DE LA POBREZA AL ÉXITO

La señora Nirida se acercó a Antonia y la abrazó con lágrimas en los ojos y dijo.

NIRIDA: Gracias por abrirnos las puertas de su casa, gracias por confiar en nosotros y brindarnos su ayuda, hoy ha sido un día muy especial para mí, al salir de la que era mi casa no espere todo esto.

ANTONIA: Ya no se preocupe, esta es su casa, siéntase como parte de esta humilde familia.

Nirida sonrió y la abrazó de vuelta, Abel también estaba llorando, se acercó a Antonia y dijo mirando también a Ivis.

ABEL: Gracias de verdad señora, nos ha hecho sentir como en casa, en una verdadera familia.

Ivis también se acercó y todos se abrazaron sintiendo la conexión que habían creado. Después todos se fueron a sus habitaciones, Nirida cuando estuvo en la habitación con Abel le dijo que de verdad se sentía bien en la casa, le confesó que tenía años que no se había sentido tan bien, que le dolía que sus hijos no fueron así, pero cada uno había elegido su camino; Abel la abrazó y le dijo que iba a hacer lo posible por brindarle una mejor calidad de vida, pero tenía que esperar un poco.

A las cuatro de la mañana Ivis ya estaba despierta ayudando a su madre, Nirida también llegó en el momento y comenzaron a hacer los fritos, cuando estuvieron listos Ivis se fue a bañar porque tenía que estar temprano en su trabajo, agradeció a Dios por haberles enviado a Nirida a su casa, le iba a ser de gran ayuda para su madre, también se le había pasado la desconfianza que había sentido sin conocerlos.

Nirida fritaba mientras Antonia organizaba todo lo que se iba a llevar al puesto donde se ubicaba para vender, a las cinco y treinta Ivis salió lista para irse, Antonia cuando la vio se acercó para acompañarla y le dijo a Nirida que no demoraba.

Ivis contó con suerte que el transporte iba pasando y se subió inmediatamente, Antonia regreso a su casa y ya Nirida había terminado de fritar, Antonia le pidió ayuda para llevar todo al puesto, cuando llegaron personas que iban pasando compraron, también llegaban las madres de estudiantes, Antonia había dejado en su casa cinco arepas para el desayuno de ellos; Nirida se dio cuenta de que Antonia tenía buena venta en ese lugar.

Por otro lado Ivis llegó a su trabajo y comenzó con su rutina, preparando el desayuno.

Antonia a las 6: 40 ya había terminado de vender todo, ya el sol estaba llegando al puesto, comenzaron a recoger todo para el regreso a la casa. Allá estaba Abel despertando porque la luz de la mañana se filtraba a través de las finas cortinas de la ventana que daba al patio. Cuando se sentó en la cama escuchó voces en la sala, sabía que era su abuela con Antonia, se fue a bañar porque quería salir temprano a buscar trabajo, tenía que poner todo de su parte y aceptar lo primero que le saliera, siempre y cuando fuera todo legal.

Las dos mujeres organizaron todo, después Antonia le dijo a Nirida que se sirviera jugo y desayunara, Nirida miró a Antonia con pena, pero ella le dijo.

ANTONIA: Desayuna, hay para los tres, yo me como una y quedan cuatro para ustedes.

NIRIDA: Gracias Antonia, eres el ángel que Dios puso en mi camino y el de mi nieto.

ANTONIA: Ustedes también son nuestros ángeles, mi hija y yo estamos muy acompañadas con ustedes, más que también nos está ayudando.

NIRIDA: Nosotros contamos con ustedes, así que, ustedes también cuenten con nosotros.

En ese momento Abel salió listo para irse, pero su abuela lo hizo detenerse para que desayunara, el miró a Antonia y ella le dijo.

ANTONIA: Desayuna sin ninguna pena.

ABEL: Gracias, ¿y... Ivis?

NIRIDA: Ya se fue.

ANTONIA: Ella se va a las 5: 30 yo la acompañe a coger el transporte.

ABEL: No sabía qué se iba tan temprano, desde mañana yo la acompaño.

ANTONIA: ¿Sí...? Que bien, te lo agradecería.

En el penhaus Ivis estaba haciendo aseo y pensando como le había ido a su madre en la venta de frito junto a Nirida.

Antonia le dijo a Nirida que iba a dormir una hora para recuperar fuerzas, ella también se fue a su habitación para dormir. A las 9: 30 ya Antonia estaba nuevamente despierta buscando que hacer de almuerzo, Nirida despertó unos minutos después y las dos se pusieron a preparar el almuerzo, a le daba vergüenza porque Antonia los estaba alimentando, pero Antonia le dijo que no se preocupara porque una mano lavaba la otra, cuando terminaron se sentaron en la sala a hablar un poco.

Por otro lado, Abel llegaba a las obras de construcción buscando una oportunidad de trabajo, pero no encontraba nada, camino por horas hasta que ya no pudo más y decidió regresar a la casa, cuando llegó eran las once y treinta de la mañana, estaba su abuela al verlo se acercó, Antonia quedó sentada observando la escena porque era la misma que le pasaba con su hija cuando salía a buscar trabajo.

NIRIDA: ¿Cómo te fue?

ABEL: Bien porque regrese con vida y salud, pero no encontré trabajo.

NIRIDA: paciencia mi amor.

ANTONIA: Así le paso a Ivis, pero después consiguió, no te desesperes.

ABEL: Es que no sé estar así, sin trabajo, señora Antonia, usted nos está alimentando.

ANTONIA: No... tu abuela trabaja conmigo, la alimentación se la ganan, al contrario, yo le quedo debiendo a ella.

NIRIDA: Nos estamos ayudando mutuamente, mañana es otro día, con fe encontrarás algo.

Las dos mujeres le dieron ánimo, más Antonia porque ya había pasado por eso con su hija.

Ellas decidieron servir el almuerzo para hacer olvidar un poco la situación de Abel, después del almuerzo Nirida puso a cocinar la carne y el pollo para ir adelantando, mientras Antonia picaba las verduras.

Abel veía a las dos mujeres en la cocina hablando y dedicadas a lo que estaban haciendo, se sentía, por un lado, feliz por su abuela, veía que se sentía libre y feliz, la veía como nunca la había visto en su propia casa, y pensó que depronto todo lo sucedido con su tío y los demás paso para que ella fuera feliz lejos de ellos.