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Burn Notice

Burn Notice

Status: En proceso
Genre:Terror / Romance / Pérdida de memoria / Salvando al mundo / Apocalipsis / Zombis
Popularitas:403
Nilai: 5
nombre de autor: B.E.M

En un mundo roto por criaturas sin alma, un chico despierta en un bosque, su mente vacía, con solo un cuaderno para anclar su existencia. Rescatado por Ana, una joven arquera, y su hermano León, se une a su peligrosa búsqueda de un refugio seguro en Silverpine.

NovelToon tiene autorización de B.E.M para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Pruebas de Lealtad Capitulo 24

En La penumbra del pueblo de Grayskull se cierne sobre las calles desiertas, donde las sombras de las casas abandonadas parecen tragarse la luz del atardecer. Los Cuervos, con movimientos bruscos, separan a sus prisioneros. Zoe, con las manos atadas es arrastrada hacia un calabozo improvisado bajo una de las casas en ruinas. La puerta de hierro oxidado se cierra tras ella con un chirrido ominoso, encerrándola en una celda húmeda donde la oscuridad la engulle. Su respiración agitada resuena contra las paredes de piedra, un eco solitario que acompaña el latido de su corazón.

Mientras tanto, en la iglesia del pueblo, un edificio sombrío con vidrieras que apenas dejan pasar la luz mortecina, León es conducido con rudeza. Lo obligan a arrodillarse frente al altar, donde el Capitán se alza, su figura enmascarada proyectando una sombra imponente. Los Cuervos lo rodean, sus armas listas, el aire cargado de una tensión afilada. El Capitán observa a León en silencio, sus ojos brillando tras la máscara como los de un depredador evaluando a su presa. Finalmente, su voz grave y cortante rompe el silencio:

—Dijiste que querías ser un Cuervo, ¿no, chico?

León, con el corazón latiéndole en la garganta, traga saliva, sus manos temblando sobre el suelo frío. Su voz sale débil al principio, cargada de miedo, pero se fuerza a levantarla.

—Mi nombre es León... y sí, quiero ser un Cuervo —dice, su tono vacilante pero firme, como si intentara convencerse a sí mismo tanto como al Capitán.

Sus ojos se alzan brevemente, encontrándose con la mirada del líder, un destello de resolución luchando contra el terror que lo consume. El Capitán suelta una risa baja, casi burlona, y da un paso adelante, inclinándose hacia él.

—Muy bien, León —murmura—. Veremos si tienes el estómago para esto.

Los Cuervos intercambian miradas, y el aire se llena de una expectativa siniestra, como si el destino de León estuviera colgando de un hilo invisible.

La iglesia de Grayskull, con sus paredes agrietadas y el altar envuelto en sombras, se transforma en un tribunal opresivo. Los Cuervos rodean el espacio, sus rostros duros iluminados por la luz tenue. El Capitán, con su máscara reflejando un destello frío, observa a León con una sonrisa torcida.

—Muy bien, León —dice, su voz resonando como un juicio—. Pero si quieres ser un Cuervo, deberás probar tu lealtad.

Con un gesto seco, ordena a uno de sus hombres:

—Traed a la chica.

Dos Cuervos se retiran con pasos rápidos, y pronto regresan arrastrando a Zoe desde el calabozo. Su rostro está pálido, cubierto de suciedad y las manos aún atadas, pero sus ojos arden con una mezcla de furia y agotamiento. La empujan al centro de la iglesia, obligándola a arrodillarse frente a León. El Capitán se inclina hacia él, su tono cortante como una cuchilla:

—ejecutará la prueba. Matarás a la chica mirando a zoe para demostrar tu compromiso. Si fallas, ambos morirán.

León lo mira, los ojos abiertos de par en par, el miedo apretándole el pecho como una garra.

—¿Pero ahora hay paz? —pregunta, su voz temblorosa, casi un ruego, mientras su mirada pasa de Zoe al Capitán.

La confusión y el horror lo invaden, su mente luchando por reconciliar la promesa de paz con esta orden brutal. Zoe, a su lado, respira hondo, su rostro endureciéndose mientras comprende lo que se le exige a leon, pero guarda silencio, su mirada cargada de una resignación amarga. El Capitán suelta una risa seca, dando un paso atrás.

—La paz es para los débiles, chico —dice con desprecio—.

Los Cuervos ríen, y el aire se llena de una tensión mortal mientras León y Zoe se miran, atrapados en un dilema que podría sellar su destino.

La iglesia permanece sumida en una atmósfera opresiva, el eco de las risas de los Cuervos desvaneciéndose entre las paredes agrietadas. León, aún arrodillado y tembloroso, y Zoe, de rodillas junto a él, esperan el veredicto del Capitán. Este levanta una mano para calmar la tensión, su voz mezclando burla y frialdad:

—Tranquilo, chico. La ejecución no será hoy. La paz relativa se mantendrá... si veo que los rebeldes me sirven con los suministros, los dejaré por ahora.

Su mirada se desliza hacia Zoe con desdén.

—Ella es la líder —continúa, su voz endureciéndose—. No podemos dejarla suelta, sería una locura. Siempre habrá alguien que quiera pelear por ella.

Se endereza, dirigiéndose a los Cuervos:

—Prepárate para la ejecución, León. Duerme aquí en la iglesia. Llevadla a ella al calabozo.

