SOLO MÍA

En la mansión Lombardi después de la visita de Alexander a sus padres Luisa y William llevaban una conversación.

"No puedo decirte nada bombón, en mi última vida tú te guardaste cosas para no lastimarme y dañar nuestro destino, esta vez es igual, no puedo hablar sobre el destino de Rachel, lo único que te puedo decir es que todo está bien y James estará mejor en un tiempo" Dijo Luisa.

"Ella es como tú, atrevida, coqueta y terca, para ella no existe las negativas, si dejo a James es por alguien y averiguaré quién es, espero que no tome de costumbre cambiar de pareja como de vestido" Advirtió William a su esposa.

"¿Y si es así que? ¿Dejará de ser tu hija? Nuestros hijos tienen que vivir cosas y no nos podemos entrometer, eso dijiste cuando se trataba de Alex" Dijo una molesta Luisa.

"De manera que mis hijos ¿Andarán de vida en vida como tú hasta que encuentren la felicidad?" Soltó el castaño.

Luisa lo miró con ojos cristalinos, el hombre nunca le había hablado de esa manera, William al ver el rostro de su demonio desfigurado por sus palabras la abrazó.

"Lo siento nena, lo siento, no volverá a pasar, estoy algo angustiado, Alexander es más apegado a ti, la niña es más apegada a mí y me preocupa que le pase algo si lleva una vida desordenada" Dijo William.

"Confía en mi bombón, sea James o cualquier otro nuestra pequeña estará bien, recuerda que te amo" Dijo Luisa dando un casto beso en los labios de su esposo.

"También te amo pequeño demonio" Respondió William pensando en su otro demonio Rachel Lombardi autora de sus futuras canas.

En la mansión Alcázares se encontraba Antonella y Fernando, padres de James aconsejando a su hijo.

"Te dije que era muy pronto para irse a vivir juntos, Rachel es digna hija de su madre no soportará que le corten las alas" Dijo Fernando.

"Padre no le prohibí nada, ella era libre" Dijo James.

"Es normal que ocurran estas cosas hijo, la vida es así y puede que pases por esto nuevamente, Ray es bastante infantil y tú eres un hombre, deja que madure, tal vez más adelante se den las cosas o tal vez no, pero de toda cosa que ocurra saca lo bueno, desecha lo malo y sigue tu vida" Aconsejó Antonella.

"Si, tu madre tiene razón James, además esa mocosa es como nuestra hija la vimos crecer, no guardaremos rencores por esto, William es como mi hermano y Luisa es como la hermana de tu madre, somos familia" Dijo Fernando dando una palmadita a su hijo.

1 mes después

James estaba un poco mejor, no había ido a la mansión Lombardi evitando encontrarse con su ex, también había tenido demasiado trabajo, esto había sido idea de su amigo Alexander y había dado resultado, la pareja de amigos había vuelto a sus andanzas de pica flor, todas las noches visitaban clubes donde compartían con chicas.

Melisa había conocido un hombre en una página buscado a mi media naranja, aunque aún no se había conocido personalmente con él estaba muy entusiasmada.

Rachel había querido entablar una conversación más larga con su misterioso profesor, pero este la evadía y en la universidad era prácticamente imposible hablar, siempre había mucha gente alrededor.

Maximiliano le causaba diversión ver a la hermosa mujer buscándolo y tratando de decirle que ya no tenía nada con James, el hombre no sabía por qué le había gustado esa Confesión, pero sintió pena por James, no quería estar en sus zapatos.

En la empresa Lombartec Melisa escribía en su computadora mensajes a su enamorado, con una radiante sonrisa la mujer anunciaba su primera cita con su media naranja. Alexander quien se dirigía a la oficina después de una reunión caótica junto con James se acercó al escritorio de su asistente.

"Melisa, te he dicho que en el horario laboral no quiero verte en algo diferente a mi empresa" Dijo Alexander con voz de trompeta asustando a la mujer.

James por la espalda de su amigo le hizo señas a la rubia diciendo que la reunión había sido un fracaso, por eso estaba de mal genio.

"Lo siento jefe, no volverá a ocurrir ¿Cómo te fue en la reunión?" Preguntó Melisa cambiando de tema.

"No quiero hablar de eso" Dijo Alexander ingresando a su oficina seguido de James.

La mujer fue en busca de una explicación, entonces ingresó a la oficina y fue directo por una botella para servir alcohol a su jefe y amigo. Alexander la seguía con la mirada, si hubiera sido otra mujer la hubiese sacado volando de su empresa por su atrevimiento de ingresar a la oficina sin ser autorizada, pero ella era su Mel, ella hacía de cuanta cosa y él como tonto lo permitía.

"Ahora si díganme lo que paso" Dijo Melisa bebiendo de la botella.

"¡Melisa! ¿Sabes cuanto cuesta esa bebida?" Preguntó Alexander.

