Renace en un mundo magico decidida a cambiar el destino de Ruby.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
** Todas novelas independientes **
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Cabaña 2
Una hora después la oscuridad había cubierto el bosque, la luna se filtraba apenas por las rendijas de la cabaña. Orlando, con el corazón pesado, decidió preparar algo sencillo, un pan tostado, un poco de caldo caliente, nada especial, pero era lo único que sus manos torpes pudieron armar.. cuando entró al cuarto con la bandeja, la vio recostada, dormida.. sus mejillas aún estaban húmedas por las lágrimas, sus pestañas pegadas como si el llanto la hubiese agotado hasta el desmayo. Orlando se quedó quieto, sin atreverse a despertarla... dejó la cena a un lado y se acercó, con un cuidado extraño en alguien tan fuerte.. se recostó junto a ella y lentamente la rodeó con sus brazos, acercándola a su pecho. Ruby, en sueños, pareció reconocer ese calor que tantas veces había buscado antes. suspiró, inconsciente, y lo abrazó con suavidad, escondiendo el rostro contra él. Orlando cerró los ojos con fuerza, acariciando su cabello, besando apenas la frente con un temblor de emoción.
Orlando (susurro): no me sueltes nunca más, Ruby… aunque sea en sueños
Y allí, en medio del silencio del bosque, con el crujir del fuego en la chimenea y la respiración tranquila de Ruby, Orlando sintió por primera vez en mucho tiempo una paz frágil, como si el mundo entero se hubiese detenido solo para permitirle abrazarla…
Al amanecer, la luz tenue del sol entraba tímida por las rendijas de la cabaña, iluminando el rostro de Orlando que dormía aún con el ceño fruncido, como si incluso en sueños cargara con sus tormentas. Ruby abrió lentamente los ojos, por un instante confundida al sentir el calor del brazo fuerte que la rodeaba, pero en cuanto recordó dónde estaba, la angustia volvió a su pecho…se quedó quieta unos segundos, observando cómo él respiraba profundo, su cabello algo desordenado, su mano aferrada a la manta como si aún quisiera sujetarla incluso en sueños… Ruby contuvo un suspiro, con cuidado apartó sus dedos de él y se deslizó fuera de la cama.. sus pies descalzos apenas hicieron ruido en el suelo de madera.. buscó su capa, la tomó y la colocó sobre sus hombros, lanzando una última mirada hacia Orlando.. su corazón latía con fuerza, porque aunque lo odiaba por lo que había hecho, aunque lo rechazaba con todas sus fuerzas, verlo dormir con ese gesto vulnerable le arrancaba un pedazo de alma.. se mordió el labio y dio un paso hacia la puerta. cada crujido del piso le parecía un trueno, cada sombra del amanecer una amenaza. Ruby pensaba que quizá esta vez podría escapar de verdad, perderse en el bosque antes de que él despertara. puso la mano en la puerta, la madera fría bajo sus dedos, y respiró hondo, dispuesta a abrirla en silencio…
Orlando desperto sobresaltado, su mano busco a ciegas en la cama y al no encontrar el cuerpo tibio de Ruby, el pánico lo atravesó como una daga. se incorporó de golpe, los ojos aun pesados por el sueño pero el corazón latiendo a toda prisa, la puerta entreabierta le reveló la verdad.. ella estaba huyendo.. sin pensar, salió corriendo, el suelo de madera crujió bajo sus pasos desesperados hasta que la alcanzó justo cuando Ruby cruzaba el umbral de la cabaña. la rodeó con sus brazos fuertes desde atrás, atrapándola contra su pecho.. Ruby abrió los ojos sorprendida, iba a gritar y a forcejear, pero se quedó helada al sentir algo que no esperaba… lágrimas calientes resbalaban por su espalda, humedeciendo su ropa.
Orlando: no... no vuelvas a dejarme... Ruby, no otra vez...
Ella se tensó, el cuerpo le pedía luchar, alejarlo, gritarle todas las verdades que la quemaban por dentro. pero esas lágrimas... esas malditas lágrimas la confundían, porque el duque orgulloso, frío y vengativo que ella conocía, parecía roto, humano, vulnerable, aferrándose a ella como si su vida dependiera de eso.
Ruby: sueltame...
Orlando apretó más el abrazo, enterrando el rostro en su cuello, respirando su aroma como si necesitara grabarlo en su alma para no perderlo jamás.
Orlando: te lo ruego... quédate... aunque me odies, aunque no me perdones, pero no te vayas... —su voz tembló, y otra lágrima cayó sobre la piel de ella.
Ruby cerró los ojos, atrapada entre la furia y un dolor que no terminaba de sanar, mientras su espalda sentía la confesión muda de cada lágrima de Orlando… asi que cerró la puerta de un golpe, aún con el ceño fruncido, y lo miró con ojos que mezclaban enojo y frustración.
Ruby: tengo hambre —dijo con voz firme, dejando claro que no iba a ceder en su enojo, aunque su respiración traicionaba un poco el miedo de seguir enfrentándolo.
Orlando se limpió rápidamente las lágrimas, intentando recomponerse, su orgullo herido y su corazón latiendo a mil por hora. asintió con un gesto torpe y se dirigió a la pequeña cocina de la cabaña, buscando algo con qué improvisar un desayuno.
el resultado fue un desastre amable.. pan tostado un poco quemado, huevos revueltos que parecían flotar en aceite, y un poco de té demasiado fuerte.. aun así, lo colocó en la mesa frente a Ruby, con una sonrisa tímida y avergonzada.
Orlando: no es gran cosa… —dijo, rascándose la nuca— pero… pensé que tal vez… te daría fuerzas para… —trago saliva— para empezar el día.
