— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.
— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.
Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.
— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.
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Capitulo 16: Tarde o temprano regresare
ZAIRA
— Está bien, ¿qué te parece si empezamos con una cita? — respondió Marck, con una leve sonrisa en el rostro.
Zaira lo miró por un momento, sopesando la propuesta. A pesar de no sentirse tan entusiasmada, decidió aceptar.
— Está bien, me parece perfecto...
— ¿Qué te parece mañana?
Zaira suspiró. El frío del otoño ya se estaba sintiendo, y lo último que deseaba era salir mañana de casa. Había imaginado su domingo perfecto: en cama, rodeada de sus libros y con una taza de chocolate caliente. La idea de romper esa calma le resultaba poco atractiva, pero ya no podía retroceder ahora.
— Está bien... — respondió, resignada. — Entonces, recógeme en mi casa.
Marck sonrió satisfecho y afirmó
— A las 3:00 estaré ahí. — Se acercó lentamente, tomándola suavemente de la barbilla, sus ojos fijos en los de ella. — Te prometo que no te vas a arrepentir.
Antes de que Zaira pudiera reaccionar, Marck dejó un suave beso en sus labios, apenas un roce, y luego se alejó, dejándola sorprendida.
Zaira lo observó marcharse, sintiendo cómo el aire frío de la noche la envolvía en aquel callejón mientras el sabor de aquel breve beso se quedaba en sus labios.
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NARRADORA
Fabián Ocampo estaba sentado en su despacho, el elegante y amplio espacio que una vez fue símbolo de su éxito y poder en el mundo de la moda, ahora se sentía sofocante. El silencio era roto solo por el ligero zumbido de su computadora, en la que revisaba una y otra vez los reportes de ventas. Fabiano Moda, su imperio, se mantenía a flote, pero solo gracias a las sucursales en Milán, París, Londres y Berlín.
Sin embargo, la situación en Italia, su mercado principal, lo tenía al borde del colapso. Las ventas locales se desplomaban a un ritmo alarmante. Las cifras eran preocupantes, pero más preocupante aún era el cambio en las tendencias. Los consumidores ya no querían los diseños tradicionales y exclusivos que él ofrecía.
Con el ceño fruncido, Fabián lanzaba los informes sobre la mesa, sus dedos tamborileando impacientes. Sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía qué. Sus ejecutivos le sugerían ajustes, pero ninguna de las ideas parecía tener el impacto suficiente para detener la caída.
— ¿Cómo es posible que Textil Bonelli, Esté ganando tanto terreno en tan poco tiempo? — murmuró, casi hablando para sí mismo, mientras se levantaba y caminaba hacia la ventana.
Desde su oficina, podía ver el horizonte de la ciudad, pero en su mente solo había números rojos y ventas estancadas. Textil Bonelli lo estaba superando en su propio terreno. Cada día, más de sus clientes de toda la vida elegían la competencia, atraídos por esas colecciones.
Fabián se dejó caer nuevamente en su silla de cuero, sus ojos oscurecidos por la frustración. Sabía que dependía de sus sucursales internacionales para mantener a flote la empresa. Milán, París, Londres, Berlín, esas eran las joyas de su corona ahora. Pero incluso allí, las ventas empezaban a mostrar signos de estancamiento. No podía permitir que esa caída local se extendiera a sus otros mercados.
— No puede ser… no puedo perder todo por un par de colecciones nuevas de una marca extranjera
masculló entre dientes. Sin embargo, lo que Fabián no sabía era que Marck ya estaba preparando su siguiente movimiento.
Fabián se sentía cada vez más desesperado. Se encontraba en un punto crítico, sin saber que su enemigo estaba moviendo las piezas del tablero en su contra desde las sombras. Mientras él luchaba por mantener sus ventas en casa, la amenaza a su imperio global se acercaba lentamente, y no había nada que pudiera hacer para detenerlo... porque ni siquiera sabía de dónde vendría el golpe.
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ZAIRA
— Ay, me duele mucho la cabeza... — Valentina se quejaba con un gesto de dolor mientras se acurrucaba bajo las sábanas, apretándose la frente como si eso fuera a aliviar el martilleo en su cabeza.
— Te dije que no bebieras tanto anoche, pero no me haces caso. — le respondí mientras me levantaba de la cama, caminando hacia el baño. — Espera, te traigo una pastilla para que te sientas mejor.
Abrí el botiquín y tomé un frasco de analgésicos, saqué una pastilla y la puse en mi mano antes de dirigirme a la cocina. Me acerque al fregadero y llené un vaso de agua fresca y regresé a la habitación.
— Aquí tienes. — dije al acercarme a Valentina, quien había logrado incorporarse apenas, con el rostro pálido y los ojos entrecerrados por la resaca. Se sentó despacio, con las sábanas aún envolviéndola, y extendió la mano para recibir el alivio que tanto necesitaba.
