Un Mafioso Posesivo

—Asi que hablas dormida eh— Al momento de decir eso observe como ella arrugó su rostro en forma de enojo para luego volver a hablar.

—¡No se vayan papá y mamá, por favor no me dejen aquí!— Empezó a llorar aún más.

—No entiendo como puedes seguir pensando en tus padres incluso cuando estás dormida— Susurré para mí mientras le seguía apartando las lágrimas de su rostro, tampoco entiendo el por qué estoy haciendo esto.

De repente me jaló hacia ella y me abrazó de imprevisto, cosa que me hizo fruncir el ceño, rápidamente intenté apartarla de mí, pero me quedé paralizado con lo que dijo después.

—A las rosas blancas siempre debes de tratarlas con amor— Balbuceó y luego sentí como aflojó su agarre por lo que inmediatamente me aparte de ella.

¿Por qué demonios dijo eso carajo?, ¿De dónde mierda sacó eso?... Es... Mierda... Es lo mismo que nos decía mi madre de pequeños, siempre decía que a las rosas blancas había que tratarlas con amor, la cosa es que las rosas blancas eran las chicas con el corazón puro y sincero, pero no entiendo cómo demonios ella pudo haber sabido eso, mi madre solo nos decía eso a Thiago y a mi, y es imposible que él le haya dicho eso.

Salí de ahí a toda prisa y con mi cabeza hecha un caos me dirigí hacia mí despacho y al entrar fui directo a mi escritorio, saque una pequeña llave de mi bolsillo y abrí la gaveta que había en el escritorio, al hacerlo saqué una foto mediana dónde aparece mi madre.

Empecé a contemplar la foto de ella y sin poder evitarlo recuerdos llegaron a mi de cuando era apenas un pequeño niño. Mi madre siempre estaba con nosotros sin importar que, siempre nos hacía reír, incluso recuerdo que una vez duré toda una semana triste porque mi mascota en ese tiempo había muerto y lo que ella hizo jamás lo olvidaré, se vistió de mimo y empezó a hacer señas y a hacer figuras de globos, aún no comprendo como sabía hacer esas figuras, pero fue algo realmente genial y...

Escucho como tocan la puerta y rápidamente guarde de nuevo la foto donde iba.

—Adelante— Contesté a quien sea que esté del otro lado de la puerta.

La puerta se abrió y por ella entró una sonriente Maya quien se apresuró a caminar a dónde estaba, yo por otro lado no pude evitar rodar los ojos con fastidio.

—Te vi dirigirte hacia aquí y no pude evitar seguir tus pasos para hablar un poco contigo, hace mucho que no nos vemos, ¿cómo has estado?— Dijo sonriente.

—Bien— Contesté tajante, aún no entiendo cómo hay mujeres tan insistentes, eso irrita joder.

—M-Me da gusto Kilian— Titubeó, pero rápidamente volvió a poner la misma estúpida sonrisa, sin embargo, le dediqué una mirada cargada de enojo.

—¿Quien crees que eres para hablarme tan informal?— Le dije serio.

—Kilian, yo...—Rápidamente noté que se puso tensa y al mismo tiempo trago grueso, pero no tardo en recuperar la compostura— Sabes que siempre me has gustado Kilian, podríamos intentarlo, ¿que te parece? —Agregó para luego ponerse a mi altura y pasar su sucia mano por mi cuerpo, por lo que reaccioné de mala manera y me paré de mi asiento para seguido apretarle la mano con mucha fuerza.

—Que no se te ocurra volver a ponerme un dedo encima a menos que quieras un balazo en la frente— Respondí sin una pizca de emoción en mi tono de voz.

—Es-Está bien, pero suéltame, me... me lastimas— Puso cara de dolor y yo sin más tiré su mano.

—Necesito que te vayas, tengo mucho trabajo— Volví a mi escritorio y me serví un trago para luego sentarme cómodamente en mi silla.

Ella asintió con miedo y se dio la vuelta para marcharse, pero antes de que pudiera salir la detuve en seco.

—Por cierto, Maya, desde ahora en adelante quiero que te dirijas a mi por "señor", comprenderás que no somos tan cercanos como para que tengas la osadía de llamarme por mi nombre, ¿de acuerdo?— Respondí como si no hubiera pasado nada y luego tomé el vaso de alcohol y lo puse en mi boca.

La vi asentir nuevamente y luego se dió prisa para irse a toda prisa, sigo amando ver esas caras de miedo en las personas y más si soy yo quien se las provoco.

Volví a escuchar como tocaban la puerta, pero está vez lo estaban haciendo con más insistencia, tanto que quién sea que este al otro lado de la puerta la abrió sin esperar a que le diera el permiso, cosa que me molestó, ¿A caso nadie tiene nada que hacer hoy?.

Me fijé en Dante quien fue el que había entrado por la puerta.

—Tenemos problemas Kilian— Dijo serio.

