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Redención Nuestra

Redención Nuestra

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Oficina / Malentendidos / Romance de oficina / Mujer despreciada
Popularitas:327
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Rose estaba decepcionada del sentimiento llamado amor y por mucho tiempo no creyó en el ni lo buscó hasta que se involucró con él.

Silvain James es un hombre de una familia rica y poderosa pero que tenía más suciedad que el desagüe de la ciudad. Tampoco creía en el amor hasta que se involucró con ella.

Ambos terminaron casándose bajo las condiciones y amenazas del abuelo de Silvain. Juntos tienen que lidiar con la familia James y sus intrigas por la herencia de la compañía y riqueza que dejaba en vida el patriarca de la familia.

Entre sus días de casados y evitando los esquemas de esas personas, surge un secreto que podría causar grandes controversias y el fin del amor entre Rose y Silvain.

NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 14

Julia maldecía en su corazón lo despiadado que pudiera ser Silvain, pero Louis no creía que lo fuera, sino que era inteligente y su hija una estúpida. La manera de lidiar con ese niño, primero sería a través de la empresa, ya cuando el viejo estuviera muerto, entonces podrían eliminarlo, pero la tonta hacía las cosas al revés, con todo esto, estaría más alerta, complicándole un poco con lo que quería lograr.

En todo caso, solo podía ayudarla con el abogado, ya que Silvain había puesto una demanda y no podía sobornar al capitán de la estación, porque estaban los guardaespaldas de Silvain aguardando en la estación, como si buscaran la oportunidad de hacer algo con Julia. Y aunque su hija era una tonta, no dejaba de serle útil. De momento, iría con Silvain para intentar que saliera ella bajo fianza y mandarla a otro país.

Lo que no esperó fue la negativa de su sobrino.

-Tío, debe considerar lo que me pide. Intentó matarnos a mi esposa y a mí. Esto no es simplemente un accidente.

-Ella no lo hiso con sus manos.

-No nos hagamos, le pagó a otro que lo hiciera. Incluso incitó a la propia muerte del conductor – lo miró con frialdad, sintiendo la ira subírsele a la cabeza – No tiene remordimiento, no dejaré que una loca siga suelta. Esta vez fui yo, tal vez mañana podría ser usted, tío.

Luis quiso discutir, pero lo interrumpió de nuevo Silvain.

-No hay negociaciones. Haga lo que deba hacer, pero no la dejaré ir.

Silvain se dio vuelta y entró a la habitación privada del hospital. De reojo pudo ver a la mujer, quien a pesar de su palidez aún se veía hermosa. Louis no podía negar que la mujer era la imagen de la tentación, pero había algo en ella que le llamaba mucho la atención y no era su belleza.

Sacudió su cabeza, ya estaba viejo y su mente no podía recordar cosas innecesarias. Aun así, estaba disgustado que no podía sacar por las buenas a Julia y tendría que idear otro plan. Esa niña, le sería útil en otra situación, mientras tanto, su esposo, Herb sería su títere para sabotear la fábrica de la filial donde trabajaba Silvain.

***

George estaba sentado en su sillón de siempre dentro de su habitación, escuchando a su confidente sobre las cosas que habían sucedido con Rose y Silvain. Se sintió enojado en seguida y muy angustiado al saber que Rose estaba hospitalizada. Aun no se sentía muy bien por lo que no había podido ir a verla, y aun así pudo saber quién era la causante del accidente.

Los ojos alegres del anciano se volvieron apáticos, y la sonrisa se borró para dar lugar a una línea recta. Cuando su confidente vio ese semblante no pudo evitar temblar. Hacía tiempo que el anciano no mostraba ese semblante, y cuando lo hacía, de nuevo había un baño de sangre y no era metafórico.

-Señor, es su nieta.

-Y es una inútil – contestó el anciano mientras tomaba un sorbo de su té – No sirve que se le de todas las comodidades del mundo, no puede hacer nada bien.

Bruno, el confidente apretó los labios. Toda su familia creció con ese sentimiento, además de estricto, bastante inhumano, era normal que ninguno de sus hijos o nietos pudieran ser normales. Pero no podía decir nada de ello, no le correspondía y solo era un empleado.

-Considere que tiene su sangre.

George sonrió divertido.

-Sí, claro. Tiene mi sangre, pero no el cerebro. Los inútiles deberían desaparecer.

Bruno se calló y evitó seguir abriendo la boca o solo empeoraba las cosas, al final pasó lo que temía y se sintió ya adormecido de ver todas estas situaciones. Hacía tiempo y estaba viejo, pero era el único en el que confiaba el anciano y aun así, a pesar de ver todas estas atrocidades por décadas, no podía acostumbrarse. De solo pensar en sus propios hijos y nietos, no podía dejar de sentir miedo, tampoco podía entender cómo podía haber gente que podía tratar a su hijos de esa manera, como si no fueran humanos, sino objetos, que si no cumplen su función, podrían ser desechados, y más los hombres, las mujeres parecían ser invisibles para George.

-Cuando Louis intente sacarla de la cárcel, procede con lo que te dije.

Bruno tragó saliva y solo pudo suspirar.

-Sí, señor.

Bruno se marchó sintiendo sus piernas temblar. Tantos años viendo la brutalidad del anciano había deteriorado su salud, pero no podía renunciar y no era porque le faltara dinero, sino que si lo hacía, él y su familia podrían desaparecer, y eso no lo permitiría. Pero no se sentía ni remotamente bien, teniendo que manejar todos los asuntos del anciano que violaban las leyes. A veces rezaba, esperando un milagro para que algo o alguien pararan al anciano. Se logró pero solo por unos diez años, ahora, y de nuevo, empezaba a moverse como en esos años.

Pasando por la sala de la habitación, vio un cubículo con una fotografía, y cuando la vio se quedó quieto, recordando algo que había pasado años atrás. Su cuerpo se llenó de sudor frío y se apresuró en bajar las escaleras. Necesitaba llamar e investigar lo más discretamente, porque si George lo descubría, no tendría salida.

***

Johan caminó hasta la cocina viendo a Martha, la cocinera, preparando la papilla que el señor James le enviaba a Rose al hospital. Johan estaba preocupado por la mujer que sin saber los entresijos de esa familia, estaba siendo involucrada y tentando con su propia vida. Pero no tenía la confianza de ambos para poder exponer lo que sabía en sus manos, y con esta situación menos se podía acercar a ellos dos. De momento, solo podía entregar la papilla sin poder entrar a la habitación de Rose y ver desde la rendija lo pálida y débil que se veía.

De solo ver ese rostro con ese semblante le hacía rememorar esos días, cuando ella vivía y era miserable, intentando sonreír a pesar de las cosas malas. Si no hubiera huido, si hubiera insistido. ¿Podría ella estar viva?

La respuesta era obvia pero Johan no la quería reconocer, porque era triste.

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