Cegada por el primer amor confío en que era correspondida dando paso a lo que fue y lo que será la vida de Diana, una adolescente que comienza a experimentar una vida de maltratos
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Capítulo 15
Pase la semana con mejores ánimos luego de la noche en que conocí a Marx el hermano de Augusto novio de Rubén, sentí un ligero deseo de darme una oportunidad, de intentarlo nuevamente, a pesar de tener más de treinta tenía una deuda con el amor hacia la pareja. Nunca lo pensé pero al ver que no hijo ya estaba alzando el vuelo, me lo planteaba de vez en cuando. Mi niño hermoso comenzó a comunicarse más seguido conmigo, ya que su padre lo regañó, debía aprender a dejarlo ir, ser libre y que viviese su vida, pero me costaba aún, tampoco pude comentarle que comenzaba a conocer a Marx, me era imposible.
Llego el sábado y fui a mi cita, Marx se comportó como todo un caballero, siguió dándome mi espacio indispensable para mí, tenía muchos problemas para confiar en un hombre. Fuimos a una exposición sobre la mujer, dónde se mostraban fotografías en sus diferentes facetas, como madre, como guerrera, delgadas, rellenas, me resultó muy instructivo y gratificante, uno por ser un lugar público y dos por el significado de la obra en sí.
Luego pasamos la tarde en un lago donde había un pequeño restaurante, ahí cenamos y disfrutamos un poco más de nuestra compañía junto con algunas cervezas. Me hizo sentir cómoda y confortable todo el tiempo, sentía que podía ser yo misma frente a él, el único problema era que yo no sabía quién era yo, me di cuenta que no tenía la menor idea lo que me hacía feliz o me gustara, eso también lo tenía pendiente.
Luego de la cita me llevo a casa, Rubén y Augusto esperaban justo en la entrada para saber de mí, me recibieron expectantes, Marx se despidió formalmente, me brindo di mano y un beso en la mejilla, era muy respetuoso, se marchó, pero me invitó a salir nuevamente a cenar entre semana, acepté, debo confesar que creía que luego de nuestra cita de hoy no me invitaría nuevamente, pero parece ser que me daría una oportunidad para recomponer mi corazón.
Rubén y Augusto me dieron mucho ánimo para seguir intentando conocerlo, independientemente de que fuera su hermano y cuñado aseguraban que valía la pena. Fui a mi cuarto luego de escuchar la charla motivadora de mis amigos. Cuando logré acostarme recordé mi época de juventud, la secundaria y mis ganas de vivir. Seguí así recordando hasta que logré dormirme.
Dediqué el domingo a mí, fui al salón de belleza, me arreglé y consentí un poco, arreglé mi pelo, las uñas incluso me pedí un masaje, salí con mayor autoestima la verdad. Tenía más confianza, luego fui a por ropa nueva, cambié mi clóset por ropa más juvenil, ya que usaba ropa anticuada lo que me hacía lucir un poco mayor.
Todos notaban el cambio en mi, no solo en mi apariencia, sino también en mi actuar. Tenía un brillo en la mirada inusual y estaba mucho más feliz, hasta Rubén junior me preguntó que había ocurrido conmigo que estaba diferente. Llego el día de muestra siguiente cita, él fue a por mí, elegí mi ropa nueva, un vestido gris ajustado lo cual me hacía justicia y se podía apreciar mis horas de gimnasio.
Al verme quedó sin palabras, luego de unos segundos por fin pudo elogiar mi aspecto, en mi subconsciente esto me dio seguridad, marchamos hacia el restaurante y tuvimos una cena maravillosa, hablamos de libros, me comentó un poco más de su vida. Se notaba que era una buena persona.
Seguimos con nuestras citas frecuentes, ya llevamos un mes pero no había ocurrido ningún contacto físico y la relación era más como de amigos que de novios, se le notaba que hacía un gran esfuerzo para no crear ninguna situación forzada, me gustaba pero no estaba preparada aún para besarlo y mucho menos para que alguien tocara mi cuerpo.