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¿Entonces, Qué Somos?

¿Entonces, Qué Somos?

Status: Terminada
Genre:Escuela / Romance / Yaoi / Completas / Amor de la infancia / Posesivo / Dejar escapar al amor
Popularitas:101.5k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Wang Chao

Ansel y Emmett han sido amigos desde la infancia, compartiendo risas, aventuras y secretos. Sin embargo, lo que comenzó como una amistad inquebrantable se convierte en un laberinto emocional cuando Ansel comienza a ver a Emmett de una manera diferente. Atrapado entre el deseo de proteger su amistad y los nuevos sentimientos que lo consumen, Ansel lucha por mantener las apariencias mientras su corazón lo traiciona a cada paso.

Por su parte, Emmett sigue siendo el mismo chico encantador y despreocupado, ajeno a la tormenta emocional que se agita en Ansel. Pero a medida que los dos se adentran en una nueva etapa de sus vidas, con la universidad en el horizonte, las barreras que Ansel ha construido comienzan a desmoronarse. Enfrentados a decisiones que podrían cambiarlo todo, ambos deberán confrontar lo que realmente significan el uno para el otro.

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📌Novela Gay.

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 19. Puedes hacerlo.

El contacto fue impulsivo, una mezcla de ira, frustración y algo que Ansel no podía definir del todo. Sus labios se encontraron con los de Edgar, y por un breve momento, el mundo exterior desapareció. Sin embargo, el beso no tenía la calidez ni la pasión que Ansel había esperado. Era un acto cargado de confusión, una necesidad desesperada de llenar el vacío que Emmett había dejado.

Edgar correspondió al beso, pero con una frialdad calculada. Cuando finalmente se separaron, Edgar sonrió, aunque no con la misma arrogancia de antes. Ahora su expresión era más tranquila, pero Ansel podía sentir que algo había cambiado entre ellos, y no estaba seguro de que fuera para mejor.

—Sabía que eventualmente lo entenderías —dijo Edgar en tono bajo, sus palabras envolviendo a Ansel como un recordatorio de lo que acababa de hacer.

Ansel no respondió de inmediato. Sus pensamientos estaban enredados, y por más que lo intentara, no podía dejar de preguntarse qué significaba ese beso. ¿Era realmente lo que quería? ¿O simplemente había sido una reacción impulsiva a su dolor por Emmett?

Mientras salía del auto y caminaba hacia su casa, Ansel sintió que las dudas comenzaban a invadir su mente. Edgar lo observó desde el asiento del conductor, esperando alguna señal de lo que vendría después, pero Ansel no dijo nada más. Simplemente desapareció tras la puerta de su casa, dejándolo con una sensación agridulce en el pecho.

Ansel subió directamente a su habitación y, con una mezcla de desesperación y confusión, se encerró. Sentado en el borde de su cama, sus pensamientos lo golpeaban con fuerza, como olas que no cesaban. Lo que había sucedido esa noche lo perseguía: había visto a Emmett con otro, y, sin darle siquiera la oportunidad de explicarse, buscó consuelo en alguien a quien apenas conocía. ¿Qué había hecho? Besó a Edgar y aceptó ir más allá de la amistad, rompiendo la promesa que había hecho con Emmett. Todo por un momento de debilidad y celos.

El aire en la habitación se sentía pesado, casi irrespirable. Se pasó las manos por el rostro, intentando calmar la avalancha de emociones que lo invadía. Celos, traición, confusión... era como si su mente no pudiera encontrar un momento de paz. Edgar le ofrecía lo que siempre había anhelado con Emmett: una relación pública, citas en las que podrían tomarse de la mano sin miedo, aunque todo fuese mentira. Pero, ¿realmente era lo que deseaba? El beso con Edgar no le había provocado las mismas emociones que un roce accidental con Emmett, pero no podía negar que le había despertado algo. No amor, ni pasión... sino una adrenalina peligrosa, la emoción de estar haciendo algo prohibido.

