Amandote En Secreto

–Lo siento por todo. (Hablo mientras tomo tu mano). Fui un idiota por tratarte así pero he cambiado, lo juro.

–¿Qué te hizo cambiar? (dice Esmeralda mirándome).

–Tú, tú me hiciste cambiar… (suspiro y cobro coraje para continuar). Esmeralda, me­me enamoré de ti, te­te amo y quiero que este matrimonio sea real, que realmente funcione.

–¿Y qué pasa con el acuerdo que hicimos? O mejor dicho, ¿qué pasa con la imposición que me hiciste cuando dijiste que tenía que casarme contigo? (Habla Esmeralda bajando la cabeza).

La miro un rato sin decir nada y ella me mira, tiene los ojos llorosos.

Cómo puedo ser tan idiota con una mujer como Esmeralda, es cierto que me comporté como un sinvergüenza con la mayoría de las mujeres con las que me he acostado.

Creo que de pasar tanto tiempo con Esmeralda lo conocí y pude ver lo delicada que puede ser, hasta el punto de hacer transformar a un hombre bruto, ogro y asqueroso, como me han llamado varias veces. en un tipo cuyo

corazón se hunde sólo al escuchar una respuesta simple.

Ese día amenacé con matar a Esmeralda y Francisca si ella no aceptaba casarse conmigo, cosa que no haría, a lo sumo buscaría otra mujer que quisiera casarse conmigo.

–Me amenazó con quitarme la vida y la de Francisca si no aceptaba casarme. (Dice secándose las lágrimas antes de que corran por su hermoso rostro). Sin mencionar que casi abusó de mí.

–Pero yo nunca haría eso, lo hice solo para asustarte y convencerte de que te casaste conmigo. (Hablo rápido). Y fue una idea realmente estúpida y repugnante.

–¿Qué pasa si el matrimonio que quieres que sea real y laboral aun así significará que tengo que irme tan pronto como seas coronado rey? (Dice mirándome a los ojos). ¿Recuerdas que dije que tendríamos que fingir mi muerte y que tendría que dejar Launstone, verdad?

Lamentablemente recuerdo cada palabra que le dije, Nicolás siempre tenía razón cuando decía que Esmeralda es una buena mujer y no merece sufrir.

–Que no te vayas, te quiero siempre aquí a mi lado, después de la coronación serás mi reina y madre de mis hijos, si quieres claro, no estás obligada a quedarte a mi lado si quieres. . (Hablo sentado a tu lado).

–¿Y tu madre? (Ella pregunta). ¿Permanecerás en el palacio?

–Pues claro que ya no te molestará más, pero si quieres podemos irnos a vivir a otro lugar hasta la coronación. (Digo tomando tu mano suave).

–Podemos seguir aquí en palacio, no aceptaré que me pise alguien en el palacio de mi marido, ni tampoco mi suegra que me odia sólo por existir. (Dice sonriéndome tímidamente). Es extraño decir así, "mi suegra", si me oyera me estrangularía.

–Probablemente lo intentaría, pero no lo permitiría. (Digo riendo ligeramente).

­Te perdono. (Lo dice casi haciéndome saltar de alegría). Pero no puedo mentir y decir que siento lo mismo que tú, lo siento.

–Eso es todo lo que necesitaba escuchar. (Hablo y beso su frente). Prometo hacer todo lo posible para hacer las paces contigo y tratar de que me ames tal como yo te amo. Antes de que se me olvide, tómalo tú mismo.

­¿Qué es? (Dice mirándome con curiosidad mientras saco la pequeña cajita verde de mi bolsillo).

–Cuando nos casamos ni siquiera me importó comprarte un anillo, pero ahora quiero que uses uno. (Hablo sosteniendo tu mano mientras dirijo el anillo en tu dedo anular de tu mano derecha).

–¿Un anillo? Sí, es hermoso. (Dice mirando el anillo que ya tiene en el dedo).

–¿No te gustó? Puedo cambiarlo inmediatamente si quieres. (digo y ella sonríe).

–Sí, me gustó, gracias. (Dice dándome un abrazo).

–Es esmeralda, como su hermoso nombre. (Hablo y ella separa su cuerpo del mío). ¿Puedo besar?

¿tú?

–Cuando me besaste en el dormitorio, no me pediste consentimiento. (Habla sin dejar de observar el anillo en su dedo).

–Estoy tratando de dejar de ser un ogro. (digo encogiéndose de hombros).

–No te importe lo que los demás piensen de ti, no intentes ser quien eres para no agradar a los demás. (Dice mirándome). Y no creo que seas un ogro.

–¿De verdad que no? (Le pregunto y ella niega con la cabeza positivamente).

­Si quieres besarme, hazlo. (Habla, apartando la mirada de la mía).

Coloco mi mano en tu barbilla, lentamente acerco mi boca a la tuya hasta finalmente llegar a tus labios.

Pero una vez nos besamos lentamente hasta que ella permitió que mi lengua pasara a su boca. Rápidamente cambiamos a un beso voraz mientras la agarraba por la cintura y la acercaba cada vez más a mí, una de sus manos estaba en mi rostro y la otra tocando mi pecho.