— Gracias... — murmuró antes de tomar la pastilla y llevársela a la boca, tragándola con un sorbo largo de agua. — Esto me va a salvar el día. ¡Qué mal me siento! — añadió con una mueca de cansancio, su voz apenas un eco de la energía que siempre tenía.
No pude evitar sonreír mientras la observaba. Valentina siempre encontraba la manera de hacerse notar, incluso cuando estaba medio muerta de resaca. Pero, como si de pronto su sentido del humor se encendiera, levantó la mirada y, con una sonrisa burlona, dijo.
— Hoy tienes tu primera cita, ¿no? — su tono burlón era inconfundible, estaba buscando provocarme.
— Mejor cállate... — respondí, rodando los ojos. — Sí, saldré con él, pero cuando termine el mes lo mando a volar, definitivamente. — dije, tratando de sonar segura, aunque por dentro la idea de la cita me resultaba una mezcla de incomodidad y curiosidad.
Valentina dejó escapar una risa suave y se hundió nuevamente en las almohadas.
— ¿Y si te enamoras de él? — preguntó con esa expresión traviesa que siempre tenía cuando le encantaba hacerme sentir incómoda.
— No, Valentina. — dije con firmeza, aunque no pude evitar que un toque de duda se colara en mi voz. — ¿Quién demonios se enamora de un hombre en un mes?
Valentina me miró de reojo con una sonrisa pícara y replicó.
— Nosotras somos estúpidas. — dijo de forma exagerada — Nos basta con un ramo de flores y un par de palabras bonitas, y se nos olvida todo. Hasta se nos puede llegar a olvidar que el tipo es feo. — añadió, echándose a reír, a pesar de su evidente malestar.
No pude evitar unirme a su risa, aunque sabía que había algo de verdad en lo que decía. No siempre, pero sí a veces, el encanto superficial puede ser un peligroso distractor.
— Ay, ya... — repliqué, tratando de poner fin a su burla. — ¿Me vas a prestar la falda o no?
Valentina se inclinó hacia un lado y me observó con una ceja levantada, como si estuviera evaluando la seriedad de mi petición.
— No entiendo por qué quieres esa falda tienes bastante ropa de marca. — dijo, señalando con la cabeza hacia mi armario.
— Pero esa falda es bonita, Vale. Por favor, préstamela. — insistí, sabiendo que con un poco más de presión la convencería.
Ella soltó un suspiro dramático, el tipo de suspiro que indicaba que estaba a punto de rendirse.
— Está bien... Ve preparame la sopa. — respondió, frotándose el estómago. — Tengo hambre y mi estómago está vacío.
— ¿Cómo no va a estar vacío si anoche te vomitaste toda la sala? — dije entre risas. — Me tocó mandarte a la habitación y ponerme a limpiar todo.
— Eso es lo bueno de vivir con alguien. — bromeó Valentina, su tono burlón regresando, a pesar del malestar que aún sentía.
— ¡Estúpida! — respondí entre risas, mientras me levantaba de la cama. — Ya vuelvo, voy a hacerte la sopa.
Me dirigí a la cocina, sacando algunos ingredientes para preparar la sopa que tanto necesitaba mi amiga. Mientras cortaba las verduras, pensé en la cita de hoy. No podía evitar sentir una mezcla de nervios y una extraña anticipación. Marck me ponía nerviosa, pero sabía que tenía que jugar bien mis cartas. De cualquier forma, un mes con él no iba a cambiar lo que sentía. O eso creía...
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NARRADORA
Era de noche, y la habitación estaba iluminada solo por una lámpara suave que proyectaba sombras cálidas en las paredes. Tatiana estaba sentada en la orilla de la cama, sosteniendo unas fotos entre sus manos, mientras su amiga Linda terminaba de maquillarse frente al espejo del tocador. Los planes de salir esa noche seguían en pie, pero la mente de Tatiana estaba en otro lugar, lejos de cualquier fiesta o diversión.
— Bueno, ya estoy lista.
Anunció Linda mientras se aplicaba un poco de polvo compacto en la cara, perfeccionando los últimos detalles de su maquillaje. Sin obtener respuesta, se dio cuenta de que Tatiana seguía absorta en las fotos, mirando una en particular con ojos tristes. Linda dejó la brocha en el tocador, suspiró y se levantó para ponerse justo frente a su amiga.
— Tatiana, ya deja de mirar esas fotos. — le dijo con tono suave pero firme. — Mejor termina de arreglarte para que salgamos. Mike va a estar allí.
Tatiana apenas levantó la mirada, su expresión apagada.
— Tú sabes bien que Mike no me interesa. — respondió sin emoción, como si aquello fuera un hecho obvio.
