Rowellin sólo quería una familia, un hogar propio y un esposo amoroso, pero, en lugar de eso, se encontró con demonio, el mismísimo diablo llamado; Artemis Winchester.
Atención, esa historia es moralmente cuestionable, no apto para sensibles. Rowellin es la hija de Kendric Maynard (Historia de "Ya no te amo").
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Capítulo 5
Me quedé sin palabras al verla, ella estaba muy molesta. Algo que noté, es que cuando ella acaba de despertar, se notan demasiado las arrugas en su rostro, creí que no las tenía, ya que siempre parece ser completamente perfecta, era como ver a una persona completamente diferente.
—¿Y bien? Responde ahora mismo, ¿Qué hacías en la habitación de mí maldito esposo? –Volvió a repetir, su mandíbula apretada apenas dejaba salir su voz, pero la escuché perfectamente–.
Tenía miedo, pero debía ser honesta, ya que no quería que por un simple malentendido me despidieran.
—Él señor Winchester me pidió que le sirviera el desayuno, señora –comuniqué con calma, mientras mantenía mis ojos en el suelo, ella me hacía sentir inferior siempre que la veía–.
Guardó silencio un momento, como si dudara en creer en mis palabras. Luego de un largo silencio incómodo, respondió.
—Que curioso que mí esposo, teniendo a su mayordomo personal, te pida exclusivamente a ti que le sirvas el desayuno, ¿No crees que es extraño, Rowellin? –Se notaba el desdén en su tono, y los celos ocultos detrás de cada oración, pero no podía dejarme pisotear por ella, porque yo no había hecho nada malo, de eso tenía toda la certeza–.
—Yo simplemente cumplí una orden, señora.
Enarcó una ceja ante mí respuesta, seguro le sorprendió que yo, una simple adolescente y criada, de repente tuviera las agallas para responderle.
—Entiendo, ve a la cocina y prepara mí desayuno –ordenó y asentí, prácticamente corrí de regreso a mí lugar en ésta enorme mansión; la cocina–.
Comencé a preparar el desayuno para esa mujer, pero mí mente seguía reproduciendo los sucesos con el señor Winchester, espero que nunca vuelva a suceder. Realmente no quiero volver a verlo, ruego en silencio que se quede en el ala Norte de la mansión, para así no volver a verlo nunca. Lo último que necesitaba era que la señora Malenka se hiciera ideas equivocadas–.
Mientras estaba pérdida en mis pensamientos, no me di cuenta que alguien estaba de pié junto a mí.
—Row... –Me sobresalte al escucharlo, volteé rápidamente, creyendo que se trataba de algún Winchester, pero no era así. Afortunadamente para mí, era Christian–.
—¡Chris! –Exclamé, soltando un suspiro de alivio–. Dios, casi me matas de un susto.
—Lo siento, no quise asustarte –Agarró una manzana y comenzó a comerla–. Lamento molestar, recientemente no me he sentido bien, creo que pesqué un resfriado, ¿Podrías ir a comprarme medicina? Lo haría yo, pero aún debo ir a arreglar las malditas rosas, ya que la señora Malenka no me da un maldito respiro.
Pobrecito, ciertamente lo hacían trabajar demasiado bajo el sol, incluso bajo la lluvia. No iba a negarme, Chris es mí mejor amigo y obviamente iba a ir a buscarle medicina para que estuviera bien.
—Claro que si, iré ahora mismo.
Una vez que acabé de hacer el desayuno, le pedí a Nana que le sirviera el desayuno a la señora mientras yo iba a comprar medicina para mí mejor amigo.
Ciertamente, la villa en la que los Winchester vivían, era muy inmensa. Tuve que caminar al rededor de una hora para finalmente llegar a la ciudad, ya que la mansión estaba apartada para tener privacidad. Me dolían los pies, estaba agotada y, al ver mí nueva realidad, no pude evitar extrañar los días en los que vivíamos en el orfanato. Aquéllos días dónde todo era más sencillo.
Una vez que compré la medicina, comencé a caminar de regreso a la mansión. Pasé por innumerables tiendas, admirando las cosas que nunca podré tener. Ahora mismo, siento envidia de las personas pudientes, aquéllos que pueden tener todo lo que yo no.
Mientras estaba pérdida en mis pensamientos, mientras observaba una vidriera de postres, escuché una voz masculina detrás de mí. Al voltear, vi un auto muy caro, de color negro. La ventanilla se bajó, revelando a el señor Winchester.
Juro que me paralice al verlo, no podía creer que iba a encontrármelo aquí. ¿No estaba en la mansión?
—S-Señor Winchester... –Tartamudeé, sin poder creer lo que veía–. ¿Q-Qué hace aquí?
—¿Acaso debo darte información sobre cada uno de mis movimientos? –Cuestionó y rápidamente me arrepentí de mí estúpida pregunta inapropiada–.
—Lo siento mucho, señor. No era mí intención...
—Sube al auto, te llevaré a la mansión –Ofreció, no me pude negar, además, sabía que no podía hacerlo. Subí al coche, justo en el asiento del copiloto, pues no podía permitirme ir atrás, porque sabía que él me obligaría a sentarme a su lado–.
Mientras estaba ahí, completamente en silencio e incómoda, el señor simplemente me observó en silencio. Sus fríos ojos verdes como un hermoso bosque, recorrían mí cuerpo de arriba a abajo, sin ningún tipo de pudor.
—Ten –Me dió una caja de postres, los mismos que yo había estado observando minutos antes–. Comelo todo antes de que
Jadee sorprendida, no podía creerlo, ¿Él había comprado eso para mí?
—¿Señor...? –dije en apenas un susurro, buscando algún tipo de respuesta. Él encendió un cigarrillo, mientras me observaba–.
—¿Qué? ¿No tenías hambre acaso?
—S-Si... Pero yo no puedo aceptarlo, no quiero que me lo descuenten de mí sueldo...
—Nadie va a descontarle nada del sueldo, Rowellin –aclaró–. Ésto es un regalo de mí parte, puedes comer sin culpa. Y hazlo rápido, porque no creo que quieras compartirlo con los demás empleados, ¿O si?
Sé que mezquinar está mal, pero realmente no quería compartir éstos postres con nadie. Así que fui egoísta y negué.
—No, no quiero compartir.
Él sonrió levemente, mientras exhalaba el humo en mí dirección.
—Entonces come.
Mientras me deleitaba con cada postre que probaba, el señor Winchester simplemente observaba en silencio. Miró la bolsa de medicamentos y finalmente habló.
—¿Estás enferma? –Cuestionó con seriedad y aburrimiento. Negué, mientras tragaba la comida que tenía en la boca–. —No señor, Chris, el jardinero, tiene gripe y me pidió que le comprara medicina –expliqué, mientras continuaba comiendo–.
—Chris, el jardinero... –repitió con rechazo y desdén–. ¿Ese chico es tu novio? –Quiso saber, mientras la amargura en su voz se hacía más notoria, ¿Estaba celoso acaso? No, no era posible–.
—¡¡No!! –negué rápidamente–. Nos conocimos en el orfanato, es como mí hermano mayor –sonreí–.
—Ya veo... –asintió levemente, mientras arrancaba el auto–. Vamos, te llevaré a la mansión. Y la próxima vez que salgas, me avisas, no puedes caminar un trayecto tan largo. Y si ese imbécil amiguito tuyo vuelve a darte una orden así, será despedido, eres mí sirvienta, sigues mis órdenes, no la de un simple lacayo.
Gracias a q la despediste ,fue q se decidió handar con tu esposo!!
Ella no gusta de Rowellin