—¿Que pasó?, ¿otra vez los Caruso?— Contesté irritado, hace como tres días que le dimos dónde más le duele y por supuesto hablo de los cargamentos de sustancias ilegales, le robamos tres cargamentos, eso debió de dejarles muchas pérdidas, además de meterse en problemas con sus socios.

—Si, ellos ya saben que fuimos nosotros, nos declararon la guerra abiertamente Kilian— Dijo con un semblante serio.

La verdad es que fuera de molestarme me da gusto, al momento de robarle los cargamentos no puse mucho empeño en que no se dieran cuenta que fui yo, exactamente quería que supieran y que sepan que les estoy declarando la guerra, cabezas rodarán en esta guerra y estoy seguro que no serán las nuestras.

—De acuerdo, vamos a darles guerra a esos hijos de puta— Puse una sonrisa ladina y Dante hizo lo mismo.

—Suena genial hermano, pero ahora tenemos que tener más cuidado— Dijo para luego tomar un vaso de vidrio, el cual lleno con alcohol y se lo tomó de un solo sorbo.

—No te preocupes, reforzaré más la mansión— Él asintió y luego se despidió para seguido marcharse.

Esto tendrá bastante acción, hace mucho tiempo que no participaba en una guerra, será interesante.

Encendí mi portátil y me concentré en todo el trabajo que tenía con respecto a las empresas.

.

.

****

  ♡Narra Tamara♡

Me levanté agitada mientras me tocaba el pecho y me limpiaba las lágrimas, odio cuando tengo estás pesadillas y despierto agitada y con lágrimas en mis ojos.

Miro a mi alrededor y me percato de que me encuentro en mi habitación, bueno, en la habitación que me asignaron porque que en esta casa no hay absolutamente nada a lo que le pueda llamar "mío".

No comprendo como llegué hasta aquí, aunque si recuerdo que estaba con Kilian en la habitación prohibida y él llamó a mi papá y... y mi papá me confirmó que él si mando a matar al padre de él, pero tampoco el sabía que tenía familia y no es que lo esté excusando porque lo que hizo no tiene nombre, pero él realmente pensó que solo era el padre de Kilian, a mi padre lo engañaron también, y eso debo hacérselo ver a Kilian, por nada del mundo permitiré que le haga daño, ¿pero como le diré esto?, no podré verlo ni a la cara, no cuando se que mi propio padre mando a matar al suyo.

Me paré de la cama y me dirigí hacia la cocina, no quiero pensar más en este conflicto, eso es algo que me desgarra el alma, por el momento prefiero hacer otras cosas que pensar en ello.

Llegué a la cocina y vi solamente a Carmen por lo que me acerqué a ella.

—Hola Carmen— Dije desanimada mientras me sentaba en el mostrador de la cocina y ella se dio la vuelta.

—Hola niña, ¿por qué tan achicopalada?— Preguntó acercándose a mi y poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—No es nada... Carmen, tengo una pregunta, ¿por qué siempre estás en la cocina?, pensé que tu área solamente era ama de llaves, sin embargo, siempre te veo aquí— Dije con mucha curiosidad por saber y es que siempre está en la cocina cuando no le corresponde.

—Si, lo sé, es solo que me gusta estar aquí, además puedo estar en los dos lugares, no tengo problemas con eso Tamara— Me miro con una amable sonrisa y yo le devolví el gesto, creo que es la primera vez que me llama por mi nombre.

—Si quieres me puedes decir Tam— Respondí con una sonrisa, me gusta que me digan Tam, y más si proviene de las personas que aprecio y a Carmen en el poco tiempo que tengo aquí la he llegado a apreciar.

—De acuerdo, pero me pregunto por qué no estás trabajando jovencita— Me regaño con el dedo y fue inevitable no soltar una carcajada.

—Ya me pongo para eso, tu tranquila— Me paré de la silla y rápidamente salí de ahí.

Aparte de haber limpiado la habitación me tocan dos tareas más, ahora tengo que regar las matas porque es algo que se hace todos los días y por último tengo que ir a limpiar el área de lavado, usualmente tengo que hacer muchas cosas, pero las demás chicas también tienen que hacer lo mismo o incluso más, las tareas varían... Pero en fin, manos a la obra.

Terminé de todo y me dirigí hacia la cocina a comer un poco, mis tripas ya estaban sonando y no es para menos, tengo mucho rato sin comer algo, incluso ya está oscureciendo por lo que supongo que son las 7 o algo así.

Es gracioso porque en esta casa hay relojes de pared, pero como nunca aprendí a leerlos no sé que horas marcan, siempre se me hizo algo complicado.

Estoy de camino a la cocina y ahora que lo pienso, solo me la paso metida ahí y bueno, no es como que tenga a donde más ir de todos modos, además me gusta matar el tiempo en la cocina, es en el único lugar donde no siento que estoy secuestrada.

Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta de nada a mi alrededor hasta que sentí el duro choque contra algo, levanté mi vista para ver con lo que choque y en efecto me retracto, es una persona, una persona que no tiene una cara para nada agradable.