Todos los del pueblo le temían a una niña de ocho años, muchos dijeron que poseía una aura que no pertenecía a este mundo. ¿Pero son todos los del pueblo ovejas sin manchas?
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«Te extrañe»
Jul mejoró y permaneció un mes en la mansión de los Tesca, sin embargo, no vio a nadie de la familia, ni a los señores o los hijos de la familia y mucho menos a Jane.
Mientras Jul estaba en la mesa siendo atendida como una reina, ella bajó la cuchara y dejó de comer, llamó al mayordomo que estaba parado cerca observándola y le preguntó al hombre de mediana edad.
—¿Y los Tesca? Parece que han abandonado este sitio. —Dijo Jul dando una mirada a todo su alrededor, la mesa era de cristal y las paredes estaban pintadas de color blanco sin una mancha en ellas, y el suelo era de cerámica de color azul claro.
—Ah, lamentable solo queda una persona con ese apellido. —Jul abrió los ojos con sorpresa y el hombre le explicó. —La señorita Jane viene en la noche y se va antes del amanecer. —Comentó el hombre mientras se arreglaba la camisa un poco.
—¿Viene aquí? —Jul sonrió sin darle importancia a la muerte de los demás integrantes de la familia Tesca. —¿A qué hora? ¿Sabes a dónde se va antes del amanecer?
—La señorita Jane entra alrededor de las doce o una de la madrugada, y no sé a dónde va cuando amanece. —Él le dijo a Jul.
—Gracias, la voy a esperar esta noche. —Jul volvió a comer y el hombre regresó a su posición.
«Jamás vivirás en paz, nuestros espíritus te buscarán y te harán la vida imposible, ¡Recuérdalo Jenny!» Jane se sobresaltó y respiró desesperadamente, como si le hiciera falta el aire. Las últimas palabras de su difunto padre la atormentaban día tras día, Jane no entendía porque un cadáver podía molestarle tanto. Talvez debió quemar sus cuerpos y sus almas asquerosas.
—Eres un maldito muerto… deja de torturarme. —Ella habló exasperadamente y miró a su alrededor, encontrándose con el cadáver de una chica más o menos de su edad a su lado. —Cierto… —Jane se levantó y siguió haciendo lo que estaba haciendo antes de quedarse dormida. Realmente, se había aburrido de los gatos y esos otros animales.
Cuando ella terminó se metió al río y limpió la sangre en su cuerpo y cabello. Haciendo que si pelo recobrara el color claro y que no estuviera manchando de rojo.
¿Qué tan hipócrita puede ser el humano?
La mayoría del pueblo se había reunido en la plaza, donde construyeron una plataforma a último momento para que la persona que iba a hablar fuera vista por todos desde la distancia y lo escucharan por el megáfono. Había sillas de madera ordenadas por filas en la plaza, ahí era donde la mayoría podría observar todo.
—Estamos reunidos aquí debido a las incontables desapariciones en estos últimos meses, adolescentes, mujeres y hombres, todos asesinados. —El alcalde del pueblo habló y la mayoría permaneció en silencio y algunos murmuraban haciendo especulaciones erróneas y estúpidas. —El gobierno no nos ayudará, así que, nosotros debemos tomar venganza con nuestras propias manos. —El público aplaudió. En mitad del público se encontraba Juliana, sentada junto a Erick. Ella llevaba un vestido con estampados circulares y un sombrero rojos. Después de la desaparición de Jul, ellos dos se habían vueltos más unidos y al parecer la llama del amor volvió a encenderse. El problema siempre había sido Jul y Juliana deseaba en el fondo que su hija estuviera muerta. El amor de madre era tan grande.
—¡El señor Makoto es un maldito asesino! —Un hombre del público se levantó y acusó al extranjero, quien se paró molesto y negó los hechos. —¿Crees que te acusaría sin tener pruebas? Tengo fotografías. —El hombre carcajeó dejando a todos en shock. Hasta el alcalde no se sabía que hacer en ese momento. Juliana por su parte, estaba algo aburrida de ese tema que ya antes había escuchado.
