Diego Murphy, un asesino implacable y también un mafioso que dedicó su vida al servicio del clan Dark Knight. Incluso recibió el apodo de "El Asesino", cualquiera que se convierta en su objetivo sabe que no tendrá salvación.
Cuando aún era un niño, su padre fue asesinado frente a sus propios ojos. Además, la empresa de su padre fue tomada por la fuerza. Durante el incendio de ese día, todos creyeron que él había muerto. Sin embargo, logró escapar.
Al crecer, Diego se unió a un grupo mafioso para vengar la muerte de su padre y recuperar la empresa que le pertenecía.
Durante una misión para matar a una mujer, ocurre un incidente que lo obliga a convertirse en yerno del asesino de su propio padre. Así, se ve forzado a ocultar su verdadera identidad.
¿Conseguirá Diego vengar la muerte de su padre?
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Capítulo 1
En el año 2004, el Grupo Murphy vivía la cúspide de su gloria. Era la empresa número uno del país, con innumerables subsidiarias esparcidas por todos los rincones de la ciudad, actuando en los más diversos ramos.
No era de extrañar que Diego Murphy, el heredero del imperio, fuera completamente mimado por su padre. El Sr. Abidzar Murphy haría cualquier cosa para ver a su único hijo feliz, proporcionándole todo tipo de lujo y satisfaciendo todos sus deseos.
Diego, a los 8 años de edad, era como un pequeño príncipe que un día, con certeza, ocuparía el trono. La mansión de la familia Murphy recordaba a un palacio, con su arquitectura clásica y opulenta, donde innumerables empleados trabajaban.
Aunque Diego ya no tenía madre, pues ella había fallecido cuando él tenía apenas 3 años, no se sentía carente de afecto. El Sr. Abidzar era padre y madre para él, tratándolo con inmensa ternura y cariño. Nunca quiso casarse de nuevo, temiendo que eso pudiera herir a su hijo. Casi todos los días, el Sr. Abidzar reservaba un tiempo para jugar con Diego, y todas las noches le leía cuentos infantiles hasta que se quedaba dormido.
Sin embargo, esa felicidad se transformó en una terrible pesadilla, que Diego jamás olvidaría. El Sr. Abidzar había llevado a Diego a pasar algunos días en una casa de campo.
¡Bang!
¡Bang!
¡Bang!
El sonido de disparos en el exterior de la casa interrumpió la atmósfera de paz, transformando lo que debería ser un día alegre en una noche de terror.
"Papá, ¿qué fue eso?", preguntó Diego, visiblemente asustado.
Estaban cenando cuando comenzaron los disparos.
El Sr. Abidzar sintió el peligro. Su primera reacción fue proteger a su hijo. Llevó a Diego a la habitación y lo escondió dentro del armario. "Tienes que esconderte aquí, Diego. Pase lo que pase, no salgas de aquí. Papá te ama mucho, hijo mío", dijo.
"Pero, papá..."
Sin querer escuchar ninguna objeción, el Sr. Abidzar corrió fuera de la habitación, con la intención de llamar a la policía. Temía que sus guardaespaldas, que estaban fuera, hubieran sido asesinados. Pero, para su horror, vio a un hombre vestido de negro forzando la puerta.
¡Crash!
"¿Quién eres? ¡No te atrevas a hacer nada! ¡Voy a llamar a la policía!", gritó el Sr. Abidzar.
Desde dentro del armario, Diego escuchaba la voz de su padre, aunque no entendía lo que decía. Estaba aterrorizado, queriendo salir de su escondite, pero el sonido de la puerta de la habitación abriéndose lo hizo retroceder.
¡Crash!
Por la rendija de la puerta del armario, Diego vio a su padre ser brutalmente pateado, su cuerpo chocando contra la puerta, que se hizo añicos. El Sr. Abidzar cayó al suelo, inconsciente.
"¡Papá!", gritó Diego en su corazón.
Intentó abrir la puerta, pero vio a su padre mirando hacia el armario y moviendo la cabeza negativamente, rogándole que permaneciera escondido.
Lágrimas rodaron por el rostro de Diego mientras veía a un hombre acercarse a su padre. El hombre, llamado Pram, agarró al Sr. Abidzar por la camisa y apuñaló su vientre varias veces.
¡Puñalada!
¡Puñalada!
¡Puñalada!
Diego quería gritar por su padre. El niño lloraba, ahogando sus propios sollozos con las manos para no ser oído. Se sentía impotente y tomado de furia al ver a su padre siendo asesinado de esa manera.
"¡Aaaarrrghh!", el Sr. Abidzar gimió de dolor, su cuerpo cayendo al suelo, ahora sin vida, cubierto de sangre.
En sus últimos momentos de consciencia, el Sr. Abidzar miró hacia el armario, esperando que Diego no saliera.
Pero Pram pareció sospechar de la presencia del hijo del Sr. Abidzar, pues no lo veía por ningún lado. Pisó el estómago herido del Sr. Abidzar, preguntando: "¿Dónde escondiste a tu hijo?".
"¡Aaaarrrgghhh!", gritó el Sr. Abidzar de agonía. Estaba demasiado débil para luchar.
Diego, aún escondido, apretó los puños con fuerza, su corazón clamando por su padre. Rezaba para que alguien viniera a salvarlos.
Pram, entonces, volvió su atención hacia el armario.
Con la poca fuerza que le quedaba, el Sr. Abidzar agarró la pierna de Pram. No permitiría que su hijo fuera herido.
"¡Diego, corre!", gritó.