Atrevete Amar Al Mafioso

El pasado tenía formas insidiosas de infiltrarse en el presente, y Adrián no era ajeno a ello. Todo había comenzado semanas antes, cuando Viktor había interceptado una conversación sospechosa en la mansión De la Vega. Verónica y Camila, siempre buscando maneras de perjudicar a Julia, habían planeado algo que despertó inmediatamente la alerta en Adrián.

—Flashback—

—No puedo creer que sigamos tolerando sus desplantes —dijo Camila con desprecio, mientras tamborileaba con las uñas en la mesa del comedor.

—Créeme, querida, esto no durará mucho más. Julia siempre ha sido un estorbo, pero ahora que estoy al mando de la casa, las cosas cambiarán —respondió Patricia, ajustando su collar de perlas.

Viktor, oculto en las sombras, escuchaba cada palabra con atención. Verónica detallaba un plan para desacreditar a Julia frente a su padre, un plan que involucraba mucho más que simples palabras. La conversación terminó con una sentencia fría:

—Esa "cita" será su ruina.

Viktor no necesitó más para entender el peligro que corría Julia. Esa misma noche, llevó la información a Adrián, quien reaccionó con una mezcla de furia y determinación.

—Esto no es un simple capricho. Verónica planea destruirla por completo —dijo Viktor mientras extendía las grabaciones a Adrián.

Adrián escuchó en silencio, pero sus ojos oscuros brillaban con una intensidad peligrosa.

—No voy a permitirlo —fue todo lo que dijo antes de comenzar a dar órdenes.

—Presente—

La noche del incidente, Adrián había estado observando desde lejos. Cuando Julia salió corriendo de su departamento, todavía afectada por la droga, no dudó en dar instrucciones a Viktor para que la siguiera de cerca.

Julia avanzaba por las calles desiertas, tambaleándose levemente. Aunque no lo admitiera, estaba agradecida de llegar a su apartamento sin incidentes. Lo que no sabía era que Viktor había estado vigilándola todo el camino, bajo las órdenes de Adrián.

Horas más tarde, Adrián se encontraba en su despacho, revisando los informes de Viktor. El hombre ruso entró al lugar con pasos firmes, dejando una carpeta sobre la mesa.

—Llegó bien a casa. Ningún incidente —dijo Viktor.

Adrián asintió en silencio, sin apartar la mirada de la carpeta. Viktor lo observó un momento antes de hablar nuevamente.

—Hay algo que no entiendo, jefe. ¿Por qué cuidas tanto de ella? Después de cómo te trata...

Adrián cerró la carpeta y se recostó en su silla, pensativo.

—Ella no confía en nadie, Viktor. ¿Sabes lo que eso significa? —preguntó, aunque la respuesta no era necesaria.

Viktor permaneció en silencio, escuchando.

—Quizás fue una niña que tuvo que aprender a cuidarse sola. Su relación con su padre está rota, y yo... lo entiendo. Cuando alguien está acostumbrado a que no la cuiden, a que la traicionen una y otra vez, se convierte en alguien que no acepta ayuda fácilmente.

Viktor alzó una ceja, intrigado por la sinceridad de su jefe.

—¿Y qué esperas ganar con esto?

Adrián soltó un suspiro pesado.

—No se trata de ganar. Se trata de no permitir que algo le pase. Ella está rota, Viktor, pero eso no significa que merezca quedarse así.

Viktor asintió lentamente, comprendiendo un poco más la obsesión de Adrián.

—¿Y si nunca lo acepta? —preguntó el ruso, con una pequeña sonrisa.

—Eso no me importa. Yo no voy a dejar de cuidarla —respondió Adrián con firmeza, mirando por la ventana hacia la ciudad iluminada.

Mientras tanto, Julia, en la soledad de su apartamento, trataba de comprender lo que había ocurrido. A pesar de todo, había algo en la forma en que Adrián la había cuidado que la inquietaba. ¿Por qué alguien como él, acostumbrado a dominar y controlar, se tomaría tantas molestias por ella?

Por ahora, prefería no pensar en ello. Tenía suficientes problemas con su padre, su madrastra y Camila como para añadir más interrogantes a su ya complicada vida.

Lo que Julia no sabía era que, en las sombras, Adrián seguía vigilándola, dispuesto a hacer cualquier cosa para protegerla.