¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Historias olvidadas
De aquella primera noche en familia ya había pasado una semana. Su padre y Mario se trasladaron al departamento del segundo piso. Entre Dalia y Mario se entabló cierta tregua, se odiaban mutuamente, pero mantenían cierta cordialidad venenosa. Él la llamaba "malcriada" y ella "garrapata plebeya", pero la cosa no pasaba de ahí. Mario no era la prioridad de Dalia. Para ella lo importante era aprender todo lo que pudiera. Ya sabía usar el móvil y le encantaba. Se volvió fan de Google y ChatGPT. Cualquier duda las preguntaba por allí. Ya sabía que en este mundo no había magia como ella la imaginaba, en su lugar se le llamaba tecnología, ciencia y estas eran increíbles 🫢. Si es que con ella, hasta la luna ya habían llegado los seres humanos y se paseaban en naves especiales por las estrellas 💫 y le hacían hasta fotos, o se adentraban en los abismos insondables del océano, en submarinos y exploraban el misterioso entorno acuático.
Por esos días no era inusual verla toda desgreñada en negligé, que era como se llamaban aquellas preciosas bombas de seducción. Casi no salía de su cuarto en todo el día. Pues se quedaba sola en casa. Su madre iba a trabajar y le dejaba la comida preparada. Ella solo tenía que meterla unos segundos en el microondas y listo. Ya sabía operar en el cuarto de lavado y utilizaba el lavavajillas. Otra cosa que le fascinaba era la música, pero más que está, era el baile lo que la perdía. Practicaba frente al televisor rutinas de kpoper. Se enternecía con las series románticas y veía noticias de todo tipo. Este mundo sí que estaba bien loco. Algunos países estaban en guerra, aunque realmente se le escapaba cuáles eran sus motivos. De vez en cuando se mencionaba una terrible pandemia llamada COVID que había casi paralizado el planeta. Se hablaba de terremotos de grandes proporciones, volcanes en erupción, maremotos y un sinfín de calamidades que hacían temer al más valiente y ella no lo era. Por suerte después veía cosas preciosas como lugares maravillosos tanto naturales como creados por la acción del hombre y volvía el sosiego a su alma y las ganas de salir allá afuera para ver todo eso por ella misma.
Aquí no había sirvientes, pero realmente no hacían falta. La ropa era bonita y muy práctica de poner. La otra Dalia tenía una elegancia innata para vestir. Sus gustos eran similares y coincidían. Estas ropas modernas eran atrevidas, pero nadie armaba escándalo por ello. Moverse y respirar se hacía fácil. Una señora de la limpieza venía dos veces a la semana y el resto, su madre y ella mantenían todo en orden. Le gustaba esta vida moderna, las cosas no eran tan difíciles. Pero el horario que más disfrutaba eran las noches, cuando su madre regresaba del trabajo. Después de cenar se iban a la terraza a platicar de lo que cada una había hecho con su día. A Dalia le fascinaba la brisa nocturna y el espectáculo de luces que se extendían a la distancia hasta topar con el horizonte. Ella no comprendía cómo es que estas afortunadas personas, no consideraban que esto en sí mismo ya era mágico y perfecto. A veces una añoranza se anidaba en su pecho. Esto sucedía como hoy por ejemplo, en que había más luces encendidas que de costumbre. Es que deseaba con todo su corazón compartir esta maravilla con los seres queridos que ya no volverían. La carpeta con su historia estaba guardada en el vestidor en la caja de los recuerdos de la otra Dalia. Le pareció apropiado hacerlo así. El pasado debía estar seguro, pero al alcance de la 🫱 mano.
-Dalia, mañana es la primera consulta con el Doctor Miranda. Es a las diez de la mañana, pero primero pasaremos por mi trabajo. Quiero que estés deslumbrante.
- Está bien. Se me había olvidado algo importante con todo lo que me ha pasado. Debo preguntarle dónde encuentro a Sergio.
- Me parece bien. Tu padre quiere acompañarte.
- Por mí no hay problema, pero que le ponga la correa bien puesta, a la garrapata plebeya que no le tengo paciencia.
- No Mario no va a ir.
- Mejor. El mundo debe amarme.
Las dos rieron de la ocurrencia de la muchacha. Permanecieron en silencio unos segundos contemplando la vista nocturna. Dalia rompió el silencio.
- ¿Por qué hoy hay más que otros días? Las luces me refiero.
- Es que se acerca navidad 🎄 y las personas comienzan a adornar sus viviendas. Esta época del año siempre te ha encantado. Los regalos, las fiestas, los villancicos. Recuerdo que cuando tenías diez años volviste loco a Mario, para que te enseñará a tocar en el piano, el villancico de Feliz Navidad... -Rosa se calló abruptamente, pero Dalia ya estaba lista para preguntar.
- ¿Así que antes me llevaba bien con esa garrapata plebeya? ¿Desde cuándo lo conozco?
- Lo conocemos desde siempre.
- ¿Tú también?
- Sí y tu padre. La verdad es que crecimos juntos.
- Cuéntame esa historia.
- Mario y yo nos conocimos en el orfanato. Yo llevaba un año viviendo allí cuando él llegó. Teníamos la misma edad y nos hicimos amigos.
- ¿Por qué vivías en un orfanato?