Ruby lo miró, entre enojada y divertida, y aunque no lo admitiera, sintió una chispa de ternura al ver lo torpe que era con gestos simples, como si cada error estuviera lleno de intención. se sentó frente a él y empezó a comer en silencio, dejando que el aroma del desayuno y la cercanía compartida llenaran la tensión entre ambos…
Orlando respiró aliviado, observando cada gesto suyo, decidido a no dejarla ir otra vez, aunque fuera solo por ese momento frágil de paz y desayuno torpemente hecho.
Ruby tomó un pequeño bocado, casi sin ganas, y dejó el tenedor sobre el plato… el silencio se volvió pesado, lleno de palabras no dichas, hasta que finalmente lo rompió con voz cortante..
Ruby: ¿por qué me buscaste? ¿por qué viniste hasta este pueblo…?
Orlando: porque te amo, Ruby… porque tú eres más importante que todo, más que mi orgullo, más que mi venganza, más que cualquier cosa en este mundo…
Ruby lo observó, con los labios apretados, sin saber si debía creerle o temerle. su corazón latía rápido, confundido entre la rabia, el dolor, y algo que aún no quería aceptar.. la posibilidad de que él hablara con la verdad por primera vez..
Ruby: ¿me amas de verdad, orlando? ¿dejarías tu venganza por mí…? aunque mi padre no me importe quiero saber…
Orlando tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. cada palabra de Ruby lo golpeaba con fuerza, porque sabía que el peso de sus decisiones, de su orgullo y de sus planes, estaba sobre la línea de su felicidad con ella..
Orlando: te juro que si… si fuera necesario renunciar a todo por ti, lo haría. no hay nada más importante para mí que tú… nada en este mundo podría hacerme olvidar lo que siento.
Ruby: y podrías decir que me amas incluso frente a mi padre… frente al hombre que tanto daño le hizo a tu familia… ¿podrías hacerlo Orlando?
Orlando la miró fijo, y por un momento su mandíbula se tensó, como si tragara todas las palabras que había guardado. respiró hondo, sus dedos temblaron sobre la mesa, y entonces habló:
Orlando: Ruby… tu padre… murió hace unos meses. no soportó el juicio, la vergüenza, ni la pérdida. se quitó la vida.
Ruby abrió los ojos, incrédula, apartando la vista como si quisiera procesarlo todo. la noticia le cayó encima como un balde de agua helada.
Ruby: mi… padre… murió…
Orlando: sí, Ruby. murió… y aun así… aun así yo estaría dispuesto a decir que te amo frente a quien sea.. incluso frente a un hombre que me arrebató todo.. incluso frente a tus fantasmas. porque lo que siento por ti… no depende de ellos.
Ruby: dime Orlando… eres feliz ahora…? ahora que mataste a mi padre con tus juicios… ahora que te vengaste de él… ahora que destruiste el corazón de su hija… ¿eres feliz?
Orlando: Ruby… yo… —intentó hablar, pero la voz se le quebró— no… no soy feliz… —murmuró al fin, casi inaudible.
Ruby: entonces para qué… para qué me mentiste, para qué me usaste, para qué me hiciste creer que me amabas… —le dijo con los ojos húmedos— para qué… si al final ni siquiera eres feliz…
Orlando: porque pensé… pensé que si hacía justicia, si me vengaba, todo se arreglaría… que podría seguir respirando —dijo con una honestidad torpe— pero ahora que te miro… ahora que veo lo que hice contigo… no hay victoria, Ruby, solo ruinas.
Ruby respiró hondo, se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y lo miró fija, sin apartar los ojos ni un instante.
Ruby: bien… entonces concluimos que ninguno de los dos es feliz, que ambos sufrimos por tus malas decisiones… que nada de esto sirvió para nada.
Orlando tragó saliva, su mirada estaba perdida en el suelo. Ruby dio un paso hacia atrás, como si cada palabra la liberara de un peso.
Ruby: ahora me puedo ir… ya no hay nada que me ate aquí.
el duque levantó la vista con los ojos enrojecidos, su respiración agitada. quiso acercarse pero no se movió, solo la miraba como un hombre que está viendo cómo se le escapa la última luz.
Orlando: Ruby… no me digas eso…
Ruby iba a salir pero, Orlando cerró la cabaña con un leve gesto de su mano, dejando la puerta inmóvil, sellada con magia. Ruby lo miró, sus ojos claros llenos de enojo y tristeza, pero esta vez no forcejeó, no gritó, no intentó liberarse.
Ruby: haz lo que quieras, Orlando —dijo con voz firme, aunque temblando por dentro— puedes encerrarme, puedes usar toda tu fuerza, toda tu magia… pero no importa lo que hagas, nunca vas a recuperar la confianza que tú mismo destrozaste.
Orlando la observó en silencio, su pecho doliéndole, su orgullo y su corazón peleando entre sí. cada palabra de Ruby era como un puñal, recordándole todas sus mentiras, todas sus decisiones erradas, todo el dolor que le había causado.
Orlando: Ruby… —murmuró apenas, con la voz quebrada— yo… lo sé… lo sé todo… y aún así… —sintió un nudo en la garganta, y por primera vez no tenía respuestas— aún así no puedo dejar de quererte.
Ella lo miró, sin suavizar su expresión, y por un momento el silencio los envolvió, denso, pesado, como si todo el aire de la cabaña estuviera lleno de reproches, recuerdos y emociones contenidas. Ruby sabía que él la amaba, pero también sabía que ese amor venía teñido de daño y de errores que no podían borrarse con magia ni con promesas.