La Odisea De Una Flor Perdida

Con la poción que Circe me había dado, regresé a mis compañeros a la normalidad. Verlos como personas nuevamente me hizo sentir bastante aliviado. Lo que me dibujó una sonrisa fue ver cómo Roxy se lanzaba hacia mí para abrazarme.

Había vuelto a ser un elfo, y aunque estaba totalmente desnuda, no impidió que le devolviera el abrazo. Después de todo, ella era mi amiga.

—¡Stan! ¡Capitán! —sollozó mientras me abrazaba con más fuerza cada vez—.

—A mí también me alegra verte, tonta enana y orejona —respondí mientras la abrazaba con fuerza—. Aunque tenemos que volver con los demás, aún debemos continuar con nuestro viaje a Andrómeda.

—Ah… S-sí, lo había olvidado —murmuró, apartando la mirada y con una mueca como si la idea ya no le interesara—.

—Capitán, ¿pero cómo vamos a continuar si nuestra nave está hecha pedazos?

—Les prestaremos un barco para que puedan navegar al nuevo Inframundo —respondió Circe mientras se acercaba a nosotros junto a sus ninfas para regresarle la ropa a todos los que habían sido convertidos en animales antes—.

—¿Qué? ¿El nuevo Inframundo? Stan, ¿siquiera es de fiar esa mujer? —preguntó Roxy a la defensiva—.

—Sí, es de fiar —respondí mientras volteaba a ver a Circe—. Además, ¿qué otra opción tenemos? Hay que confiar para seguir avanzando

—Stan, si me permite tengo que mostrarle el barco —dijo, extendiendo su mano hacia mí, lo que generó que Roxy me clavara las uñas debido a la fuerza de su abrazo—.

—¡Oye! —me quejé mientras me separaba de ella—. No tienes que estar de celosa; no olvides que yo ya tengo esposa y pienso serle fiel

—¡¿Y a mí qué?! ¡Además lo hago por la pobre Flor! Para que no sufra una traición de tu parte

—¡Ayajam! Sí, como no…

Acompañé a Circe a ver el barco que nos iba a dar para navegar en las aguas oscuras de la luna. En el camino pude ver la pequeña ciudad que tenían montada las ninfas, y los animales que seguramente también eran viajeros que habían tenido un destino distinto a los de mis compañeros.

—¿Y bien? ¿Cómo es ella?

—¿Huh? ¿Quién?

—Hablo de tu esposa, no me has contado mucho de ella ¿Qué la hace tan especial y superior a una ordereana?

—¿Qué? Ah, eh, yo lo siento, no quise… Yo… Mm… Lo siento, si le falté al respeto

—Jajaja, no te disculpes, es adorable que le seas tan fiel a tu esposa, eso supongo que te hace distinto a la mayoría

—Mm… Flor es… Es la persona más humana que he conocido, más que la mayoría de los humanos o incluso más que yo, su bondad y que a pesar de todo siempre sonreía, es lo que la vuelve especial, tanto que siento como si fuera la primera vez que siento esto por alguien

—Un amor que a pesar de no ser el primero se siente como si lo fuera, eh —murmuró Circe con una pequeña sonrisa en su rostro—.

—Sí, así es como me siento cuando estoy con ella o cuando pienso en ella, de verdad, no me imagino una vida sin ella

—Entiendo, no necesitas decir nada más, ahora comprendo un poco tu lealtad hacia tu mujer

Cuando llegamos a una de las tantas orillas del mar de la luna de Circe, nos encontramos un inmenso barco de madera, era similar al barco de las típicas películas de piratas. En cuanto lo vi me quedé con la boca abierta mientras estaba quieto mirando la inmensidad del bote.

—Jaja, Stan, cierra la boca que se te pueden meter los mosquitos

—¡Es inmensa! ¡¿Estás segura de que nos la quieres dar?!

—Jaja, descuida, nosotros tenemos otros barcos y son más grandes que este, además necesitaras un barco grande para que entren todos tus compañeros

—Increíble…

—Stan, en el viaje hacia el territorio de Hades te vas a encontrar con enemigos que usarán el amor hacia tu esposa en tu contra

—¿Huh? Espera… ¿En esta luna hay sirenas?

—Sí —de su bolsillo sacó un frasco con un líquido rojo—. Es por eso que quisiera entregarte esto, debes verter esta poción en una bebida y dárselo a todos tus compañeros para que así sean inmunes al canto de las sirenas

—D-de acuerdo —respondí, agarrando el frasco—.

—Hm, solo ten cuidado, ¿sí?

Decidido a continuar mi viaje para reencontrarme con mi amada, reuní a todos mis compañeros dentro del barco para comenzar con nuestro viaje hacia el lado oscuro de la luna. Tal y como me había dicho Circe le di a todos mis compañeros una bebida mezclada con la poción.

—Capitán ¿Está seguro de confiar en ella?

—Sí, ella nos convirtió en animales

—¡Y nos encerró en jaulas! —añadió Erik traumatizado—.

—Jaja, humanito, parece que tienes que explicarle a tu tripulación tu repentina confianza en Circe —se burló Hermes flotando frente a nosotros—.

—¿Eh? ¡Capitán! ¡No me diga que ustedes lo hicieron! —preguntó Euríloco confundido—.

—¡¿Qué?! ¡¿Hicieron qué?! —gritó Roxy celosa e indignada—.

—¡No hicimos nada! —me crucé de brazos mientras me recargaba en el mástil del barco—. Y como dije antes debemos confiar en ella —añadí con un suspiro—.

—Tsh, cómo sea, nos puedes explicar porque ahora estamos en un barco y nos estamos dirigiendo al nuevo Inframundo

—Iremos con Tiresias para que nos ayude a evitar a Poseidón, si alguien nos puede ayudar es él

—Jajaja, Humanito, dime, Circe te dijo que para entrar al nuevo Inframundo tienes que cruzar por la zona de caza de las sirenas ¿O acaso te lo ocultó?

—No, de hecho me dio una poción para ser inmunes a su cantó, aunque por precaución nos pondremos tapones de cera en los oídos para evitar escucharlas

—¡Hmph!, aun así, capitán, ¿cómo vamos a evitar que nos maten? Ya que las sirenas no solo son peligrosas por su bello cantar, sino también porque son bestias sanguinarias

—Sí, Roxy tiene razón, Capitán

—Tranquilos, y dejen que me encargue, después de todo, tengo un plan

—¿Y cuál es tu plan? ¿Hacer que nos maten las sirenas?

—No, sino todo lo contrario solo confía en tu capitán, enana

—Mm… ¿Por qué esto me da un mal presentimiento? —murmuró molesta—.

—No seas exagerada, solo confía