Alexandra nuestra protagonista tenía una vida tranquila al lado de su hermana y su mamá, pero el dia de la graduación de su hermana aparece después de tanto tiempo el ex novio de su ex mejor amiga, con una noticia inesperada, diciendole que su ex mejor amiga estaba desaparecida, esté le pide que le ayude a buscarla, pero lo que ella no sabe es que él guarda un secreto detrás.
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CAPÍTULO 14: LA CARTA
En una cafetería a la que Richard me trajo, ordenamos un café caliente y algo para comer. La cafetería era cálida y tranquila, aunque había poca gente en ella.
En mi mano, seguía sosteniendo la carta que mi madre me dejo. Aún no la había leído porque tenía miedo de saber lo que allí decía, después de salir de casa desobedeciendo sus palabras. Solo me aferraba a ella como si no hubiera un mañana.
—Come un poco —pronunció Richard, colocando un croissant en mi plató.
—Gracias —respondí—. ¿Cómo está Noah? No se pelearon ¿verdad?.
La expresión suave en la cara de Richard cambio a una seria.
—Él está bien. No te preocupes —respondió—. Te había dicho antes que no confiaras en nadie.
—Vi una oportunidad de escapar y la aproveché —dije—. Además, Noah no parece un chico malo.
Las expresiones en la cara de Richard eran como si le hablarán de su peor enemigo.
—Bueno. Tal vez no sea un chico malo —dijo—. Pero su personalidad es problemática, él usa cada oportunidad para hacer de ella cualquier tipo de libertinaje.
—Al menos él se divierte —dije, en un susurro.
—Se divierte dándole dolores de cabeza a sus padres —dijo.
—También te los da a ti —comenté—. Se nota que disfruta su juventud.
—Ya paro de llover —dijo Richard, cambiando el tema de conversación—. ¿Dime que quieres hacer?.
—No tengo idea —respondí—. ¿Dime que quieres tú?.
—Quiero ir a un lugar para descargar toda la mala energía —expresó, llevándose el cabello que cubría su frente hacia atrás.
—Suena divertido —comenté—. Llévame ahí.
—Te dije que no confiaras en nadie —dijo su voz firme.
—¿Qué quieres decir? —pregunté.
—Se supone que no debes aceptar mi invitación porque soy prácticamente un desconocido para tí —dijo, susurrando entre un suspiro—. Dime ¿así de fácil fuiste con Noah?.
—¿De qué hablas? Ya entendí —solté molesta y sorprendida—. No lleves la conversación a otro lado. Pensé que no querías hablar de Noah, ya que habías cambiado el tema.
Richard se rio.
Su risa hizo que me sintiera melancólica. Sus gestos y rasgos faciales me parecían conocidos de alguna parte, pero era una sensación extraña como un déjà vu, como si lo hubiera conocido hace mucho tiempo. También me recordó al niño que venía hacia mi, ese mismo niño de ese sueño de la casa incendiandose.
—Oye ¿te sucede algo? —preguntó.
—No ¿por qué? —respondí.
—Entonces ¿por qué estás llorando otra vez? —preguntó, su voz parecía preocupada.
Pero... ¿Yo llorando?.
Me toqué el rostro y sentí una gélida gota entre mis dedos.
—Qué raro, realmente no sé por qué estoy llorando —me limpié la lágrima—. Fue culpa de tu tonta risa.
—Sabes —dijo, frunciendo el ceño—. Creo que si necesitas descargar la mala energía. Ven te llevaré a mi lugar secreto.
****************
Richard conducía el auto a una velocidad moderada, mientras tarareaba una canción que que había puesto antes de dar marcha al auto. La canción trataba de alguien que quería que lo extrañaran. Alguien que quería ser recordado solo por las cosas buenas.
—Es una bonita canción —comenté.
Él me miró para dedicarme una suave sonrisa y continuó tarareando.
—Como se llama —pregunté, ya que parecía estar feliz.
—Leave out all the rest —pronunció—. Linkin Park.
—¿Qué música te gusta? —preguntó.
—Me gusta la música suave, aquella que habla de amor, y cosas así —respondí, mi voz suave.
Me miró de reojo y se rio.
—¿Por qué te ríes? —señalé.
—No eres tan diferente —afirmó.
Observé mi reflejó en el vidrio de la ventana a través de las luces de las farolas de la calle que la iluminaban. Mis ojos completamente hinchados y verlos hizo que recordará la carta que había guardado en uno de mis bolsillos; la carta de mamá.
—Ya estamos aquí —comentó Richard, quién se bajó del auto y en seguida abrió la puerta para mí.
