Hay amores inolvidables, amores para toda la vida y amores imposibles. Está es la historia de Lina una chica musulmana con un gran amor capaz de afrontar cualquier dificultad, sobre todo leal a su amado Amir. Un amor prohibido por el padre de Amir, ya que Lina no seguía las costumbres del islam. Ibrahim jamás permitirá que una mujer de cuna inferior e infiel a la religión entrara a su familia, aunque esa era la excusa ya que él la deseaba con locura. Lina y Amir aprenderán que el tiempo y la distancia no es capaz de terminar su gran amor, descubrirán que pueden volver a luchar para encontrar el paraíso en su unión.
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Soledad
Capítulo 11
Abdul estaba viendo como Ibrahim pedía ayuda, así que después de unos minutos. Llamó a una ambulancia, escondió el arma en su local. Pronto buscaría la manera de comunicarse con Saalim para ayudarle a liquidar sus bienes.
—Debiste detenerlo, me estoy muriendo.—se quejaba Ibrahim
—La muerte sería un premio para ti miserable, traicionaste la confianza y la amistad de un buen hombre. Cómo pudiste abusar de su hija.—
—Esta loco, yo pedí su mano para casarme con ella.—
—Si y sé que la rechazó, yo haría lo mismo si un hombre mayor se fijara en mí hija. Tu plan era abusar de ella, para así acorralar a Saalim y que te exigiera casarte con Lina. Pero ya ves tu plan falló.—
—No te atrevas a decir una sola palabra de lo que sabes, si no quieres que te destruya Abdul.—
—Por proteger a Saalim y a su hija, solo voy a decir que te encontré aquí. Ya tú sabrás que quieres decir, de todas formas para esta hora ellos ya no están en Medina.—
—La voy a buscar, cuando la encuentre la traeré devuelta. Lina es mía, no voy a descansar hasta encontrarla.—
—Suerte con ello.—
Llegó la ambulancia y también la policía, de inmediato Ibrahim acusó formalmente a Saalim como el responsable. Después de su cirugía había salido bien librado de la situación, ahora tenía que darle explicaciones a su familia.
Amir no podía creer lo que había sucedido, Saalim era un hombre íntegro, dudaba de la veracidad de las palabras de su padre. Fue hasta la casa de los Fayed, estaba abierta la puerta. Entró estaban todas sus cosas, pero ellos no. Entro a la bodega donde Lina trabajaba en las tardes. Había manchas de sangre, también las tijeras que había utilizado para apuñalar a Ibrahim. Pero Amir no tenía idea de que había sucedido, subió para ver que efectivamente se habían marchado al parecer solo con lo necesario. En el cuarto de Lina también estaba todo revuelto, donde estaban sus perfumes y su peine había quedado un anillo que era su favorito. Amir no dudó en tomarlo, se había ido sin decirle una sola palabra.
—Lina!—grito Amir mientras no podía contener sus lágrimas sentía una enorme soledad.
Mientras tanto Saalim y su familia llegaban a Egipto, de ahi volarían hasta España. El sangrado que tenía Lina se había detenido, pero ella ya no era la misma. Su madre no dejaba de abrazarla, lloraba de coraje de tanta impunidad.
—Tuvieron suerte, siempre he manejado esta ruta para tráfico de todo tipo. Así que sin problemas en unas horas más estarán en España. Lamento mucho lo que sucedió con su hija, como padre de una mujer yo también hubiera acabado con ese desgraciado.—decía Omar
—Ahora ni si quiera se si ese infeliz está muerto.—
—El tiempo sana todo, su hija va a sanar. Verán que lejos de todo esto ella renacerá, le voy a dar los datos de una abogada en España para arreglar su situación. Que obtengan sus visado y sobre todo la protección, para que no los encuentren.—
—Cuando lleguemos a España te pagaré.—
—Confío en usted, Abdul no lo hubiese enviado conmigo si no fuera alguien de principios y sobre todo honesto. Tenga para que coman algo, además esto va ayudarle a su hija para que tenga fuerzas.—
—Shukran.—Saalim se acercó para alimentar a su esposa e hija, sobre todo a Nadia.
—Ya mujer deja de llorar.—
—No puedo señor, no pude defender a mi niña de ese monstruo. Perdóneme señor Saalim.—
—Yo que soy su padre, tampoco la defendí. Me resistía a dejar todo por lo que había trabajado, cuando lo más importante era mi hija.—mientras Saalim decía eso, Maryam trataba de darle comida a Lina
—Ten mi vida, necesitas comer algo estás muy débil.—
—No quiero nada, mamá quiero morirme.—decía Lina mientras volvía a llorar, lo que le había hecho Ibrahim se repetía en su mente una, otra y otra vez.
—No mi amor, todo va a pasar te lo prometo. Un día olvidarás todo esto, volverás a amar la vida. Estaremos contigo en cada momento, no te rindas.—
—Siento tanto asco, no puedo imaginar que su sombra me siga toda la vida, es una pesadilla que no tiene fin.—Lina no dejaba de llorar, su padre se sentía aún más culpable.
Muchas horas después llegaban a Madrid, donde comenzaría su nueva vida. Saalim había enviado casi todo su dinero a una cuenta que abrió la última vez que visitó a su hijo, aún así solicitó a Omar que Abdul le ayudara con la venta de todo lo que aún le pertenecía.
Omar les consiguió donde vivir, inmediatamente llevaron a Lina al médico. Después de la revisión se confirmó lo que ya se sabía, se quedaría en el hospital hasta que mejorara. También una psicóloga comenzaría la terapia para ayudarla.
Pasaban los días Ibrahim seguía recuperándose de sus heridas, había denunciado la agresión recibida por Saalim. Todos en Medina difamaban a Fayed, llamándolo malagradecido. Ibrahim se había encargado de que todos supieran que lo había intentado asesinar por haber descubierto un fraude.
—Ibrahim tienes visita.—decía Rayza
—Hazlo pasar.—era uno de sus conocidos más eficientes
—Salam Aleykum.—
—Aleykum Salam, bien que noticias me tienes.—
—Ninguna buena señor, es como si se los hubiera tragado la tierra. Incluso tengo las fotografías del hijo que vive en Salamanca. No han hecho contacto con él.—
—Por favor no quiero fallas, encuentra a mi Lina. No falles y te cubriré de oro, trae a mi mujer de donde quiera que esté.—
—Si señor Ibrahim.—
—Ahora más que nunca debo encontrarla, contrata a quien tengas que contratar. No escatimes en gastos, ella debe volver a mi. Cueste lo que cueste.—Ibrahim estaba aún más apasionado de ella, si tenía que mover cada grano de tierra lo haría para encontrarla.
Mientras tanto Amir buscaba a Zahan, si habían huido lo más seguro es que lo buscarían. Pero no tenía éxito en hablar con él, pronto conocerían al sucesor de su abuelo. Tendría forzosamente que volverle a dirigir la palabra a su padre.