La culpa le carcomía el pecho. Se dejó caer hacia atrás en la cama y miró el techo, deseando que las sombras pudieran llevárselo todo. Cerró los ojos, recordando la sensación de los labios de Edgar. No era comparable al calor que sentía cuando estaba con Emmett, pero le había dado una falsa ilusión de control. Se sentía traicionado por Emmett, desplazado... Y ahora, se preguntaba si él mismo era el traidor.

Con un suspiro tembloroso, se puso de pie. Quería sacarse de encima esa sensación de suciedad, de haber hecho algo irreversible. Entró al baño y se duchó bajo el agua caliente, dejando que las gotas resbalaran por su piel como si pudieran lavar su consciencia. Cuando salió, apenas vistiendo un albornoz y ropa interior, se quedó inmóvil frente al espejo por un momento, observándose. Era incapaz de reconocerse en su propio reflejo.

Se sentó en el borde de la cama, su mirada perdida en la oscuridad de la habitación. El silencio era abrumador, pero de alguna manera, le ofrecía consuelo. No quería pensar en lo que había hecho, en lo que vendría después, pero sus pensamientos seguían regresando a Emmett. A la sonrisa de ese chico junto a él, a la forma en que se habían acercado como si fueran algo más que simples amigos. Sentía que su corazón se rompía de nuevo cada vez que esa imagen volvía a su mente.

Unos golpes suaves en la ventana lo sobresaltaron, sacándolo de su ensimismamiento. Se levantó con el corazón acelerado, no queriendo creer lo que ya sabía. Abrió la cortina lentamente y ahí estaba, como otras veces, Emmett, sonriéndole. El mundo de Ansel se detuvo por un segundo al verlo. Su corazón dio un vuelco violento, pero no era solo emoción, también era culpa, dolor, una mezcla de sentimientos que lo asfixiaban.

Quería ignorarlo, cerrarle la ventana y fingir que no lo había visto, pero sabía que Emmett no se iría. Y lo último que deseaba era que ocurriera un accidente por su imprudencia. Con una mezcla de enojo y desesperación, abrió la ventana, dejando que el aire frío de la noche invadiera su habitación.

—Deberías dejar de subir por ahí —murmuró, intentando sonar firme, pero su voz apenas logró ocultar el temblor de sus emociones. Quería reclamarle, quería exigirle explicaciones, pero antes de que pudiera decir algo más, Emmett lo rodeó con sus brazos y lo atrajo hacia sí, enterrando su rostro en el hueco de su cuello.

—An, te extrañé. Lo siento tanto... por favor, perdóname —la voz de Emmett era apenas un susurro, pero el impacto de sus palabras fue devastador. Ansel sintió que sus defensas se derrumbaban de inmediato.

El calor del cuerpo de Emmett, el aliento cálido en su cuello, todo era demasiado familiar, demasiado doloroso. Cerró los ojos, intentando contener las lágrimas que amenazaban con escapar. La culpa lo envolvía como una manta pesada. Había besado a Edgar, había aceptado su propuesta, y ahora, Emmett estaba allí, arrepentido, buscando su perdón. Y él... él había fallado, había roto su promesa.

—Está bien —murmuró Ansel, apenas siendo consciente de sus propias palabras, mientras levantaba lentamente las manos para corresponder el abrazo.

—No, no está bien —Emmett se apartó un poco, lo suficiente para poder mirarlo a los ojos. Sujetó su rostro con ambas manos, y Ansel pudo ver la tristeza y la desesperación en su mirada—. Fui un idiota. Te dejé sin una explicación porque estaba enojado... actué como un resentido, y no debí hacerlo. No merecías eso.

Las lágrimas que Ansel había estado conteniendo finalmente rompieron la barrera, deslizándose por sus mejillas. Cada palabra de Emmett lo hacía sentir como si le estuviera confesando una infidelidad, aunque no había pasado mucho, aunque lo que había hecho con Edgar no había sido de verdad. No podía dejar de pensar que mientras él había estado besándose con otro, Emmett probablemente buscaba las palabras para pedirle perdón.

Emmett notó las lágrimas de inmediato, y su expresión cambió a una mezcla de dolor y culpa. Con el pulgar, limpió las gotas que caían por el rostro de Ansel, y luego, con una ternura inesperada, besó suavemente cada uno de sus ojos húmedos.