—Gracias —susurré.
La noche seguía siendo fría después de la fuerte lluvia que inundó mis pensamientos. Richard señalo un edificio y me pidió que lo siguiera. Subimos en el ascensor unos cuántos pisos y me guio hasta el apartamento 143. Me sentí nerviosa al verlo incrustar la llave en la cerradura.
—¿Tú apartamento es tu lugar secreto? —pregunté tratando de ocultar mis nervios, entre pequeña sonrisa.
—Sí —confirmó—. Pasa, quiero presentarte a alguien.
Ese "presentarme a alguien" alivió mis nervios. La verdad, me estaba preparando para dar mi mejor golpe. Nunca se sabe lo que pasa por la cabeza de otra persona y yo estaba lista para defenderme. Él mismo me dijo que no confiara en nadie, incluso en él.
Cuando abrió la puerta lo primero que noté fue una tenue luz azúl proveniente de una pequeña lámpara sobre una mesa de vidrio templado, la pálida luz azúl se reflejaba en los muebles impidiendo ver si su color era blanco o un gris. Richard encendió el foco de luz led y la tenue luz casi desapareció.
—Llegaste —dijo, una voz alegre.
Una chica de baja estatura y cabello castaño de repente apareció y abrazó con alegría a Richard. Su risa, y la sorpresa de verlo hacían que pareciera simpática.
De repente, se fijo en mi. Su mirada curiosa me puso los nervios de punta, pero me sorprendió que después esa mirada se tornara suave. Entonces volvió la mirada a Richard y le susurró algo al oído, cosa qué él nego inmediatamente, mientras le sonreía de una manera cariñosa.
—¿Entonces quien es ella? —le preguntó la chica.
—Ven —respondió él, acercándose a mi—. Ella es una amiga.
—Hola, mucho gusto —dijo—. Mi nombre es Evelyn Stephen, hermana menor y unica de Richard.
—Hola —saludé—. El mio es Alexandra Flynn e igualmente es un gusto conocerte.
Estaba nerviosa, conocer gente nueva siempre me ponía nerviosa, pero puedo desenvolverme muy bien cuando de eso se trata.
—Eres muy bonita. Creí que mi hermano por fin habia traido a una novia —comentó.
—Oye —intervino Richard, frunciendole el ceño.
—¿Qué? Es cierto —dijo, Evelyn, refunfuñando.
—Nunca se sabe, puede que un día te presente a su novia —dije, para calmar la atmósfera entre ellos.
Richard me miro de reojo, para luego caminar hacia mi y tomar mi mano. Eso me sorprendió.
—Te traje aquí para que conocieras mi lugar secreto no a mi hermana —dijo, Richard—. Ven.
Me llevo con él por una corta escalera que llevaba a una puerta de madera. Richard la abrió y encendió la luz y lo que habia adentro hizo que me sorprendiera un poco más.
—¿Qué te parece? —preguntó.
—¿Participas en peleas de boxeo o solo es un pasatiempo? —pregunté, como respuesta.
—Aquí entreno —respondió— ¿quieres intentarlo?.
Me adentre más a fondo en la habitación, esta era amplía con pequeños y grandes afiches de campeones de boxeo. En el techo colgaba un saco de boxeo y en una esquina sobre un estante habían guantes de boxeo organizados minuciosamente.
—¿Te gusta mucho el boxeo? —pregunté, un poco curiosa.
—Sí, es mi deporte favorito —respondió, mientras tomaba un par de guantes—. Ponte estos.
—Vas a enseñarme —pregunté, mientras luchaba al tratar de ponerme los guantes.
—Por supuesto —afirmó.
—Listo —comenté, al haber logrado colocarme los guantes.
Richard caminó hasta el saco de boxeo y se paro detrás para sostenerlo.
—Ven aquí —dijo—. Intenta golpear firmemente el saco.
Me acerqué con duda, posicionandome justo en frente.
—¿Y si te golpeo a ti? —comenté, preocupada.
—Tal vez, después quieras subir al ring —dijo, en modo de burla.
—Olvídalo —respondí.
Luego di mi primer golpe al saco de boxeo, uno en seguida del otro. No era muy buena, pero lo intentaba. Richard me animaba desde su lugar con palabras de aliento para que golpeara más fuerte, una y otra vez, así estuve por varios minutos, hasta que decidí parar.
—Tienes muy poca resistencia —dijo, mientras dejaba el saco atrás—. Te traeré agua, espérame aquí.
—De acuerdo —respondí.
Pero al cabo de unos minutos una voz masculina un poco conocida dijo mi nombre.
Continuará...
Por cierto, escribe muy bien.