En un mundo roto por criaturas sin alma, un chico despierta en un bosque, su mente vacía, con solo un cuaderno para anclar su existencia. Rescatado por Ana, una joven arquera, y su hermano León, se une a su peligrosa búsqueda de un refugio seguro en Silverpine.
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Reencuentro capitulo 14
El atardecer envuelve la base rebelde en un manto de tonos rojizos y violetas, el río reflejando los últimos rayos del sol mientras el campamento se sume en una calma relativa. León, aún con la ropa sucia y desgastada tras los días de lucha, decide caminar hacia una cabaña al borde del campamento que funciona como almacén de comida y ropa. Sus pasos resuenan suavemente en el suelo húmedo mientras se acerca, el cansancio pesando en sus hombros, pero la necesidad de sentirse un poco más humano lo impulsa.
Al entrar, el aire huele a madera vieja y tela húmeda. Las estanterías están llenas de latas abolladas, sacos de grano y montones de ropa usada pero funcional. León rebusca entre las prendas, apartando chaquetas raídas hasta encontrar una camisa gris y un pantalón que parecen de su talla, aunque un poco grandes. Se quita la ropa sucia, dejándola caer al suelo, y se pone las prendas nuevas, sintiendo el alivio de estar limpio por primera vez en días. Mira alrededor, buscando algo para su calzado gastado, cuando el sonido de pasos afuera lo alerta. Se prepara, aunque espera que sea un compañero rebelde.
León está ajustándose la camisa gris oversized en el almacén cuando la puerta cruje y Zoe entra, su katana colgada al hombro y una sonrisa traviesa en el rostro.
—¿Siempre tuviste tan mal gusto para la ropa? —dice, soltando una risa suave, su tono juguetón, pero con ojos que brillan con camaradería.
León, atrapado con las manos aún en los puños de la camisa, se sonroja ligeramente, la vergüenza tiñendo sus mejillas.
—No creo que importe la moda ahora, con cómo están las cosas —murmura, intentando defenderse mientras termina de abrocharse el pantalón grande.
Mira a Zoe con una mezcla de timidez y resignación, dejando caer los brazos a los lados. Zoe ríe de nuevo, acercándose para darle una palmada en el hombro.
—Tienes razón, chico. Sobrevivir es lo que cuenta. Pero al menos podrías intentar no parecer un saco de papas —bromea, señalando la ropa holgada. Luego, con un gesto más serio, añade—: Ven, hay trabajo que hacer. La base necesita manos.
Zoe, aún con esa sonrisa traviesa, cruza los brazos y mira a León de arriba abajo, evaluando su atuendo holgado.
—Sáquese esa ropa —ordena con un tono firme pero juguetón, sus ojos brillando con diversión.
León, sorprendido, se sonroja intensamente, las mejillas encendidas como brasas, y balbucea:
—¿Qué cosa?
Su voz tiembla, claramente avergonzado, mientras da un paso atrás, inseguro. Zoe suelta una carcajada, inclinándose un poco hacia él con una expresión juguetona y ligeramente perversa, mirándolo directo a la cara.
—No es por eso, tonto —dice entre risas, dándole un leve empujón.
Se gira hacia una caja y saca un par de pantalones militares verdes, bien cortados, y una remera negra ajustada.
—Toma, ponte esto. Algo decente para un rebelde —añade, lanzándole la ropa con una sonrisa.
León, aliviado, pero aún rojo, agarra las prendas y murmura:
—Gracias... supongo.
Comienza a cambiarse rápidamente, dándole la espalda a Zoe, quien se ríe suavemente mientras espera, disfrutando de su incomodidad.
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El atardecer envuelve la base rebelde en un manto de tonos rojizos y violetas, el río reflejando los últimos rayos del sol mientras el campamento se sume en una calma relativa. Un grito repentino corta el aire dentro del almacén. Dos rebeldes, con rostros pálidos y voces urgentes, corren hacia la multitud cerca de la fogata central, gritando:
—¡Atención! ¡Un grupo se acerca al campamento!
El pánico se extiende como un relámpago, y Zoe, que aún sostiene los pantalones militares, frunce el ceño y suelta una maldición baja.
—¡Vamos! —dice, agarrando a León del brazo.
Ambos corren hacia la puerta del campamento, el corazón de León latiendo con fuerza mientras el miedo se apodera de él.
—¿Serán los Cuervos? —murmura, su voz temblorosa, imaginando a los soldados del Capitán irrumpiendo con sus armas y jaulas de caminantes.
