"En el lujoso reino de Raleigh, la princesa Mariana Hazbun se enfrenta a un ultimátum: casarse antes de cumplir los 27 años. Pero Mariana no está dispuesta a comprometer su libertad y su corazón asi se transforma en la princesa rechazada.
Mientras tanto, en Nueva York, Asher Beaumont, el rico y apuesto heredero de la familia Beaumont, vive una vida de excesos y placeres. Pero su padre, el patriarca de la familia, le impone una condición para heredar la fortuna familiar y el liderazgo de la familia Beaumont: casarse y demostrar su madurez.
Cuando Mariana y Asher se conocen, el ve en ella la respetabilidad que su padre le exige, pero la novia se resiste. Mariana es obligada por su padre a contraer matrimonio. Pero detrás de la fachada de lujo y poder, ambos esconden secretos y miedos. ¿Podrán superar sus diferencias y encontrar el amor verdadero, o su unión será solo una transacción de conveniencia?.
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La furia de un Hazbun.
Mariana se cubría los oidos. Los golpes de Nasser se intensificaron, la puerta crujía bajo su fuerza. Cada impacto hacía que el corazón de Mariana latiera más rápido, como si su propio cuerpo se estuviera preparando para una huida que no podía realizar. Los golpes resonaban en sus oídos, una señal de que el tiempo se agotaba, de que no podría quedarse allí mucho más.
Mariana se tensó, su respiración entrecortada, sus manos temblando al aferrarse a la pequeña toalla que había encontrado en el baño. Su mente estaba en un estado de caos absoluto; no sabía cómo había llegado a este punto, cómo todo se había desbordado tan rápidamente. Pero lo único que sabía con certeza era que Nasser ya no era el hombre que había conocido, y el miedo de lo que podría suceder si la puerta cedía la paralizaba.
Cada golpe contra la puerta le parecía más cercano, más real, y los crujidos se volvían más intensos. El sonido de su propia respiración era todo lo que escuchaba, un eco desesperante que la envolvía.
—Mariana… —La voz de Nasser, más cerca ahora, resonó del otro lado de la puerta. Su tono era bajo, casi inhumano, como si algo en él se hubiera roto por completo. No era solo la ira lo que se percibía, sino una especie de desesperación salvaje que la hacía sentir más vulnerable.
Ella retrocedió, sus pies tropezaron cayendo al suelo frío del baño, y su espalda se chocó contra la pared. No había forma de escapar, la pequeña ventana no serviría, estaba en un según piso no había salida alternativa. El pánico crecía dentro de ella, tan abrumador que casi no podía respirar.
El sonido de la puerta a punto de ceder, de los golpes brutales que la empujaban hacia adentro, se hizo aún más insoportable. Mariana cerró los ojos un instante, buscando algo dentro de ella que la calmara, algo que le diera fuerzas para enfrentarse a lo que venía.
El sonido de un fuerte golpe resonó a través de la casa. La puerta del baño tembló con un último esfuerzo de resistencia. Sin embargo, otro estruendo se oyó desde fuera de la habitación, seguido de un crujido que indicaba que alguien había irrumpido con fuerza.
Karem, había pateado la puerta con tal potencia que esta se abrió de golpe, derribando la puerta. En un instante, Karem se encontraba dentro, con el rostro tenso y alerta, empujando a Nasser con toda su fuerza.
Nasser, sorprendido, intentó abalanzarse sobre él, pero Karem lo esquivó con rapidez y lo empujó hacia atrás, mientras la furia de Nasser se desbordaba. Los dos hombres se trenzaron en una lucha violenta, golpeándose con furia en un intercambio de puñetazos y forcejeos. La habitación se convirtió en un caos de gritos, cuerpos chocando contra muebles y el sonido de los golpes resonando por las paredes.
Mariana, paralizada por el terror, escuchaba desde el baño, su corazón palpitando descontrolado. El guardia real había llegado a tiempo, pero la pelea al otro lado de la puerta era aún más aterradora de lo que había imaginado. Karem estaba luchando por contener a Nasser, que, a pesar de su furia, estaba visiblemente agotado y confundido.
—¡Basta! ¡Detengalo ahora!, gritó Karem cuando los otros guardias ingresaron.
Mientras tanto cerca de ahí, Malek se encontraba acostado junto a Olivia acariciándole su vientre cuando Omar llamo a la puerta.
Malek se puso de pie y abrió la puerta.— Su Alteza si me permite dijo el jefe de los guardias...El rostro de Malek se transformó al escuchar lo ocurrido.
— Iré por ella dijo Malek ingreso a la habitación, y busco ropa.
Olivia se puso de pie sorprendido de que su esposo se fuera. — Qué está pasando.
— Tengo que atender un asunto, duerme exclamó Malek saliendo a toda prisa.
Khalil había escuchado el ajetreo se encontraba en su oficina para desgracia de él la actitud de Rosse lo tenia desconcertado, ingresó en la sala.– ¿Dónde iba Malek con todos guardias?
Omar miró al rey.— Llamó, Karem. Él príncipe fue por su hermana.
Amira que terminaba de ingresar junto a Olivia se llevó la mano a la boca.— ¿ Qué pasó con mi hija?.
— Karem decidió intervenir cuando la discusión entre los príncipes escalo, parece ser que la princesa pidió auxilio...
