Contrato Sellado

Fue todo, cerro la puerta de golpe y puso el seguro, busco en sus bolsillos su teléfono y mando un mensaje mientras Saori estaba en la cama con una sonrisa empezó a reír, lentamente convirtiéndose en carcajadas, se tiró en la cama y siguió riendo por un rato. Inhalo profundamente pues se estaba quedando sin aire. Y de repente se calmo, se quedó quieta en la cama, había esperado mucho tiempo ver la desesperación en el rostro de su hermanastra, tenía una mezcla de emociones, dicha, felicidad, nostalgia, tristeza y después llegó la calma. Estaba cerrando sus ojos lentamente estaba cansada, muy cansada.

- Voy a hacer que se arrepientan de lo que me hicieron.-

Dijo eso mientras se quedaba dormida, su cuerpo no pudo más, era demasiado estrés. Ren estaba sentado en la cama a su lado viendo cómo se quedaba dormida y escuchando lo que decía. La observó por un momento, acercó su mano y acaricio su rostro.

- Así que es por eso lo del contrato, vaya chica.-

Se rió ligeramente y se recostó al lado de Saori, ambos se quedaron dormidos hasta el siguiente día.

Cuando Ren le cerró la puerta en la cara Ginebra estaba furiosa, no podía creerlo aunque para ella tenía sentido que Ren se acostara con cuanta mujer se pavoneara enfrente de el, el se volvió un mujeriego cuando se fue a otro país. Ella cuando lo siguió intento entrar en su cama también pero no pudo, pues al final no a cualquiera la metía en su cama, el era selectivo con las mujeres que se metía y ella no pudo lograr nada con el por ello regreso a su país súper furiosa.

Hiro la llevo a rastras hasta el auto, pues no quería más episodios de celos y sobre todo a alguien que ni sabe de su existencia.

Ella lucho y grito para que la dejara, se aferró a la idea de que Ren no tomaba en serio a su hermana, solo quería probarla como con todas las mujeres que pasaron por el.

Hiro se detuvo cuando llegaron al auto y la empujó contra este, ella se quejo pues eso le dolió. El no seguiría soportando sus berrinches.

- Suficiente, súbete de buena manera.-

La advertencia fue dicha con una voz gélida, el estaba muy molesto no solo por el comportamiento de su esposa sino también por lo que vio, eso fue muy desagradable para el, el remordimiento se hacia cada vez mayor. Ese peso en su pecho le oprimía demasiado y ahora que volvió a ver a Saori, peor era su desdicha, ni siquiera pudo hablar con ella, ni una mirada obtuvo de ella, eso lo hacía peor para el.

- Maldito bastardo, cómo te atreves a ordenarme, me quedaré y haré ...-

Una fuerte bofetada la dejo a medias de sus réplicas, se entumecio su mejilla y se puso roja, no lo creía, el esposo que sin importar nada era amable y tolerante aunque después se volvió frío y distante ahora la golpeaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas, lo miro como si de un monstruo se tratara, pero el abrió la puerta y la subió al carro, se subió el también y arranco, no podía seguir ahí.

A la mañana siguiente Saori despertó cansada y adolorida, sentia el cuerpo pesado, trato de levantarse pero una mano en su rostro se lo impidió.

- Descansa por ahorita, tienes un resfriado.-

- Pero...-

- Pero nada, te quedas ahí.-

Le dijo Ren, manteniéndola en la cama, en la madrugada tuvo fiebre, el al estar a su lado lo sintió, llamo a un doctor y la atendieron. Al parecer el estrés se acumuló demasiado, al liberar un poco de ese estrés y tener la satisfacción de ver a su hermanastra desesperada, se relajo un poco y el cuerpo le pasó factura.

Estuvo con fiebre dos días, después tres días más en cama, a la semana ya se sentía mejor pero el abuelo no la dejo irse hasta que estuviera completamente bien.

Al estar mejor regreso a su trabajo pero a renunciar. No podía seguir allí pues se empezó a complicar todo cuando llegó la organizadora de fiestas, y empezó a preguntar por todo respecto a la boda, como iba a hacerse muy rápido no había tiempo tenían que tener todo listo.

Por ello era mejor renunciar a su trabajo y enfocarse únicamente en la boda ya después podía conseguir un trabajo.

El abuelo le dijo que se quedara en su casa mientras se casan, así que Ren no sé aprovecharía de ella.

- Pequeña Saori, quédate aquí, es mejor estar alejada de ese playboy.-

- Viejo por qué me dices así, no voy a hacerle nada que no le haya hecho ya.-

Eso hizo sonrojar a Saori el abuelo noto eso muy bien pero no dijo nada. Fue Saori la que hablo.

- Tienes razón abuelo debería quedarme aquí hasta la boda y ... Deberías prohibir la entrada a ese playboy~.-

- Jajaja, Tienes razón, debería verte hasta la boda.-

- Oye viejo por qué estás de su lado ahora?.-

Ambos reían ignorando a Ren totalmente, eso lo enfureció y decidio irse, cuando ellos se juntaban era muy difícil enfrentarlos.

Pasaron dos semanas y Saori se quedo en la villa del abuelo, ahí estuvo planeando la boda, aunque quería hacer la fiesta en la villa donde fue el compromiso el abuelo se negó, dijo que un lugar más grande y hermoso sería el indicado. Así la paso día tras día viendo, planeando y eligiendo, su estrés fue en aumento, pues todo era apresurado.

En cierto día de agobio el abuelo se le unió a Saori, le hizo un regalo por su futuro matrimonio, le dió unas acciones de la empresa por la cual trabajo muy duro por elevar. Eso desconcertó a Saori, no quería aceptar ese tipo de regalo, era demasiado. Pero el insistió, aún si en algún futuro llegará a divorciarse, eso le ayudaría mucho. Eso dejo pensativa a Saori, pero el abuelo le dijo que estaba bien el no permitiría que Ren la dejara, al menos no tan fácil.

Eso conmovió el corazón de Saori, no sabía porque el abuelo era tan bueno con ella, así que era mejor preguntar.

- Abuelo por qué me ayudas tanto?.-