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La Niña Del Capo

La Niña Del Capo

Status: Terminada
Genre:Completas / Mafia / Dominación / BDSM / Diferencia de edad
Popularitas:1.2M
Nilai: 4.8
nombre de autor: Yesenia Stefany Bello González

Stefano Messina es el nuevo Capo de la ´Ndrangueta, un cargo que nunca pensó que tendría. Para seguir siendo el jefe debe cumplir las reglas que le ha impuesto su hermano, siendo la más importante mantenerse alejado de Inés Guzmán. La dueña de sus fantasías más perversas.
¿Podrá hacerlo o caerá ante la dulzura de la única mujer que no puede tener?

NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Nuevo departamento

Inés

–¡Que hermosa vista! –exclamo mientras corro a los enormes ventanales que cubren toda la pared–. Vaya –susurro al mirar al Central Park, uno de mis lugares favoritos en esta ciudad, en todo su esplendor.

Las hojas de los árboles ya comienzan a teñirse con tonalidades rojas, naranjas y amarillas, que puedo apreciar a pesar de la poca luz que hay. Todavía no amanece del todo.

–Me alegra que te guste –dice acercándose a mí.

–Tienes la mejor vista de toda la ciudad.

–Lo sé –susurra mirándome con una sonrisa que nunca le he visto antes en mi vida.

Es la octava maravilla del mundo.

Oh, lo que haría por esa sonrisa.

–Ven –dice tomando mi mano.

Tengo que tragar un suspiro cuando siento el calor de su mano rodeando la mía. Mi mano se siente muy pequeña en la suya, pero de una extraña manera se siente tan correcto, como si tuvieran que estar juntas.

Abre uno de los enormes ventanales y estamos en una hermosa terraza.

–Siento que estoy volando sobre el Central Park –digo mientras miro alucinada todo lo que me rodea–. Tienes un hermoso hogar.

–Gracias –dice, todavía sin soltarme la mano–. Déjame mostrarte tu habitación. Luego puedes recorrer todo el departamento.

Entramos y me lleva por un pasillo hacia una puerta blanca con marco dorado.

–Esta será tu habitación –me explica antes de abrir.

–Guau –digo admirada al ver la hermosa habitación.

Toda una pared es de vidrio y tengo una vista a los preciosos edificios que hacen a esta ciudad tan famosa.

–Tienes tu propio baño y closet –agrega antes de soltar mi mano.

Quiero llorar cuando lo hace, pero oculto lo que siento con una sonrisa. Desde hace años que aprendí a ocultar lo que provoca este hombre en mí.

Stefano abre la puerta del baño y la del closet y vuelvo a quedar con la boca abierta. Pensé que yo vivía en un departamento de lujo, pero me equivoqué.

–Debes estar agotada.

–Tengo hambre –me quejo y justo mi estómago decide rugir, haciéndome enrojecer de vergüenza.

–Ya lo veo. Lo solucionaré –dice antes de caminar a la puerta y abrirla.

Lo sigo, pero mis ojos quedan clavados en una enorme puerta color carbón con marco dorado.

–¿Es tu habitación? –pregunto mientras tomo la enorme manilla color oro.

–¡NO! –grita haciéndome saltar–. No puedes entrar ahí.

–Lo… lo siento –titubeo–. No quise… yo no…

Acuna mi rostro y sonríe. –No has hecho nada malo, mi niña, es solo que en esta habitación hay cosas que no quiero que veas.

–¿Cosas del trabajo? –pregunto sin poder evitar que mis ojos vuelvan a esa enorme y atrayente puerta.

–Algo así –dice–. Por favor, no entres nunca ahí, ¿sí?

–Pero…

–Por favor –insiste.

–Está bien, no lo haré. Pero tienes que saber que no me asusto fácil. Mi familia es dueña del Cártel de Sinaloa, he visto de todo.

–Lo sé.

–¿Tienes a un rehén? –pregunto en un susurro.

Stefano ríe con tanta fuerza que el sonido de su risa reverbera por todas las paredes, llenando este lugar con un sonido maravilloso.

–Me alegra que me encuentres entretenida –digo cruzándome de brazos, tratando de parecer enfadada, pero fallando.

Golpea la punta de mi nariz con su dedo índice antes de caminar a la cocina.

–Te prepararé algo rápido. Si quieres ponte ropa más cómoda.

–¿Sabes cocinar?

–Pronto lo averiguarás –dice antes de desaparecer de mi vista.

Tomo las maletas que dejó Stefano frente a la puerta de mi nueva habitación y lucho con ellas hasta que puedo sacar mi pijama favorito. Es un pijama rosado con encaje negro en los bordes, que consiste en dos piezas de satín, que me compró Franny en Victoria Secret.

Me quito mi ropa interior y me coloco mi pijama favorito. El suelo es cálido así que decido ir descalza a la cocina para ver qué está haciendo Stefano.

