No Volveré A Ser La Villana

Pestañeo varias veces al sentir la luz del sol en mis párpados, hasta finalmente abrirlos.

Al sentarme en la cama busqué con la mirada a Rhys y Llyr, pero no los encontré echados en su cesta, donde usualmente dormían.

Aquello me llevó a levantarme para buscarlos por el dormitorio. Sin embargo, no los encontré, lo que me preocupó.

Empecé a debatir mentalmente si debía ir a buscarlos inmediatamente o ir después, estando ya preparada.

Cuando estaba a punto de decir por ir a buscarlos inmediatamente por toda la mansión, Helena entró con una gran sonrisa.

—Señorita, ¿durmió bien? —preguntó contenta.

—Sí —respondí distraídamente— ¿has visto a Llyr o Rhys?

Helena soltó un par de risitas antes de contestar: —Bueno, fui yo quien los llevó con el joven maestro.

La miré sorprendida, con ganas de saber por qué, pero antes de siquiera abrir la boca, Helena me descifró.

—Porque usted necesita prepararse para su ceremonia, que es en un par de horas. Y ambos lobeznos la distraerían.

Asentí. Eso tenía sentido, ambos eran muy habladores y Rhys sobre todo era bastante juguetón.

—Feliz cumpleaños, señorita —Helena sacó de su bolsillo una caja de regalo pequeña.

—Helena... Muchas gracias.

Mis manos se extendieron para tomar el presente.

—Espero que no le moleste, pero le regale lo mismo al joven maestro —comentó juguetonamente.

Sus palabras lograron despertar mi interés en el regalo, ya que en mi vida pasada a Vicent le regaló una pluma estilizada y a mí una caja de música.

Con cuidado desempaqueté el obsequio, para mi sorpresa, era un collar hecho de cuerda que en el centro tenía el espacio suficiente para poner una joya.

—Helena, me gusta mucho, gracias —dije con las comisuras de los labios subiendo.

—Me alegra que le guste, señorita.

Até el collar a mi cuello, tocando el espacio en donde iría la joya.

—Helena, ¿esto es para mi Ámbar? —al ver a Helena asentir, continué— pero los duques custodiarán mi ámbar hasta el día en que me case...

Ese hecho me desanimó, quería que mi Ámbar permaneciera conmigo durante el resto de mi vida, pero sabía que ello era imposible.

—Señorita, luego de la ceremonia, usted y el joven maestro tendrán su ámbar con ustedes —anunció Helena, dejándome perpleja.

¿Cómo era posible? En mi primera vida, la ceremonia la realicé sin el ámbar, por lo que nunca lo tuve en mis manos y Vicent nunca lo tuvo con él. Además, el ámbar del duque fue entregado por la abuela el día de su boda con la duquesa.

—Pero Helena, a su excelencia, el duque, no le entregaron su ámbar luego de la ceremonia y solo la volvió a ver hasta su matrimonio con su excelencia, la duquesa.

Helena pareció recordar algo desagradable al oírme.

—Ese fue un caso especial. La duquesa anterior temía que a su excelencia se le ocurriera hacer alguna barbaridad que fuera irreversible.

Pero eso no explica el porqué Vicent no tuvo su ámbar en nuestra primera vida.

—Además, su excelencia, la duquesa, siempre tuve pensado hacer entrega del ámbar al joven maestro, después de todo él iba a ser el próximo duque —continuó.

Aquello me dejó atónita. La ceremonia se llevaba preparando hace medio año, por lo que desde un inicio pensó en entregar el ámbar y en nuestra primera vida seguramente fue igual, entonces, ¿por qué yo no tuve mi ámbar en la ceremonia?

—Señorita, de cualquier forma, debe tener cuidado con su ámbar, no debe perderlo —indicó con un tono serio.

—Lo sé —murmuré acariciando aquel espacio.

Ambas nos mantuvimos en silencio antes de que comenzáramos a prepararme.

Helena me ayudó a bañarme y a escoger el vestido que usaría.

Finalmente, elegimos un vestido color blanco y con algunos bordados en oro con unos zapatos blancos.

Para mi peinado, Helena decidió hacer una sola trenza que cayera delicadamente por mi hombro derecho.

—Mi señorita ya está lista —anunció con una leve sonrisa.

Las palabras de Helena hicieron que caminara hacia el espejo y me viera quedando atónita, ¿hace cuánto que no me vestía así?

—Helena, gracias.

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Caminé hacia el dormitorio de Vicent, quería comprobar que Rhys no causado algún desastre en mi ausencia.

Antes de golpear la puerta, Vicent la abrió.

Ambos nos observamos con confusión.

Vicent vestía un traje de color blanco con algunos bordados de oro esparcidos en las mangas de este.

—Hermana, ¿viniste por ellos dos? —preguntó moviendo su cuerpo de la puerta para que viera.

Rhys y Llyr estaban dormidos arriba de la cama de Vicent.

—Sí, pensaba llevarlos a mi dormitorio antes de ir a la ceremonia —admití— pero viendo que están completamente dormidos, ¿los puedo dejar acá?

Vicent asintió con media sonrisa.

—Claro que pueden quedarse acá.

—Parece que ambos te agrandan bastante.

Vicent volvió a asentir.

—Son muy interesantes las conversaciones que tienen, además, ni en mis sueños habría pensado que un día podría entender a los animales.

—Yo tampoco.

De hecho, en mi primera vida, tampoco lo supe desde un inicio, porque yo nunca desperté, pero Vicent lo hizo y me enteré de ello muchos años después, cuando por accidente vi a Vicent ayudando a Eylin a cuidar a sus pájaros.

—Hermana, ahora que recuerdo, se supone que yo debería enseñarte los pasos a seguir en la ceremonia.

Lo miré sorprendida, la verdad, esta sería la segunda vez que lo haría, así que ya sabía qué hacer. Además, en nuestra primera vida, yo solo imité lo que hizo Vicent, a diferencia de que no tenía el ámbar, el resto lo hice de la misma forma que él.

—Lo primero que debes hacer es recibir el ámbar que te dé el duque —indicó extendiendo las manos mientras miraba al suelo— en ese momento, el ámbar brillará un poco y permanecerá con ese brillo para siempre.

Al decir eso, Vicent me miró a los ojos con media sonrisa.

—Después, tienes que caminar con el ámbar hacia un pilar y sujetándolo, tienes que tocar con el ámbar el pilar y decir "actívate" —dijo cerrando sus ojos y extendiendo la mano con la que se suponía que tenía el pilar.

Seguramente, fue ridículo verme hacer todas las partes de la ceremonia sin la parte principal de esta.