El Hermano Silencioso
La primera regla de mi vida se llamaba Clara.
Éramos una constelación de dos desde los ocho años, cuando nuestras madres nos obligaron a jugar juntas en la fiesta de cumpleaños de un vecino. Yo, Olivia—o Liv, como ella insistía en llamarme—, era la soñadora. Clara era la ancla. Su mundo, grande, brillante y ridículamente adinerado, giraba alrededor de la mansión Hawthorne y el peso de un apellido que la asfixiaba. Mi mundo, pequeño, cálido y caótico, gravitaba alrededor de ella.
Clara lo era todo: mi confidente, mi cómplice, mi hermana de elección. La idea de hacerle daño era una herejía.
Por eso, el primer encuentro con Ethan, su hermano mayor, sigue grabado en mi memoria no como el comienzo de algo, sino como el anuncio de un fin.
Tenía yo trece años, y era mi primera pijamada en su gloriosa y solitaria casa. Clara me arrastró a una sala de estar donde se congregaban las reliquias familiares. Estábamos bromeando sobre qué retrato era más feo, cuando él entró.
Ethan tenía dieciocho, y ya poseía esa presencia callada y dominante que lo hacía parecer diez años mayor. Nosotras éramos explosiones de risa y trenzas enredadas. Él era el silencio. Alto, delgado, con el cabello negro y unos ojos del color del Atlántico en un día de invierno. Simplemente nos miró, recogió un libro de un estante, y se fue. No nos dirigió la palabra, ni un asentimiento.
"Es un amargado," susurró Clara con un giro de ojos, como si estuviera acostumbrada a ser invisible para él. "Ignóralo. Es el 'heredero silencioso'. Solo existe para hacer lo que papá dice."
Pero no pude ignorarlo. Había una intensidad, una sombra profunda y atractiva en su forma de sostenerse, que me hizo sentir que esa etiqueta de "amargado" era solo una tapadera. Sentí un tirón instantáneo, magnético y totalmente inadecuado. Era la primera vez que un chico no se sentía como un simple compañero de juegos. Se sentía como un peligro.
Desde entonces, él fue una constante en el fondo de mi vida. Un fantasma bien vestido, siempre allí, siempre mirando, nunca hablando.
Ethan fue enviado al extranjero, sus padres querían que estudiara y se comprometiera con el negocio familiar, ya que él sería quien llevará las riendas cuando su padre se retirara. No podía mentir, me dolió que se hubiera ido, sin embargo, sentí paz al saber que no lo volvería a ver. Mi amistad con Clara era mucho más importante que una atracción de adolescente.
Un año después de que Ethan se fuera mis padres se mudaron de ciudad llevándome con ellos y separándome físicamente de mi mejor amiga, ese si fue un golpe fuerte que hizo tambalear mi mundo. Desde ese entonces han pasado exactamente seis años, ahora tengo veinte años en los que me dedique a estudiar administración de empresas y así poder ayudar a mis padres en el negocio familiar. Hoy es el día de mi graduación con apenas veinte años fui considerada la mejor de mi clase y graduada con honores.
”Estoy tan orgulloso de ti”, dijo mi padre visiblemente emocionado.
”No hubiera podido lograrlo sin ustedes”, la emoción ahogaba mi voz dejándola salir apenas en un susurro.
Se podía decir que mi vida era perfecta, hasta ese día en el que mi amiga Clara me envió una invitación a su boda, pero lo que más me impacto fue el hecho de que aparte de la invitación me envió una nota de voz donde me pedía ir a verla antes de la boda. Ella no sonaba como una novia feliz, más bien parecía que estaba a punto de celebrar un velorio. Sus palabras estaban cargadas de una gran tristeza y aunque estábamos separadas por la distancia nosotras nos manteníamos en contacto.
Unos días después de mi graduación le pedí a mis padres viajar a mi ciudad de origen, al principio ellos rechazaron mi solicitud, pero al darse cuenta de que ya no soy una niña y que soy capaz de cuidarme por mí misma accedieron pagando mi boleto de ida como si fuera un regalo por ser tan buena en la universidad.
Después de un largo viaje, finalmente llegué a la mansión Hawthorne, era exactamente igual a como se veía cuando era apenas una niña, algunos recuerdos llegaron invadiendo mi mente y llenándome de añoranzas del pasado.
Caminé a la entrada principal donde fui recibida por mi mejor amiga de manera efusiva.
“¡Liv, por fin llegas!”, exclamó Clara con efusividad.
Nos abrazamos con tanta fuerza que sentía el aire salirse de mis pulmones, teníamos mucho tiempo sin vernos a pesar de estar en contacto todo este tiempo por mensajes o llamadas.
“Vine tan pronto pude, sabes que mis padres son un poco sobreprotectores“.
Entramos a la gran casa llena de los lujos de siempre, en la sala se encontraban los padres de Clara viendo algunas revistas. Ellos al verme, mostraron una sonrisa de satisfacción.
“Olivia, hija bienvenida a tu casa", Felicia, la mamá de Clara atrajo mi atención.
“Gracias, señora“, respondí con formalidad.
“No seas tan formal hija. Eres de la familia, así que llámame Felicia."
En la voz de esa mujer había algo que no me gustaba, pero lo ignoré. La primera tarde transcurrió entre relatos de nuestros seis años separadas y los incesantes preparativos de la boda que, de cerca, parecían consumir la poca vitalidad de Clara. Me confesó sus temores, sus dudas, y para la media noche, se había quedado dormida en el sofá de la biblioteca, agotada por la presión.
Yo la cubrí con una manta y me levanté para irme a la habitación de huéspedes. Fue entonces, en el oscuro umbral de la biblioteca, donde lo vi por primera vez en seis años.
Ethan estaba allí. El Hermano Silencioso. Más alto, más ancho de hombros, y su silencio ahora se sentía como una amenaza contenida. No me dirigió la palabra. Solo se acercó, la sombra profunda en sus ojos del Atlántico era lo único que reconocía de mi flechazo adolescente.
Me tomó el rostro con brusquedad. Fue un beso cargado de la rabia helada y la necesidad desesperada de quien ha estado callado por veinte años. La lealtad que le debía a Clara se hizo pedazos contra la pared. Sabía que era un error que nos destruiría a todos, pero no me detuve.
Esta mañana, al despertar en la cama de huéspedes, el único testigo del desastre era la calma de Clara, que seguía durmiendo en el sofá.
"Voy a la cocina a por café," le dije, mi voz sonando extrañamente firme.
Ella asintió, volviendo a hundirse en el cojín. Yo me dirigí a la cocina, cada paso sobre la moqueta gruesa era un intento de deshacer un crimen. Y al entrar, me encontré de nuevo con mi cómplice.
Ethan estaba junto a la encimera de mármol. Tenía una taza de café en la mano y miraba por la ventana. Sus ojos se encontraron con los míos. Fríos, calculadores, sin una pizca de la pasión de hacía unas horas.
"El café está fuerte," dijo. Su voz era grave, un susurro que me pareció la cosa más cruel que podía haberme dicho.
No era una advertencia sobre la bebida. Era una advertencia sobre él.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 30 Episodes
Comments
Marshaan Sanchez
sin duda este capítulo dice y muestra lo atrapante de la novela sin temor los personajes serán un volcán en erupción 🥰
2025-10-17
0