Cuando me acerco escucho The four Seasons de Vivaldi.

–No pensé que eras uno de esos –digo.

–¿Uno de qué? –pregunta dándome la espalda mientras saltea distintas verduras en un wok.

–Uno de esos hombres que le gusta la música clásica.

–Me gusta todo tipo de música.

–¿Reggaeton?

–No presiones –dice girándose con una enorme sonrisa, la cual pierde cuando me mira–. ¿Eso vas a ponerte?

–¿Qué tiene? Es mi pijama favorito.

–Estás… estás prácticamente… –tartamudea–. ¿No tienes frío?

–No. ¿No te gusta el color rosado? –pregunto con curiosidad–. Sé que quizá el rosado es muy infantil, pero lo amo. Tendrás que aprender a vivir con ello.

Traga con fuerza.

–No es para nada infantil –masculla antes de girarse y volver a cocinar.

–Huele muy bien –digo.

Rodeo la isla y me acerco a su lado para ver qué está haciendo.

–Se ve fantástico –lo felicito.

Todo su cuerpo se tensa cuando mi cadera roza la suya.

–¿Pasa algo? –pregunto.

–Nada –dice–. ¿Te gusta el picante?

–Soy mexicana –le recuerdo.

–Mucho picante será –devuelve antes de agregar más picante al wok–. Siéntate –ordena cuando nuestros cuerpos vuelven a tocarse–. Ya está listo.

Rodeo nuevamente la isla y me siento en unos de los taburetes frente a él.

Saca un plato y deja caer la preparación en él. Camina hacia el refrigerador y saca queso parmesano y raya un buen poco sobre el plato.

–Listo –dice con voz ronca.

Tomo el tenedor y comienzo a comer de inmediato. Gimo al sentir tantos sabores explotando en mi boca.

–Esto está delicioso –lo felicito–. ¿No vas a comer? –pregunto mientras trago las verduras salteadas.

Espero su respuesta, pero esta no llega.

–¿No tienes hambre? –insisto.

–Mucha –devuelve en un gruñido.

Levanto mi mirada a la suya y sus ojos arden sobre los míos, hambrientos.

–Deberías comer.

–No puedo.

Arrugo mi ceño. –Puedo ver en tus ojos que estás hambriento, ¿por qué no quieres saciar tu apetito?

Respira con fuerza antes de hablar: –Primero necesito una ducha –dice antes de salir casi corriendo.

Me encojo de hombros por su extraño comportamiento antes de seguir tragando como una poseída.

Sonrío. Será divertido vivir aquí.

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Wil Gil
Bueno
Marylu Vega
siiiii nessi sal a bailar con el
Sylvia Campero
Excelente
Yesenia Bello González: Gracias por leer y por la puntuación 💛 😊 💕 🙌 💜 ♥️ 💛
total 1 replies
Chel Garcia
excelente historia 👌🏽
Yesenia Bello González: Gracias por leer y por la puntuación 💛 😊 💕 🙌 💜 ♥️ 💛
total 1 replies
ceciluna
que barbara escritora, te superas en cada libro, la verdad estuvo excelente, no tengo más que decir que felicidades, una lectura pesada en cuanto al drama porque siempre es difícil de leer cuando se trata de niños, pero esta llevada con tanto respeto que no queda más que volver a decir "FELICIDADES " Y GRACIAS 🙂
Yesenia Bello González: Muchas gracias por tus lindas palabras y por la puntuación 💛 😊 💕 🙌 💜 ♥️ 💛
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Bettzi Iseth Nieto Peralta
espectacular 😍😍😍
Yesenia Bello González: Gracias por leer y por la puntuación 💛 😊 💕 🙌 💜 ♥️ 💛
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Shadia Sarmiento Rivera
Excelente
Yesenia Bello González: Gracias por leer y por la puntuación 💛 😊 💕 🙌 💜 ♥️ 💛
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Wendy Aranda
no estaba tan traumada m parece
Wendy Aranda
m gustaaa
Wendy Aranda
y dice q no es una niña
Wendy Aranda
para q le dice q lo ama?, va muy rapido
🌺Lis🌺
Así se hablá...
Wendy Aranda
porq besaba sus nudillos?
Wendy Aranda
okey creo q a partir d acá ya le va a empezar a ganar la curiosidad, como a todas las protagonistas les pasa, son tan chusmas
Bettzi Iseth Nieto Peralta
no, no, no. ésa se merece algo peor que morir. la muerte no es un castigo, es descanso
Bettzi Iseth Nieto Peralta
😅😅😅 la vas a matar antes de disfrutarla
Bettzi Iseth Nieto Peralta
🤣🤣🤣🤣 fácilmente podría ser yo
Bettzi Iseth Nieto Peralta
insisto, no me gusta la foto de Dante. pero bueno, para gusto los colores
Janeth Santillan
Bueno
Janeth Santillan
Malo
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