Nasser jadeaba, su rostro rojo de ira y agotamiento. A pesar de la sujeción de Karem, intentó liberarse con furia, pero los guardias no lo permitieron.—Karem miró a Nasser.
—El príncipe está llegando.
—¿ Alteza, está bien?,abra la puerta.
Mariana seguia sentada en el frio suelo temblando, se negaba a moverse.
Mariana permaneció sentada en el baño, sus sollozos ahogados por la desesperación. Las lágrimas caían sin cesar, sus manos temblaban mientras se aferraba al borde de la bañera, intentando calmarse, pero la sensación de terror seguía recorriéndola con cada pensamiento. Sentía como si el suelo bajo sus pies se hubiera desmoronado, como si su mundo entero hubiera colapsado en una fracción de segundo. El sonido de los golpes y las gritos de Nasser aún retumbaban en su mente.
De repente, la puerta del baño se abrió con fuerza. Mariana dio un brinco, aterrada, pero al ver la figura que entraba, sintió una pequeña oleada de alivio. Era Malek.
—Mariana... —dijo su voz, cargada de preocupación, mientras entraba rápidamente en el baño, cerrando la puerta con firmeza tras él—. Los guardias me avisaron. Todo estará bien.
Malek avanzó hacia ella, tenso su rostro reflejaba contorcionado por la rabia, al ver a su hermana llorando con su vestido desgarrado.–Te llevare a casa dijo el. Se agachó a su lado, con los ojos fijos en los de ella, intentando calmarla con su presencia.
Mariana, aún sollozando, lo miró, buscando consuelo en los ojos de su hermano, pero el miedo seguía reflejándose en sus propios ojos.
—Malek... —susurró, su voz quebrada—. No sé qué hacer sollozo ella.
Malek la abrazó con fuerza, apretándola contra su pecho, protegiéndola con su propia fuerza. Sabía que no había palabras que pudieran aliviar su sufrimiento, estar allí con ella era lo único que podía hacer.
—No tienes que preocuparte, hermana —dijo en un tono bajo, pero firme—. Vas a estar bien, lo prometo. Todo esto se resolverá. Estás a salvo, y no dejaré que nadie te haga daño.
Mariana, aun entre sollozos, se aferró a él, buscando la seguridad que solo su hermano podía brindarle. Malek la miró con una expresión decidida la ayudó a levantarse, guiándola hacia la salida del baño.
— Traiga una manta ordenó Malek, uno de los guardias se la entrego.
Malek, con su instinto protector, cubrió a Mariana con una manta gruesa y cálida, envolviéndola cuidadosamente para que el frío no la afectara más de lo que ya lo había hecho el terror de lo ocurrido. A pesar de la suavidad de la manta, sus temblorosos suspiros eran lo único que rompía el silencio denso que los rodeaba.
— Zorra, eres igual a tu hermana murmuró Nasser cuando la vio salir.
Furioso Malek le ordenó a Karem que llevara a Mariana a su auto.
— Malek no exclamó Mariana.
Pero Malek la ignoro. Luego le ordenó a los guardias que soltaran a Nasser y le dio una paliza, nunca en su vida había golpeado a alguien de una manera tan brutal...
Mariana, abrazada a la manta, miraba a su alrededor con ojos perdidos, sin poder procesar todo lo que había sucedido. La imagen de Nasser, su rostro lleno de ira y desesperación. No podía dejar de pensar en qué había desencadenado todo eso, en por qué su esposo había cambiado tan radicalmente. La confusión la devoraba por dentro.
Amira escuchó los autos ingresar al palacio y salió corriendo hacia la puerta principal.
En cuanto la vio bajar del auto Amira la rodeó entre sus brazos.— No quiero volver exclamó Mariana.
— Por supuesto que no hija, no volverás a verlo exclamó Amira mientras ingresaban a la casa.
Khalil vio a su hija.— Le juro que no hice nada sollozó Mariana arrojándose a los pies de su padre.
Khalil se acuclillo y le levanto.— Te conozco hija mia. Jamas dudaria de ti, no debes preocuparte por nada dijo aquí esta tu padre para defenderte dijo Khalil abrazándola.
— Vamos Mariana necesitas cambiarte exclamó Amira.– Llamen a la doctora...
Olivia se acercó a su esposo, nunca había visto a Malek así, tenía la camisa manchada de sangre y los nudillos todos lastimados.
— ¿Qué fue lo que hiciste?, pregunto Olivia.
—Nada, no debes preocuparte vamos debes descansar.—No lo habia matado, aunque debería haberlo hecho penso Malek. Los guardias lo habian llevado al hospital aunque dudaba que sobreviviera...
Amira le quitó la manta a su hija y vio su vestido desgarrado. — Debes darte un baño exclamó Amira, quería matar a ese desgraciado con sus propias manos. Su hija tenía varios moretones, Amira le ordenó a la empleada que tirara la ropa...
Aquí hay un peligro inminente Mariana en su afán de no casarse pone en bandeja de plata sus planes a Karem sobre Asher Beaumont.
Asher realmente no se que hará Eliza para que puedas redimirse de la vida loca y promiscua que ha llevado no tiene sentimientos no quiere a su hija y nunca se ha enamorado.
Mariana se lo advirtió una infidelidad y no hay boda llega Freya y la bragueta suelta no aguanta.
A él le sale un escarmiento real unos buenos azotes porque Definitivamente Asher piensa con la cabeza del medio de las piernas.