NOVELA INCOMPLETA POR DISCREPANCIA....
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UNA PEQUEÑA LLAMADA
Ahora estaba totalmente. Convencido de que Astrid era una chica única en su especie, solo ella podría estar tomando clases extras de Matemáticas, venir de charlar sobre tomar otra clase más de Física y derribar a un chico con solo una mano y después decir, ya está cumplido con tu petición, tengo tarea que hacer, me marcho.
Buker no sabía si reír o llorar, por lo que había presenciado. La niña resultó más atrevida de lo que pensaba, pero aun así seguía siendo solo eso, una niña, pero estaba feliz de cómo le había dado una buena lección al atontado de Claude. Se lo merecía; si su abuelo no lo podía controlar, encontraría quien lo hiciera por él. Buker no pidió hacerlo; lo único que podía hacer era mantenerlo con vida. Detrás de cortinas, eso eran dos jóvenes al final de todo, que perdieron a sus padres en las mismas circunstancias.
A manos de espías, solo que él era consciente ahora de lo que pasó en ese entonces, y Clause sigue en investigación sin saber nada del pasado real de la vida de sus padres. Lo mucho que sirvieron a su nación, hasta perder su vida por ello.
Si el viejo quiere seguir teniendo en la oscuridad de la verdad a su nieto, era asunto suyo. Él no se metería en eso, pero no dejaría que por sus necesidades dañara a esa niña, que ya le pertenecía. No sabía cómo, pero se le había metido en la piel poco a poco, y ahora le era necesario verla todas las mañanas, llegar a esa tienda que no vende nada y sentarse a desayunar con él mientras lo toma de la mano. Le gusta sentir su pequeña mano entre la suya, grande y aspera. Sentir su mano lo relaja le hace olvidar lo malo que tiene este mundo, la suciedad a la que se tiene que enfrentar todos los días.
La parte humana que no se puede mostrar a todos, que se esconde en lo más profundo del alma de algunos seres, esa parte oscura que, de ser revelada, aterraría hasta al más fuerte y curtido de los seres humanos normales.
Si él hablara de lo sucio que ha visto en sus misiones al luchar contra seres tan malvados, de lo feo de algunas almas, se perdería la fe en la humanidad por completo; se marcharía la poca fe que se tienen uno para con los otros.
Buker se sintió como si tuviera 60 años encima y no solo un cuarto de siglo. Ha visto tanto, que siente que su alma ha vivido más de lo que debería. Tiene tantas responsabilidades encima que siente que el mundo cuelga sobre sus hombros.
Buker decide tomar una larga ducha, para relajarse y pensar que todo lo malo que ha visto y vivido durante el tiempo que ha estado en el ejército puede ser llevado por el agua que cae sobre su cuerpo, arrastrado lejos de su mente, separadas las cicatrices de su alma y poder tener un momento de paz.
Dejar que llore su yo interior, ese que es el único que puede mostrar que sufre, la soledad de un hombre que vive aislado de los demás desde que tenía 9 años. Creado como una máquina perfecta, en un laboratorio.
Buker salió del baño, con su cuerpo desnudo. Quería sentirse libre por un tiempo; solo se tiró sobre la cama y cerró sus ojos, esperando poder relejarse, antes de que recibiera alguna llamada informándole que tendría que salir de caza esa noche de nuevo…
De caza de nuevo…
******
Astrid llegó a casa más tarde de lo acostumbrado. Sus padres estaban preocupados por ella, pero el chofer les informó que la tenía con él. No lograban enterarse por qué la niña no respondía sus llamadas; ella nunca usaba el teléfono; al parecer solo lo tenía para la hora. Eso los estaba volviendo locos a los dos. Su niña era tan tranquila, que no tenía amigos, por eso no usa el móvil; nunca habían escuchado una sola vez que sonara, o que lo usa con el chat. Pobre su hija, ya no sabían qué hacer para socializar un poco. Habían pensado incluso en hacer una fiesta con chicas de su edad, pero como Emma no era amiga de las mujeres de alta sociedad, como lo era la madre de Mila, era casi imposible realizar dicho cometido.
—Astrid, que bueno que estás en casa, ¿cómo te fue en el colegio?—preguntó Emma.