—No llores, An. Esto fue culpa mía, todo. Fui un idiota. Perdóname, por favor —la voz de Emmett era suplicante, cargada de remordimiento.

Lo abrazó nuevamente, con más fuerza, como si temiera que Ansel pudiera desaparecer en cualquier momento. Ansel, a su vez, no pudo evitar llorar más intensamente, el dolor lo desgarraba. Quería decirle que no era culpa de Emmett, que él era el que había fallado, el que había roto su promesa. Pero el miedo lo paralizaba. Tenía miedo de que, si le contaba la verdad, Emmett lo odiaría, y eso era lo que menos podía soportar. Emmett siempre había sido claro en algo: odiaba las mentiras.

—No te culpo —logró murmurar finalmente, su voz rota y la garganta seca—. Te... te perdono, Emmett.

Escondió el rostro en el pecho de su amigo, intentando ocultar el peso de sus mentiras. El aroma familiar de Emmett lo envolvió, y por un momento, deseó que todo pudiera volver a ser como antes.

—Eres demasiado bueno conmigo, An. Por eso te quiero tanto. Te quiero más de lo que piensas —las palabras de Emmett lo sorprendieron, y el rostro de Ansel se sonrojó de inmediato. Pero sabía que ese “te quiero” solo podía significar afecto fraternal, algo que le dolía más de lo que admitía.

—Yo también te quiero —respondió Ansel en voz baja, dejando que sus verdaderos sentimientos quedaran escondidos tras esas palabras.

—An... —la voz de Emmett se volvió suave, casi un susurro, y el ambiente en la habitación se cargó de una intimidad palpable. Las manos de Emmett rodearon el rostro de Ansel de nuevo, acercándose lentamente, hasta que sus respiraciones se mezclaron—. Quiero besarte, ¿puedo hacerlo?

El corazón de Ansel latía frenéticamente, y por un momento, el mundo dejó de existir. Levantó sus brazos y los enredó en el cuello de Emmett, una sonrisa ligera curvó sus labios mientras se acercaba hasta que sus narices se rozaron.

—Puedes hacerlo.

Y en ese instante, todo lo demás dejó de importar.

...****************...

Yo no quería escribir algo tan dramático, se suponía que está historia iba a ser feliz y sin muchos problemas (⁠。⁠ŏ⁠﹏⁠ŏ⁠) pero ahora ya llegamos a un punto de no retorno.

1
Agustina Marquez
Excelente
Maria Rosalinda Cepeda Cruz
MUY BELLA HISTORIA,LA AME DE PRINCIPIO A FIN
Lau Méndez
creo que emmet es demasiado posesivo
Lau Méndez
Excelente
Rosa Durango
exelente,muy bonita historia, felicidades por tan excelente trabajo un poco dolorosa. pero buen desenlace me gustó mucho y sobretodo no necesito tanto contenido sexual
Melancolik
Ay Emmet, ojalá no la cages 🥺
Rosa Montecino
Bueno
Kira Valenzuela
Excelente
Geraldine Vdz
👍
Merleyis Calamita
Excelente
Margarita 12345 Gongora
Muchas felicidades, tu novela estuvo fenomenal. GRACIAS
Yendi Jaramillo Avila
Excelente
Yendi Jaramillo Avila
Yo creo que tanto está idializando besar a la muchacha que cuando lo haga va estar comparándola con su amigo
Liz mary
Me encantó 🤩🤩🤩🤩
Liz mary
Me hizo llorar qué se pudra Edgar en prisión se lo merece
Lilian Granados
Malo
Lilian Granados
Muy malo
fersitap😴
te quedo bn vergas🫦, eres una persona sumamente creativa neta, es increíble como me quede enganchada desde el primer capitulo, expresas increíblemente bien las emociones, tanto así que me hizo sufrir por algunos momentos jsjssjjs, te quedo bien hermosa😭
fersitap😴
te mamaste, ya llore😞
Ofelia Juarez
Ojalá todo salga bien ya que no sabemos asta donde allá yegado con ese rufián
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