—Yo no he matado a esas personas desaparecidas, ¡no he matado a nadie! —El señor Makoto decía con la mirada triste y preocupada. El extranjero era alto como midiendo más de un metro setenta, su cabello era muy oscuro y tenía los ojos rasgados. Era muy delgado.
—Bien, dejemos ese asunto para mañana. Necesitamos hombres valientes para hacer guardia esta y en las demás noches. No descansaremos hasta hallar el cuerpo de las víctimas. —Parecía ser esa la única solución y el alcalde la compartió con el público.
Luego de eso, el alcalde terminó su discurso y la multitud se dispersó. Algunos regresaron a sus casas y otros se quedaron en la plaza hablando la situación tan preocupante del pueblo. Estaban asustados de ser los próximos en desaparecer y debido a ello, muchos comenzaron a buscar herramientas para poder defenderse. No esperarían a que la estación de policías cercana enviaran una patrulla, cosa que podría durar más de un mes.
Estefanía comenzó a hacer sus maletas y las de su hija.
—Nos vamos de este maldito lugar, no pienso quedarme ni un día más. —Ella le agarró la mano a su hija e intento hacerla salir de la casa. Pero su hija se negó.
—Pero… papá está enfermo, no voy a dejar a papá. —Estefanía miró al hombre inválido en la cama, hacía dos años atrás él se había caído rodando desde la colina hasta abajo y quedó lisiado desde ese. El hombre lucía demacrado en esa silla de ruedas, era mejor que muriera de una maldita vez. Después de todo ese era el deseo de Estefanía.
—Mírame, él es una carga en este momento. ¿No sabes quien regresó al pueblo?, ¡sí!, es esa maldita Tesca, y sé que la noticia sobre la muerte de los Tesca fue causado por ella. —Agarró fuertemente a su hija y la arrastró. Lucy miró a su padre por última vez y el semblante de él lucía como la de una persona muerta. Ella derramó una lágrima antes de abandonarlo y salir huyendo con su madre.
Jane se paró desde la colina observando la carretera atenta, y cuando escuchó el sonido de un coche. Puso una rodilla en el suelo y la otra pierna flexionada y apuntó con el rifle. Quería disparar a la cabeza de ellos pero, una idea brillante se cruzó por su cabeza y disparó a dos llantas y el coche perdió el control y se volcó.
Jane bajo la colina como si estuviera desfilando, se tomó su tiempo para llegar y cuando estuvo cerca se agachó para poder ver si alguno seguía con vida.
Jane sonrió al ver a Lucy de cabeza con un vidrio incrustado en el ojo. Y miró el asiento de piloto, ahí se encontraba Estefanía con la cabeza completamente aplastada. La sangre esparcida por el coche y saliendo de el, era enorme, y eso le producía muchas emociones a Jane.
—Lo lamento, pero, no dejaré que se escape ninguno. —Jane le pasó una navaja por el cuello y la sangre ensució el parabrisas roto. —Necesito un asistente, ¿No? —Y toda la sangre manchó parte de la carretera.
Jane se alejó y se perdió en mitad del bosque.
Jul miraba a cada segundo la ventana, esperando el regreso de Jane, se preguntaba como luciría ahora ella, talvez más bella que antes. Ya debería ser una mujer completamente, pensó Jul y se sonrojó imaginando la apariencia de Jane.
Jul volvió a mirar por la ventana y vio la silueta de alguien acercándose a la mansión y salió corriendo. Mientras se acercaba pudo observar mejor y Jul embozó una sonrisa radiante. Aunque estuviese oscuro, jamás olvidaría el olor de Jane.
Ella saltó sobre Jane rodeando con sus piernas la cadera de Jane. Y escondiendo su rostro en el cuello de ella dijo.
—Te extrañé. No me vuelvas a dejar nunca. —Jul ignoró por completo las manchas rojas en la camisa blanca de Jane.
¿El amor no ve imperfecciones? No lo sé, dijeron que el amor era ciego.
Jul pensaba que Jane estaría furiosa por la cicatriz en su rostro, sin embargo, Jane no preguntó sobre ello y tampoco la miró con asco. Jul agradecía no verse tan fea ante los ojos de Jane.