Detuvimos nuestro beso cuando escuchamos el sonido de algo rompiéndose, cuando miramos vimos a Nicolás cerca de un florero destrozado, y Esmeralda rápidamente alejó su cuerpo del mío.

–Lo siento, no quise interrumpir. (Nicolás habla mirando a Esmeralda y luego la baja y recoge los fragmentos). No sabía que estabas aquí.

–Déjame ayudarte. (Esmeralda quiere levantarse pero la tomo del brazo y la detengo).

–Un empleado puede hacer esto. (digo mientras me siento).

–Cierto, no quiero que te lastimen como me lastimaron a mí, Esmeralda. (Nicolas habla después de cortarse la mano con uno de los fragmentos).

–Al menos llévate mi pañuelo para que deje de fluir la sangre. (Esmeralda habla y Nicolás se acerca y recibe el pañuelo de manos de Esmeralda).

­Gracias. (dice Nicolás recibiendo el pañuelo sin mirar a Esmeralda). Um, nunca me di cuenta de que tenías un anillo.

–Hamilton me lo regaló hoy, se le había olvidado dármelo cuando nos casamos. (Habla Esmeralda).

–De esa manera todos los hombres sabrán que ella está casada y no intentarán perseguirla. (Hablo y Nicolas me mira).

–La comida ya está en la mesa y todos están esperando, incluido papá. (Dice Nicolás dándole la espalda y se aleja).

–Allí estaremos. (Digo levantarme y ayudar a Esmeralda a levantarse también).

–Y Esmeralda... (Nicolás se detiene y nos mira). El anillo está en la mano equivocada, el anillo de bodas está en la mano izquierda.

Después de eso Nicolás se retiró. Tomé las manos de Esmeralda y le cambié el dedo anular, del dedo anular de mi mano derecha al dedo anular de mi mano izquierda.

¿Conoces esa sensación que tienes cuando te enfrentas a una amenaza? ¿Cuando alguien quiere tomar lo que es tuyo o invadir tu territorio?

Bueno, así me siento cada vez que veo a Nicolás por Esmeralda.

Sé que parece tonto y equivocado porque él es mi hermano menor y hemos sido inseparables desde que nacimos y Esmeralda es la mujer que amo, la mujer con la que me casé, pero incluso antes de que Jales dijera esas cosas ya me sentía muy amenazada.

Y no me gusta sentirme así.

Corte de tiempo

Las últimas tres semanas han pasado demasiado rápido. Las cosas entre Esmeralda y yo siguen mejorando cada vez más, creo que ella se está abriendo cada vez más a mí y yo a ella.

Hasta ahora no hemos tenido sexo, no por falta de ganas claro, pero aunque me muero de lujuria por esta pelirroja quiero esperar hasta que ella se sienta lista y se entregue a mí, no quiero arruinar. todo.

No negaré que saber que ella alguna vez perteneció a otra persona me molestó al principio, pero ella era joven y estaba comprometida con este hombre, quise preguntarle quién era pero terminé desistiendo.

Mi relación con Nico ya no es la que era, casi no hablamos, nuestro entrenamiento ha sido cada vez más intenso y he mejorado mucho.

Le dije a papá que la gente en el reino ya debería conocer a Esmeralda, ya que no fue presentada adecuadamente como mi esposa. Papá decidió hacer una fiesta en un mes con las puertas del reino abiertas a la gente, todos serán bienvenidos.

Como siempre, mamá hace todo lo que puede para molestar a Esmeralda, pero a diferencia de antes, yo la protejo aunque mamá se enoje conmigo más tarde. Todo sería más fácil si aceptara a Esmeralda como su nuera, al igual que su padre quien la

trata como si fuera su hija.

Actualmente nos estamos preparando para una cena especial en el palacio de Renotes, que se encuentra en el reino vecino.

–Estoy seguro de que los dejé aquí. (Esmeralda habla desesperada mientras busca un par de aretes encima de la mesilla de noche).

–Um... Esmeralda. (Hablo pero ella no parece escucharme y sigue hurgando en la cama).

–Dije que no era buena idea para mí tener joyas, voy a terminar perdiéndolas todas. (Esmeralda sigue hablando y yo la observo mientras me cepillo el cabello, sí lo estoy cepillando por mi propia voluntad).

Cuando terminé de cepillarme el cabello preferí dejarlo suelto, me levanté y me dirigí hacia Esmeralda quien está vestida con un hermoso vestido negro un poco ajustado que le llega hasta el tobillo y lleva unos tacones negros, su cabello está recogido en un moño alto desordenado.

–¿Finalmente me ayudarás a buscar los aretes? (Ella está sentada en la cama y yo tomo su mano y la ayudo a levantarse).

–Vamos para no llegar tarde. (Hablo mientras camino con ella hacia la puerta).

–¿Y los pendientes? (Dice mirándome).

–Te quedan preciosas. (Hablo y beso su frente).

–Los dejé perder. (Ella habla y abro la puerta).

–No, no perdiste, están en tus oídos. (Hablo y ella se agarra las orejas, suspira aliviada).

–Se me olvidó que ya me los había puesto. (Ella habla y luego me mira fijamente). ¿Por qué no nos avisaste antes?

–Traté de advertirte varias veces, pero no me dejabas hablar. (Me encojo de hombros).