"Cómo se nota que estás iracundo, a ti ni te importa cuanto cuesta esta mierda" Dijo Melisa mirándolo fijamente.

"No estoy de humor, ahora no quiero escuchar de esa boca sucia una palabra" Advirtió Alexander.

Melisa hizo señas con sus dedos como si cerrará la boca con una corredera, esto hizo reír a James, la mujer se comportaba como su amigo odiaba, pero igual era la única después de su madre que podía controlarlo y manipularlo.

"Clinton informó en la reunión que los móviles y computadoras salieron defectuosas, entonces levantara una demanda" Dijo James.

"Es un puto imbécil" Dijo Melisa enojada y cuando sintió la mirada encima de su jefe mordió sus labios.

James volvió a reír y dijo "Ya mandamos a investigar la salas, talleres y maquinarias, pero si mi tío William se entera de esto habrá problemas"

Melisa se sentó en el enorme sofá mirando a Alexander le hizo señas para qué se sentará a su lado "Ven aquí"

El hombre se levantó de su enorme silla y fue directo en donde se encontraba su asistente, este la miró y dijo "¿Qué tienes en mente?"

James aunque sabía que esos dos no tenían nada se levantó y dijo que regresaría en unos minutos más tarde para que Alexander se relajará un poco.

"Te haré un masaje, quita tu saco" Dijo Melisa.

El hombre obedeció, se sentó muy en la orilla del sofá y su asistente quitó sus zapatos y de rodillas se posicionó detrás de su jefe.

Melisa se dispuso hacerle el masaje, el hombre cerró los ojos disfrutando del toque de la rubia, ella sabía lo que hacía realmente lo relajaba, la mujer daba toques fuertes en sus hombros y en la nuca era realmente magnífico.

"¿Cómo te sientes?" Preguntó Melisa.

"Mejor Mel, tus manos son mágicas" Respondió Alexander.

"Ahora acuéstate en mis piernas y cierra tus ojos mientras le doy unos masajitos a tus sienes" Ordenó Melisa y el hombre obedeció.

Las manos suaves de Melisa tocaban el rostro del empresario y este se relajó aún más, ella mientras los hacía observaba sus rasgos faciales era tan hermoso, su boca rosada, contorno de ojos, cejas rojas y nariz, era tallado especialmente por Dios.

"Mel deja de mirarme, se empieza a levantar mi amigo, entonces tendrás que darle un masaje a él también" Dijo Alexander riendo.

Melisa sonrió y miró la entrepierna del hombre "Eres un maldito mentiroso"

"¿Miraste pervertida? ¿Te enoja que ya no causes efecto en mí?" Preguntó Alexander tomando sus manos.

"Apuesto que aún conservas mis bragas, no las has lavado y las aspiras mientras te mast*rbas o tienes sexo con otras" Dijo Melisa levantando una ceja.

"Mel, golpe bajo, eso dolió y mucho" Dijo Alexander fingiendo dolor.

"No quiero que lo investigues, déjame valerme por mi misma" Dijo Melisa cambiando el tema de manera abrupta.

"Eso no tiene discusión, debo saber quien es, no le abrirás las piernas a un desconocido" Advirtió Alexander.

"Lo conozco, no es desconocido, no me hagas ver como tonta, él no es Samuel y yo no soy la misma, prométeme que no lo investigaras" Dijo Melisa.

"Está bien, pero si te lastima no abogaras por él" Dijo Alexander no muy de acuerdo.

"Si, te dejaré hacer lo que quieras si me lastima, así como Samuel, te acostaste con su conquista y saboteaste su invento" Dijo Melisa.

"¿Quién te dijo eso?" Preguntó Alexander y la mujer levantó los hombros.

"Sigues escuchando mis conversaciones, una amonestación más para tu curriculum" Dijo Alexander riendo.

"No te muevas aun no termino" Dijo Melisa.

"Te escucho" Dijo Alexander.

"Dile a tu padre lo que ocurre" Aconsejó Melisa.

"¿Qué? No Mel, eso no" Dijo el hombre levantándose del regazo de la chica.

"Él te dijo que lo hicieras si tenías problemas, que le digas a tu padre no significa que seas débil, él tiene experiencia sabrá que hacer, pero si se entera por otros, ni tu madre podrá salvarte Lombardi" Reprendió Melisa.

Alexander miró con enojo a Melisa, pero tenía razón, su padre está vez debía conocer los sucesos por boca de él.

"Una vez más tienes razón mujer, y sabes como adularme" Dijo Alexander.

Efectivamente, Melisa sabía como persuadirlo, si hubiese propuesto esto cuando estaba enojado de seguro la despedia sin contemplaciones, pero la astuta mujer se tomó el trabajo de relajarlo, lo conocía perfectamente.

"Ven aquí no he terminado con el masaje, estas involucionando" Dijo Melisa tocando sus piernas.

"Mi amigo quiere un masaje también" Dijo Alexander señalando su entrepierna.

"Pervertido" Musito Melisa.