- Porque los servicios sociales así lo determinaron. Mi madre había muerto en un accidente años atrás y mi padre enfermó de gravedad y ya no pudo seguir cuidándome. Yo tenía por aquel entonces unos once años y era una especie de rebelde sin causa. Ningún familiar quiso hacerse cargo de una chica problemas. Cuando enterraron a mi papá viví sola como dos meses, pero se me acabó la comida y las cuentas se amontonaban. Nadie me daba trabajo por ser menor de edad. Comencé a robar comida en las tiendas hasta que fui atrapada y ahí es que entraron los Servicios sociales en mi vida. Odie cada segundo en el orfanato hasta que llegó Mario.
- ¿Y eso por qué?
- Mario era un chico extranjero. Sus padres y él viajaron a nuestro país buscando establecerse. Les iba bien, estaban prosperando, pero una noche habían decidido ir a un cine. Hubo un tiroteó y fueron víctimas. Mario también resultó herido 🤕. Cuando se recuperó de la cirugía se encontró con que estaba solo en este país y fue a parar al mismo orfanato donde yo estaba. En esos lugares las noticias viajan rápido. Todos esperaban su llegada. La directora nos había pedido que fuéramos amables con el pobre chico, por la desgracia que le había sucedido. Como te dije antes yo en aquella época no era muy buena persona y decirme no hagas esto, era una invitación a que lo hiciera. Nada más Mario llegó le espeté que era mejor que él también se hubiera muerto. No sé qué esperaba yo lograr con eso, pero él se me quedó mirando y al cabo dijo: Tienes razón debí haber muerto.
Después de esta confesión de Rosa, se quedaron calladas. Dalia quería preguntar un montón de cosas, pero la más importante le rondaba en la cabeza y fue la que pronunció.
- ¿Y cómo entra mi padre en toda esta historia?
- Tu padre pertenecía a una familia muy poderosa de las tantas que patrocinaban el orfanato. Un día vino con su abuelo a entregar unos donativos. Mientras los adultos realizaban las transacciones, él vagaba a su suerte por el lugar. Recuerdo que era fin de semana Mario y yo estábamos jugando ajedrez en el patio. Se nos acercó y se quedó en silencio observando. Para ese entonces Mario y yo estábamos acostumbrados a ignorar a todos, éramos unos arrogantes y más cuando la persona se veía adinerada como era el caso. Terminamos el juego. Recogimos y nos fuimos sin dirigirle ni una palabra, pero cada vez que su abuelo venía a hacer caridad, él lo acompañaba. Un día fuimos llamados a la dirección esto no era frecuente. Mario y yo íbamos preocupados no es que fuéramos unos santos, pero no pasábamos los límites. Temíamos ser expulsados o trasladados. Con los nervios a flor de piel esperábamos nuestra condena, pero resultaba que fuimos adoptados los dos por el abuelo de tu padre. Eduardo quería ayudarnos y su abuelo lo complacía en todo, por ser el futuro heredero de la familia.
- ¿Me estás diciendo que ustedes son hermanos por papeles?
- Sí, Mario y yo somos hermanos adoptivos desde los doce años. El abuelo cuando falleció nos dejó una pequeña parte de la herencia. El resto se la dejó a tu papá.
- ¡Vaya! Si la garrapata plebeya es mi tío. Increíble. Si parece un drama coreano.- y se rió sarcásticamente.- Bueno esto es lo que llaman una familia disfuncional. ¿Cómo es que soy la única que va a terapia?
Rosa había reído a carcajadas, pues si lo pensaba bien todos ellos la necesitaban. Después de este momento divertido Dalia volvía a estar lista para otro ataque de preguntas.
- Mami ¿Cuéntame cómo es que terminaron enredados de esta manera?
- Eso fue algo complicado.
- ¿En serio? -pensó Dalia, es que acaso a su madre no le parecía complicado hasta ahora.
- No me mires así. Lo que pasó fue que Mario, tu padre y yo nos volvimos inseparables. Los tres mosqueteros. Fuimos matriculados en las mejores escuelas. Todo con mucho nivel, teníamos la misma edad y fuimos creciendo juntos, pero Mario y yo marcábamos los límites. Mostrábamos nuestra gratitud siendo excelentes estudiantes. Un día Mario entró al aula totalmente colorado y yo le pregunté que si estaba enfermo y me dijo que no, que después me contaba. Ese fue el inicio de todo. Teníamos dieciocho años. Ninguno había tenido pareja. Esa noche fui al cuarto de Mario, quería preguntarle lo de esa mañana. No toqué a la puerta, nunca lo hacía y lo cogí masturbándose. Nos sentimos violentos con la situación, yo no dije ni una palabra y me di la vuelta a mi habitación y cerré con llave, estaba muy alterada. Al otro día ninguno hallaba cómo mirarnos. Esa mañana el abuelo desayunaba con nosotros y preguntó casualmente si no teníamos algún enamorado o enamorada por ahí. Dijimos que no y la conversación cambió a otros temas. Eduardo se percató de la incomodidad entre nosotros, pero no dijo nada. Todos acababamos de ser conscientes de que habíamos dejado de ser niños. Nuestra relación comenzó a agrietarse, las miradas furtivas, los silencios incómodos, los secretos impronunciables, deseos reprimidos y un montón de hormonas alborotadas y nadie que nos explicará o controlara el proceso que estábamos sufriendo.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?