Ahora ¿Quien Es Él Perro?

Arturo: [No es una ilusión lo que estoy viendo, en verdad es ella, no estaré alucinando por lo que dijo Arzan?]

Cuando Gabriel intentó ir en la dirección donde estaba Deilyne, fue detenido por la voz del Emperador.

- Emperador: Se ven bien juntos, ¿no lo creé Duque?

Gabriel miró al Emperador, se preguntó que estaba

insinuando.

- Gabriel: Ahora majestad, ¿que es lo que intenta decir?

- Emperador: ho Duke me confunde yo no intento decir nada, lo digo. Mi hijo se ve muy bien junto a la Marquesa, definitivamente es así.

El rostro de Gabriel estaba distorsionando, recordó la conversación que tuvo tiempo atrás con el mismo Emperador. Veía sus intenciones, y no le gustaban para nada.

- Gabriel: Majestad si me permite un momento necesito hablar con la Marquesa...

- Emperador: Duque usted vino a hablar conmigo, usted pretende dejarme plantado a mí, al Emperador de este Imperio? Además no creo que la Marquesa tenga tiempo para usted, que no la vio? Parecía entretenida hablando con el príncipe, ahora sígame Duque Laportt, y revisemos esos documentos, es una orden.

Gabriel tan solo agachó la cabeza, las órdenes del emperador debía acatarlas. Gabriel giró la cabeza para ver hacia donde había visto a Deilyne, pero ahí ya no había nadie, cómo si nunca hubiera estado nadie, ella desapareció de su vista.

Gabriel siguió al Emperador hasta su oficina, durante toda la reunión estuvo notablemente impaciente a diferencia del Emperador que se encontraba muy tranquilo e indiferente con lo anteriormente sucedido, hasta hizo que le sirvieran té para poder trabajar más cómodamente.

Nunca había recibido tanta hospitalidad por parte del Emperador, para Gabriel esto era solo para retrasarlo.

- Emperador: Bien Duque creo que hemos terminado.

Lo decía después de retener a Gabriel por más de dos horas, el suficiente tiempo como para que Deilyne se hubiera ido.

Deilyne que desconocía sobre la presencia de Gabriel en el palacio imperial, paso un rato agradable junto al príncipe Arturo, él la llevo a ver las partes más espectaculares de los jardines del palacio y además le brindó información y motivos por los que fueron escogidas las plantas y flores que ahí estaban.

Era algo desconocido para Deilyne y le pareció muy interesante todo, puesto que a la única flor que ella le había prestado atención era a las rosas del desierto. Se notaba la pasión con la que el príncipe hablaba de todo, se notaba que le gustaban esos jardines.

- Deilyne : Me sorprende Majestad, jamás escuché a alguien saber y hablar tanto sobre las plantas.

- Arturo: oh disculpe Marquesa tal vez me emocioné y hablé de más , usted se habrá aburrido.

- Deilyne : Para nada majestad, no debe disculparse en absoluto, es más sí me permite serle sincera, creo que hasta lo envidió un poco.

- Arturo: Envidia ? De que habla Marquesa?

- Deilyne: Si creo que es un poco de envidia, el ver cómo usted habla de algo que le gusta. Algun día me gustaría hablar sobre algo de la forma, como usted lo hace ahora mismo.

Deilyne se agachó para oler el aroma de las lilas que se encontraban plenamente florecidas.

- Deilyne: [son bellas, su color es similar a el de los ojos de su majestad]

Arturo que había escuchado recientemente el comentario de Deilyne sobre sus conocimientos e interés por las plantas, sintió algo extraño era la primera vez que alguien aceptaba plenamente y sin cuestionamiento su gusto por estas.

Al ser un príncipe todos esperaban que sus principales gustos fueran la política y los temas del Estado, y no que fuera la botánica.

Arturo que observaba a Deilyne mientras sentía la fragancia de las lilas, pensó que esa imagen frente a él era digna de estar en un cuadro, ella se veía preciosa.

Pero definitivamente a la Marquesa le faltaba algo, el brillo de sus ojos, se veían apagados, para las personas que eran detallistas la falta de estos era notable, y el príncipe era una de estas personas.

Entonces ella se veía como una belleza melancólica, tal vez era debido a lo que ella recién le había mencionado, sobre que todavía no había encontrado algo que realmente le haga sentir un interés profundo y sincero.

Arturo pensaba esto hasta que vio a lo lejos la figura de un hombre conocido, forzó su visita para tratar de reconocerlo, era el Duque Gabriel.

- Arturo: [ ¿ a casu de él es que te ves así?, de todas formas no creo que sea buena idea que lo veas ahora], Marquesa me gustaría mostrarle un último lugar, vamos?

- Deilyne: claro, majestad.

Arturo guio a Deilyne hasta el otro extremo del palacio evitando que viera a Gabriel. La llevo hasta un jardín que tenía una gran fuente de agua y en ella numerosas plantas acuáticas crecían, eran hermosas y llamativas Deilyne se entretuvo viéndolas y escuchando sus extraños nombres, los cuales fueron proporcionados por el príncipe Arturo.

Después de terminar su agradable charla con el príncipe Deilyne se retiró.

Sus acompañantes ya la esperaban en su carruaje, sus rostros demostraban preocupación, ya que Deilyne había demorado más de lo previsto, no todo había salido cómo Deilyne quería, pero no había de que preocuparse.

De esta forma terminó la reunión de Deilyne con el Emperador y también el príncipe Arturo.

Cuando Gabriel salió de su reunión con el Emperador, busco y pregunto frenéticamente por todas partes si habían visto a Deilyne, hasta que un empleado le dijo que hacía más de una hora que la Marquesa se había retirado.

Gabriel no sabía dónde ella residia en la capital, así que volvió a su mansión y mando a alguien a averiguar sobre ello.

- Gabriel: [de verdad eras tú? Has cambiado un poco, te sienta bien el rojo]

Gabriel que bebía un trago y pensaba estás cosas pronto se le fue de las manos el número de tragos que estaba consumiendo.

- Gabriel: [por qué? Por qué, le sonreías a ese bastardo? Esa sonrisa debería verla solo yo]

Con unas copas de más Gabriel perdía el control de sus pensamientos.

Gabriel: [Maldito seas Emperador que no me dejaste verla, maldita sea]

Repitió Gabriel, mientras rompía el vaso que tenía en su mano.

- Gabriel: jajaja de verdad que hay algo malo en mi.

Espero con ansias saber dónde estás, no lo dudare e iré hacía tí, no me importa si me miras con desprecio o me maldices yo te necesito... De verdad te necesito...