Esta historia trata sobre un hombre muy poderoso y con enormes riquezas, pero con el corazón de hielo…
Y una mujer rechazada desde su nacimiento, pero con el corazón lleno de calor…
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Capítulo 22
ELLA
Y así, Asha y yo fuimos al hospital. Fuimos directo a la UCI neonatal, donde estaban cuidando a mis amores. El médico estaba allí en ese momento, vigilándolos de cerca.
Tan pronto como sale de la sala, viene a hablar con nosotras.
Médico: Hola, Ella. ¿Todo bien?
Ella: Estoy bien... Dime, doctor, ¿cómo están ellos?
Médico: Están estables. Son prematuros; por eso, necesitan cuidados intensivos, y aquí en la UCI están recibiendo todo el apoyo necesario. Afortunadamente, todo está evolucionando dentro de lo esperado.
Ella: Quería preguntarle una cosa... ¿Podemos conversar en su consultorio?
Acompañamos al médico hasta su sala y, tan pronto como entramos, comienzo a hablar.
Ella: Doctor, sé que usted ha estado con ellos desde que llegamos aquí con Lilly, y también sé que, además de obstetra, usted es pediatra. Por eso quería saber... ¿existe alguna posibilidad de que yo consiga amamantarlos? Si comienzo a tomar medicación, ¿hay chance de producir leche incluso sin haber pasado por la gestación?
Médico: Ella, la respuesta es sí, existe esa posibilidad. Hay un protocolo llamado inducción de la lactancia, usado principalmente en casos de adopción o en situaciones como la suya. Involucra el uso de hormonas, estimulación con bomba extractora y, después, contacto directo con los bebés.
Ella: Entonces... ¿existe una chance real?
Asha: Qué maravilla.
Médico: Sí. No es un proceso fácil y exige dedicación. No siempre conseguimos producir una cantidad grande de leche, pero muchas mujeres consiguen, sí, amamantar. Incluso si es complementaria, el vínculo que se crea es algo precioso. Pero antes de iniciar cualquier protocolo, necesito evaluar su estado de salud general y encaminarla a un endocrinólogo y a una consultora de amamantamiento. Si todo está bien, podemos comenzar en los próximos días.
Miro a Asha, que está sonriendo y sosteniendo mi mano. Siento un nudo en la garganta y una felicidad.
Ella: Ellos... ellos me necesitan. Yo quiero mucho ese vínculo con ellos.
Médico: Vamos adelante, entonces ya voy a encaminarla al equipo correcto y si consigue producir antes de que ellos salgan del hospital, incluso así ya va a poder amamantar con ellos todavía aquí.
Asha: Ella. Tú vas a conseguirlo.
Me permito llorar, allí mismo, sin vergüenza. Eran lágrimas de alivio, de amor y de fuerza. Por primera vez, me sentía de verdad… Madre.
Algún tiempo después, Gustav llega. Tan pronto como nos encontramos, Asha nos da espacio.
Asha: Voy a dejar que ustedes conversen y me llama cuando termine, estaré esperándote.
Ella: Gracias, amiga.
Me vuelvo hacia Gustav, aún con los ojos húmedos, pero feliz.
Ella: Hola, Gustav. ¿Podemos ir al restaurante del hospital? Disculpa que hayamos marcado aquí... Es que yo quería conversar con el médico antes y pasar un tiempo con mis amores.
Gustav: Todo bien para mí. Vamos.
Caminamos lado a lado, en silencio, hasta el restaurante del hospital. Nos sentamos. Gustav pide dos cafés, y por un momento me quedo solo observando el movimiento alrededor.
Gustav: Dime, Ella... ¿Cuáles son los nombres que elegiste?
Ella: ¿No tienes ninguno en mente?
Gustav: En realidad, no. Dejé esa decisión para ti.
Ella: ¿Puedo preguntarte una cosa?
Gustav: Claro.
Ella: ¿Los amas?
Veo a Gustav respirar hondo. Sus ojos se pierden por un momento, como si necesitara cavar dentro de sí por una respuesta honesta.
Gustav: Amo. Son mis hijos. No fueron planeados... Pero yo no renuncio a ellos. Solo que, para mí, amor no es lo que tú sientes, no es ese amor idealizado, espontáneo, que explota en el pecho. Yo no soy como tú, Ella, no entiendo ese amor a tu manera. Y, sinceramente, no consigo entender por qué tú estás haciendo tanto sacrificio.
