente de la joven. Sin querer asustarla término de vender las heridas de Dayana e indicándole que se recostara en el sillón que se encontraba en la oficina hasta que él volviera, salió de la habitación y al ver a los hermanos Ferreira dijo.
— Señor, la señorita fue envenenada... Tiene fiebre y sus heridas no están cicatrizando... creo que sé lo que es, pero el antídoto de ese veneno no se encuentra en este imperio...
Cristian — ¿Veneno, de que veneno está hablando?
— Ese veneno se utiliza en Arista para las batallas, solo algunos soportan las altas temperaturas que te causa. Los soldados envenenan las hojas de sus espadas con este veneno para así lograr más cantidad de bajas a su enemigo, si no logran matarlos en el campo, la fiebre termina de hacer el trabajo. La señorita no solo tenía el corte en su brazo, sus piernas y su espalda también tenían algunos cortés...
Stefan al oír esto empezó a sentir un peso en el pecho que lo hacía sentí muy culpable. Cristian al igual que su hermano se sentía impotente ante esta noticia y al ver que el médico seguía explicando los futuros síntomas, lo interrumpió para luego decir...
— ¿Está diciendo que la señorita Dayana morirá...?
— Digo que si no conseguimos el antídoto para ese veneno, es posible que la fiebre termine matando a la señorita.
Stefan— ¿Cuánto tiempo nos queda doctor?
— Intentaré bajar la fiebre con agua fría y algunas hierbas, pero... De seguir así no creo que pase de esta noche...
El médico luego de darle esta información a los hermanos volvió a la oficina y ayudó a Dayana a ir a una habitación para poder empezar a bajar su fiebre.
Dayana se sentía mal, pero como ella había estado en situaciones peores, al ver que solo eran unos cuantos rasguños decidió no tomarle mucha importancia y concentrarse en lo más importante para ella en ese momento, que era conseguir ganarse el favor de los hermanos Ferreira y así poder ingresar en la guardia imperial. Sabía que sin la aprobación del ministro no podría ser soldado y necesitaba que el ministro Stefan cambiará su opinión de ella. Aunque esto no le estaba resultando nada fácil.
Cuando paso por delante de los hermanos, pudo ver una mirada algo extraña, pero al sentir como el médico jalaba su brazo para que siguiera su camino, no pudo descifrar que era lo que ambos estaban pensando.
Cuando el médico y Dayana ya no estuvieron más a la vista, Stefan empezó a caminar con dirección a los calabozos y Cristian al ver esto lo siguió. Esos hombres había provocado toda esa situación, estaban seguros de que ellos tendrían el antídoto y si no era así, le sacarían la información de donde encontrarlo utilizando cualquier método posible. La vida de Dayana estaba en juego y ninguno planeaba contenerse... ambos estaban dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para encontrar el antídoto.