CHOQUE DE ORGULLOS.

El segundo día y dándole el medicamento a Elena la abuela llegó para cuidarla estaban acomodando sus almohadas cuando Elena mencionó algo que no esperaba.

Elena: Ma... Manuel te... te amo.

Arturo: El otro, no le diga nada a ella abuela, usted y yo cuidaremos de ella.

Abuela: Ten paciencia con ella.

Arturo: No se preocupe abuela.

Caminé hacia la ventana eran las 11 de la noche y estaba frío o era quizá yo el que tenía el corazón más frío que un témpano de hielo y pensaba que no tenía derecho a retenerla a mi lado por apariencias en la sociedad a la que ella pertenecía daría doce meses y luego le doy el divorcio para que sea feliz con Manuel... mire de nuevo a la ventana y ya había amanecido y ella seguía mencionando solo su nombre el nombre del hombre al que ella amaba Manuel Montenegro.

Pasadas dos semanas Arturo estaba en el despacho con un empleado.

Empleado: En esta área de la constructora será mejor cambiar la ubicación y en la mina necesitaremos más hombres.

Arturo: Si contraten más personal pero recuerden que primero que se contratan de aquí de la ciudad.

Empleado: Si señor me retiro entonces, y todos deseamos la recuperación de su esposa.

Arturo: Gracias iré en cuánto pueda.

Salió el empleado y Arturo siguió trabajando, mientras en la recámara despertaba Elena.

Abuela: Mi niña por fin despiertas.

Elena: Abuela.

Abuela: Estuviste algo delicada pero el médico dijo que eras fuerte.

Elena: ¿Y Arturo?

Abuela: Bajo a su despacho.

Elena: Claro entiendo.

Abuela: No hija no entiendes nada, tu esposo te a cuidado con tanto amor y dedicación estuvo tan preocupado por ti, algunas noches lo descubrí llorando junto a tu cama, más que amor tu esposo siente adoración por ti.

Elena: Puedes decirle que quiero verlo.

Abuela: Si mi niña.

Elena: Pero antes me quieres peinar no quiero que me vea así.

Abuela: Mi niña siempre tan vanidosa.

La abuela no solo la peino también le puso un poco de rubor y fue a buscar Arturo... llega la abuela y tocó la puerta al entrar se preocupó creyó que Elena había empeorado.

Arturo: Adelante.

Abuela: Arturo buenos días vengo de emisora.

Arturo: ¿Le pasó algo a Elena que tiene?

Abuela: Tranquilo ella está bien, despertó y quiere verte.

Arturo: Sí.

Abuela: ¡No te irás a hacer de rogar verdad!

Arturo: No abuela yo también quiero verla deme unos minutos.

Estaba frente a la puerta y respiró profundo antes de tocar.

Abuela: Adelante.

Arturo: Buenos días.

Abuela: Los dejó ordenaré el desayuno para Elena.

Elena: Arturo yo...

Arturo: No digas nada, te pido perdón por lo ocurrido, olvide en los términos que este matrimonio se realizó y el asco que te da el verme, por eso a partir de hoy hablaremos más que lo indispensable, estaré lo menos posible en la casa para que no te sientas incómoda con mí presencia, en apariencia frente a la sociedad que perteneces tendrás al esposo prefecto te regresaré a la casa, algunas noches me quedaré con mí hermano para que puedas andar por la casa con toda libertad, doce meses creo que será suficiente para después darte el divorcio y puedas ser feliz con Manuel, eso es todo si algo necesitas dile a Cornelio y me lo hará saber que tengas una pronta recuperación con permiso.

Lo vi salir de la habitación y no pude decirle nada, no esperaba todo lo que me diría y recordé lo que la abuela me dijo momentos antes. "Más que amor ese hombre siente adoración por ti" "Algunas veces lo descubrí llorando frente a tu cama" entonces por qué me dijo todo eso me dolieron sus palabras siento como cuchillos incrustados en el corazón y no sé como actuar.

Pasaron varias semanas y Arturo estaba en su recámara terminando de vestirse cuando Elena tocó a su puerta.

Arturo: Adelante.

Elena: Buenos días ¿puedo pasar?

Arturo: Pasa.

Cuando entró y la vi parada frente a mí casi se me cae la baba al verla, traía un vestido rosa palo con los hombros descubiertos entallado perfectamente a su cuerpo hasta abajo de la rodilla pero con una abertura en la pierna se veía tan sensual y volví a la realidad de golpe recordando que solo produzco asco para ella así que le di la espalda para que no viera que me ponía mar al verla.

Elena: ¿Vas a salir?

Arturo: Voy a la oficina a trabajar ¿se te ofrece algo?

Elena: Sí sabes, es que bueno la próxima semana cumplo años y me gustaría dar una pequeña reunión solamente unos amigos y mi familia.

Arturo: Por supuesto ¿necesitas dinero?

Elena: No pero; me gustaría pedirte si quieres estar conmigo ese día, lo haré el sábado.

Arturo: Sí aquí estaré si lo deseas, algo más.

Elena: No eso es todo.

Arturo: Bueno entonces con permiso, que tengas buen día.

Cuándo paso junto a mí olía tan bien era esa loción marroquí que tenía cuando lo conocí se ve imponente y seguro de sí mismo y con ese aire de arrogancia y su sonrisa de lado que ¿me gusta?, estoy hecha un lío no sé que es lo que siento por él.

Llegó el sábado día de la fiesta eran las 8 y ya llegaban los pocos invitados que les pedí me acompañarán esté día pero él Arturo Durán mi esposo no llegaba.

Ricardo: Ya deja de mirar a la puerta tu marido llegará.

Elena: Ya debería estar aquí.

Ricardo: Pediré que te preparen un té estás muy nerviosa.

Elena: Gracias papá.

Barceló: Señora Durán permíteme decirle que se ve usted muy bella.

Elena: Gracias señor Barceló.

Barceló: Y si me permite deje de luchar

Elena: ¿Luchar?

Barceló: Contra usted misma, usted es su mayor enemiga y su marido es un gran hombre, no tenga miedo de confiar en él es un hombre que la llenará de dicha si usted quisiera con su permiso.

En el área de las minas estaban César y Arturo.

César: No irás al cumpleaños de tu esposa.

Arturo: No seas tonto César ya te dije que yo solo le doy asco y si me invitó fue por compromiso porque cómo va su familia no quiere quedar mal con ellos además ahí estará Manuel y seguro quiere espacio con el y estará feliz de verlo.

César: Y lo dices así, estará en tu casa con tu esposa.

Arturo: Ya no es mi casa la puse a su nombre y ella no es mi esposa.

César: Si serás idiota, le darás el divorcio, una remuneración bastante generosa, ¿y para qué?, para disfrutarlo con él.

Arturo: ¿Qué haga lo que quiera? yo no nací para el amor.

César: Bueno vamos a checar la mina.