Zach y Dylan llevan una relación bonita y perfecta. En años de Relación, nunca se les ha visto discutiendo y mucho menos separados.
Pero cuando Zach queda embarazado, muchas cosas comienzan a pasar y cambiar todo.
El amor que se tienen, podrá ser fuerte, tanto que lograrán superar todos los obstáculos que la vida les tiene preparados.
NovelToon tiene autorización de D J Becker para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
19
Una vez más tuve que contener las ganas de responderle, era obvio que estaba desviando el tema y no pensaba hablar mas de el a menos que así lo deseara. Decidí no insistir, cuando Dylan se comportaba de este modo no había forma humana de hacerlo entender. Con toda la dignidad que me restaba acaté su orden, aguantando las ganas de ponerme a llorar. No iba darle el gusto, no cuándo estaba siendo un verdadero gillipollas.
Miré el plato que tenía en frente, estaba repleto de frutas: manzana, piña, mango, fresa y un poco de kiwi. Lucía apetitoso ante mis ojos, pero asqueroso para mi estómago completamente revuelto. Tuve que inhalar y exhalar más de una vez para contener las náuseas. Dylan había vuelto a su posición anterior, leyendo ese estúpido períodico y bebiendo café como si fuera un día común y corriente. No lo era en absoluto, al menos no para mí. Era la primera vez en cuatro años de relación que desayunabamos en silencio, con tan lúgubre atmósfera. También era la primera vez que me veía obligado a comer con lágrimas acumuladas en mis ojos y un espantoso nudo en la garganta.
Cada bocado que me llevaba a la boca aumentaba mis deseos de vomitar, de continuar de ese modo terminaría ocasionando un desastre en el piso de mi bonita cocina.
— ¿Qué pasa? — inquirió Dylan al verme hacer el plato a un lado.
— No tengo hambre.
— ¿Por qué?
— Simplemente no me apetece.
— Anoche te fuiste a la cama sin cenar ¿Hoy pretendes saltarte el desayuno? — su expresión era incrédula.
— Dylan — suspiré— Tengo asco.
— Lo entiendo — su expresión se suavizó un poco— Pero haz un esfuerzo al menos, no por ti sino por el bebé.
— No puedo, me siento mal.
— Entonces te prepararé otra cosa — se puso de pie con decisión pintada en su rostro— ¿Qué quieres? ¿Cereal? ¿Yogurth?
— No, de verdad no me apetece. Tal vez en un rato...
— Joder, Zach — atajó molesto— Déjate de inmadureces. Estás embarazado, necesitas alimentarte, cuidar de ti y el bebé. Si estás haciendo esto a modo de berrinche detente ahora.
— El que tiene que parar ya eres tú. — le interrumpí ahora molesto de verdad— He dicho que me siento mal. Por favor deja de tratarme así... — mi voz se quebró en las últimas palabras.
Supe por la humedad en mis mejillas que había perdido, intenté mostrar indiferencia ante su hostilidad pero no podía negar que su actitud me dolía, más aún si era la primera vez que me trataba de ese modo. Estaba muy (demasiado) acostumbrado al Dylan dulce, amoroso y consentidor del que me enamoré.
— ¿Zach? — me miró con sorpresa— Oh, bebé...
Froté la manga de mi suéter contra mis ojos, indispuesto a humillarme de ese modo, en especial ahora que Dylan venía hasta mí con la preocupación plantada en la cara, no le detuve porque estaba demasiado ocupado secando esas lágrimas traicioneras, cuando me di cuenta ya estaba hincado frente a mí.
— Mi precioso, no llores. — hizo ademán en acercarse más.
— No me toques. — rechacé.
— Zach...
— No. — gimotee.
Ignoró mis constantes rechazos, haciendo caso omiso de ellos. No descansó hasta que sostuvo mi rostro con fuerza y me obligó a mirarle. No lo hice, en su lugar cubrí mi vergüenza detrás de las holgadas mangas del suéter.
— No llores, por favor. — suplicó— Odio cuando lo haces, más si es por mi causa.
— Déjame...
— Zach, bebé... — insistió. No cedí. — Zach, mírame.
— No.