Linda arqueó una ceja, sorprendida.
— Pensé que sí... — comentó mientras se cruzaba de brazos. — Estabas saliendo con él, ¿no?
Tatiana levantó la vista, molesta.
— ¡Por favor, Linda! — exclamó, soltando las fotos sobre la mesita. — No hace falta ser tan inteligente para saber que aún me sigue gustando Marck.
Sus dedos temblaban ligeramente mientras giraba una foto donde Marck aparecía entrando en la sucursal, vestido de manera casual, algo raro en él.
— ¡Ay ya, Tatiana! — replicó Linda, poniendo las manos en la cintura. — ¡A mí no me vengas a gritar!
Tatiana ignoró el reproche, con la mirada perdida en las imágenes esparcidas en la mesa frente a ella.
— Él está enamorando a otra mujer, Linda... — murmuró, con un tono de desesperación mientras recogía las fotos una a una. — No entiendo qué le ve a esa mujer. No es fea, pero... no es el tipo de chica que siempre le ha gustado a Marck.
Sus palabras se entrecortaban por los sollozos que empezaban a escapar de sus labios. Linda, aunque impaciente, se sentó a su lado y trató de consolarla.
— ¿Qué esperabas, Tatis? — le dijo, acariciándole el brazo. — Era de esperarse que buscara a otra mujer tarde o temprano.
Tatiana tomó una de las fotos, una en la que se veía a una joven saliendo apresurada del auto de Marck. No era el típico coche de lujo que él solía usar, sino algo mucho más modesto. Al principio no entendía por qué Marck había cambiado tanto, desde su ropa hasta el auto que conducía, pero ahora todo empezaba a encajar.
— Él... — susurró Tatiana, mordiéndose el labio inferior. — por estás fotos, puedo suponer que...
— Le está haciendo creer a esa chica que no tiene dinero, para no vivir la misma experiencia que vivió contigo. — termina Linda
Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras sostenía la foto con fuerza.
— ¿Cómo hago para recuperarlo, Linda? — sollozó con desesperación. — Amo a ese hombre, y ver todas estas fotos de él persiguiendo a esa mujer me hierve la sangre.
Linda la miró con compasión, pero sabía que las cosas no eran tan sencillas.
— No lo sé, Tatis... Marck está muy furioso contigo. Él de verdad cree que te acercaste solo por interés.
Tatiana suspiró, su mente reviviendo el peor momento de su vida, ese día en que todo cambió.
— Aún no entiendo cómo pasó todo tan rápido. — dijo, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. — Si tan solo pudiera saber quién fue el malditx que le envío ese vídeo.
Linda ladeó la cabeza, viéndola con preocupación.
— ¿Qué piensas hacer ahora?
Tatiana permaneció en silencio un momento, observando las fotos, buscando algún indicio de esperanza.
— Por ahora, nada... — murmuró, recogiendo los pedazos de su dignidad. — Tengo que enfocarme en mi trabajo. Además, según lo que veo en estas fotos, esa chica lo rechaza.
Linda arqueó una ceja, escéptica.
— ¿Por cuánto tiempo? — replicó con un tono cínico. — Sabes muy bien que cualquiera que se cruce con Marck, aunque se haga la más difícil, siempre termina a sus pies.
Tatiana, frustrada y enfurecida, arrojó una de las fotos al suelo con violencia. Sabía que su amiga tenía razón, pero no quería admitirlo. Quería creer que todavía tenía una oportunidad, aunque pequeña, de recuperarlo. Sin embargo, la realidad la golpeaba cada vez más fuerte.
— ¡Que disfrute con esa perra! — gritó, incapaz de contenerse. — Pero tarde o temprano, regresaré. No puedo rendirme.
Tatiana sabía que no podía abandonar su carrera en la agencia de modelaje tan fácilmente. Tenía un contrato, y las repercusiones serían devastadoras si se fuera así como así. Pero su corazón estaba con Marck, y la idea de quedarse atrapada en su trabajo la hacía sentir como si estuviera en una jaula.
Linda se levantó del borde de la cama, observando a su amiga con lástima.
— Solo espero que sepas lo que estás haciendo, Tatis... — dijo en voz baja, Tatiana se alejo de ella y se metió al baño.
Linda permaneció inmóvil durante 15 segundos mientras miraba a la entrada del baño. Luego, se dio la vuelta y fijó la vista en las fotos dispersas en el suelo. Recogió una de ellas, en la que se veía a una chica de cabello rubio y ojos verdes, y la empezó a mirar fijamente, por 6 minutos hasta que Tatiana salió del baño y ella se incorporo dejando la foto en el suelo.
(Linda)
Ni quiero que zaira se quede con marck sería el colmo del descaro
felicitaciones!
por qué si la autora coloco esas dos ecenas es por qué iban a ser importante en el futuro.