¿Es solo debido a la promesa que le hiciste a tu hermana? ¿A aquella que te lastimó tanto?
Me quedo en silencio por un instante. No por falta de respuesta, sino porque estoy reuniendo todo lo que llevo dentro de mí para conseguir ponerlo en palabras.
Ella: Todo bien... Creo que comprendo lo que estás diciendo. Pero, respondiendo a tu pregunta: ¿cómo no amarlos? Ellos no vinieron de mí, biológicamente hablando, pero yo los sentí durante toda la gestación, cuando supe y cada latido del corazoncito de ellos, cada movimiento, cada miedo, cada esperanza… Incluso antes de nacer, yo sabía que necesitaba amarlos. Por ella y por ellos. Yo no sé explicar ese amor. Pero él está aquí.
Presente, entero, mayor de lo que podría imaginar... Yo solo sé, que ellos son todo para mí... Ellos son mi vida. Y yo los amo como nunca pensé ser capaz de amar a alguien.
Gustav: Hum...
Ella: Como son nuestros, pensé en nombres que reflejaran eso.
Gael, que significa “generoso, protegido”… Ellie, que quiere decir “rayo de sol”.
Son nombres cortos, delicados… y combinan con los nuestros. Creí que tendría sentido.
GUSTAV
Permanezco, observando a Ella. Pensando… ¿Cómo puede esta mujer ser así? Tan entregada, tan decidida. Ella me incomoda y me sacude por dentro, incluso si yo no consigo, o no quiero, admitirlo. Y, por primera vez, veo algo diferente en los ojos de ella. Algo que me alcanza.
Gustav: Gael y Ellie… Es... Son nombres bonitos. Simples, pero con significados fuertes y combinan mismo con nuestros nombres.
Ella: Lindos, ¿no es así?
Gustav: Sí, concuerdo contigo.
Ella me encara con ternura, y entonces dice con una franqueza que me desarma.
Ella: Gustav, yo quiero amamantarlos. Con mis senos.
Me quedo sorprendido, pero no ironizo. Pregunto con honestidad:
Gustav: Y... ¿eso es posible?
Ella: Sí. Fue por eso que insistí en venir al hospital. Conversé con el médico y él dijo que es posible, me explicó el proceso y ya me encaminó para el inicio del tratamiento, está todo bien. Solo quería saber… ¿si todo bien por ti?
Me quedo callado por un momento, tratando de entender lo que siento. Lo que ella está diciendo va mucho más allá de cualquier expectativa o lógica.
Gustav: ¿Por qué eres así, eh? Toda vez que creo que estoy comenzando a entenderte… me sorprendes. ¿Quién eres tú, al final?
Ella: ¿Cómo así?
Gustav: Tú... Tú podrías simplemente aceptar lo que está aconteciendo, alejarte, cumplir la promesa de un modo superficial y salir por la puerta de atrás. Pero no... Tú te involucras, sientes, sufres, luchas… Tú quieres ese vínculo, que todo esto sea real. ¿Por qué?
Ella: Porque yo quiero que ellos sientan lo que es verdadero, desde ahora, que ellos sepan que todo es por amor y para eso... alguien necesita comenzar con sinceridad.
Gustav: Yo nunca fui el tipo de hombre que se sorprende fácil, pero tú... Tú me dejas curioso y honestamente, no sé qué hacer con eso.
Me quedo encarando a Ella, pero sin saber exactamente lo que estoy buscando en el rostro de ella. Ella es todo lo que yo no entiendo, determinada, sensible, intensa… Me atrae y me eso me deja incómodo.
Ella: ¿Quieres venir conmigo? Quiero ver a los bebés una vez más antes de irme.
Gustav: Sí. Vamos.
Caminamos por los corredores del hospital y al llegar a la UCI neonatal, vestimos los delantales. Ella camina hasta las incubadoras con la serenidad de quien ya hizo eso muchas veces. Yo me quedo atrás... Y veo ella inclinándose delicadamente sobre el vidrio
Ella: Hola, mis amores... Gael y Ellie. ¿Ustedes sabían que son nuestros? Papá y mamá los aman mucho, mucho mismo...
Y en aquel instante... Algo nuevo y extraño comienza a nacer en mí.