— Zach. — replicó, esta vez de un modo más firme y severo.
Ejerció verdadera fuerza en el agarre de modo que con un brusco tirón descubrió mi rostro cubierto. Aun así me negué al contacto visual, estaba deplorable en esas condiciones. Seguramente mi rostro estaba rojo como tomate, al igual que mi nariz debido al llanto; mis ojos hinchados al punto de parecer más pequeños. Traté de respirar normalmente, pero estaba agitado y no tenía la más remota idea del porqué.
— Zach, perdóname. — secó mis lágrimas con sus pulgares. — Mi deseo no era lastimarte.
— Lo hiciste. — recriminé.
— Lo siento, de verdad lo siento — me miró suplicante. Tuve que morderme el labio con fuerza para obligarme a permanecer callado. — Pero por favor, entiende: estoy preocupado por ti. He intentado bajo todos los medios posibles persuadirte para que cuides tu salud. Me preocupa ver que día tras día tu semblante se deteriora; no comes ni duermes lo necesario, tampoco considero que esas acciones contribuyan a un embarazo sano.
— No es razón válida para que me obligues a dejar la universidad. — reproché.
— Si mantuvieras un equilibrio adecuado entre la escuela y el bebé, claro que no.
— ¿A qué te refieres?
— Estás dando mayor prioridad al ámbito escolar.
— Porque quiero terminar ahora, cuando el embarazo me lo permite.
— Puedes hacerlo después.
— No quiero descuidar al bebé cuando nazca.
— Lo estás descuidando ahora — murmuró tajante— Cuando aún está dentro de ti.
— ¿Es un reclamo? — cuestioné incrédulo.
— Tal vez — admitió encogiéndose de hombros— Pero piensa: si te comportas así de irresponsable estando embarazado ¿Cómo te comportarás cuando tengas al bebé en brazos?
— ¿Qué insinúan? — le miré escéptico.
— Sabes leer entre líneas, Zach.
Me quedé callado, no sabía cómo reaccionar ante sus palabras. Enojarme no acarrearía nada bueno, pero era justamente como me sentía.
— Zach — suspiró, hablando primero luego de eternos momentos en pesado silencio— No quiero parecer egoísta prohibiendote seguir en la universidad, pero tampoco deseo que expongas a nuestro hijo. Por ello lo expondré de esta forma, tú decides. La primera opción es que sigas estudiando hasta terminar tu tesis, pero evidentemente pospondriamos la boda por un tiempo. Como dije no quiero que te sobre exijas. La segunda es casarnos como habíamos acordado, siempre y cuando tomes la baja médica.
— No hablas enserio ¿verdad? — jadee genuinamente sorprendido.
— Odio hacer esto — confesó afligido — Pero sólo quiero tu bienestar.
— ¿Chantajeandome? — mascullé.
— No es un chantaje — se defendió.
— Claro que lo es — atajé furioso— ¡Estás haciéndome elegir entre mi carrera y tú!
— Zach...
— ¡No! — me levanté bruscamente, rechazando su tacto — ¿Cómo te atreves a ofenderme de esta manera?
— Yo no...
— ¿Me pides que nos casemos para que de buenas a primeras impongas condiciones?
— Por favor, escucha... — suplicó.
— Vete al demonio — escupí con amargura.
No esperé a oír más, ya tenía suficiente. Simplemente me largué de ahí.
— ¡Hey! — me llamó mientras me seguía pisándome los talones.— Zach.
— ¡No me toques! — le alejé en cuanto quiso sujetarme del brazo.
— No te pongas así — pidió.
— Muérete, Dylan. — seguí mi camino.
— Zach ¿A dónde vas? — quiso saber, la preocupación latente en su tono.
— A dónde sea que no te vea — tomé mí abrigo del perchero, colocando mis zapatos al mismo tiempo.
— Por dios Zach, cálmate.
— ...
— Zach...
— Serciorate de alistar el sofá — musité indignado— No te quiero en mi cama cuando vuelva. Ahora soy yo quien no desea verte.
— Esp...
No le dejé terminar, cerré la puerta en sus narices.
Muchas gracias autor@, tu historia está genial 🫂