Un matrimonio entre amigos. ¿Qué podría salir mal?
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Capítulo 14 - El Desafío Público
Después del vals, Valerie se había unido a un grupo de damas para conversar sobre arte, mientras Sebastián se dirigió hacia el bar. Lo que ninguno de los dos anticipó fue que Charlotte Ashford tenía sus propios planes para la velada.
Charlotte se había estado moviendo estratégicamente por el salón, asegurándose de que los invitados más influyentes estuvieran presentes cuando ejecutara su plan. Había regresado de París con ideas muy modernas sobre lo que las mujeres podían y debían hacer para conseguir lo que querían.
-Damas y caballeros- anunció Charlotte en voz alta, llamando la atención de todo el salón. -Si me permiten un momento.
Las conversaciones se fueron apagando gradualmente hasta que el salón quedó en completo silencio. Valerie sintió un escalofrío de premonición al ver la expresión decidida en el rostro de Charlotte.
-Como saben, acabo de regresar de París, donde he aprendido mucho sobre... la honestidad en las relaciones- Charlotte sonrió, pero había algo peligroso en esa sonrisa. -Y creo que es momento de ser completamente honesta sobre mis sentimientos.
Sebastián, que había estado conversando con Lord Morrison cerca del bar, se volvió con el ceño fruncido. -Charlotte, ¿qué estás haciendo?
-Estoy siendo valiente- respondió Charlotte, caminando directamente hacia él con la confianza de alguien que no temía las consecuencias. -Sebastián Cross, he estado enamorada de ti desde que teníamos dieciocho años.
Un murmullo de shock corrió por el salón. Valerie sintió como si el suelo se hubiera movido bajo sus pies, pero mantuvo su expresión serena aunque su mente estaba en blanco.
-Charlotte- comenzó Sebastián, claramente incómodo y mirando nerviosamente hacia donde estaba Valerie.
-No, déjame terminar- lo interrumpió Charlotte, acercándose más a él hasta quedar a una distancia que era claramente inapropiada para una mujer hablando con un hombre casado. -Sé que te casaste por obligación familiar. Todos lo sabemos. Pero ahora que ya cumpliste con tu deber, ¿no crees que mereces ser feliz?
El silencio en el salón era ensordecedor. Todas las miradas se movían entre Charlotte, Sebastián, y Valerie como si estuvieran viendo un espectáculo teatral.
Valerie se quedó completamente inmóvil por unos segundos que se sintieron como eternidad. Su mente había quedado en blanco ante la audacia de Charlotte de crear semejante escena pública. Nadie, absolutamente nadie, había esperado algo así.
Pero entonces, la realidad de la situación se estableció: toda la alta sociedad estaba presente, murmurando, observando, esperando su reacción. Esta escena se convertiría en el chisme del año, y cómo manejara este momento definiría su posición social para siempre.
La antigua Valerie habría llorado, habría corrido, habría hecho una escena emocional. Pero esta Valerie, la que había construido muros alrededor de su corazón, encontró una fuerza fría y calculadora que no sabía que poseía.
Con la gracia de una reina, Valerie caminó lentamente hacia Charlotte y Sebastián. Sus tacones resonaban en el salón silencioso como un metrónomo marcando el tiempo. Cuando llegó junto a ellos, sonrió con una elegancia gélida.
-Charlotte, querida- dijo Valerie con una voz que sonaba perfectamente controlada, aunque había hielo en cada palabra. -Qué... interesante manera de expresar tus sentimientos.
Charlotte levantó la barbilla desafiante. -Solo estoy siendo honesta sobre lo que todos ya saben.
-¿Honesta?- Valerie se rió suavemente, pero no había humor en el sonido. -¿Llamas honestidad a intentar seducir a un hombre casado frente a toda la sociedad? En París deben tener definiciones muy... creativas de la honestidad.
Sebastián observaba el intercambio con creciente tensión, sintiéndose como un premio en una competencia que nunca había pedido.
-Al menos yo no finjo estar en un matrimonio feliz- replicó Charlotte.
-¿Finjo?- Valerie se acercó a Sebastián con movimientos fluidos y, para sorpresa de todos incluyendo la de él, lo tomó del brazo de manera posesiva. -Mi querido esposo, ¿parezco estar fingiendo?
Antes de que Sebastián pudiera responder, Valerie se puso de puntillas y lo besó. No fue el beso casto de su boda, sino algo más profundo, más íntimo, más... real. Era un beso que reclamaba territorio, que enviaba un mensaje claro a todos los presentes.
Cuando se separaron, Sebastián la miraba con una expresión de completa sorpresa, mientras que Charlotte había palidecido visiblemente.
-Charlotte- dijo Valerie, volviéndose hacia ella con una sonrisa que podría haber congelado champagne, -agradezco tu... preocupación por la felicidad de mi esposo. Pero puedo asegurarte que está muy bien cuidado.
El salón completo permanecía en silencio, esperando la reacción de Charlotte. Pero la joven, claramente no había anticipado esta respuesta, y por primera vez en la noche, parecía haberse quedado sin palabras.
Lady Ashford, la madre de Charlotte, se acercó rápidamente con el rostro rojo de vergüenza. -Charlotte, creo que es hora de que te retires a tu habitación.
-Pero madre...
-Ahora- dijo Lady Ashford con firmeza, tomando el brazo de su hija.
Mientras Charlotte era escoltada fuera del salón, las conversaciones comenzaron a reanudarse gradualmente, aunque Valerie podía sentir las miradas y escuchar los susurros.
Sebastián, aún procesando lo que había pasado, se inclinó hacia su esposa. -Valerie, yo nunca...
-Lo sé- lo interrumpió ella suavemente, pero su voz había perdido la calidez del momento anterior. -Eso no importa ahora. Lo que importa es que mantuvimos las apariencias.
Con eso, Valerie se alejó para unirse a otra conversación, dejando a Sebastián con la inquietante realización de que el beso que acababa de compartir con su esposa había sido puramente estratégico.
Y por alguna razón, eso lo molestaba más de lo que debería.