Daniel Hao, un conductor que salvó al Gran Señor Jimmy Li durante un atentado con bomba en su fábrica. Como forma de agradecimiento, Daniel fue casado con Sandra Li, la hija más querida y orgullosa de la familia Li.
Daniel es despreciado y humillado por los demás miembros de la familia Li, siendo incluso llamado "yerno basura", ya que su presencia en la familia Li es vista como inútil y una vergüenza para ellos. Sin embargo, no pueden hacer lo que quieran con él, ya que este hombre está bajo la protección del Gran Señor Jimmy Li.
Un día, Daniel encuentra un billete de lotería en la basura, con el número de la suerte coincidiendo con la fecha del cumpleaños de su madre. Para su sorpresa, ese billete es el ganador de un premio de 300 millones. Con ello, Daniel compra acciones en varias empresas y, con parte del dinero, abre un negocio con su gran amigo, para demostrar que también puede ser alguien, igual que todas las personas que lo humillaron.
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Capítulo 16
Capítulo 16
En una habitación bastante espaciosa, solo había una mesa larga con once sillas. Todas las sillas estaban ocupadas por los miembros de la élite del grupo Black Eyes. Peter, el líder del grupo mafioso, se sentó en la silla principal.
Una amplia sonrisa adornaba su rostro envejecido. Sostenía un sobre grande.
"Finalmente, puedo recuperar mi tesoro perdido", dijo Peter, seguido de una carcajada de pura felicidad.
Abrió el sobre y dejó caer el contenido sobre la mesa. Había varias fotos y papeles. Sus ojos brillaron al ver la foto de un granero utilizado para almacenar cosechas.
"¡Cómo extrañaba este lugar!", dijo Peter, todavía en tono de alegría.
Había un rollo de papel cerca de él. Lo abrió, revelando el plano de planta de la fábrica de Li, destruida por la bomba. Peter ordenó a sus hombres que encontraran el punto exacto donde solía estar el granero.
Todos los miembros de Black Eyes miraban a su líder, que parecía muy diferente ese día. Era evidente que el objeto recuperado de la residencia Li era muy valioso y significativo para él.
"¿Entonces? ¿Ya averiguaron dónde estaba el granero?", preguntó Peter.
"Estoy tratando de encontrar el punto exacto en la ubicación actual", respondió el joven con gafas.
Peter apenas podía esperar para recuperar sus 1.000 lingotes de oro. Cada barra pesaba 1.000 gramos. Había enterrado tres cofres que contenían los lingotes de oro que le quitó a un socio que lo había traicionado. En realidad, los 1.000 lingotes de oro eran producto de un robo que él y su amigo habían cometido contra la empresa minera más grande del continente. Hasta el día de hoy, el caso de la desaparición de los lingotes de oro seguía sin resolverse.
Su plan original era que él y su amigo fundieran el oro para cubrir sus huellas de las autoridades. Sin embargo, durante el viaje, se pelearon y terminaron luchando. Peter fue el vencedor del duelo, y su amigo murió, al igual que su hombre de confianza. Con esto, todo el oro robado quedó para él.
Un evento inesperado ocurrió mientras buscaban una fundición de oro abandonada en un lugar remoto. Dos policías sospecharon del coche en el que iban e intentaron huir. Uno de los policías disparó a uno de los neumáticos, impidiendo la huida. No tuvieron más remedio que eliminar también a los policías.
Para salvar el fruto del robo, Peter y su hombre de confianza buscaron un lugar para esconder la gran cantidad de oro. Por suerte, encontraron un granero no muy lejos de allí y enterraron los cofres de madera a la derecha del pozo, alineados con el árbol más grande del lugar.
Para su mala suerte, Peter y su hombre de confianza fueron arrestados por tráfico de drogas y armas ilegales al entrar en la capital. Pasó once años en prisión, y nadie sabía nada del oro enterrado.
En cuanto salió de prisión, su primera acción fue buscar el lugar donde había escondido su tesoro. Sin embargo, el lugar se había convertido en una fábrica. Para recuperar su fortuna, Peter intentó comprar la fábrica a la empresa Li, pero el Sr. Jimmy Li se negó, ya que muchas personas dependían de ella para trabajar y sobrevivir. Con la negativa, la única opción que le quedaba era destruir la fábrica.
"Señor, he terminado los cálculos. Este debe ser el lugar donde estaba el granero", dijo el hombre a cargo de Peter, señalando un punto con un láser rojo.
"Estupendo. Así podemos concentrarnos en encontrar mi tesoro allí", dijo Peter, mientras los miembros de la élite aplaudían.
Sandra seguía acompañando a Daniel en el hospital. A pesar de que Sindy y Leon insistieron en que fuera a casa a descansar, ella se negaba a separarse del lado de su marido. Quería estar presente cuando despertara y ser la primera persona que viera.
"¿Por qué no despiertas? Prometiste que siempre me protegerías. Si sigues durmiendo así, ¿cómo podrás defenderme de esos bandidos?", dijo Sandra, esperando que Daniel escuchara sus palabras y abriera los ojos.
Pasaron dos días y Daniel seguía sin despertar. Sandra temía que su marido la dejara para siempre.
"No quiero ser viuda. ¡Tienes que despertar, no puedes morir!", Sandra sacudió a Daniel, frustrada porque no abría los ojos.
A pesar de sus gritos y lágrimas, Daniel permaneció inmóvil. Su cuerpo no respondió a sus sacudidas.
"Debe haber alguna otra manera de traer a alguien de vuelta a la vida", murmuró Sandra, recordando las historias que escuchaba de niña.
Miró a su alrededor, asegurándose de que estaban solos. Entonces, se sentó en el borde de la cama donde Daniel estaba acostado.
"¡Por favor, despierta! Te amo, Daniel", imploró Sandra, con una mirada apasionada.
Lentamente, sus labios suaves tocaron los labios secos de Daniel. Sintiendo que no era suficiente, lo besó con delicadeza. En su corazón, rezaba por la recuperación de su marido.
Mientras besaba a Daniel, sintió que el beso era correspondido. Lentamente, sus párpados se abrieron, revelando sus ojos. Ella se asustó al darse cuenta de que él había abierto los ojos.
Sandra se apartó rápidamente, mortificada por haber sido sorprendida en el acto.
"¿Van a seguir besándose hasta cuándo? El médico está cansado de esperar en la puerta para examinarte, Daniel."
Sandra se levantó de un salto y se puso al lado de la cama. Su corazón casi se le sale del pecho al darse cuenta de que alguien había presenciado la escena.
Nathan y Dilan estaban de pie cerca de la puerta, acompañados por el médico y una enfermera. Los cuatro sonrieron a Sandra y Daniel.
Sandra no tenía ni idea de que Daniel ya estaba despierto desde el día anterior. Había fingido estar en coma para evaluar la situación en el hospital. Al haber crecido en un entorno hostil, donde era necesario utilizar tácticas de disimulo para sobrevivir, era cauteloso con lo que le rodeaba.
El médico afirmó que Daniel estaba bien y le aconsejó que evitara los esfuerzos. Incluso sugirió que fueran de viaje para ayudar a su recuperación. Si la mente y el corazón estaban tranquilos y felices, la curación sería más rápida.
"¡Vamos a salir a una cita! Para que te mejores pronto", dijo Sandra, sonrojada.
Daniel sonrió levemente. Quería aprovechar el tiempo con Sandra para poner en marcha su próximo plan.
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