Zoe, con la katana ya en mano, lo mira de reojo y responde:
—No lo sé, pero estemos listos.
Sus pasos resuenan en el suelo mientras se acercan a la entrada, donde otros rebeldes ya se posicionan con armas improvisadas, escudriñando la línea de árboles con tensión.
La puerta del campamento rebelde está tensa, con Zoe y León a la cabeza, rodeados por rebeldes armados que apuntan hacia la línea de árboles. El silencio es ensordecedor, roto solo por el crujir de las hojas secas bajo los pies de un grupo que emerge lentamente. Las figuras se hacen visibles: Joel, cojeando pero vivo, con el rostro agotado pero iluminado por la esperanza; Mark, con el hacha al hombro y una expresión endurecida que se suaviza al ver el campamento; Robb, con lágrimas contenidas brillando en sus ojos; Edward, el líder rebelde de barba desaliñada, apoyando a los dos compañeros que lo flanquean, todos marcados por la batalla.
León, al reconocerlos, deja caer el arco que sostenía, un grito ahogado escapando de su garganta.
—¡Ana! ¡Joel! ¡Robb! —exclama, corriendo hacia ellos con los brazos abiertos.
Joel, al verlo, suelta una risa rota y se tambalea hacia adelante, abrazándolo con fuerza. Las lágrimas ruedan por las mejillas de ambos, el alivio y el dolor de días de separación desbordándose. Robb, al ver a León, corre y se une al abrazo, sollozando:
—¡Pensé que estabas muerto!
Su voz se quiebra, y León lo aprieta, sus propios ojos llenos de lágrimas. Mark se detiene, mirando la escena con una mezcla de asombro y alivio, mientras Edward y los dos rebeldes observan en silencio, conmovidos. Zoe, con la katana baja, se acerca a Mark y dice con voz suave:
—Bienvenidos. No esperaba esto.
Mark asiente, su voz ronca:
—Ni yo. Pero estamos aquí.
Robb se separa del abrazo y mira a León, susurrando:
—¿Y Ana?
León traga saliva, la emoción aún en su garganta.
—No lo sé... pero la encontraré.
La multitud de rebeldes alrededor baja las armas, y el campamento se llena de un murmullo de esperanza. Los abrazos y las lágrimas unen a los sobrevivientes, un momento de alegría pura en medio de la guerra, mientras el sol del atardecer ilumina sus rostros agotados pero vivos.
La plaza del pueblo, rodeada por la muralla de autos y chapas, se llena con la luz anaranjada del atardecer mientras el Capitán sube a un escenario improvisado, su figura imponente destacando ante la multitud de Cuervos y aldeanos abajo. Su hacha descansa a su lado, y su mirada recorre a los presentes con una mezcla de autoridad y furia contenida. Levanta los brazos y proclama:
—¡Nosotros! —señala a los Cuervos a su alrededor y luego a sí mismo— ¡damos la vida por ustedes! No tengan miedo. Mis soldados y yo vamos a buscar justicia por nuestros hermanos, hermanas, padres, madres que ellos mataron con cuchillo y hacha, como si no fueran humanos, como si fueran caminantes.
La multitud murmura, algunos asintiendo con temor, otros con rabia. El Capitán aprieta los puños y continúa:
—Los rebeldes nos atacan constantemente, vienen por nosotros. ¡Saben que el pueblo es un buen lugar para vivir! Los Cuervos daremos todo por ustedes. Si yo caigo, rezo a Dios para que los proteja. Los sucios rebeldes matarán a cada uno de ustedes: hombres, ancianos, niños. Las niñas y mujeres serán violadas y usadas como esclavas. Pero si peleamos todos juntos, eso no pasará.
Se hace un silencio tenso antes de que levante la voz de nuevo:
—¡Uno a uno, hombres y adolescentes, madres y más, formen filas y anótense para ser parte de los Cuervos del Capitán!
La gente comienza a moverse, algunos con resignación, otros con fervor, formando filas desordenadas frente al escenario. El Capitán los observa, una sonrisa siniestra curvando sus labios mientras murmura para sí mismo:
—Ellos lo pagarán más caro que nuestros familiares.
La luz del atardecer se refleja en las jaulas de caminantes en los techos, y el sonido de los Cuervos organizándose llena el aire, un eco de guerra que promete venganza.
NOTA 14
Nombre: Liam
Edad: 25
Ojos: Azules
Pelo: marrón
Historia: antes era medico ahora le sirve al campamento de los rebeldes y lucha con ellos es bueno tener un médico en el grupo y es buena persona por ahora no se mas de su historia