OH! MÍ GENERAL

El comandante al darse cuenta que su barrera había sido traspasada, utilizó un hechizo de hielo, congelando a Lale al instante, creyendo que esa acción lo llevaría a la victoria, pero no se imagino que Lale utilizaría su poder de luz para derretir ese hielo y así continuar con la pelea.

—Veo que tiene potencial comandante, pero no soy tan fácil de vencer en una pelea justa, así que le recomiendo que no se confíe, aún tengo mucho en mi repertorio sobre técnicas de lucha.— Dijo Lale más que segura de si misma.

—De eso ya me dí cuenta señorita, pero no me puedo permitir perder este encuentro porque no seré su secretario, para mí, más que para nadie sería lo más humillante.— Manifestó el hombre.

El duelo continúo y ninguno de los dos cedía, cada contacto que tenían era como un estruendo que resonaba en todo el campo hasta que de un movimiento improvisado, Lale pudo dar el golpe que la dejaría como vencedora de aquel encuentro. Alcanzó a darle un golpe en el mentón al comandante y acto seguido lo tiro al suelo con un movimiento rápido, dejando su espada en el cuello del hombre.

—Parece que la victoria es mía comandante, así que prepárese porque a partir de hoy será mi nuevo secretario y los magos estarán bajo mi cargo y entrenarán junto a los soldados, uno nunca sabe cuándo necesitará que se defiendan ellos mismos y si solo saben utilizar magia, sería un serio problema.

—Se equivoca cuando dice que yo seré su secretario, primero muerto antes que servirle a usted— dijo el hombre, terminantemente.

—Solo estoy diciendo que cumpla lo que aquí se dijo, claro si tiene palabra si no quedará como un cobarde y un mentiroso frente a todos los soldados aquí presentes— contestó Lale muy alterada, pues no iba a permitir que aquel comandante no cumpliera con lo dicho.

Pasó un rato y el comandante seguía sin aceptar su derrota, entonces Lale desistió y dijo que lo dejarían para el día siguiente, porque ya era muy tarde y cada uno de los soldados necesitaba descansar para empezar a dar su mayor esfuerzo y su mayor rendimiento a partir de ese momento. Así que cada uno de los presentes se fue retirando a sus respectivos hogares asintiendo a la orden que su general les había dado, ir a descansar y presentarse al día siguiente con toda la actitud y las ganas para entrenar y ser mejores. También el comandante se retiró y se fue muy molesto por su derrota.

☆EN ALGÚN LUGAR DEL PALACIO☆

—Asi que mi querido amigo fue derrotado por una chica y aparte menor que él, ja, ja, ja, ja, ja.— Reía sin parar un hombre.

—Deja de burlarte Sandro, es que no puedo creer que hayan elegido a esa mujer para que sea la nueva General del imperio. Yo era el indicado para el puesto y me lo negaron.— mencionó el comandante.

—Siendo honesto, me alegro que no te hayan dado ese puesto a ti, sabes muy bien que en el futuro no podrás con el cargo y tendrías que dejarlo, así que deja de quejarte y dale una oportunidad a esta chiquilla, que por cierto se ve que tiene mucho potencial.— Afirmo Sandro, quien era el mejor amigo del comandante y también un duque de aquel imperio.

—Aun así, yo era el que más merecía ese lugar, entiende que soy el que más ha trabajado para llegar a dónde he llegado. Si tan solo mi padre me hubiera tomado en cuenta, pero queda más que claro que yo sigo sin significar nada para él.— Aclaro el comandante muy molesto y melancólico.

—Ya, anímate y vamos por un trago mejor. Además no creo que permitan que tú seas el secretario de alguien que aparte de ser plebeyo, resulta tener menos poder que tú. Así que ya déjate de rabietas y tranquilizate.

Ambos hombres fueron a una sala a tomar unos tragos para después cada uno irse por su cuenta a descansar.

Pasada la noche, llegó el nuevo día y el momento de la verdad, pues todos los soldados estaban reunidos junto a su general y solo esperaban al comandante para hacer efectivo el trato hecho el día anterior.

—General, el comandante ya viene, pero... no viene solo— dijo uno de los capitanes.

—Lo importante es que aparezca y se haga responsable de lo que el día de ayer dijo, además no creo que haya poder que no lo permita cumplir con su palabra, sin importar su posición.— Respondió Lale

—Buenos días, general. Me dijeron que hoy haría algo importante y quise venir a ver de qué se trataba— hablo el emperador.

—Buen día, su majestad. No es nada importante para mí, pero ya que está aquí me gustaría que fuese testigo de lo que diré.— Respondió Lale muy serena —¡Escuchen todos!, el día de ayer el comandante y su servidora tuvimos un duelo en el cuál se aposto cada uno de nuestros puestos y lamentablemente para él, perdió. Así que a partir de hoy el comandante perderá su cargo y se convertirá en mi secretario, soy la que está al mando de todo el ejército y esa es mi decisión.

—Lo siento general, pero aquí debe haber un error, está orden no será tomada en cuenta y el comandante seguirá teniendo su puesto como hasta ahora.— Dijo el emperador, firme.

—Su majestad, el duelo se llevó a cabo frente a todos los soldados y ellos fueron testigos de lo que se dijo, si el comandante sabía que no podía cumplir con lo acordado, no debió abrir la boca.— Aclaro Lale, muy molesta.

—¡Silencio general!, ¿cómo se atreve un simple súbdito a referirse de esa manera de su príncipe heredero?. Es a él, su próximo Emperador de quién está hablando general, podría ser castigada por esta gran falta.— Hablo el emperador muy sorprendido y también enojado, por lo que estaba sucediendo.

Lale se quedó callada por un momento y luego tomo la palabra de nuevo. —No retiro lo dicho su majestad, en primer lugar el príncipe en ningún momento se presentó como tal, y también no debió hacer ese tipo de comentarios si sabía sobre sus capacidades en combate. No pretendo disculpame con nadie y mucho menos con alguien que no sabe cumplir su palabra. ¿Quiere castigarme?, pues hágalo.— Replicó Lale al momento.

—El castigo por faltarle el respeto a un miembro de la familia real es la muerte o el encierro eterno, ¿está de acuerdo con eso general?— mencionó el emperador.

Lale se quedó pensando y pasado un momento habló, —bien su majestad, haga lo que crea que es mejor, pero ya que moriré o seré encarcelada por siempre, que quede claro que por la cobardía y falta de palabra de su futuro Emperador, una persona que ha sido justa y es mejor que él, pagará consecuencias por cosas causadas por éste hombre.— Grito Lale para todos los soldados quienes al parecer la respetaban mucho con lo poco que la conocían.

Al escuchar estás palabras, todos los soldados y capitanes se pusieron en guardia.