Maldita sea mi suerte, cuando todo era perfecto mi suerte cambia haciendo que mi vida se convierta en una vida llena de miseria.
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capitulo 15
Aquel beso hizo que Fátima sintiera que estaba tocando las estrellas con las manos, sin embargo Julio se apartó y dijo:
—Disculpa, esto no debió pasar me deje llevar —
Fátima en ese momento quería decir todas las malas palabras que se sabía, cómo era posible que en un momento sintiera que esta en el cielo para en segundos descender hasta el infierno, Fátima bajo del auto con molestia sin decir nada, el chófer solo observaba.
—Jamás voy a poder darle todo lo que ella necesita —Dijo Julio al chófer.
—Quizá no pueda darle lo que necesita, pero le está negando lo que ella quiere —. Dijo el chófer.
Julio se quedó en silencio mientras el chófer lo ayudaba a bajar, entro a su hogar para después encerrarse en su despacho, por otra parte Fátima fue directo a su habitación en la cual estaba Mari, Fátima tenía una mezcla de emociones las cuales descargo con Mari.
—Ese hombre me está desquiciando, me está volviendo loca, sabes me beso y luego dijo que lo sentía, lo odió —.
—¿Y te dolió? —
Fátima se quedó en silencio por un momento tratando de analizar lo que había dicho Mari pues era cierto le dolió el rechazo.
—¿Cómo puedo saber si me estoy enamorado?—
Mari se quedó pensando a pesar de mostrarse segura lo cierto era que no tenía ni la mínima idea.
—No lo sé, yo jamás me he enamorado, dicen que se siente como Miles de mariposas en el estómago pero lo más cercano de sentir eso, es cuando tuve lombrices —
Fátima y Mari rieron por un largo rato.
—Sabes creo que estoy pérdida, creo que me estoy enamorado de un hombre que jamás me va amar. —
Mari ayudo a Fátima a quitarse el vestido y desmaquillarse, las dos hablaron por horas al ver que ya estaba a punto de amanecer, Mari se retiró para que Fátima pudiera dormir, al parecer Julio tampoco había podido dormir quiso refugiarse en el trabajo, quería quitar esa imagen de su mente, dejar de sentir todo aquello pero por más que quería hacerlo no podía en su mente estaba aquel beso, vio su reloj y decidió ir a dormir pero en el camino se encontró a Mari.
—¿Donde está la señora? — pregunto él.
—En su habitación, señor —
—¿Se encuentra bien? —
—Si, señor —
—Gracias, puedes irte a descansar —
Julio tenía el deseo de volver a besarla, quería ir hasta su habitación pero no sé atrevió.
Los días fueron pasando y esta relación estaba más fría que un día de invierno los trataban de evitarse, Fátima la mayor parte del día se la pasaba encerrada en su habitación mientras que Julio pasaba todo el tiempo en el trabajo, por más que los dos querían borrar lo que sentían era imposible.
Muy pronto llegó la fecha de la boda de Paloma con Melquiades así que está vez tendrían que viajar a la ciudad, Julio también vería a un especialista pues había escuchado de una nueva cirugía que lo ayudaría a caminar, así que tuvieron que viajar algunos días antes de la boda, se instalaron en una de las mansiones familiares, la casona era de muy buen gusto, Mari y Fátima quedaron muy sorprendidas era impresionante con un jardín hermoso, en la entrada una hilera de empleados ya los estaban esperando, Julio presentó a Fátima como su esposa, una de las empleadas la miro con odió pero paso desapercibida, fueron hasta las habitaciones pero está vez Fátima tendría que compartir nuevamente habitación con Julio pues no quería levantar sospechas su que Julio no sabía si se podía resistir ante Fátima, cómo era costumbre la familia fue invitada a cenar para discutir algunos problemas de las fábricas, hablar sobre los dividendos y otorgarles sus respectivas remuneraciones, el primero en llegar fue Genaro con Romina está se veía demacrada al parecer el matrimonio no era como ella lo pensaba, después llegaron Melquiades y Paloma está se detuvo a hablar con una de las empleadas y le entrego un sobre, los tres hombres pasaron al despacho mientras las mujeres se quedaron Fátima si tío una gran preocupación por Romina pues su aspecto era terrible estaba muy demacrada por más maquillaje que se puso para ocultarlo no pudo, Fátima se acercó a ella y con una voz apenas audible le pregunto:
—¿Te encuentras bien?, ¿Puedo ayudarte? — Pregunto Fátima, pero Romina le lanzó una sonrisa.
—¡Y tu en que me vas ayudar?, Tu no eres nadie — dijo Romina con enojo, era como si Fátima fuera la culpable de todo lo que le ocurría en su vida.
Fátima se retiró de Romina sabía que no podía hacer nada pues Romina no se dejaba ayudar, Nadia que se encontraba presente vigilaba a ambas mujeres pues no quería que le hicieran daño a Fátima, después de u a hora todos pasaron al comedor durante la cena Genaro tomo la palabra y propuso un brindis.
—Brindo por la dicha que muy pronto seré padre—.