—Bien, solo que tarde un poco más porque me detuvo el profesor de Física para que me integre a las clases de la olimpiada con los chicos de Física también.
—Astrid, ¿no crees que si lo haces sería ya mucho trabajo para ti?
—No creo, pero si acepto, ya no podría leer más libros y quiero leer otros libros más; no necesito una olimpiada de Física.
Emma suspiró al escuchar la respuesta de su hija; cualquier otro chico de su edad hubiera respondido que no aceptaría porque no le quedaría tiempo para divertirse o salir con los amigos y ella dice que no le queda tiempo para leer más libros. ¿Qué puede hacer? Solo aceptar que tiene una hija muy rara.
—Está bien, solo tienes que hacer lo que tú quieras hacer y te haga sentir feliz. Pero ¿tienes que decirme también porque no responde al teléfono cuando te llamo? Para eso te lo compro para que me respondas cuando llamo y esté preocupada por ti.
—Ah eso, no lo sé, estaba en clase o no lo escuché, no sé.
—Está bien, te lo pondré con un sonido más fuerte a partir de ahora.
—Está bien, mamá, como quieras. ¿Ahora puedo descansar?
—Claro que sí sube y descansa antes de la cena.
Astris subió a su habitación y se tiró en la cama. Estaba realmente cansada. Fue un día muy largo, entre las clases normales y las adicionales, y después ese pequeño inconveniente con Claude. Se sentía agotada.
Acudió a su teléfono y revisó las llamadas perdidas. Como nunca nadie la llamaba, no revisó que lo tenía en silencio y vio que su madre le había hecho varias llamadas. Además, solo tenía cuatro contactos, y eran su mamá y papá, Bertha y Buker, y nunca les llama ella, ni ellos a ella, por eso no se preocupaba de poner sonido al teléfono. Pero de ahora en adelante pondría un bonito tono de llamada.
Estaba pensando en eso cuando de la nada su pecho comenzó a doler de una manera intensa. Sentía que le iba a explotar su corazón y esa voz de nuevo, que decía: ¿lo amas o morirás?
Recordó las palabras de Buker, y buscó su número de teléfono y lo marcó de inmediato… Solo dio dos timbres antes de que él le respondiera al otro lado.
Buker estaba vistiéndose cuando escuchó su teléfono sonar. No era el teléfono de su trabajo, sino el personal, así que le pareció muy extraño que sonara ese teléfono y cuando vio el número sonrió y respondió de inmediato.
—Niña, ¿te pasa algo?
—¿Cómo sabes que me pasa algo?
Buker no esperaba que de verdad le pasara algo malo y esa respuesta lo puso en alerta. —¿Qué tienes, Astrid?¿Qué te pasa?
—Me duele mi corazón y necesitaba escuchar tu voz. Dijiste que si me sentía mal en algún momento podía llamarte, y eso estoy haciendo ahora. Necesitaba escuchar tu voz para calmar mi corazón.
—Está bien, Astrid, puedes hacerlo en cualquier momento. No importa la hora, recuérdalo, siempre. Yo estaré aquí para ti.
Buker quería en ese momento hacerla sentir la ternura que provocaba en su corazón. Que dejara de sufrir esa ansiedad, que era la que le provocaba el dolor en el pecho, haría sentirla protegida.
—Astrid, no te preocupes, siempre podrás contar conmigo; recuerda que soy tu novio, el que tienes para que tu corazón no duela, ese que toma tu mano todas las mañas antes de que vayas al colegio y que puede apoyarte si necesitas que te defiendan de algún patán, porque no sabes luchar. No está sola, niña pequeña, me tienes a mí.
Las palabras de Buker fueron calmando el dolor que tenía Astrid en su pecho; se sentía tan cómoda escuchando la voz de ese hombre que siempre vestía de negro, que no salía nunca de la tienda de la salchicha feliz, pero que era su novio por 20 euros a la semana. Eran tan amables con ella, y pensaba que algo en su pecho como mariposas se estaba agitando cuando lo escuchaba decir esas palabras.
—Gracias, Buker, ya me siento mejor, estoy sin ese dolor ahora. Te veo mañana por la manía.
—Yo te veré por la mañana también, estaré esperando por ti.
Después de eso se despidieron.
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