*Hola debido a unos errores, los capítulos borrafos de la historia no se eliminan pero si quieren leer la historia pueden empezar desde donde dice "|1|" Gracias por el apoyo *
Katherine, una universitaria tranquila, se ve envuelta en una apasionada relación con Areu, un misterioso joven italiano con un carácter fuerte. Tras una noche intensa, sus vidas se entrelazan, pero Areu guarda oscuros secretos que podrían destruir lo que están comenzando a construir. Mientras la atracción entre ellos crece, él lucha por protegerla sin revelar su peligrosa verdad. ¿Podrá Katherine enamorarse de alguien cuya vida está llena de sombras?
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...[El bendito Whisky]...
Luego de la presentación comenzamos a charlar y beber, y luego de unos cuantos tragos comencé a sentirme mareada - como suele pasarme siempre-.
– May, vayamos a bailar un poco - decidí decirle luego de sentirme muy abrumada por las miradas qué nos dábamos con Areu - esta canción me encanta, lo sabes
Ella se separa de Alexander, le dice que ya regresa y bajamos a la pista de baile.
– Me siento muy alterada por Areu - confieso luego de unas cuantas canciones bailadas. May sonríe y dice
– Amiga, disfruta esta noche, quien sabe y la suerte de encontrarte con alguien así no se de dos veces - sonríe y alza las cejas continuamente.
– Pero qué dices, yo… - la miro y dejo de hacerlo por los recuerdos que vienen a mi mente - sabes que luego de lo que pasó no he querido intentar más nada con nadie por miedo. – Samay me mira y me da un abrazo
– Lo se pero es hora de intentar, no puedes quedarte estancada por alguien que no lo merece, incluso puedes solo disfrutar de la noche junto a él y ya, no necesariamente deben acostarse, sólo divertirse y ya luego lo olvidas.
Lo dudo unos minutos pero decido hacerle caso, es hora de soltarse del pasado.
– Está bien, creo que es tiempo de subir, tu novio te ha de estar esperando - a May le brillan los ojos y sonríe.
Al subir a nuestra mesa ella vuelve a bajar porque Alexander quería bailar con ella y yo decido sentarme al lado de Areu y beber un poco de un vaso de whisky que hay en la mesa.
– Ese era mi vaso - escucho que me dice y al mirarlo está sonriendo. ¿Por qué solo sonríe? Se muy atractivo y no puedo evitar ver sus labios e imaginar junto a los míos
– Lo siento, no lo sabía- digo al salir de mi trance
– No te preocupes, podemos beber de ahí ambos - sugiere - o podríamos beberlo de otra forma - su mirada se enciende y yo quedo confundida al no saber a qué se refiere. El parece notarlo
– No me prestes atención solo divago, puedes seguir yo pediré otro vaso
– ¿De qué otra forma podríamos beber ambos del mismo trago? Quisiera saberlo - ya creyendo saber a que se refiere decido jugar un poco con él.
La música comenzó a sentirse lejana, como un eco que apenas llegaba a mis oídos mientras él se acercaba. Su mirada era firme, directa, y por un instante sentí que todo el lugar desaparecía, que no había nadie más, solo él y esa energía que parecía envolvernos.
Aún sostenía el vaso de whisky en mi mano, mi garganta todavía estaba fresca del último sorbo que había tomado. Cuando llegó frente a mí, inclinó la cabeza, y sus ojos bajaron un segundo hasta mis labios antes de volver a los míos.
De un momento me quita el vaso de las manos , sin apartar los ojos de mí, para beberse un trato del licor y antes de que pudiera reaccionar, su mano rozó mi cintura, atrayéndola hacia él y Sus labios encontraron los míos con una urgencia que me dejó sin aliento. No fue un beso suave ni tímido; fue profundo, lleno de intención. Sentí el calor del trago mezclados con el suyo, el sabor derramándose entre nosotros mientras mi mente se desvanecía en el momento.
Sus dedos se hundieron en mi cintura, firmes, mientras mi mano, casi por instinto, se alzó para enredarse en su cabello. El beso se volvió más intenso, una corriente eléctrica que parecía recorrer cada rincón de mi cuerpo. No había distancia entre nosotros, solo el latido de nuestros corazones y el calor compartido en ese instante.
Cuando finalmente se apartó, sus labios aún rozaban los míos, y su respiración cálida acarició mi piel. Sus ojos me miraron con una intensidad que me hizo temblar.
– Definitivamente, así su sabor es mejor. - susurró, con una sonrisa traviesa que hizo que mi corazón saltara.
– Tal vez deberías volver a probar - murmuré, sorprendida por mi propia audacia, mientras él volvía a inclinarse, dispuesto a no dejar el momento en el olvido.