Con un gesto final, se da la vuelta y sale con paso firme. Los Cuervos se mueven rápidamente: dos de ellos agarran a Zoe, levantándola con rudeza. Ella lanza una mirada de advertencia a León, su silencio cargado de resistencia contenida, antes de ser arrastrada de vuelta al calabozo. León, aún arrodillado, siente el frío del suelo en sus huesos, su mente atrapada entre el alivio temporal y el terror de lo que está por venir. Un Cuervo le arroja una manta raída y lo empuja hacia un rincón, donde queda solo, rodeado por las sombras de la iglesia y el peso de su decisión.

La noche cae sobre Grayskull como un manto negro, el silencio roto solo por el crujir de las ramas y el murmullo lejano de los Cuervos patrullando. En la iglesia, León yace en el rincón donde lo dejaron, la manta raída apenas cubriendo su cuerpo tembloroso. La amenaza de la ejecución y el destino de Zoe pesan en su mente, alimentando un fuego de determinación. No puede quedarse. Con el corazón latiéndole en los oídos, se levanta lentamente, el frío del suelo de piedra recordándole su vulnerabilidad.

Se arrastra hacia una ventana rota en la parte trasera, sus manos raspando la madera astillada mientras evalúa su escape. Contiene el aliento, esperando a que una patrulla pase, sus pasos alejándose en la oscuridad. Con un movimiento rápido, se desliza por la abertura, el cristal roto cortando su brazo y dejando un rastro de sangre que limpia apresuradamente con la manta. Se agacha entre las tumbas del cementerio adyacente, el corazón acelerado mientras observa a un guardia solitario fumando a pocos metros. Cuando el hombre se da la vuelta, León corre agachado hacia un arbusto, el crujir de las hojas bajo sus pies casi traicionándolo. Se detiene, apretando los dientes, y espera. Cuando la luz de la linterna del guardia se aleja, se lanza hacia las sombras del bosque, desapareciendo entre los árboles con la adrenalina pulsando en sus venas, decidido

El calabozo bajo la casa abandonada está envuelto en una oscuridad opresiva, el aire húmedo cargado de moho. Zoe yace sobre un jergón sucio, las manos atadas frente a ella, el dolor de sus heridas palpitando con cada respiración. La luz de una linterna lejana se filtra por las grietas de la puerta de hierro, proyectando sombras danzantes en el techo irregular. Incapaz de dormir, sus ojos se fijan en esas manchas, su mente vagando entre el caos de la batalla y los rostros de los rebeldes que lideró: León, Liam, Emma, ahora dispersos o en peligro. Un nudo se forma en su garganta, y un sollozo silencioso escapa de sus labios.

—Padre, te necesito más que nunca —susurra al techo, su voz quebrada por la desesperación—. ¿Por qué me dejaste sola?

La imagen de su padre, un hombre fuerte que la crió con historias de resistencia, se desvanece en su memoria, llevándose consigo la fuerza que una vez la sostuvo. Las lágrimas corren por sus mejillas, dejando surcos en la suciedad de su rostro. Se acurruca contra la pared fría, llorando en silencio, su cuerpo temblando mientras la noche se extiende como un manto de desesperanza.

De pronto, el chirrido de la puerta de hierro rompe el silencio del calabozo. Zoe se tensa, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, preparándose para enfrentar lo peor. Pero una voz familiar, temblorosa pero aliviada, susurra:

—¿Zoe?

Es León, su rostro apenas visible bajo la suciedad y la capa raída del uniforme de Cuervo que robó. La linterna cae al suelo con un golpe sordo, y Zoe, al reconocerlo, deja escapar una sonrisa temblorosa, una mezcla de alegría y asombro iluminando su rostro agotado.

—¡León! —exclama,

León se arrodilla junto a ella, cortando las cuerdas con un cuchillo robado, sus manos temblando.

—¿Qué haremos? ¿Cuál es el plan? —pregunta, su voz cargada de esperanza, sus ojos buscando en los de ella una solución.

Zoe—Nada —murmura, su voz quebrándose—. No hay plan... se acabó. El Capitán es demasiado fuerte.

Zoe, feliz por verlo vivo, lo abraza con fuerza por un instante, pero su sonrisa se desvanece rápidamente, reemplazada por una tristeza profunda.

Nota 24

En la cabaña de suministros, bajo el resplandor parpadeante de la lámpara de aceite, encuentro una nota arrugada entre las pilas de herramientas y sacos. La desdoblo con cuidado, el papel húmedo por la lluvia que se filtra por el tejado. Las palabras, garabateadas con una letra infantil y temblorosa, dicen:

Algo le pasa a papá desde que se peleó con su amigo. Algo tiene mal, ¿acaso quiere abandonar el pueblo? Está guardando todas las cosas de un auto viejo. No sé hacia dónde vamos.

Me quedo mirando las palabras, un escalofrío recorriéndome la espalda, Esta letra se me hace conocida como si temiera despertar algo dormido ¿Qué habrá pasado con este niño?

La nota, con su tono de confusión y miedo, parece un fragmento de un pasado roto.

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Kino No Tabi
¡No te detengas, por favor!
Glenda
Me has dejado en suspenso, necesito saber lo que va a pasar, ¡actualiza pronto por favor!
B.E.M: gracias mañana temprano salen 2 capítulo más
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